martes, 18 de diciembre de 2007

CAMBIO CLIMATICO: Bali y las elecciones de Marzo


Una vez terminada la conferencia de Bali sobre el cambio climático es hora de análisis y predicciones. Contando que este medio tiene el premio a la eficiencia informativa, me avanzo al mundo con lo siguiente, que a mi parecer, no será lo corriente en otros medios. Y lo hago por pasos.

Ante todo dejo al margen la tentación de las valoraciones tipo “ha sido estupendo, hemos avanzado mucho hacia el abismo”, para situarme en terrenos más paganos y seguros. No es que piense que no deba valorarse al detalle la conferencia y el espectáculo final, por lo estratégico que es respecto al futuro planetario y humano, si no que creo que desde el escepticismo histórico se pueden recomendar medidas dinámicas y pensamientos prácticos.

En primer lugar insisto de nuevo en que el cambio climático ya no será considerado por nadie como cosa menor y que los preocupados por el problema no se sentirán ninguneados como hasta ahora. No pienso en represalias por el mal rato que hemos pasado hasta ahora los que nos poníamos, con intensidades y matices distintos, el anagrama verde, pero, ¡demonios!, algo de ello merecemos. Insisto, el cambio climático va a ser eje de las propuestas políticas a partir de ahora, con el engarce hacia modificaciones del modelo productivo, con el consumo de energía como base y con políticas de precios y costes más reales. A partir de ahora, ya no hay duda alguna, el cambio climático existe. Acepto dudas sobre velocidades de cambio y adaptación. Y los riesgos que conlleva ir lento, aunque si al menos fuéramos seguros, algo sería.

En segundo lugar, dando un doble salto mortal, me referiré a las próximas elecciones generales en España. Serán las primeras en las que el cambio climático tendrá reconocimiento público de gran problema y de exigencia política para abordarlo. No es nada eso. Veremos cuantiosas novedades en propuestas y discursos de fondo. Y no todo lo que oiremos será producto de un brillante cerebro, por descontado. Todo el mundo, quiero decir, todos los ofertantes políticos se llenaran la boca con esa cuestión, los programas y las propuestas recibirán un intenso aroma verde. Ahí tienen un reto las formaciones políticas y sociales con experiencia y fundamentos en el ramo ecologista. Verán su producto manoseado por todos y su legitimidad genética negada por la fuerza del destino y del poder. Ello nos lanza una interesante fase política, que en otros países ya se ha producido en parte, la asimilación parcial y a menudo poco sincera pero con resultados prácticos, de las exigencias ambientales por todo el arco político y la reacción de las organizaciones verdes. Interesante asunto. En esas elecciones aludidas se podrá comprobar el estado del ánimo ambiental en el PSOE y el nivel real de la futura política ambiental del gobierno de turno. No son cosas etéreas: el impacto del urbanismo salvaje de estos últimos años, con la tentación de oponer medio ambiente y puestos de trabajo (el Las Vegas aragonés será todo un reto para las políticas de alambicación ambientales) Comprobaremos el papel de las regulaciones y de los informes de impacto ambiental sobre los proyectos empresariales y de infraestructuras. Y, como no, la reacción de esos agradables y comprensivos empresarios de fomento.

En tercer lugar cito a la sinceridad. No me he vuelto loco, también en el ámbito ecológico la sinceridad hay que comprobarla. Por ejemplo, aunque España firma siempre todo lo que le echan, es en realidad uno de los mayores torpes entre los países desarrollados. No cumple lo que dice, no hace lo que firma, se pasa por el forro todas las obligaciones a que se compromete. España es el mayor incumplidor internacional en materia ambiental. Los USA que hasta la fecha se negaban a firmar nada han hecho mayores esfuerzos que nuestro país en esta materia. Son, respecto a nosotros, unos ecologistas natos. Algún comentarista ha dicho que USA es un ejemplo para España. Y es bien cierto. La industria americana ha avanzado más y más rápido que la peninsular, las administraciones americanas son enormemente más sensibles que las hispanas y sus programas ambientales cien veces más ambiciosos y eficientes. La hipocresía nacional tiene en este terreno una enorme experiencia. No solo tenemos el reto ambiental, si no el reto de la verdad y la eficacia.

Cuarto. La pedagogía. Ecología y pedagogía se necesitan. La primera para progresar, la segunda para existir. El máximo reto ecológico es explicar que hay que hacer, como hacerlo, con que costes y sobre quien recaen y obtener un suficiente consenso social y político para llevarlo a cabo. Necesitamos un excelente comercial como ministro del ramo, que venda el producto en base a sus cualidades y a su fácil adquisición. Las acciones que deben desarrollarse son en general sencillas de entender, fáciles de aplicar y excelentes en cuanto a su impacto. Son medidas de desarrollo paulatino, no hay que poner la casa patas arriba, pero lo que se haga hay que hacerlo en serio. Vean el film/libro de Al Gore. En su capitulo final hay docenas de medidas plausibleS, posibles y eficaces con el cambio climático. La larga tradición de político pragmático que impone el sistema americano, hace que el ejercicio de Gore sea asumible por casi todos.

Quinto. Lo más importante es que cada uno hago lo máximo posible contra el cambio climático y lo haga bien. No debemos discutir si China o la India deben emitir más o menos, si no que debemos hacer nuestros propios deberes correctamente. Nos interesa, tanto des del punto de vista ambiental, como del futuro económico general. La exigencia técnica del ahorro energético y de materias no renovables imprime velocidad al cambio técnico general, a la elección de sectores nuevos, tecnológicamente avanzados. Esa exigencia mundial es para España una excelente oportunidad de progreso económico, de renovación sectorial y de diversificación productiva. A la vez sitúa a sectores poco dados a la eficiencia y a la difusión del desarrollo, cierto turismo peninsular por ejemplo, frente a un reto de renovación.

sábado, 15 de diciembre de 2007

LO QUE CUESTA CAMBIAR



Me permitirán los lectores una libertad de autor con respecto a la trama de este artículo. Habitualmente les caliento la cabeza con comentarios y reflexiones en torno a asuntos más bien terrenos, como el urbanismo, el tipo de interés o el ferrocarril, pero en este caso asumo el papel de filósofo aficionado y voy hacia otros derroteros que en el fondo afectan al porque no resolvemos los problemas.

Les cuento que desde hace un cierto tiempo me da la impresión que los cambios sociales y económicos se producen con gran lentitud y a costes políticos elevados. No les hablo, dios me libre, de cambios radicales de modelo productivo, de asaltos a los diversos palacios de invierno disponibles, ni cosas parecidas. Me limito a cambios posibles, necesarios, útiles, deseados y totalmente reformistas. No vayan a creer que el que firma va por la vida con la célula a cuestas.

Los gobiernos, los locales tan próximos, los regionales tan cercanos y Madrid (sin adjetivar en este momento), producen legislación y propuestas abundantes, como siempre. En cuanto analizamos sus contenidos y los comparamos con el estado de la cuestión: otras alternativas al efecto, las características del problema a resolver, las hipotéticas prioridades que genera cada uno, etc. tiendo a ver un tempo muy lento de cocción y digestión y un gran alejamiento respecto a aquello, en principio, necesario. Y, también en muchas ocasiones, un barullo incomprensible. Puedo poner ejemplos sin salirme del campo habitual de mis comentarios, la vivienda no los necesita a fe mía (un problema gravísimo que no logra salir más que en las cabeceras de los periódicos en base a abundantes tonterías). El desvarío ferroviario del AVE (a cambio de retrasar la puesta al día de toda la red ferroviaria estatal). La producción de un enorme superávit presupuestario cuando nuestra escuela está como está, sin citar a los mayores de 70 años con una ley de la dependencia sin financiación, ni tramitación real. Las miserias urbanísticas de los promotores (miserias es una figura poética, seguro que lo habrán entendido) Y, de pasada, les cito la problemática ambiental en donde todavía es doloroso (y a veces imposible) no cargarse un paisaje. Y así mucho, mucho más, incluso a escala menor, si se fijan.

Por otro lado, consultando lo que ha pasado en cada uno de los frentes citados, el resultado es apabullante en cuanto a las dificultades de consenso, disenso, tramitación política, puesta en marcha real, etc. Da la impresión que para quitarse una tirita, ya innecesaria, necesitemos un congreso médico de cirujanos, para al final decidir, por desconfiados, que bastaba con ponernos otra encima. Al más puro estilo Marx Brothers, diríamos los que gustamos del cine sin colores.

Cuesta tanto entender que hay que evitar estropear Collserola, lo digo en beneficio del ayuntamiento de Barcelona, duro opositor a convertir ese espacio único en parque natural. ¿Por qué tantas idas y venidas? ¿Será por dinero?, ¿Qué dinero?, ¿De quién el dinero?, ¿por qué no hablamos de ello?. No está prohibido hablar de dinero.

Los cuatro años que llevamos intentando crear una nueva legislación de vivienda que haga lo necesario: vivienda pública de alquiler, ¿son por motivos esenciales? Hace dos años los promotores dieron su aprobación al proyecto, pero la ley está todavía en trámite preparlamentario. El comentario es tan necesario que mientras hemos discutido sobre ello sin llegar a acuerdo práctico alguno, los tipos de interés han bajado y subido, el ciclo inmobiliario ha subido y se ha pegado un coscorrón. La vida ha pasado y la vivienda sigue como hace 4 años, con cambio de consejero y de ministra, eso sí.

Puedo replicar lo anterior con dada uno de los asuntos citados y siempre toparemos contra un muro ciertamente oscuro, construido por intereses parciales, a menudo pequeños, miedos escénicos, protagonismos estúpidos y un sin fin de circunstancias parecidas.

Mis conocidos en el mundo sindical me refieren cosas parecidas con respecto a su íntimo funcionamiento. Los que me relatan escenas universitarias se quejan por motivos idénticos. En la sanidad, en la educación no ocurre nada diferente.

El barullo es tal que, a veces, algún lideraje se toma ciertas libertades y la dice o la hace sonada, sin mayores resultados que el recalentamiento mediático.

¿Alguien sabe qué pasa?

Es obvio que en la actualidad pesa más el interés reducido (personal, de grupo, momentáneo) que la conciencia social y colectiva: se respeta la propiedad privada (en absoluto amenazada) y se rechaza el derecho a la vivienda sin contemplaciones. Si hay una emergencia ambiental, se elige la vía del despiste, aproximándose innecesariamente a que no dispongamos de agua en el grifo. Decisión producida por miedos que no llegarían a perturbar a un cirujano a la hora decisiva.

La prensa o esa cosa que ustedes saben, oculta lo que debe exponer y expone la nada. También es cierto que los liderajes políticos en el mejor sentido del término son ejercidos ahora por seres menores, tal vez producto del rechazo de las organizaciones políticas a la brillantez curricular y a una elección desmesurada por los creyentes del aparato. Busquen y si encuentran más de tres políticos relevantes con un curriculum privado y profesional consistente, me callaré. Acepto el término curriculum en el más amplio sentido posible.

Pienso que la visión infantil alejada del concepto de enfrentamiento de clase, de choque de intereses, en un sentido que expresa los distantes y distintos intereses de sectores sociales separados, quieran o no, por profundas diferencias económicas, vitales y de futuro, enturbia el entendimiento de los llamados a decidir colectivamente y les hace pensar que todo el monte es orégano y que soplando se apaga el fuego. O peor, que el fuego no irá a más.

Pero todo ello es insuficiente. En otras épocas se han producido procesos históricos pacíficos de apuesta de futuro, con aportaciones esenciales para el desarrollo social. La tecnología, que nos ayuda a resolver los empachos burocráticos, no es suficiente para liberarnos de tomar las decisiones adecuadas en el momento oportuno y aceptar las consecuencias, tan inevitables, en fin, como nuestra corta y desmesurada vida.

Les invito a seguir, si ustedes quieren y les interesa.

Lluis Casas, con exceso de dioptrías

jueves, 13 de diciembre de 2007

JAVIER DE LA ROSA O LA ALBAÑILERIA FINANCIERA

No he podido impedir regurgitar los siguientes comentarios, producto de una lectura rápida de la prensa y como pienso que tienen cierto interés para localizar el lugar que ocupamos en el mundo, se lo hago saber:

Uno.

“El financiero De La Rosa (¿desde cuando un ladrón es un financiero?) pacta tres años de cárcel al declararse culpable de una estafa de miles de millones. En cambio, una esquiadora recibe como premio por falsear un bono de esquí seis meses de cárcel. Siendo una estafa, si lo es, de 500 euros le sale a 1,2 meses por cada cien euros. ¿Quieren hacer la cuenta del otro señor aludido? En un programa de radio ya caducado dirían a continuación: quisicosas de la justicia y/o los jueces. Yo me pregunto ¿justicia, jueces, o una tómbola de poder?”

Dos.

“La banca internacional recibe ilimitadas ayudas públicas de los bancos centrales a tipos de interés preferenciales. Traduzco: Como esos banqueros afectados por la crisis de las llamada hipotecas basura son unos finos estilistas y no unos especuladores torpes, el colectivo humano a través del banco público les ofrece dinero a bajo precio, es decir un premio. Igual que si al arquitecto que se le cae la casa por no poner fundamentos a la cuestión le regalaran un chalet. Si algún hipotecado piensa exigir el mismo trato, que se prepare para las risas que provocará en los empleados de la caixa de turno. Adenda. Soy partidario acérrimo de las acciones de los bancos centrales para evitar costes excesivos en las crisis financieras, pero también lo soy de ver a los responsables físicos de los hechos donde deben estar, en el paro ecuménico o en la cárcel, según el caso. También me gustaría ver que en otros momentos de menor vértigo financiero, la cosa funcionara al revés, devolviendo lo que les fue aportado. ¿O es que somos liberales solo a ratos convenidos?”


Lluis Casas pensando que viene Navidad.

viernes, 30 de noviembre de 2007

DE LA FISCALIDAD, LA DEMOBGRAFIA Y LAS PENSIONES



Lluis Casas

Si no recuerdo mal, el asunto de cabecera ya fue tratado en una anterior ocasión: en mayo pasado. Me reitero en lo dicho entonces y vuelvo al tema motivado por el informe mensual de La Caixa, que hace mención a la fiscalidad (en relación al crecimiento y el ciclo económico) y los presupuestos del 2050, en un ejercicio de malabarismo presupuestario más propio de los circos de América del Norte.

Ahí es necesario un pequeño introito en torno al tipo de comentarios y al posicionamiento de las cajas de pensiones, entidades afortunadamente marcianas en el mundo económico: como tiene intereses privados son gestores de fondos, sus aportaciones responden a las de la banca en general, con ciertas matizaciones benevolentes.

Inicio las maniobras, desplegando las velas del bajel bergantín, afirmando que la presión fiscal --la recaudación fiscal dicho de otro modo-- es saludable tanto para el crecimiento sostenido, como para la estabilidad social, ¿estamos?. Un nivel fiscal adecuado a la riqueza existente y a las necesidades es toda una garantía para población, ciudadanos y, ¡ojo al parche!, para el mundo económico. Un sólido nivel de prestaciones sociales públicas es el mejor pegamento social, la mejor garantía de estabilidad económica. Las rebajas fiscales son apenas una burda trampa para clases medias obcecadas con el recibo del fisco. Las rebajas fiscales suelen producir déficits sociales públicos, educación, sanidad y servicios sociales. Y hacen emerger servicios privados para pudientes. Una anécdota que supone un paradigma: en USA (¡vaya por dios!) hay servicios de extinción de incendios privados. Uno se hace su seguro, paga y si tiene un incendio vienen los bomberos privados y lo apagan. Como el vecino, al que se le ha contagiado el incendio, no tiene seguro privado, no se lo apagan, tendrá que esperar a los bomberos públicos voluntarios. No es broma, así funciona también la sanidad privada y la escolaridad y los servicios para ancianos, etc. etc.

La elección de la rebaja fiscal cuando hay necesidades obvias es un mal negocio para los pobres, por descontado, pero, ¡ojo!, también para las clases medias que terminarán abonando a las entidades aseguradoras privadas más de lo que se han ahorrado fiscalmente. Con un riesgo sobrevenido, los seguros privados no tienen piedad, y si no pagas te quedas fuera y si eres un cliente incomodo también.

Dicho lo anterior, voy a alguna sutileza. La fiscalidad, como todo en la vida merece cambios y transformaciones. Lo que era útil y justo ayer, hoy, tal vez, no sea lo mejor. Por lo tanto, periódicamente hay que revisar política y técnicamente el sistema fiscal. Nadie debe rasgarse las vestiduras por ello; ahora bien, esas reformas y adaptaciones periódicas deben cumplir un objetivo principal: la fiscalidad debe mantenerse como proveedora de recursos económicos al sistema público de prestaciones sociales y cualquier incremento o reducción debe traducirse en una modificación de los derechos sociales. Y, a la vez, el sistema fiscal debe responder a una eficaz y honesta progresividad en función de rentas y riqueza. La fiscalidad bien entendida es un mecanismo de solidaridad y de utilidad, eje a mi parecer del comportamiento verdaderamente humano. Así de claro. El candidato electoral que propone reducciones fiscales debe anunciar en que reducirá las prestaciones sociales. Alguien me dirá que la reducción fiscal se traduce en un incremento de la economía y por lo tanto en un incremento de la fiscalidad de forma inducida, de modo que lo que se reduce, crece luego. Es esa una teoría poco práctica, pues es difícil de demostrar en la realidad y en todo caso podría asumirse en parte en determinadas circunstancias: crisis económica interior de importancia y permanente y nivel de prestaciones sociales alto o muy alto. Eso se da, afortunadamente en contadas ocasiones, y las decisiones que se toman respecto al fisco conllevan su propia revisión así que se producen mejoras económicas. Todos estaríamos de acuerdo que en ese marco de crisis se rebajara la subvención para animales de compañía. En otro caso nos situamos en el Chile de Pinochet: rebajas a los ricos y costes a los pobres.

Dicho esto, paso a la demografía, utilizada ella para prevenir las crisis más espectaculares del sistema. Si el porcentaje de pasivos supera un determinando índice, se acabaron las pensiones, etc. etc. Nos dicen. No voy a negar que la demografía provoca duras incidencias en los sistemas de protección social; ahí es nada lo que ocurre ahora mismo con nuestros mayores, pero no suscribo la creencia chusquera en que a acción, reacción. El sistema social no es lo mismo que el choque entre masas físicas. El tiempo y diez mil variables más intervienen para modificar el curso de la historia. Por lo que propongo que en la ecuación demografía-pensiones se introduzcan otras variables como la productividad, el ahorro, las cotizaciones progresivas más adecuadas, etc. Tanto los diputados, como los sindicalistas deberían entender que todo cambia y que hay que lograr que sea para bien…de todos.

Entre las mejoras que pienso que se podrían introducir a costes bajísimos estaría que el sistema público de la seguridad social permitiera que sus cotizantes pudieran elegir, sobre los porcentajes existentes, márgenes mayores de aportación a fondos individuales. Les estoy diciendo que un trabajador podría planificar su pensión futura en base a la parte obligatoria y regulada y a sus propias aportaciones al sistema público. De ese modo y mediante garantías de riesgo y retribuciones relacionadas con la deuda pública (de todas las administraciones) el sistema público ayudaría a incrementar el nivel de ahorro, sin especulación alguna, y obtendría una excelente previsión respecto a la capacidad económica real de los futuros pensionistas. Rediseñaríamos nuestro sistema de solidaridad, convirtiéndolo en un sistema de solidaridad entre generaciones y de capitalización personal.

Si, como le ocurre a muchos trabajadores, su empresario no ha cotizado por ellos en un período determinado y por lo tanto su jubilación se ve reducida o alargada, ¿no sería bueno que pudiese recuperar ese déficit mediante aportaciones personales en algún buen período retributivo?

He oído a algún (plasta de) sindicalista muy ortodoxo exabruptos sobre propuestas parecidas. Creo que en esas posiciones de mejor que nada cambie están los peores cambios. Mucho hay que hablar respecto a ello, pero ahí queda.

Lluis Casas, planificador quinquenal

EL NUEVO CAMBIO CLIMATICO


Entrevista a Don Lluis Casas

Metiendo bulla. Querido Don Lluis: su reciente artículo sobre el cambio climático en este blog ha sido muy comentado. Por lo demás debo decirle que ha tenido una difusión muy amplia, toda vez que el boletín diario de Comfia lo ha reproducido y enviado a unos 90.000 suscriptores. Le informo también que este ciberperiódico ocupa un lugar destacadísimo en el ránking mundial de los `papeles´ que están colgados en internet: según la auditoría Alexa ocupa el lugar 112.500 en el escenario global, lo que es toda una proeza. Pues bien, el Consejo de redacción de esta bitácora ha creído conveniente hacerle una entrevista sobre tan significado asunto: el cambio climático. Don Lluis, usted disculpe: ¿qué hay, además de la necesidad de enfrentarnos a tan serio problema, de moda en todo ello?


Don Lluis Casas. En los comportamientos sociales y políticos a menudo se encuentran posturas cercanas a la estética pero con escasa ética de fondo. Podemos admitir una cierta moda, entendiéndola como una postura de poco calado personal, en las manifestaciones particulares frente a los problemas ambientales. Mucha gente expresa su sentimiento favorable al medio ambiente y contra el cambio climático, pero poca sabe lo que verdaderamente significa su expresión respecto al esfuerzo personal y colectivo que conlleva. Otra cosa es utilizar expresiones o incluso publicidad directa, hasta cierto punto manipulada, para reforzar una imagen empresarial de responsabilidad. De eso hay abundantes ejemplos en cada periódico que leemos y los nombres empresariales que hacen ostentación de lo que no tienen, o no son, son renombrados y conocidos.


Los sistemas de acreditación europeos, ISO, EMAS, etc. tienden a valorar lo objetivo frente a la pura propaganda. Fijémonos, pues, en ellos y exijamos que las posturas empresariales estén avaladas por acreditaciones honestas.

De todos modos, una moda es una cierta respuesta a la emergencia de ideas o de posturas. En ese sentido bienvenida una moda ambiental. Como el río va en esa dirección, el acompañamiento frívolo no hace mucho daño. Pero, atentos, la cuestión principal está en otro lado.

Metiendo bulla. Dispense, don Lluis. ¿Qué entiende usted, en este caso, por “cuestión principal” y, más todavía, dónde está ese “otro lado”?

Don Lluis Casas. Lo principal es determinar y asumir que estamos en una fase de transformación económica y social que afectará a muchos sectores productivos en función de su desarrollo técnico y científico. El coste energético, la reducción de los impactos ambientales, en definitiva la huella sobre el cambio climático deberá reducirse tecnológicamente. La industria que no esté preparada o dispuesta a esta transformación será sustituida. Como ejemplo, los vehículos a motor de explosión actuales serán obsoletos en cinco años. Los materiales para la construcción se adaptarán rápidamente a las exigencias de bajo coste energético y aislamiento térmico, como muestran los recientes codigos tecnicos. Y así muchos otros.

No puedo valorar otros aspectos que tenderían a modificar hábitos de vida, puesto que en este caso estamos ante una clara especulación intelectual.

Estas cuestiones no son nuevas, han sido expresadas desde la ciencia y desde la política en muchas ocasiones, lo nuevo será la fuerza moral de la constatación indudable del cambio climático y las exigencias normativas que se implantaran.

Metiendo bulla. De todas estas cosas ya habló en su tiempo Enrico Berlinguer. Recuerdo especialmente la polvareda que levantó su famoso discurso sobre la austeridad y las ampollas que levantó dentro y fuera de su partido, el partido comunista italiano. Lo cierto es que Berlinguer fue un anticipado y, curiosamente, nadie lo dice; ni siquiera los ambientalistas, muy celosos ellos de haber sido la partera. Ahora bien, podría darse el caso que de las posiciones estéticas se pasara a las “de interés”, esto es, a entender que, tal como dices, alguna solución tendrán que darle a todos esos productos que entrarán aceleradamente en una fase de obsolescencia...

De todas formas, querido maestro, pienso que no se puede hablar del cambio climático sin entrar, gradualmente, a fondo en las necesarias reestructuraciones y reorientaciones del modelo productivo y de los consumos. Digo gradualmente. El problema es y, por ello, le pregunto de manera impertinente: ¿abordarán los agentes sociales en sus prácticas contractuales unas medidas que establezcan prioridades, vínculos y compatibilidades con las exigencias del cambio climático? Porque, sin impugnar la estética, se pude caer en el riesgo --¿lo estamos ya?-- de un bla, bla, bla por los siglos de los siglos...

Don Lluis Casas. Varias preguntas en una sola. Respondo por partes, que es forma científica de entenderse. Las llamadas a la conciencia en pro de un desarrollo menos económico y más cultural, más favorable a la vida humana que a los objetos, son más que viejas, aunque siempre actuales. Podríamos citar a los filósofos esclavistas griegos, como ejemplo contradictorio. Pero más cercanos tenemos filósofos y políticos de raíz comunista (Berlinguer como comunista democrático, W. Harich, como comunista autoritario y otros de ascendencia religiosa, como Gandhi o el mismo Juan 23, sin ir más lejos. Desde el lado de la ciencia la documentación del primer club de Roma daba los toques adecuados en el ya lejano 1972. Hay un fondo ideológico indudable y sólido en pro del desarrollo basado en bienes intelectuales y colectivos (una vez se ha alcanzado un bienestar social considerable) frente a lo que llamamos consumismo frenético. Esto enlaza confortablemente bien con las exigencias actuales y con la visión de un nuevo concepto de selección natural aplicado a los humanos, lejos ya de la lucha por la vida biológica.

De todos modos creo que a pasos se avanza con mayor seguridad y pienso que ahora es el momento de asumir lo que razonablemente y políticamente se pueda y deba, un cierto cambio de modelo pautado, dar prioridad a las medidas de reducción energéticas, etc. Como la ciencia y la tecnología podrían tener respuestas a la demanda de energía en un futuro, hay de dar tiempo a los científicos y a los ingenieros, creo prudente ser expectante en cuanto a los modos de vida sociales, al margen de creencias y pensamientos. Ese cambio de modelo conlleva reestructuraciones productivas relevantes. Un mayor protagonismo tecnológico y posiblemente mucha novedad en productos de consumo que absorben poca energía. En cierto modo, poco a poco va aflorando ese esquema productivo: reutilización de productos, mayor durabilidad, eficiencia energética, etc. Los precios de la energía, del agua, etc. cuando se internalizan en los precios favorecen las tecnologías y los consumos “verdes”. Eso lo estamos viendo día a día. Ojo ahí, el sector público debe velar para que este proceso no induzca a dualidades sociales. El bla, bla, pienso que ya está formalmente superado.

Metiendo bulla. ¿Formalmente superado no es una cierta exageración, Don Lluis?

Don Lluis Casas. No, no lo es. Ninguna empresa importante ha dejado de observar, seguir y aplicar medidas en el sentido ambiental. Como ejemplo puedo exponer la crisis de las empresas automovilísticas basadas en el modelo americano, coches grandes y dilapidadores de carburante, que pierden cuota de mercado frente a los europeos y japoneses con tecnologías alternativas. Esas mismas empresas en crisis en los USA tienen éxito en Europa utilizando criterios técnicos parecidos a sus oponentes europeos y japoneses. El ritmo, la intensidad y la extensión mundial de ese cambio son los objetivos. Europa y Japón no pueden ser islas ambientales. Para no parecer excesivamente optimista, cito al transporte (por tierra, mar y aire) verdadero eje de la producción mundial actual, como factor de choque, muy duro de pelar. Sector en el que coinciden grandes intereses económicos, un enorme número de trabajadores y un concepto del consumo vinculado a una pretendida libertad individual y al reconocimiento social. Otro será, indudablemente, el encaje de bolillos sindicales respecto a productividades, salarios y ocupación en un mundo de cambio acelerado.

Metiendo bulla. Un momento, Don Lluis. Afine un poco más la puntería, que usted puede. Aclare eso del “encaje de bolillos”. Y, si le parece –le recuerdo que usted puede-- eche mano de cómo vincular “productividades, salarios y ocupación” con la berlingueriana propuesta de cambiar gradualmente el modelo de producir y consumir. Lo digo porque también existe una estética sindical, basada en la retórica del lenguaje congresual que poco tiene que ver con la rutina de las prácticas contractuales que siguen, por lo general, instaladas en las prácticas de los viejos tiempos de Doña Cadena de Montaje.

Don Lluis Casas. Debo reconocer que es más fácil hablar que hacer, comentar que disponer de un programa político y económico de acción. Pero ahora bien, pienso que el entramado político social del estado de bienestar y del mundo sindical (regulación, legislación, etc.) puede ser un importante activo frente al cambio si hay, primero, pensamiento y acción política y, segundo, perspectiva de futuro de los sindicatos y empresas. Me explico: el cambio puede ser visto como uno más de los procesos de reestructuración industrial o económica que hemos vivido y, como ellos, si podemos planificarlo mediante acciones públicas y entendimiento con amplios sectores sociales (empresas y sindicatos) podríamos tener un buen programa de transición. O, en todo caso, mejor que una cabalgada sin control. De ahí esa expresión, tal vez no muy afortunada, de encaje de bolillos. Se trata de aprovechar el sistema político basado en el acuerdo y el pacto para ofrecer una alternativa al caos que genera el cambio.

Respecto a eso, un poder público que encabece el cambio es fundamental y lo haga con sentido colectivo y social. La formación de los trabajadores, la facilidad para integrar la ciencia y la tecnología en la empresa, la elección de sectores sensibles para que dispongan de un cauce acordado de cambio, me parecen estrategias razonables y útiles.

El precio de los hidrocarburos es un síntoma de lo que puede suceder con los recursos energéticos y a la vez un excelente incentivo del cambio, en ese aspecto hay experiencia histórica reciente. Aunque es bueno tener presente que el futuro no nos es conocido, aunque si imaginado.

Metiendo bulla. Y usted que lo vea, don Lluis...

Don Lluis Casas. Mejor que lo veamos todos.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

A SU SALUD, MAESTRO HOBSBAWM





Lluis Casas

Doy por supuesto que la presencia de Eric Hobsbawm en Barcelona no ha pasado desapercibida para la mayoría de los lectores de la prensa libre y gratuita de Parapanda. No es casi nada tener un cerebro de esas dimensiones y con noventa años de experiencia a cuestas. E.H. es posiblemente el mayor representante vivo de la izquierda intelectual europea nacida a principios del siglo pasado y cuajada en la revolución soviética y en el enfrentamiento antifascista. Si además le sumamos su más que excelente pluma, leerlo es un placer, y su más que original visión de la historia, concluiremos que estamos ante todo un personaje, al que los medios tienen abandonado. Ellos se lo pierden, pues tiene mucho que decir.

El título del articulillo no es una dedicatoria a E.H., aunque está influido por su hábil deducción que el siglo pasado empezó al final de la primera guerra y terminó con la autodisolución soviética. Un siglo de menos de 70 años construido en torno a una revolución, es a mí parecer un siglo aritméticamente raro. El título se lo dedico a esas, por desgracia ya pocas personas vivas, que surgieron humana, política e intelectualmente del núcleo de enfrentamiento social de los primeros veinte años del siglo pasado y que por razones de edad están en trance de pasar a la historia, escrita o no. No pienso solamente en personas vinculadas a la política o a la reflexión intelectual, incluyo, bien convencido de ello, a solemnes representantes de la cultura, la ciencia, la tecnología y como no, de los movimientos sociales.

Me siento por motivos de aprendizaje y por edad como hijo suyo y lamento su paulatina desaparición, pues creo que son, la mayoría, imposibles de substituir. Y no solo por razones de humanidad, sino, principalmente, por razones de extremo egoísmo frente a un futuro un tanto tenebroso.

Esas generaciones que podríamos definir como desprendidas de su ambición personal en cuanto a poder y dinero, pero extraordinariamente exigentes por lo que hace a presencia humana, rigor ideológico, consecuencia vital y poderío personal. Han estado en todas partes y han dejado grandes influencias en el presente. Médicos en la guerra, políticos en los conflictos, literatos hegemónicos, militantes de su conocimiento y, todos ellos, impulsores de la justicia social y sólidos muros frente a la ignorancia de todo color. Tal vez como sucedió en el renacimiento, solo que elevado a la enésima potencia. Probablemente ha sido como colectivo sociológico la generación más influyente de la historia y por ello creo que su desaparición ha de notarse.


El siglo pasado se vivió entre luchas marcadas por la conciencia social, de clase, por modelos económicos definidos desde su óptica de desarrollo colectivo y en torno a esas pugnas nació, creció y dejó su impulsa ese gran conjunto humano que vemos hoy desaparecer biológicamente.


Por motivos muy personales y aprovechando la estancia de Eric Hobsbawm les rindo homenaje.

domingo, 4 de noviembre de 2007

PRODUCTOS DE SUPERMERCADO

Mi más que asidua participación en este práctico supermercado de ideas ha estado bloqueada unas semanas por deberes personales diversos. Presento mis excusas al presidente del gremio de mercaderes y a los obligados usuarios.

Aprovecho esa circunstancia de ligero alejamiento para meterme en diversos asuntos que estas últimas semanas han golpeado las más que diversas sensibilidades ciudadanas y que son habituales de mis reflexiones en este medio. El hecho de incorporarlos juntos a modo de compra de supermercado se debe a que pienso en las circunstancias político electorales definidas por el próximo mes de marzo. Cada una de las reflexiones afecta sonoramente al resultado electoral y son fruto de un cierto desconcierto gubernamental sobre las prioridades y los aliados que dan votos y legitimidad a las izquierdas.

La ordenación de la casuística corresponde exclusivamente a su aparición neuronal, sin importar calendario, significación política o de posibles indemnizaciones. Les ahorro interpretaciones freudianas a la luz de su escasa consistencia en épocas de genómica desatada. Voy a ello.

Primera: Si alguien creía que aquello que se dio en llamar la crisis de las infraestructuras en Catalunya era agua pasada, se equivocó de lleno. Un año es menos que veinte, si nos atenemos al paso del tiempo recomendado por el ilustre tanguista. Y si entonces, el debate era en torno a insatisfacciones económicas ya por falta de inversión, ya por agotamiento de determinadas estructuras de movilidad, ahora la crisis es de dimensiones planetarias que abarca el modelo de estado y la confianza en los ingenieros de caminos, especie, ella, muy madrileña. Si entonces el ciudadano catalán estaba en manos de una gran melancolía tanto por su bolsillo, como por su impresión de futuro, ahora la cosa es bien distinta. El apagón, recuerden que solo fue el reciente verano, demostró como la privatización empresarial de sectores básicos fue un engaño mayúsculo orquestado por los poderes de la centralidad (al mejor modo postsoviético posible) que dio en acabar en un notable e indigno apagón en la periferia. Las debilidades del poder público, principalmente el hegemónico en Madrid, el ansia por el dividendo por encima del servicio y otras menudencias por el estilo se tradujo en un impacto ciudadano que fue sobrellevado con santa paciencia por un lado y mucho descaro por otro. No habiendo terminado este asunto, a falta de informes técnicos y políticos recién anunciados y en espera de sentencias más ejecutivas, el AVE, pájaro de mal agüero donde los haya, ha terminado la faena que Endesa dejó inconclusa. Ahora el buen ciudadano piensa que Catalunya está que se cae. Y aunque les parezca exagerado, la impresión popular y mediática no es más que esa. Sin alardes políticos, ni altibajos de encuesta electoral de momento, la conciencia intima ciudadana está dispuesta a mostrar cosas nuevas (tal vez votando cosas viejas o no votando en absoluto). Es un mar de fondo ya muy profundo y muy difícil de superar, incluso contando con la inauguración de una estación de lujo. Es digno resaltar que medio país puede estar en zona de colapso, con costes altísimos para ciudadanos y empresas, sin que pase lo que tiene que pasar, es decir responsabilidades a todos los niveles, cambios y enmienda. Podemos disponer de la evidencia que pocas, poquísimas cosas se han hecho adecuadamente y que no les ha pasado casi nada a los presuntos responsables.

¿Se imaginan ustedes a los ilustres propietarios del Corte Inglés impávidos frente a una caída de ventas por falta de llave en la puerta del almacén? ¿Creen que el consejero delegado no daría con la puerta en las narices a una buena docena de mal empleados? Estoy seguro que el jefe de departamento responsable estaría en el INEM, ahora mismo. Pues bien, la clase política, la técnica (ojo al dato, mi parecer estamos ante una horrenda cadena de despropósitos técnicos) y la empresarial responsables de un inmenso desaguisado aguantan agarradas a un poste ardiendo. Cualquier cosa más que acontezca del mismo estilo, que dada la calidad de los proyectos en marcha puede suceder en cualquier momento, pondrá la caldera en fase explosiva. Resalto lo siguiente: No hay respuesta adecuada a los problemas, ni empresarial, ni técnica, ni política. Están en cuestión no solo la capacidad de los gobiernos, sino, mucho más grave, la capacidad de las organizaciones que gestionan obras, infraestructuras y que tienen nuestra vida en sus manos. Aprovecho para recordarles un artículo del abajo firmante titulado, ¿los suizos son independentistas?, en que resaltaba que la conciencia de la buena administración atemperaba los ánimos cantonales. Ahora estamos en el supuesto inverso. Les advierto que últimamente me siento cantonalista radical. Y ello, aduciendo que el mismo territorio y población que sufre los dislates de unas obras mal concebidas, ha vivido hace tres trienios un proceso de transformación urbanística, los juegos olímpicos, ejemplarmente ejecutada a la vista de lo de hoy. Las molestias fueron mínimas, se sabía por que y los plazos se cumplieron con exactitud suiza. ¿Alguien se imagina a la RENFE o al ADIF preparando los juegos para un día D y una hora H fijados 6 años antes y sin posibilidades de aplazamiento? Nunca se hubieran hecho los juegos con semejante personal.

Segunda: La crisis inmobiliaria muestra lentamente sus garras. Los efectos derivados del impacto americano se hacen poco a poco evidentes en nuestro país, reducción de la actividad inmobiliaria, crecimiento del paro, fricciones hipotecarias. La crisis trasatlántica se juntará con la propia a no tardar. En fin, sin ser alarmistas, estamos en un aterrizaje suave pero efectivo del mecanismo de crecimiento de los últimos años. No es que no fuera posible, ni que no sea deseable. El problema es que no edificamos el recambio en el momento oportuno y tendremos que esperar y ver. La productividad no está en buen momento y la reacción de otros sectores es desconocida. Tendremos empacho de incertidumbre con PIB a la baja. Las cabezas parlantes, que no se si pensantes, nos advierten por obligación que no pasa nada grave. Pero ciertos medios se hacen eco de que la banca no muestra determinadas cifras desde hace unos meses. Algo habrá, si esto es así y está por llegar. Insisto en un calendario de horror, hemos pasado de un crecimiento (no cito el término desarrollo ex profeso) a una latente crisis a cinco meses de unas elecciones planteadas como un degüello. La guinda la está poniendo la inflación, que ha aparecido con cara de rabia y afectando, hay de mí, a productos básicos alimenticios.

Tercera: Las alegrías presupuestarias del gobierno, cheques y subvenciones para todos, producto de un superávit galopante y muy costoso en términos sociales, juntamente con un gran crecimiento de las necesidades sociales por los efectos demográficos ya conocidos (envejecimiento e inmigración) van a generar tensiones políticas y económicas. Una ley de la dependencia, pensada adecuadamente para los más afectados requiere recursos y una excepte gestión. No tenemos ni lo uno, ni lo otro. Un diablillo me explica que los expedientes de los catalanes necesitados de asistencia inmediata están en unas cajas apiladas en espera de algún milagro, sin ni siquiera registrar (¿cómo estarán en otras comunidades?). Mientras, los derecho-avientes de esas prestaciones simplemente se mueren o permanecen en estado deplorable de soledad y falta de atención. ¿Entienden lo que les digo? A mi parecer estamos dilapidando recursos públicos sin priorización social, buscando votos o fotos al tuntún y dejamos todo el lateral derecho sin defensa posible. No es un comentario a la ligera. Un estudio adecuado de las decisiones que las CCAA toman respecto a la financiación de los equipamientos sanitarios, sociales, educativos, nos advierte que se emplean los más variados artilugios de lujo para desplazar la carga financiera al futuro y poder construir ahora y disponer los servicios de inmediato. No está mal hecho, no señor. Aunque muestra una dura realidad, las necesidades van por un lado y el sistema de financiación de las prestaciones y servicios públicos por otro. El personal esperaba lo que la ley les prometía y de momento de lo dicho no hay nada.

Cuarta: Nuestra querida vivienda. Estos últimos tres años lo hemos visto todo. Precios por las nubes, hipotecas estrafalarias, familias atadas de pies y manos. Promotores alegres y confiados, banqueros en pleno disfrute de las comisiones y los intereses. Políticos prometiendo el oro y el moro, incluso al borde del acantilado. Y una enorme cantidad de posibles y reales familias en busca de una solución a su estado carencial de 500.000 euros por 70 metros cuadrados o su exceso de carga financiera de por vida. El espectáculo es más que lamentable, el fracaso de cuatro años de: ahora si, ahora vamos a tener política de vivienda, es incalificable dentro de la ortodoxia declamativa. El número de viviendas de alquiler asequible (el eslabón débil de la cadena de la oferta de vivienda y el eje de cualquier política pública coherente), sea en el formato que sea, que ha llegado al usuario es ridículo. Punto.

En fin, como ven hay necesidad de mucha alegría y buen vino para disponer el voto en la urna. A fe mía, insisto.

Lluis Casas, ritornato

miércoles, 19 de septiembre de 2007

DON ALLAN GREENSPAN


Don Lluis Casas



Dicen que los escritores se dividen en dos clases, aquellos que alaban a su editor y los que huyen de él. Yo por si acaso, me acojo a la primera categoría, añadiendo que para mi las sugerencias de mi editor son ordenes de realización inmediata.

Digo lo anterior por la inconmensurable sorpresa al leer el correo certificado con el que el editor más importante de Parapanda me conminaba a opinar sobre las graciosas declaraciones del ex-mandamás económico de los USA a propósito de la burbuja inmobiliaria, la guerra de Irak y otras menudencias.

Siempre procuro alejarme a la mayor distancia posible del Imperio, pero como temo más a mi editor que lo tengo más cercano, voy al grano.

Si alguien no lo recuerda, Allan Greenspan (81 años) fue presidente de la reserva federal de los USA durante un largísimo período. La reserva federal es algo más que el banco central europeo respecto a las políticas financieras y monetarias americanas del norte, puesto que nadie ha obligado nunca a la reserva federal a tener un credo fijo como el que reluce en Europa por influencia alemana: stop a la inflación. La reserva federal estadounidense siempre ha basculado con comodidad entre el control de la inflación y el impulso al crecimiento, unas veces gana uno y otras la otra. No es menor contar con un sistema financiero mundial al que expulsar los déficits inflacionarios y hasta ahora el dólar tenía esta fuerte personalidad. La inflación estadounidense se disolvía en el mundo mundial. Ojo, ahora el euro empieza a competir en ello. Lo dicho es pertinente, puesto que el presidente de la reserva federal es uno de los responsables del crecimiento habido y so solo de la continencia monetaria.

Presentado el personaje en su faceta profesional, diré que A.G. corresponde al prototipo del experto liberal americano de gran carácter, sinceridad verbal y física y valor y autonomía reconocidos y muy longevo en edad y capacidad. Demócrata probablemente. Ha sobrevivido, más bien que mal, claro está, a diversos gobiernos y a períodos económicos variados, aunque en el fondo podríamos afirmar que presidió una década prodigiosa para la economía estadounidense con el presidente Clinton como eje político.

No es de extrañar pues que, liberado de sus responsabilidades gubernamentales, se explaye en sus memorias contando lo que piensa sobre lo divino y lo humano, de todo aquello sobre lo que no tiene ya influencia directa. Y a este propósito ha dejado retratado a esa mente prominente de Jorge Bush, diciendo que la guerra de Irak responde a los intereses petroleros, que la especulación inmobiliaria era sabida y que no hay sorpresa en su explosión y otras lindezas por el estilo.

Con respecto a Irak y el petróleo no puedo confirmar o negar lo dicho por el colega, solo señalar que Bush es un producto del petróleo de Tejas en todos los sentidos, su experiencia empresarial (hundió algunas empresas), la salvación de su alma (un santo bebedor), el modelo de crecimiento (sin límites, ni coartadas) y la financiación de sus campañas, todo del petróleo. Lo tomado fue devuelto en forma de políticas anti-ambientalistas, con libertad absoluta para la poderosa maquinaria petrolera, Alaska incluida y, tal vez, una aceptación del calentamiento global como instrumento de dominación. Por lo que a nadie le extrañaría lo dicho.

Con respecto a la burbuja hallo en mí más claridad de respuesta, efectivamente nadie mínimamente cuerdo puede negar que se veía venir, que todo el mundo sabia como se cocían las hipotecas en los USA y que la única incógnita era la hora del estallido. Más aún, todo el mundo sabe, Leonard Cohen dixit, que muchas entidades bancarias y oficinas financieras siniestras estaban jugando con un fuego que podía quemar la economía mundial. Exprimo su esencia: la gente en los USA, como aquí, necesita vivienda. Uno. Le ofrecen hipotecas (en los USA la hipoteca no es como aquí, es una deuda endeble jurídicamente) a tipos muy reducidos. Dos. Le prometen que en tres meses habrá una revalorización de su finca impresionante y podrá, a crédito, comprase un cadillac. Tres. Los hipotecantes, bancos y otras empresas financieras especializadas, venden esos compromisos otras entidades con el anzuelo de su revalorización. Cuarto. El proceso se repite y se extiende. Cinco.

El mundo vive de rentas sobre una deuda original que podría ser como la que sigue:

- Piso de 60 metros, en zona colindante con la RENFE, necesidad de restauración profunda, parece ser que hay un desconocido plan urbanístico sobre la zona, precio de entrada 60 millones de pesetas, pago diferido a 40 años, tipo de interés variable al 1%, no se necesitan garantías salariales. Podrá venderlo por más, mucho más. No haremos preguntas capciosas.

Finalmente, el tipo de interés sube al 8%, el comprador no paga, el piso no se revaloriza por que nadie lo quiere. El banco o cosa parecida se puede quedar con el piso, pero ha contraído una deuda con otros inversores, no tiene efectivo. Chilla, se le oye, los que mantienen depósitos en el banco corren a sacarlos…..El movimiento se expande, crece y llega a Tokio, vía Madrid.

¿Por qué se ha esperado tanto en reaccionar?, ¿por qué les entidades públicas reguladoras y las privadas encargadas de valorar riesgos no han funcionado correctamente? ¿Por qué entidades serias juegan con fuego? Que nadie responda en base a la libre empresa y a la libertad de capitales, como con seguridad hará ese profesor enchaquetado en colores que circula por Barcelona defendiendo al poderoso y al especulador. No se trata de libre empresa, ni de zarandajas parecidas. Simplemente de un funcionamiento honrado y eficiente de los jefes de los bancos y de las auditoras nos librarían del gangsterismo financiero. ¿Recuerdan la crisis de ENRON, facturas falsas con la firma del auditor?

Alguien habrá ganado mucho dinero, los bancos centrales habrán desplazado recursos públicos para cubrir agujeros y el piso sin pagar y el ocupante desahuciado.

De eso se queja Greenspan y yo.

Lluis Casas, preparando cátedra

martes, 11 de septiembre de 2007

HOMENAJE A SALVADOR MILA: Otra vez el Pacto por la vivienda

No podía faltar a la cita de actualidad mi comentario sobre el recién firmado pacto de la vivienda (no por la vivienda, ¿estamos?) del gobierno catalán. Lo que viene a continuación requiere un cierto esfuerzo anímico e intelectual por parte del que escribe; huelga decir que por razones obvias desconozco el esfuerzo del lector. Y ello a resultas de un sentimiento de ambigüedad frente al conjunto formado por el pacto en si mismo y las delimitaciones que se han establecido en torno a el. No es raro en política sentir esa impresión, pero en este caso, a mi parecer, resultaba posible una clara victoria y la satisfacción consiguiente. El retraso respecto a la fecha de la foto de presentación del pacto se debe a ese estado anímico. Foto a todas luces excesiva e innecesaria. Yo diría hiriente. No es justo tener que ver desde el televisor de la habitación a 400 euros como se celebra intramuros algo que tienes muy distante o que estás pagando con 40 años de tu vida.

Les recordaré en pocas líneas que la propuesta de ley, substrato del pacto, fue presentada en sociedad en noviembre del 2005, con la aquiescencia entusiasta de las reinas promotoras del mercado inmobiliario catalán (veían una oportunidad de evitar males mayores y de asegurarse actividad empresarial en las futuras horas bajas). La propuesta fue frenada por medios nada claros, pero que en esencia correspondieron a una fuerte incomprensión de la fueraza política hegemónica en el gobierno, el verlas pasar de la segunda, al frente populismo de la derecha contra ese instrumento democrático y jurídicamente impecable de la expropiación y a una campaña de prensa durísima. Unos por no decir lo que había y otros por decir lo que no había. No se debe dejar de citar que esa sociedad de creencias de progreso, sindicatos, asociaciones de vecinos, intelectuales sin organismo y un largo etcétera que dejaron desnudo de apoyo real y moral al impulsor del proyecto. Es de suponer que piensan que el marxismo-leninismo es esperar sentado que te sirvan el vermú. El consejero que se lanzó al ruedo con la propuesta de ley, con el apoyo de la racionalidad más exigente y la moderación adecuada, pero convencido de su necesidad y bondad, fue extirpado del gobierno seis meses después. Por razones de cuota, dijeron algunos.

Lo que pasó a continuación fue un intento de salvar los muebles en un incendio causado por cobardía política. La propuesta quedó obturada en el parlamento por efecto de la derecha, que siempre aplica medidas drásticas cuando se trata del mundo del dinero (no quería perder la posibilidad de la ley si recuperaba la mayoría gubernamental) independientemente de la necesidad social de que se trate. Se perdieron muchos meses debatiendo si eran tirios o troyanos. Las elecciones dejaron despejado el camino y la propuesta recayó en un nuevo gobierno ideológicamente replicante del anterior. Desde noviembre del 2006 ha estado en la cocina en manos de un cocinero de puchero que no cree en la propuesta porque no cree en nada. Su objetivo ha sido, no la ley, sino el acuerdo. De ahí una espectacular fotografía de prensa en la que el consejero y el líder de la especulación inmobiliaria si no se besaban (como antaño el tío Brezneff y el tío Walter Ulrich: dos estantiguas), estaban a punto de hacerlo. Foto que hizo un enorme daño político al consejero, bien merecedor de ello.

Bien, después de dos años del inicio de la partida estamos de nuevo en el frente parlamentario, con la derecha cabreada (se prefirió el mundo económico a la derecha política y por motivos de maquillaje escénico los echaron del escenario). Nos espera al ritmo del parlamento unos seis meses más. Después ley, reglamento, financiación, acción….Es decir estamos, si nada se estropea, a más de dos años de apreciar los primeros efectos. Tiempo de cocción, cuatro años. Y eso que las hipotecas suben.

Hasta ahora me he situado en las discontinuidades del terreno, ahora entró en la parcela. Las medidas propuestas son posibles, si el cabo furriel lo permite, son adecuadas y podrían ser suficientes si estuviéramos en el año 2000. Por lo tanto, unos reformistas acérrimos como los residentes y habitantes parapandeses estamos de acuerdo. Excepto que...

Excepto que la adjudicación de la vivienda de protección se haga a través del promotor privado en un porcentaje del 30%, el porcentaje está equivocado, debería ser el 0%. Y para entenderlo les remito al escándalo gallego. Un líder del PP de Galicia, promotor inmobiliario, se hacía pagar en negro 50.000 euros por vivienda protegida, sino te quedas sin ella. Piensen ustedes que si están en ese cupo del 30% podrían tener que pagar incluso derecho de pernada. Un verdadero medioevo inmobiliario.

Este excepto no es económico, ni político. Corresponde a lo más profundo de un ser honesto, honrado y garante de la cosa pública. Por todo lo demás me atengo al padre de la ley, consejero caído: es lo que ahora podemos hacer y lo que ahora debemos hacer.

Lluis Casas, en honor de Salvador Milà

martes, 4 de septiembre de 2007

EL PACTO POR LA VIVIENDA ¿CON QUIEN?


Retomo el teclado informático después de unos días de playa con lo que considero el asunto estrella de la década política y económica: la vivienda. El verano agosteño ha sido desprendido en noticias, de las que les recuerdo algunas, por si acaso no han mirado el recibo de la hipoteca o la siesta se ha prolongado excesivamente:

La esperada crisis de las hipotecas basura norteamericanas explotó por fin. Y con ello se ponen en evidencia la falta de controles reales sobre ciertas oscuridades del sector financiero, entre ellas el mal funcionamiento de las agencias privadas de control y el penoso pensamiento débil de los responsables económicos que sabían lo que tenia que suceder, pero esperaban que no llegara nunca.

La reacción pública, americana y europea, hecha de miles de millones de euros y dólares en beneficio de un sector torpe y egoísta. Pregunta retórica e ingenua: ¿Podían los mencionados millones haber llegado antes y en beneficio del acceso digno a la vivienda? No dude nadie de mi beneplácito a reducir los costes de la crisis, simplemente contemplo la posibilidad de haber reducido antes sus efectos.

Los tipos de interés siguen la empinada senda que produce agonía en la economía familiar. Los políticos y los ecónomos se ponen de los nervios y empiezan a emitir las señales de su fracaso (?) en forma de posibles desgravaciones y otras hiervas de mal gusto. Todo por no hacer los deberes debidos: oferta pública de vivienda y regulación urbanística.

La alarma fiscal se desata, la reducción paulatina del “mercado” inmobiliario afecta a las administraciones regionales y locales, que ven como sus ingresos provenientes de un mercado inflacionario disminuyen significativamente. Todo el mundo sabía que si el negocio inmobiliario se reducía, el negocio fiscal también y que iba a pasar de inmediato. Pues bien, a algunos les ha cogido por sorpresa.

Si ustedes tienen la paciencia de repasar hemerotecas o simplemente este diario digital, comprobaran que todo lo sucedido estaba previsto. Nada ha ocurrido que no se supiera y que no dispusiera de posibles medidas correctoras eficientes. Mientras tanto en casa hemos cambiado de ministra del ramo, una operación de cirugía a un muerto, que lógicamente no logrará que resucite oportunamente. El ejemplo de las malas prácticas continúa en nuestra otra casa. En Catalunya la ley de la vivienda, propuesta en noviembre del 2005 sigue por caminos extraños, pendiente de acuerdos gubernamentales, parlamentarios y de un esperpéntico pacto de la vivienda con los promotores inmobiliarios. ¿Se dan cuenta que unos adultos todavía creen en los reyes magos? ¿O es que simplemente no creen en nada?.

El pacto de la vivienda es un estropicio político que significa reducir los objetivos de la política de vivienda pública en beneficio de los promotores habituales. Estos consideran que son los dueños del rancho y que la política pública debe servir para asegurarles la actividad en tiempos de cólera, es decir: mercado reducido, tipos de interés altos, alarma familiar, etc. No para ofrecer a los ciudadanos una vivienda accesible económicamente y poco supeditada a los vaivenes del ciclo económico, sino dirigida a satisfacer la demanda demográfica.

La realidad del poder económico y la debilidad política frente a retos claros como la política de vivienda es en nuestro caso transparente y alarmante. El ciclo inmobiliario ha durado lo suficiente para que a nadie extrañe el resultado. Todo se ha visto venir, lenta e implacablemente. Los ciudadanos han visto desaparecer las rentas del trabajo hacia el pozo sin fondo de una vivienda ultra valorada por el precio del suelo (precio absolutamente especulativo o político, puesto que no se desgata, ni desaparece con el uso), y ahora podrían ver venir una reducción significativa del valor pagado. Ello ha comportado un notable disfunción en el posible ahorro y en la diversificación del gasto familiar. La vivienda lo absorbe todo y no deja nada para otros: cultura, ahorro, equipamiento familiar. La expresión “dejaré a mis hijos como herencia un piso y una hipoteca” no es un simple chiste, sino una realidad social. La calidad de vida entre españoles y europeos tiene un diferencial permanente a causa de ello.

Durante algún tiempo pensé que el sector inmobiliario era susceptible de nuevas política públicas que beneficiasen a la comunidad. Los márgenes de beneficio eran tan altos que permitía ajustes significativos y que incluso el sector más digno empresarialmente podía entender que no era bueno para nadie participar en carreras con un caballo desbocado. Alguien terminaría con los huesos rotos. Pues bien, en beneficio de la historia, debo reconocer que no disponemos en España de valor político y democrático para favorecer a la mayoría reduciendo lo que se lleva la minoría. La lista de políticos y de partidos de débil carácter es muy larga y afecta a todas las esferas de la derecha y la izquierda. Bien es verdad que con intensidad desigual. Lo que en un artículo anterior llamé el gran fracaso de la democracia española: la renuncia a una política pública de vivienda estable y consistente, se ha hecho este verano más que patente.

Por lo que doy por acabadas mis reflexiones acerca de ello y me hecho a llorar.

Lluis Casas en plena depresión pos vacacional.

miércoles, 29 de agosto de 2007

EURO VERSUS DOLAR



Don Lluis Casas

No estoy muy seguro que lo que viene a continuación sea de interés mayoritario para los lectores de esta revista digital. La sugerencia me ha llegado desde las más altas instancias corporativas y entiendo que no ha lugar a pasar página. Por lo que me pongo a ello.

Pienso que el posible interés sobre el valor de conversión del euro respecto al dólar esté en un inmediato viaje a Nueva York, en legítima correspondencia al que está efectuando nuestro amigo Woody a Barcelona. Todo el mundo sabe que el coste de unos tejanos en la Quinta Avenida se está reduciendo a ojos vistas por la apreciación de ese oscuro objeto de deseo del euro. Otra cosa no se imaginar. Porqué, ¿existe en la especie humana alguien preocupado por el distinto valor de un BOING 818 o de un misil de última generación si se paga a dólar contante o euro creciente? No lo creo, aunque, por lo visto, compras de los mencionados objetos se realizan promiscuamente si seguimos la prensa de color sepia. Veamos.

El dólar tiene distintas consideraciones como moneda, es el aceite lubricante de una enorme economía doméstica mucho más cerrada que la europea. Si señores, los USA son poco dados a las importaciones y exportaciones materiales (Se han especializado en los mercados de esclavos y capitales). Al menos en términos relativos a Japón y a Europa. El dólar también es (con tendencia a la baja) la unidad de cuenta de las transacciones internacionales. Y finalmente, último refugio especulativo internacional si van mal dadas. Es obvio que el sistema también ha funcionado como un seguro de vida de la deficitaria balanza comercial norteamericana y ha ayudado más que mucho a los déficits presupuestarios del imperio generados por la actividad física de los marines.

Nada de lo dicho ha cambiado substancialmente, pero eso sí, se están introduciendo matices de consideración. La unificación monetaria europea genera, sin intención maligna ninguna, un territorio euro, continental y externo de muy ejemplares dimensiones planetarias. Ello se debe a la propia lógica mercantil. Para que vamos a pagar y a cobrar en dólares si el euro nos es útil a ambas partes y las dos partes son muy grandes. Además, el banco central europeo, institución más germánica que Bismark, garantiza la fortaleza de la moneda: inflación controlada y todos tranquilos. Europa es el mayor cliente y abastecedor al este de donde se pone el sol. Eso se nota. Vaya si se nota. Por lo que puedo recomendarles el euro para sus ahorrillos y viajes internacionales. Los trávelers pueden adquirirlos en euros, estén seguros de ello (al menos para este verano). El mundo financiero, al que le salen sarpullidos por una milésima de variación en la temperatura monetaria, le place la seguridad del funcionario. Y Bismark lo es y mucho.

En otros tiempos el asunto se hubiera resuelto con la política de las cañoneras y con un paseo imperial. Hoy resulta todo más complicado, para qué nos vamos a engañar.

Alguna inteligencia artificial ha dado en pensar que no es tan grave lo que ocurre. Del mismo modo que el euro se hace fuerte, le aumentan los gastos viceimperiales a la Unión. Una cosa por la otra. Al fin y al cabo, el euro ha pagado dos veces la reconstrucción palestina y ahora va a por la tercera. (les informo, por si no lo sabían, que la deconstrucción va a cargo del dólar). Y también que el mercado internacional está dando saltos de gigante año tras año. El pastel aumenta velozmente y hay para todos. Con el permiso de China, desde luego y si el Yang Tse continua apagado.

Lo dicho aclara el porque y el ahora. ¿Pero así seguirá?.

Ya saben que las predicciones no son asunto de ecónomos, excepto si son sobre suelo rústico y en situación retrospectiva, por lo que solo les diré que a fe mía sí, que la cosa seguirá con ese leve movimiento entre dólar y euro, acompasado por la eclosión asiática que pedirá mesa en el convite. Unos años de sinuoso y placentero devenir monetario en perspectiva de cambios importantes más allá del próximo quinquenio.

Parece un consejo de astrólogo, pero más no se puede pedir, ni se debe.

Lluís Casas, analista de la Caixa.