martes, 22 de julio de 2008

LA LEY DE DEPENDENCIA: ¿Una ley modélica?



En algunas ocasiones la ley de la dependencia ha sido protagonista de mis comentarios más o menos semanales. Hoy, auto liberado momentáneamente de la casuística macro económica, me permito retomar el asunto, motivado por problemas personales que me hacen vivir de forma protagonista lo que la ley quiere encauzar y resolver.

No sé si merece la pena recordar que dicha ley, aprobada por el congreso de los diputados hace aproximadamente año y medio, nació con gran consenso político y social para paliar los déficits de asistencia a las personas y a las familias afectadas de falta evidente de autonomía personal en razón a la edad y a las múltiples patologías que tuercen la vida y la hacen insoportable.

La ley es, pues, necesaria, útil y benefactora. Es también un pilar de la estructura social dentro de las sociedades basadas en el bienestar social. Imprescindible como la normativa sanitaria o las pensiones de jubilación. Llegó tarde, es necesario reconocerlo, pero llegó.

Hasta ahí lo que la pequeña pero importante historia social nos dice. Hoy quiero hablarles, con solvente conocimiento de causa, de su aplicación y del horror de la lentísima digestión administrativa que conlleva el acceso a lo que la ley provee. Repito con Romanones: hagan leyes y déjenme los reglamentos. Ahí está, en la letra pequeña de los reglamentos, del funcionamiento real de la tramitación administrativa, en la existencia de fondos para hacer real la ley, la realidad con que los presuntos beneficiarios han de lidiar cada día.

Relato mi experiencia, ahorrándoles detalles innecesarios. Los que coincidan conmigo en esa fase existencial, reconocerán su propia vivencia: estoy seguro de ello.

Primavera del 2007, se presenta donde debe una solicitud para una persona rayando los noventa, con metástasis y carente ya de prácticamente todas las autonomías personales. La persona vive en su domicilio con una estructura asistencial montada por la familia y con el apoyo de trabajadoras extracomunitarias en fase de legalización. La ley fija plazos de respuesta y de visitas para la valoración de los casos. Son plazos que podríamos considerar razonables desde el Mediterráneo. Serían plazos de dimisión más al norte. Aunque existen los plazos administrativos, la realidad no se ajusta a ellos. Pues bien, en octubre del mismo año, la persona fallece sin acuse de recibo, visita valorativa, ni constatación de la existencia de la ley. Uno menos. Eso es importante, pues a la falta de recursos la vida responde biológicamente con el fallecimiento, siguiendo la antañona costumbre de que a todos nos llegará un día.

Diciembre del 2007, se presenta donde debe una solicitud para una persona rayando los noventa, con diagnóstico de Alzheimer avanzado y carente de prácticamente todas las autonomías personales. Esa persona estaba vinculada matrimonialmente con la anterior y vive en su domicilio con una estructura asistencial montada por la familia y con el apoyo de trabajadoras extracomunitarias en fase de legalización avanzada. La ley prevé plazos de tramitación como forma de garantía de su aplicación.

Mes de Mayo, mes de las flores, del 2008. Más de cinco meses después, se recibe la visita de valoración (no sin más de ochocientas llamadas de reclamación, pues según la ley la asistencia es un derecho). Hecha la valoración in person y aportados los documentos médicos más recientes, se llega a la espera del dictamen del caso.

Julio del 2008, tres meses después y sin notificación ninguna. Por prescripción facultativa se produce el ingreso de la persona afectada en un centro sanitario, pues su estado requiere asistencia médica prolongada, aunque no definitiva. El diagnóstico médico y la recomendación más personal del sanitario sugieren a los familiares el ingreso en un centro de forma permanente, residencia asistida para ser más concretos. Se producen los contactos pertinentes con la asistenta social del centro sanitario que ayuda a encauzar las gestiones a realizar. Estas consisten en: entrega de una lista de centros a donde dirigirse, más de 100. Unas recomendaciones que ayuden a la selección, como estado de la limpieza, el tipo de personal, el ambiente general, la asistencia médica disponible, etc. Y hace una pregunta sorprendente: ¿están ustedes tramitando la ley de la dependencia? La respuesta, lógicamente, es afirmativa. Ante el estupor familiar la explicación subsiguiente es la que sigue: en ese caso solo pueden acceder a centros totalmente privados, hasta que los trámites de la ley definan que hay que hacer, no pueden solicitar centros públicos, ni concertados. Siempre hay la posibilidad de acceder pagando todo, esperar los trámites pendientes y llegar a un acuerdo posterior con el centro para regularizar la hipotética ayuda. Si ustedes no estuvieran en trámite de la ley de la dependencia podrían solicitar centros con ayudas públicas. El comentario sigue con una frase de realismo máximo, aunque está todo lleno y no hay plazas disponibles.

A continuación se producen acciones diversas y urgentes, contactos con las distintas administraciones relacionadas con la ley de la dependencia, la comunidad autónoma, los servicios sociales del municipio y un consorcio entre las dos administraciones anteriores que tiene que ver con el asunto. Todo ello da como resultado la misma situación anterior: hay que estar a la espera del dictamen final.

Finales de Julio, por fin llega por correo certificado la resolución, dictaminando un nivel de dependencia 3-1, es decir se tiene derecho a los recursos que la ley define para los grandes dependientes (los únicos que tienen de momento acceso teórico, los dependientes en menor grado suelen quedar para que los zurzan). El objeto recibido de correos consiste en un relato de los hechos, unos fundamentos de derecho y una resolución. Y ahí se acaba. No existe recomendación de continuidad del trámite, orientación elemental o cualquier otro elemento que sirva de guía familiar.

La familia sigue con sus variadas llamadas a los centros en los que en teoría está la madre del cordero. Personas de vacaciones, lógico en verano, citas para dentro de dos meses (sin explicación ninguna, aunque comprensible, debe haber una persona para cada quinientos mil solicitantes), etc. etc.

Finalmente se llega a la torera decisión de ponerse el mundo por montera y eludir la ley y los derechos que ésta concede. Como hay algunos fondos familiares, se mete mano a ellos y se busca un centro privado, de los que hay abundante oferta disponible.

Bien, hay otra alternativa que enlaza con la situación inicial: personal del exterior en un montaje logístico de aúpa para la familia. Esta es en realidad la verdadera ley de la dependencia: cada uno se apaña como puede, gracias sobre todo a esas personas en busca de una vida mejor que cuidan de padres y abuelos y a los que se les ponen mil problemas y colas para regularizar su situación.

La peregrinación ha aflorado múltiples casos en las cercanías familiares, de los que no se tenían noticias concretas, pero que puestos en el mismo follón se convierten en debates inmediatos. Uno, persona de casi cien años, con la valoración hecha, está pendiente de un centro de atención, lleva más de un año en esas circunstancias; mientras tanto su cónyuge, también afecto a la misma ley, falleció en otro centro distinto, dada la imposibilidad de tenerlos juntos. Dos, niño autista, ha vivido toda su vida no se sabe bien en que mundo. Quince años y la familia sigue como solía, espabilándose sola.- ¿Quieren que siga?

Otro aspecto a resaltar es que todo el conjunto de ley, reglamento y organizaciones resulta incomprensible para la mayoría: los documentos son para licenciados en derecho romano, las explicaciones y los retrasos no tienen sentido. Al rechazo de la ley por falta de recursos se une el muro de Berlín del papeleo. Muro de una dureza extrema.

Acabaremos, provisionalmente, recordando que España es uno de los países europeos con menos estructura social de apoyo familiar (en el sentido laico del término) y que ancianos, enfermos y demás victimas de la vida están en manos familiares. España realiza un esfuerzo inferior en términos relativos al PIB e incluso en términos absolutos que hacen países con muchos menos recursos.

Me permito una frase corta, demagógica y cierta: ¿gobierno socialista?

Lluis Casas, llorón.

jueves, 17 de julio de 2008

MIS PROPUESTAS EN MATERIA ECONOMICA A LAS AUTORIDADES



EL ASUNTO DE LA ECONOMIA YA PARECE UNA BOMBA DE FRAGMENTACION, EXPLOTA Y NADIE SABE LAS CONSECUENCIAS.


Les he contado con mayor o menor acierto estos últimos meses cómo iba evolucionando la economía y qué problemas graves aparecían en lontananza. Les he hablado, mal claro, de la especulación inmobiliaria, de las infraestructuras, de la economía de la inteligencia, de la especulación financiera, de la ceguera ambiental, de la energía y un largo etcétera. Creo que en líneas generales he acertado más resultados de los que he errado. No muchos pueden hacer tal afirmación, lamentablemente para la mayoría. Ahí queda escrito para su comprobación notarial.

En lo dicho aquí, en los valles de Parapanda, no hay nada fuera de la lógica humana y social y de una cierta forma de pensamiento económico racional. Productos esos muy alejados de lo que el modelo económico vigente premiaba hasta hace unas horas (en referencia al ex presidente de un club y al ya casi ex presidente de una inmobiliaria). Lo que resulta curioso es que eso mismo aparece día a día como novedad en publicaciones diversas y en foros de verbo oportunista. Incluso los ministros del ramo van acercándose a la realidad prevista y ahora ya ejecutiva con más o menos rapidez vergonzante, pero sin ningún afán autocrítico. Y eso, amigos míos, es la mejor esencia del cristianismo: confesión y culpa exonerada.

Ya el articulillo de la semana anterior quería poner un cierto punto final a esa novela dieciochesca sobre si la crisis si o no, qué es lo que ha pasado y porqué. Hemos vivido una especie de relato por entregas, con huérfanas y asesinos de por medio que no tenia el más mínimo misterio a poco que uno estuviera al caso de lo que acontecía en plena calle. En fin, como me parece agotada esa línea editorial, pondré personal punto final a ella hasta que en los meses venideros las cosas se muevan con alguna novedad que sea de interés. No piensen que renuncio al comentario o a la propuesta económica, al contrario, doy tiempo a los que deben actuar, políticos, empresarios y sindicatos para ver si de una vez surge aquello de que estamos tan necesitados.

Lo que escribo hoy no es por lo tanto una amalgama de lo dicho anteriormente. Artilugio literario muy utilizado en todas las épocas para escritores agotados. Mi intención es ofrecerles acicates veraniegos en este mundo del euro y el dólar que justifiquen y recompensen la tan merecida siesta agosteña. Un acicate simple que permita la digestión y la digresión. Voy a ello.

Les diré que hoy en el mundillo de los partidos políticos las propuestas económicas están que arden: lo sé de buena tinta y mejor voz. Todos piden material. Unos para solicitar créditos, otros para obtener portadas. Los más sinceros y comprometidos para ver si logran insuflar algún apunte benéfico en las políticas que se cuecen en las cocinas de los grandes menestrales del ramo: Ministerios económicos, bancos del estado, organismos internacionales y un largo etcétera. Las publicaciones escritas (que son producto de la reflexión) inciden en lo mismo con las diferencias que la ideología y la sinceridad imponen.

En realidad las ofertas disponibles se resume en dos o tres asuntos de verdadero interés: cómo reactivamos la economía, es decir el consumo. Cómo frenamos la crisis financiera que lleva camino de torcer el trayecto de la mayoría de las empresas (incluso las solventes) y cómo reducimos la factura externa debido a la energía mayormente. Y así todo y no más allá, aunque las letras se multipliquen en manos del linotipista.

Pero esa enorme síntesis de la crisis, consumo, financiación y coste exterior, que se adorna con multitud de parámetros de menor importancia, tiene un resumen más escueto que ejerce de demostración palpable de hasta dónde ha llegado la economía española en su fracaso estructural: el peso de nuestro futuro, el de la economía del conocimiento (en el más amplio sentido del término). Punto final.

Si en los últimos diez o doce años, tres legislaturas, los gobiernos del estado y de la economía (diferenciación que hago para incluir grandes empresas y grandes empresarios) hubieran apostado consecuentemente por un desarrollo más calmo y más tecnológico, hoy estaríamos en una posición de enorme ventaja estratégica. Pero no ha sido así y la pregunta que vengo haciéndome es si en el futuro sabremos rectificar. La semana anterior apostaba por el no, lamentablemente. Pero hoy, como corresponde a un punto final, les daré mi receta. Que es esta...

Que es ésta: Para aliviar la caída del consumo propongo bienes públicos, tanto en la forma del gasto corriente, como de la inversión. Esos bienes pueden cifrarse en prestaciones sociales con ley pero sin un euro (ley de la dependencia), en vivienda pública, en transporte por ferrocarril (personas y mercancías) y en programas ambientales. La financiación de esos programas recae tanto en el sector público (papá estado, mamá autonomía y el tío municipio), como privado, mediante concesiones de explotación y otros sistemas de amortización lenta.

Para desatascar los canales de financiación tenemos normativa pública, que debe flexibilizarse y adquisición de activos privados inmobiliarios para pasarlos a tasación pública para su oferta en el mercado a costes adecuados a la capacidad de compra o alquiler. Les estoy hablando de adelantar las inversiones en vivienda pública de los próximos cinco años para ahora mismo, utilizando la oferta privada sin dueño real en estos momentos.

El coste exterior es otro asunto de mayor recorrido temporal. Pero ahí hay que actuar mediante la prima a la producción de energías autóctonas, el viento y el sol, de las que podemos alimentar un elevado porcentaje de nuestro consumo. En otro orden de cosas, la limitación del poder de eléctricas y petroleras no nos iría nada mal, puesto que abriría el mercado a otras fuentes y empresas. Y por descontado una regulación del consumo energético de todo tipo facilitaría las cosas.

Vuelvo a insistir, no parece tan difícil. Y en todo caso, no es el asalto al palacio de invierno. [Fragmento del memorándum que he enviado a las autoridades, a quienes les pregunto: ¿mando la factura con o sin iva?]

Lluis Casas, dios nos coja confesados.

jueves, 10 de julio de 2008

REBAJAS DE VERANO: Los errores se acumulan, ¿verdad usté?

Van a perdonarme ustedes, al menos eso espero, por configurar un articulillo con retales veraniegos hecho a base de encajes de bolillos económicos. La economía es el artículo del día y qué artículo, vaya por dios. Es la premonición de las vacaciones.

Primer tranco

Empiezo manifestándoles mi sorpresa ante un evento singular que no ha merecido la atención necesaria. Una caja de ahorros del levante se dispone a iniciar lo que podríamos llamar fase previa a su bancarización (de bancos). Es decir, que mediante un tingladillo legal premeditadamente aprobado para ello, las cajas pueden empezar a emitir acciones o algo que en el fondo se le parece. La sorpresa no es que una caja levantina lo haga; la sorpresa es que nadie haya dicho nada sobre ello, ni los sindicatos, ni los impositores, ni las administraciones, ni las entidades sociales. Todas ellas con fuerte representación en los órganos de dirección de las cajas. Creo que empieza un baile en donde algunos obtendrán beneficios sin cuento, sin aportar nada consistente. Los demás perderemos. Como siempre.


Segundo tranco.

El editor y propietario de este instrumento mediático [“Metiendo bulla”] hace un análisis rápido y certero del congreso del PSOE, análisis que se centra con gran acierto en los asuntos de la economía. Yo me permito ir más allá, y voy a certificar que los últimos gobiernos estaban equivocados, que siguen equivocados y que hay pocas razones para esperar aciertos claros en la gestión de la economía. O se produce un cambio espectacular en nombres y experiencias, o no tenemos personal político preparado para enfrentarse a lo que está cayendo. Hoy mismo (8 de julio), el diario El País hace un análisis muy preciso de causas y circunstancias de la crisis, una doble página central extraordinariamente útil para entender el lío en que estamos sumergidos. Trataré de no repetir argumentos y razones ya conocidos. Me centraré, pues, en algunas cosillas nunca dichas y que hacen al caso estupendamente.
En primer asunto y el más importante es preguntarse si en el gobierno --e independientemente de algunas personas específicamente expertas-- la economía es una prioridad o no. Y si así ha sido durante los últimos años. En confianza les confesaré que no he visto grandes diferencias en la gestión económica entre Rato y el tío Solbes, al menos no en profundidad. Y del mismo modo creo que los gobiernos del señor Aznar han mantenido una distancia espectacular y similar a la del gobierno Zapatero con respecto a la economía. Como las cosas iban aparentemente mejor de lo previsto, esa incomprensión de la economía y ese alejamiento de lo que en cada momento toca a decisión han creado verdaderos gobiernos a-económicos. Lo que digo no está en contraposición con que el consejo de ministros cada viernes determine multitud de cuestiones de índole económica. La mayoría de orden menor y muchas al dictado de tasas y concesiones. Digo que no se está al caso de las decisiones de importancia, a causa de una cierta satisfacción por un día a día que parecía confirmar que vivíamos en el mejor de los (panglossianos) mundos posibles. Por ello estamos donde estamos: con un ruptura brutal de la línea de crecimiento, con el hundimiento de un sector al que se le ha tolerado encabezar una falsa riqueza (la construcción y la especulación), con una inflación por factores conocidos y externos, con la caída del consumo y un largo y amenazador etcétera que apunta a una fase cierta de no generación de ocupación y muy probablemente con otra de retroceso económico. El balance es bastante simple: nada se ha hecho para reducir la factura energética (era y sigue siendo fácil), nada se ha hecho para reconducir el boom incongruente de la construcción (y nada se está haciendo para reducir los costes sociales que su crisis está provocando); nada se ha hecho para mitigar el daño por las privatizaciones de grandes empresas y servicios; poco se ha hecho con respecto a incrementar el papel de la investigación y el desarrollo técnico, aunque se oigan muchas palabras. Y así en varios sectores estratégicos.

Tercer tranco.

Una comida con un empresario del sector servicios. (Plantilla 160 personas, facturación más de 70 millones de euros, emplazamiento en el centro del país, sector la consultoría. Proyectos, en plena expansión. Tienen tecnología y conocimientos punta y son muy solicitados) A los postres –no hubo licores de por medio, ni café ni puro-- le pregunto como está el asunto de la crisis, dado que como oferente de servicios tiene una excelente apreciación del asunto. Respuesta, la banca nos tiene frenados, no obtenemos crédito para financiar nuestro desarrollo. Insisto, puesto que soy conocedor que una parte importante de la actividad del empresario está en la zona pública del mercado. ¿Cómo es posible que con contratos públicos (por lo tanto sin riesgo alguno) podáis tener dificultades financieras? Respuesta: la banca está restringiendo el crédito a niveles ya olvidados, ni el contrato público es un bien apreciado hoy día. Y termina ofreciéndome una guinda que viene muy bien a esas alturas de la comida: tenemos un proyecto contratado por una fundación de una entidad bancaria importante y esa entidad bancaria no nos acepta el contrato como garantía de la financiación. No se fían ni de si mismos. Si alguien piensa todavía que no estamos en una fase crítica de la economía, es que tiene serios problemas de vista, oído y entendederas.


Cuarto tranco.

Como ejemplo de la realidad de la calle, les cito dos casos que atañen al sector de la inteligencia, obviamente allá donde debemos buscar el futuro y en donde debemos invertir sin cuento:


Uno. Me cuentan que un instituto muy relevante en investigación médica y biológica está haciendo trabajo de campo. Los investigadores van en bici a obtener muestras de contaminación atmosférica y como lo deben hacer a distintas alturas del suelo se ven necesitados de auparse a las farolas callejeras para obtener las muestras. El sistema es tal como se imaginan. Llegan (de uno en uno), se apean de la bici, probablemente la sujetan a la farola, no vaya esta a volar en plena operación, se suben al sillín y con técnicas aeroespaciales reptan hasta la altura deseada, abren botes, obtienen muestras del aire y con cuidado y ligereza descienden y prosiguen el recorrido. El hecho resulta solo inverosímil para los que como yo --ya octogenarios-- no podemos trepar a las farolas, pero es ejemplo fehaciente.

Dos. Un becario en plena redacción final de la tesis doctoral, nada académica por otro lado, ve que su beca finiquita. Como el trabajo se ha prolongado más de cuatro años (cosa habitual) y su beca caduca, intenta buscar financiación complementaria. Esfuerzo baldío las más de las veces. Al final, lo que podríamos llamar el sistema --pero que tiene nombres y apellidos-- le comunica que se espabile. La tesis se terminará gracias a la ayuda financiera y desinteresada del paro, al que el becario tiene derecho (gracias al sistema de bienestar social). Por cierto, paralelamente, una caja de renombre le hace entrega de otra beca, más esplendida que la inicial, para que siga con su trabajo y especialidad en Berlín, en donde le esperan con los brazos abiertos. Fantástico, formamos un investigador, le damos tiempo y algún dinerillo para que se haga doctor y cuando alcanzamos la meta dejamos que se nos vaya al extranjero en donde, probablemente, le darán un Nobel. Ahora bien, dentro de unos años un programa de raigambre hispánica conseguirá que vuelva con todos los entorchados puestos para impulsar la investigación. Si no les parece mal, termino aquí de momento. Son tres cosillas que tienen para mi gran relevancia, recurriendo a la ironía con el objetivo de impedir el nacimiento de una úlcera intestinal.

Lluis Casas comentador taurino (The Parapanda’s University)

jueves, 3 de julio de 2008

CAPITALES INMUNDOS



No creo que deba convencerles de la escasa ética que tiene el capital (nombrado así al desnudo, de acuerdo a las viejas reglas y prácticas del siglo 19) en el momento de administrar dónde, cómo y cuándo hace sus inversiones.

Como sabrán ustedes, existen dos formas de uso del capital: una es la que se somete a la legislación e invierte de forma más o menos transparente en un territorio, asumiendo con mayor o menor entusiasmo las normas fiscales, financieras y laborales del lugar: y otra, aquella que no se somete a nada y a nadie y busca las múltiples vías de una vida independiente de las normas. Ya se ha comentado aquí el turbio asunto de los paraísos fiscales, de los paraísos laborales y de los paraísos a secas, todos ellos terrenales. Paraísos en donde la norma es su propia inexistencia y en todo caso, las que puedan existir lo hacen para garantizar que no las haya y si las hubiere, que no se sepa quien, ni cuanto. También está en esa segunda categoría sin ética esa amplia zoología de capitales de alta especulación, puramente financieros y sin vinculación con lo que algunos llaman la economía real, que obtienen beneficios elevadísimos de inversiones a horas o al minuto buscando márgenes de interés entre los diferentes mercados financieros internacionales. Son (ciber)buscadores de oro entre las distintas franjas horarias del planeta. Otros, del mismo tipo prepotente, se abastecen en mercados de la energía o, ahora de moda, de los productos básicos alimenticios. Bienes seguros en donde los haya. Es decir, buscan la retención de productos estratégicos que por su elevada y garantizada demanda van a tener (o se van a crear) altos precios en un futuro más o menos inmediato. De ahí grandes beneficios privados y graves consecuencias sociales.

Todo eso no es ninguna novedad para nadie, lo cual ya es en si mismo una sorpresa, dado que los gobiernos estatales o supra estatales parecen perplejos cuando los precios se expanden sin más motivo que la acción conjunta de grandes inversiones especulativas, dando por donde les quepa al conjunto de indicadores económicos mundiales. A la sorpresa gubernamental le sigue una declaración de impotencia, como si esos gobiernos no tuvieran múltiples herramientas para limitar los daños. Finalmente todo acaba en un IPC extraviado y en la exigencia de que los salarios deben comportarse moderadamente en épocas difíciles. Una historia muy conocida por tan repetida y que no viene a cuento respecto a lo que se cuece, pero que sirve para el despiste del personal y para la culpabilización sindical.

Todos hemos vivido en diversos momentos históricos la especulación del suelo. El bien más clásico y fácil para proceder a su retención y recualificación, con altísimas rentabilidades inmerecidas. Pero hay muchos más bienes que tienen las mismas o incluso mejores características especulativas. Ahora mismo, un modelo basado en la alimentación garantizada y a precios bajos se va al garete y reaparece el viejo Malthus con sus predicciones llenas de buenas intenciones y de victimas propiciatorias. Nada relevante dado su carácter presbiteriano-episcopal. Ello ocurre en gran parte por ese fenómeno del mercado de futuros, es decir, la compra masiva de productos que todavía no se han plantado siquiera pero que entran en la guerra de precios. Si usted necesita comer paella deberá comprar a una empresa financiera el kilo de arroz al precio que ella diga, pues termina por controlarlos. Es una forma escueta de explicar algo de mucho mayor calado y trayectoria. Creo que queda entendido.

Todas las personas que han tenido una experiencia laboral normal, pueden constatar que esas actividades financieras, tan alejadas de las que se supone que debe tener un sistema bancario y financiero vinculado a la producción y comercialización, son dadas a producir altísimos beneficios para unos y extraordinarios costes para la mayoría. Muchas empresas se ven afectadas en actividades perfectamente legítimas por operaciones que limitan su acceso normal al mercado. Periódicamente insignes empresarios catalanes o de otras nacionalidades visitan las cárceles por aplicar en exceso esos principios especulativos y alardear de yates. Eso en una sociedad medianamente alfabeta exige la acción gubernamental a la escala necesaria, de forma que los beneficios se repartan moderadamente bien y los costes se reduzcan todo lo posible, sobre todo para aquellos que nada tienen que ver con los beneficios.

Para ello las actividades directamente especulativas deben reducirse, controlarse y ser detenidas cuando haga falta. Los instrumentos existen desde Hammurabi y son de todos conocidos. Bien es verdad que deben adaptarse a un mundo rápidamente cambiante, pero su filosofía existencial y las técnicas de base siguen siendo parejas. ¿Quieren saberlas?: sistema fiscal ortodoxo y regulación financiera estricta. Las dos cosas a nivel internacional y estatal. Existen los sistemas fiscales estatales y los acuerdos internacionales al respecto que crean amplios espacios regulados fiscalmente. Lo mismo para los sistemas financieros, bancos nacionales, banco europeo, banco mundial, etc. Todos ellos deben respetar algunas reglas elementales: prudencia, vigilancia sobre los precios y alerta sobre la variación en el crecimiento. Dentro de esos amplísimos conceptos están las variables que ese tipo de capital (el gran especulador), o mejor esa forma de actuación que el capital adopta, utiliza. Todo lo que afecta al nivel de precios debe responder ante los vigilantes del IPC, luego las inversiones especulativas que tiran de los precios sin base en el mercado real están afectadas por esa supervisión. Lo mismo cuando hablamos de la creación de oligopolios que impiden el funcionamiento normal de los mercados. Las medidas podrían ser muy simples: la fiscalidad debe recaer duramente sobre las operaciones a corto plazo (menos de un día, por ejemplo) y sobre los activos considerados estratégicos: energía, alimentos, materiales especiales, etc. Y, en todo caso, cualquier acción financiera des de paraísos fiscales o financieros debe generar sospecha y acción gubernativa. No crean que sea difícil, al contrario. El mercado especulativo enseguida reaccionaria y buscaría otros menesteres menos incómodos para la mayoría. ¿Dónde está todo ese petróleo que ha impulsado a una crisis energética al mundo mundial? En manos de quien ha comprado a 80, acaparando el mercado y lo ofrece a 140. Cambien petróleo por arroz, soja o cualquier otro producto susceptible de una alta demanda inelástica 8es decir que no puede ir a la baja)

¿Por qué no es así? Se preguntaran. Muy sencillo es de responder, por que mandan hoy de forma hegemónica los económicamente fuertes y los los pensantes y cobrantes del liberalismo mundial. Un día están en una empresa financiera y otro en el marco de la regulación.

Aunque ello no ha de impedir que nuestros tíos Solbes tomaran cartas en el asunto. Como mínimo uno se sentiría más reconfortado si pierde una pelea que si no la pelea. Y esa lucha está perfectamente justificada.

O así me lo parece. ¿A ustedes no?

Lluis Casas, especulólogo (The Parpanda’s University)