viernes, 26 de junio de 2009

¿ALGUIEN TIENE UN PROYECTO PARA EL PAÍS?




De la lectura de los periódicos y de las crónicas parlamentarias de estos últimos días parece desprenderse que estamos en un momento de enormes dificultades, no solo económicas, sino simplemente de enfoque político. La minoría gobernante hace complicados equilibrios para aprobar normas o simplemente para no perder votaciones en el congreso. Esa es una situación que hay que considerar normal en una democracia parlamentaria. En muchas ocasiones, esa debilidad gubernamental se ha transformado en grandes proyectos al tener que buscar consenso político, social y popular. Esa búsqueda ha dado frutos singulares a menudo. Por ello hay que ser todavía más críticos con esas idas y venidas (en un curioso zascandileo) a que nos tiene acostumbrado el actual gobierno para no ir a ninguna parte.


La última, y tal vez la más espectacular, ha sido el cambio de criterio respecto a una reforma fiscal que iba en beneficio de las clases populares y que recuperaba una parte de lo que en los últimos dos decenios ha ido basculando hacia los afortunados en base a una fiscalidad dócil con el poderoso y, por ende, cicatera con el gasto social que alimenta a los sectores populares. No era una propuesta revolucionaria, en absoluto. Era un cierto incremento fiscal sobre las grandes rentas y un palo para los deportistas de élite extranjeros que han encontrado en España un refugio tal que solo quieren ser traspasados a equipos hispanos. Imaginen la ganancia.


Parece ser que algunos clubes españoles en trance de pagar grandes traspasos por figuras de allende los Pirineos o con salarios consolidadlos que exigen por contrato absorber los cambios fiscales, han exigido que o ellos o el fin del mundo. El gobierno, a través de ese conglomerado de intereses poco claros que es CIU, ha elegido ellos. No era imprescindible.


Ese ejemplo enfatiza la falta de proyecto general de que adolece el gobierno. Nadie, hoy en día, podría explicar cuáles son los grandes objetivos de la legislatura, ni siquiera objetivos simples, sin adjetivos.


Obviamente, la peculiar oposición del PP, que no ofrece nada a cambio, pero que entorpece cualquier cosa, no ayuda a resolver una legislatura. El PP ha optado por el desgaste gubernamental como un absoluto, importándole un pimiento todo lo demás. Ahora bien, en una situación tal, el gobierno ha tenido oportunidades para conjuntar una cierta mayoría estable y no lo ha hecho. Nos explican esas voces que nada saben decir, que hay mayorías flexibles para cada caso. Falso, eso es reducir la acción de gobierno a ir pasando el tiempo evitando el desperfecto absoluto, pero sin construir nada positivo.


Por eso ese titulo, preguntando quién tiene un proyecto para el país. No hace falta que sea muy, muy, muy de izquierdas. Sólo que lo sea substanciosamente un poquito. Si alguien lo tiene que lo exponga.





miércoles, 17 de junio de 2009

LAS CAJAS DE AHORRO EN LA ENCRUCIJADA ¿qué hay de nuevo-viejo?



No podía faltar, como otro elemento fundamental para salir de la crisis al más puro estilo neoliberal, un palo solemne a las cajas de ahorro, o al menos a una buena parte de ellas. Y en ello estamos. Sólo hace falta llegar a la primera o segunda página de los periódicos --ahí en donde periodistas emboscados al más puro estilo denunciado por Stieg Larsson, esto es, como escribas sentados-- dejan ir sus puyas teledirigidas. Se recurre para la crítica a una presunta mala administración de las cajas, susceptibles de ser políticamente influenciables dada la participación de los representantes de las administraciones locales y regionales en sus consejos.


Piensan los liberales que la política, la administración y la representación del voto político es mala cosa para los asuntos del dinero. Aunque, no les he oído decir nada parecido cuando la crisis monstruo de Enron, hace pocos años. Entonces deberían haberse referido, como tocaba, a que no se deben dejar las empresas en manos de los empresarios, empresarios que son susceptibles de cobrar mucho y de crear agujeros inconmensurables. Lo mismo digo en referencia a los doscientos mil bancos en crisis rescatados de sus dirigentes empresariales por el sector público este último año. Por no citar esas agencias de acreditación tan solventes que permitieron que unos chorizos (the cantimpalo conection) hundieran al mundo, simplemente quitándose las gafas de ver bien balances y cuentas de riesgo.



No hace ni dos días el dirigente de una caja mediana catalana, en fase de retiro a sus cuarteles de invierno (sus propios negocios familiares), repetía la cantinela. Un hombre de empresa que ha dirigido durante muchos años una caja, de cuyos aciertos o errores habrá tenido mucho que ver directamente y ello ha sido posible porque los representantes públicos así lo han querido. ¿De qué se quejaba, pues, él, un ejemplo de lo contrario de lo que acusa?


Hay que ir, antes de volver al comentario de actualidad, al meollo de la cuestión. Este es, sin ninguna duda, el hecho que las cajas, un ejemplo atípico de propiedad social, se están llevando una tajada solemne del negocio financiero al margen de los grandes bancos y cofradías privadas. Estamos hablando de más del 50% de los pasivos bancarios y de un margen de negocio que da vida a la estructura de sucursales. Lo dicho es un negocio de tomo y lomo, bocatto di cardinale para los tiburones financieros que siempre lo han deseado y siempre lo han considerado como suyo.


El gran regulador, la institución hacia la que miran unos y otros, el Banco de España, influenciado por esos sectores de interés, siempre ha considerado que eso de las cajas más valía que pasaran a ser lo que, según su opinión más que tradicional, deberían ser, empresas privadas o como máximo entidades de caridad pública. Nunca se han atrevido al embate final, han realizado múltiples maniobras de diversión y desgaste. Tal vez hoy estemos a lo más cercano posible a ese punto de inflexión que siempre ha deseado la banca privada.


En los últimos años, las cajas han superado en muchos indicadores a los bancos tradicionales, y la pugna se ha hecho más cruenta, si cabe. Los piratas del Caribe, con sus botines habituales, piensan que sólo a ellos les corresponde el negocio y que unas entidades, que dependen del voto popular, lo único que hacen es incordiar. Durante años se han ido introduciendo por la puerta de atrás medidas tendentes a transformar las cajas tradicionales en organismos financieros más estándar, como las cuotas participativas, como su extensión territorial y otras.


Se rompió ya hace años ese trinomio de caja, territorio y población. Cajas adictas al negocio local o regional y íntimamente relacionadas con el Sr. Manuel o la Sra. Rosita y sus pensiones, hipotecas y créditos para el coche. Esa fue, en realidad, una trampa que las cajas ambiciosas aceptaron: piensen en los dos o tres monstruos cajeros y lo entenderán. Propietarios de grupos empresariales enormes, de entidades financieras paralelas y de una influencia y poder apabullantes. Fue el presidente Jordi Pujol quien entendió el tipo de monstruo creado y no quiso aceptarlo nunca. Otros se tuercen más fácilmente a sus influencias y halagos.


Volvamos al argumento de moda. ¿Son fiables las cajas? ¿Su sistema de representación política es un error? La respuesta la haré en dos partes.


La primera, como buen economista político, en base a la historia. Las crisis financieras en este país han estado protagonizadas casi en exclusiva por la banca privada y esto hasta ayer mismo. Banesto, la abejita, el Condal, etc… Llenaría una enciclopedia el relato de las crisis bancarias, la pormenorización de los motivos de mala gestión, los engaños al por mayor, la explotación de la coyuntura política en base a una mezcla explosiva de ambición económica y acuerdos con el inframundo de la política de la derecha. Nada de eso es nuevo en el mundo. Así ha sido desde que los fenicios implantaron el crédito mediterráneo.


La segunda: las cajas se han mantenido prudentemente al margen, solo algunos casos de poca monta, recuerdo. Y las soluciones salieron del mismo sector, uniones o absorciones.


Si la historia dice eso, a qué viene tanto ruido. Simplemente porque hoy tenemos un caso grave, Caja Madrid, que dirime sus más y sus menos sin ninguna elegancia. Aunque en este caso el asunto está más en una guerra de guerrillas en la derecha política que en asuntos financieros de importancia. En otra hora Aguirre hubiera pagado a una envenenadora; o al revés, el alcalde Gallardón hubiera financiado a algún alegre muchacho de la marginalidad. Otros casos que se manejan, la última de La Mancha, simplemente irregularidades por incompetencia. Y ciertas rebajas en la valorización de las entidades que han invertido en exceso en el mundo inmobiliario. Efectivamente. Nada de ello proviene de una representación política, sino de la más simple miopía o de un exceso de ambición financiara, poca prudencia en un negocio que la demanda en abundancia. Y de errores más que de bulto del Banco de España que ha dejado las riendas financieras de esa
jaca jerezana demasiado sueltas y no ha ejercido lo que la Constitución y la ley le permiten. No por ello pediremos la desaparición del Banco de España, aunque si un cambio en la forma de dirigirlo.


Nada de todo ello parece motivo para una crisis que afecte a la esencia del negocio financiero español o que exija el cambio inmediato del sistema de representación de las cajas (alto ahí, como reformista que soy, siempre estaré de acuerdo con ajustes en las tolerancias y de la mejora permanente).

Estamos pura y simplemente en plena guerra de intereses, la banca, privilegio social por excelencia, contra las cajas, que a pesar de los pesares, son de todos. Como en el mejor de los socialismos.


Lluís Casas, con la pata quebrada y en casa.



domingo, 14 de junio de 2009

ESO DE LOS COCHES ELÉCTRICOS




Leo de mi fichaje por ese club elitista: LA RECONVERSIÓN DEL AUTO Y SANTIAGO CARRILLO. Por cierto, de ello nada sabe mi representante don F. Engels, que me lleva la contabilidad. ¿Cómo es posible?


Me conmueve esa sensibilidad frente a los cambios tecnológicos, aunque creo que está en situación de desfase. Hoy por hoy, el cambio tecnológico en los automóviles está asumido por todos (aunque a algunos les cueste un porcentaje en su balance). En este caso no se dará como en otras ocasiones históricas pugnas excesivas entre lo viejo, el motor de explosión, y lo nuevo, la electricidad (la apuesta real) y otras hierbas biológicas como carburante. La tecnología está lista y en las cadenas de producción, solo falta un cierto empuje público para adaptar estaciones de servicio, etc. Aunque hay no menos de seis países haciéndolo.


Las consecuencias no serán tan trascendentales como imaginamos, el modelo de transporte tiende a mantenerse y los volúmenes de producción a caer por otras causas ya dichas, excesiva capacidad y llegada de los asiáticos. El consumo energético si tendrá cambios, las energías alternativas, sol y viento, acumularan crecimientos muy altos. Los combustibles derivados del carbón tenderán a la marginación tan rápido o tan lentamente como se hagan obsoletos sus centros de producción. Los padres de la patria energética serán aproximadamente los mismos. Una única incógnita tengo. Lo que pasara con la energía nuclear. No veo de la necesidad de su incremento dada la altísima y creciente productividad del sol y del viento (y otras fuentes a añadir a la lista). Pero el poder nuclear me hace flaquear en el pronóstico.


En fin, a modo de resumen, ahí va lo que pienso. Por cierto, GMC, tiene el primer vehiculo en producción totalmente eléctrico y capacitado para dar la alternativa a la gasolina en KM. Precio, peso, capacidad de carga, etc., en Europa lo distribuirá Opel. Les faltan los enchufes, en el doble sentido.

miércoles, 10 de junio de 2009

LAS COSAS COMO SON: Elecciones europeas y Stig Larsson




Imbuido en la creencia que siempre es mejor planificar que ir a la que salta y afectado por una puesta a punto de ciertos elementos estabilizadores y ambulatorios que exigían una permanencia en un nosocomio, he estado desarrollando una mejora sensible de mi sentido de la previsión. De modo que me he obligado a plantearme la vida a base de votar por correo y medir con alta precisión necesidades y capacidades para las semanas finales de la primavera. Ello me ha llevado, entre otras cosas y ya desde principios de año, a acumular libros para independizarme de los proveedores habituales.


Por ese motivo, también pretendía desaparecer de la edición digital durante unas semanas. Cosa que dos circunstancias, una previsible y la otra no, me lo han impedido. Me refiero a las elecciones europeas y a un libro de gran éxito que separé para mi complacencia inicial en el largo proceso de recuperación de las habilidades ambulatorias que tiene de golpe mucho mayor interés. Voy a lo segundo porque tiene que ver con lo primero.


Les cito “Los hombres que no amaban a las mujeres” del sueco Stig Larsson, primer volumen de la serie “Millenium”. Las aventuras vitales concretas del fallecido autor sueco me las ahorro, aunque les recomiendo su atenta lectura, puesto que creo que también son relevantes para lo que voy a decir. El libro es, sin ninguna duda, de clara inspiración negra. Alerta a quien no guste del producto. Nos sitúa, para nuestro internes, en la crisis financiera que Suecia padeció a finales de los noventa. La trama, que no descubriré por si hay alguien interesado y que no haya leído el libro o visto la película, es enrevesada y llena de complejas relaciones como corresponde a ese tipo de novela. El libro no deja de recordar al lamentablemente cada vez menos presente inspector Wallander, otro habitual de los bajos entresijos suecos, del gran Henning Mankell. Este afortunadamente vivo y coleando.


Recalcó que la novela fue escrita antes de la gran crisis financiera actual y en el contexto de su aparición premonitoria en Suecia. De la novela resalto lo siguiente, una cosa es la economía real de Suecia, que está como está, y otra el estado de la economía financiera sueca, que está hecha una mierda oculta. Manipulada y lanzada a los vientos de los grandes beneficios ficticios. La ingeniería financiera que ha dado en ser simple chapuza choricera. No hay relación real entre economía real y “economía” financiera. Si una abastece razonablemente bien de bienes y servicios tangibles y reales, la otra no hace otra cosa que especular con lo inexistente. Y eso se lo debemos a la ceguera resultante de la falta de regulación, al ensalzamiento de los magnates (según el libro simplemente chorizos de altos o bajos vuelos) que han dado en producir un monstruo destructor.


En el debe, el autor sueco, pone a la prensa económica que ni ha advertido de lo que pasaba, ni le importaba. Esa parte de la novela, leída con ojos actuales, es simplemente demoledora. Una lección cívica y política para nuestra sociedad ciega y sin lazarillo. El sueco Larsson acierta un pleno de quiniela europea. ¿Se han dado cuenta que solo hay dos o tres detenidos y en espera de juicio y en los USA a raíz de lo que se ha ido descubriendo sobre las maniobras financieras? Han desaparecido miles de millones de la divisa que quieran y no se enchirona a casi nadie. ¿Se han fijado que todo y que la banca incumple órdenes y acuerdos gubernamentales, no pasa nada? ¿Se han fijado que dicen al buen tun tun que las cajas están hechas unos zorros y nadie pasa por comisaría o por el banco de España como fase previa?



Incluso con la boca llena de frases anti paraísos fiscales (recuerden Londres), nadie ha desarrollado la más mínima regulación sobre ello. Los paraísos que en un primer momento solicitaban jugar en una división más democrática, asustados por ese elemento mentiroso de la palabra no jurídica, hoy se hacen los disimulados, a ver si pueden evitar firmar el compromiso inicial y seguir en las mismas. En España, no disponemos ni siquiera de un solo chorizo –sea cantimpalo, sea guijuelo-- que echarnos al orgullo nacional. Ni financiero, ni inmobiliario. Apuntamos, eso si, hacia un sastre. Absolutamente demencial, imposible de creer después de lo que hemos visto y oído. Lean a Larsson lo explica desde el pozo sin fondo sueco de finales de los noventa.


Con ello doy el salto a las elecciones. Imaginen unas elecciones europeas en un contexto de acción decidida contra el monstruo financiero y todos los aspectos que lo envuelven. Imaginen a ZP y a Montilla hablando mal de quien ha provocado o colaborado en la crisis y actuando contra ellos y a favor de la mayoría sin miedos ni medias tintas, diciendo la verdad y poniendo los servicios del estado en situación de alerta máxima, depurando responsabilidades y estableciendo nuevas bases sociales, económicas y éticas para el futuro.


Creo yo, simplemente, que a las elecciones hubiera ido incluso mi madre con Alzheimer y todo. Y la derecha estaría buscando electores en el penal de León. Soy de los que creen que la abstención idiota o el voto idiota (que lo hay) desaparece en buena parte si enfrente está claro de lo que se trata: intereses de la mayoría o de una minoría desaprensiva que pugna por volver a hacer lo que les de la gana.


O sea, opino como el jefe.


Y ahora estamos como estamos. Quiero hacerles una pregunta que me ronda por las meninges desde hace unos días. Conociendo como anda el mercado de los créditos, directamente a través de algunas empresas con proyectos sólidos y fiables, proyectos llegados del mundo público (es decir sin riesgo alguno), me informan que sudan la gota gorda para obtener los créditos necesarios y a tipos que harían palidecer al propio don Andrés Iniesta. Pues bien, si esto es así y el sistema bancario recoge periódicamente aportaciones públicas para facilitar crédito, ¿quien se hará cargo de los 300 millones de euros que costará la plantilla de Florentino Pérez (y de los demás que se añadan)?. ¿No será, por casualidad el gobierno, a través de esos fondos para la economía real que acabarán facilitando los recursos que un Santander o cualquier otro pondrá en manos de Sir Florentino para su particular y costosísima operación de maquillaje? No es una pregunta baldía, no señores.


El país, sin recursos financieros, va a transferir al extranjero no menos de 300 millones de euros por unas piernas que a mí, francamente, no me inspiran. Dicho de otro modo, la ley de la dependencia está carente de financiación, esos 300 millones aportarían recursos suficientes para no menos de 300.000 personas afectadas. Si no se lo creen, estoy dispuesto a demostrarlo. Como comprobaran por si mismos, la prensa no dice ni pío, será por que está descerebrada o por que simplemente espera que una parte del negocio acabe en sus manos. O las dos cosas.


En fin, ya ven, las cosas como son.


Lluís Casas (hospitalizado)



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Radio Parapanda. A petición del abogado Pepe Vázquez (Lleida) ponemos en antena este ejemplo ilustrativo de la tradicional modestia granadina. Estése atento a la estrofa donde la diva afirma que “Antes de ser reina, soy de Granada”. Canta: TANIA DORIS "Eugenia de Montijo". Esta es nuestra Tania.



sábado, 6 de junio de 2009

SU MAJESTAD EL AUTOMÓVIL




Tanto por su peso en el PIB, como por los efectos psicológicos que produce, el mundo del automóvil afecta hoy en día a buena parte de nuestra vida. Lo hace desde dos aspectos principales, el primero como enorme fuerza económica productiva que lo invade todo, el Baix Llobregat y el Vallés, por no citar Valencia, Ferrol, Zaragoza, Valladolid y Sevilla. El segundo como elemento básico del ansia y la necesidad de transporte individual. Cito también la parapsicología del poder que produce conducir un automóvil, pero lo dejo de lado, por el momento.


Nuestro país está afectado por los dos aspectos del asunto; es un gran productor de automóviles, cosa un poco rara en este mundo puesto que la inmensa mayoría de países carecen de industria del automóvil que merezca ese nombre (quedan algunos en los que esa industria, aunque multinacional, tiene el arraigo del propietario en ellos) y, lógicamente, también es un consumidor desenfrenado y acérrimo de ellos.


Tenemos un buen saldo exportador como productores, a pesar de que no disponemos de marcas propias y que la importación del lujo y esplendor de los Audi, BMW y tutti quanti, pesan lo suyo en nuestra balanza comercial. España produce principalmente vehículos de gama baja y media. Como fabricantes generamos una gran ocupación en las fábricas de montaje y en las empresas de accesorios y otros elementos, que dada la dimensión de ese tipo de producción con miles de trabajadores, tienen una representación sindical potente y preparada.


Los efectos económicos del automóvil tienen también sus menos. A saber, todo el conjunto de consecuencias sobre el medio ambiente y la salud. Contaminación atmosférica, accidentabilidad, etc. También en otro orden de cosas, el malbaratamiento energético de un modelo de transporte poco colectivo. Obviamente, hay que incluir la inversión y el mantenimiento del conjunto de elementos infraestructurales como autopistas, carreteras, calles, etc. en aquella dimensión que el enorme parque actual exige. Como aclaración, si es el caso de un despiste, les comunico que hablamos de lo que popularmente se denomina coche y moto, no de los vehículos industriales, ni los de transporte colectivo. Esos objetos van a parte.


Nunca he alcanzado a contemplar un balance completo de todos esos flujos vinculados al automóvil, incluidos los no despreciables ingresos fiscales. De modo que creo que nadie está en disposición de argumentar balance positivo o negativo, aunque tiendo a pensar, dados los escasos datos circulantes, que seria probablemente menos positivo de lo que algunos imaginan, desean y preconizan. Pero de todos modos ahí está ese inmenso mundo del automóvil.


Con la crisis que galopa y corta el viento, las empresas automovilísticas han sufrido un serio parón en casi todas partes. Hay un exceso de capacidad de producción a escala mundial, que deriva en tensiones de todo tipo en los territorios con esa industria. Además, el consumidor está cambiando de hábitos, tanto por la reducción de sus posibles, como por elecciones más ambientales de las que hacía no hace mucho tiempo. Al mismo tiempo, las administraciones tienden rápidamente a exigir tecnologías más limpias y de menor consumo. El consumo de carburante, que hoy tiene un precio tendente a la moderación, ha estado por las nubes no hace mucho y hacia ellas regresará en cuanto se recupere algo el consumo o se pongan de acuerdo los extractores de carbono líquido, ese coste tiene una importante deriva en el tipo de tecnologia automovilistica.


Si mirásemos el mapa de la implantación automovilística observaríamos cómo muchos países avanzados carecen de esa industria, son importadores netos, o, si la poseen, es por que disponen de sus centros de poder. Así Francia, Alemania e Italia en Europa. Esa falta no parece perjudicar la economía de los que son simples consumidores, puesto que la fabricación automovilística está inmersa en un mercado extremadamente competitivo que exige esfuerzos que alcanzan la absurdidad más manifiesta. Los trabajadores aceptan coyunturalmente, y a menudo para siempre, condiciones laborales que otrora hubieran sido impensables. Las administraciones reparten ayudas y dividendos para mantener las instalaciones existentes u obtener alguna nueva. Todos esos esfuerzos se van oportunamente por el desagüe en cuanto a las empresas transnacionales les pasa por la ocurrencia. La competencia es tal, que se ha trasladado al interior de los grupos empresariales y se saldan las producciones propias entre las unidades productivas que pertenecen a un mismo grupo en una encarnizada lucha interior. Eso ocurre por que esta industria tiene una madurez tecnológica y productiva que permite su implantación a barullo, en función de delicados balances internos. En todo caso, el gran negocio, cuando lo hay, se cita en la matriz que vende, no a precios de saldo precisamente, patentes y procesos y expulsa lo más rucio, la producción en masa y el beneficio en caída. A todo ello, hay que agregar la llegada de grandes productores asiáticos que romperán el estatus quo actual. Solo como guinda al comentario, les recuerdo lo que está pasando a la GMC y la Chrysler, como elementos un tanto sorprendentes. GMC será una empresa pública en días, en donde, como muestro aguerrido editor nos anunció y comentó, los sindicatos van a cortar mucho bacalao. Quien lo diría en los USA y de la GMC, que era la que cuando estornudaba, provocaba resfriados estatales o que cuando interesa a GMC interesa a los USA.


Si eso es así, el mantenimiento de una industria productiva basada no en el diseño, ni en la propiedad intelectual, con producciones de baja gama me parece a mí un riesgo excesivo y me hacen pensar que sería oportuno ir cambiando de sector. No veo la manera de pugnar con la producción de un vehículo venido de China y ensamblado con los requerimientos técnicos europeos. Y eso está al llegar.


¿Tenemos que cerrar nuestras fábricas?, ¿Hemos de aprovechar la crisis y echarlas por la borda?


La tentación puede ser muy grande y realmente existente en los centros de decisión real de Peugeot-Citroën, Renault, Volkswagen, Ford y Opel. Ahí si que están pensando en estos términos. Nosotros podríamos ser algo más listos y aplicados y buscar en el sector la tecnología que va a verse dentro de unos años, electricidad con seguridad, digitalización también y un largo etcétera que incluye diseño, mucho diseño e ingeniería. No vendamos muchos coches, vendamos tecnología aplicada.


Con ello no estoy diciendo que no ayudemos hoy a mantener lo que tenemos, digo que hay que invertir para que el futuro no repita las circunstancias en que nos encontramos. La producción masiva ya no es nuestra ventaja relativa respecto a los demás, podemos mantener el tipo, apretándonos el cinturón, pero el asunto no dará mucho más de si.


Metidos ya en las zarandajas de la crisis, mi valoración de la acción de las administraciones, los sindicatos y los empresarios vinculados a este lío, no es precisamente exultante. No terminan de entender que estamos en una situación de reubicación técnica y de costes de una industria que, por madura, ya ha caído del árbol. Lo que hagamos por retenerla será a plazo fijo y por tiempo indeterminado, pero el largo plazo no es nuestro en tanto las características del sector sean las que son. Da la impresión que actuamos más por miedo al que dirán que por motivaciones más racionales.


El ejemplo final, de momento, son las ayudas a la compra, desgravaciones fiscales del estado y de las CCAA. Un análisis fino nos diría que como somos exportadores de vehículos de gama baja y media, son los mercados exteriores los que tiraran más del carro y eso ya está pasando. El esfuerzo financiero no hará mucho más por la industria, sobre todo si es incondicionado hacia el futuro. Tal vez deba reconocer que era inevitable, en tal caso me hubiera gustado pensar que hay un modelo alternativo industrial que está siendo impulsado.


Dejo para el final el añadido de la ocurrencia catalana, nosotros que somos tan dados a escatimar dineros, ahora los volcamos para que unos pudientes tengan una rebaja de 500 euros en vehículos de alto coste y alta contaminación. A esos consumidores les importa un bledo los 500 euros. Y por cierto, esos vehículos son de importación en su inmensa mayoría (excepto uno que yo se me y que es, tal vez, el responsable del desaguisado), por lo que nuestro esfuerzo fiscal sirve para incrementar el nivel de empleo de Alemania, por ejemplo.

martes, 2 de junio de 2009

AHORA YA SABEMOS QUIÉN PAGARÁ LA CRISIS





Los últimos días han sido promiscuos en noticias en torno a pactos, a conversaciones más o menos clandestinas entre agentes sociales, gobierno y tal vez, otros interlocutores. También los últimos días han sido sorprendentes: el catacrac de General Motors, por ejemplo. Pero no iremos por esto sino por lo anterior. Ya tendremos tiempo de escribir algo sesudo sobre GM, si el tiempo no lo impide y lo autoriza la autoridad gubernativa. A lo nuestro.


Se intuye que muchos actores sociales y económicos buscan un gran acuerdo que permita gestionar con cierta inteligencia la crisis que nos acosa. La iniciativa, recogida por el gobierno federal español, ha sido “presionada” por sindicatos y ciertos sectores empresariales. Hay una musiquilla de fondo, patrocinada por los de siempre, aupando como la gran panacea la reforma laboral. Esa musiquilla no va acompañada por los coros y danzas imprescindibles; tal vez a esos predicadores no les interese la reforma fiscal, la conjunción empresarial (más unidades de gran dimensión), la inversión que permita mayor productividad, un gasto social de dimensión mínimamente europea, unos derechos cívicos al nivel de un estado moderno y democrático, etc. Desde el gobierno federal nos dicen que nada de nada con eso de la reforma laboral, pero, en cambio, el presidente Montilla ya ha abierto la puerta y señalado el camino.


Soy partidario de grandes acuerdos que permitan mejorar a corto plazo la economía del país, creo que es uno de los pocos recursos disponibles para ello con capacidad real de mover las fichas necesarias. También pienso que no interesa solamente el corto plazo, sino que principalmente es necesario contemplar el asunto a más distancia y para ello se necesita obviamente algunos acuerdos fundamentales.


Tampoco es que me asuste, me extrañe o me incomode que en ese marco se inscriba más o menos intensamente eso de la reforma laboral, puesto que es un concepto tan amplio y abstracto que no puede provocar el más mínimo sentimiento sin entrar en materia concreta, como ya lo ha explicado consecuentemente nuestro benefactor en este medio digital. Pero me temo que las cosas andan más definidas de lo que parece a primera vista; reforma laboral quiere decir mejorar el despido para los empresarios, atajar la contratación e incidir en los convenios. En síntesis, una retirada sindical sin que se vea contrapartida equivalente. La argumentación de la crisis no se sostiene racionalmente, pero la presión de los intereses de clase parece ser de órdago.


Insisto que para mi me parece clara la situación, creo que la estrategia en marcha contempla que ahora hay que establecer diversas y complejas maniobras para hacer tragar lo que hay que tragar y montar la decoración pertinente para que todo parezca el colmo de la modernidad. Espero y deseo que la parte contratante de la primera parte, la sindical, resista y movilice la parte contratante de la segunda parte, la sociedad que aún hoy puede dar respuesta concreta a un presunto pago laboral por algo que ni se ha hecho, ni se posee, la crisis.


Otras lecturas apuntan a más que tímidas reformas de otro orden, los monopolios ex públicos (las eléctricas y la comunicación, por ejemplo), que se resolverán mal una vez más por la resistencia que los intereses de unos pocos ponen a un estado moderno.


Señalo sólo de pasada que en las maniobras va a embarcarse y a pagar por cuenta de otros un partido socialista y, otro, que no aportará nada de nada en aras de la escalada al poder.


Simplemente eso.


Lluís Casas alarmado. Y amigablemente enfadado con el editor de La factoría. Mi artículo sobre
EL SIGNFICADO DE LA RECLAMACIÓN CATALANA SOBRE FINANCIACIÓN Y EL VERDADERO ESTADO DE LA NACIÓN lo ha publicado en la mentada revista, lo que es de agradecer. Pero se lo atribuye a López Bulla. Error, craso error: a Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César.