miércoles, 28 de enero de 2009

LAS CAJAS DE AHORRO Y OTRAS MENUDENCIAS







Tal vez ustedes no lo sepan, pero hay una larga guerra de las cajas de ahorro: en esta y aquella, así en en plural. No es, obviamente, una guerra de botones, ni de grandes maniobras con carros de combate. No verán sangre en las sucursales. Aunque en ella se muevan millones de euros y una tajada de poder económico, social y político de aúpa, más o menos el 50% del sistema financiero español. La guerra ha sido hasta hoy civilizada, con normas estrictas. En esa guerra entran prebendas de variado tipo, que van desde el mundo artístico y científico a la ayuda social. Desde la plaza del confesionario financiero de las CCAA y ayuntamientos a parabienes y recompensas por el honor perdido, por el cargo abandonado o por el favor realizado.



En esa guerra intervienen unos pocos, a saber: la banca privada que ha visto con muy malos ojos una competencia que no entienden, dado que las cajas no son de nadie y son de todos, un bien socialista en un mar capitalista que actúa como el mejor capitalista. A esa banca la siguen varios regimientos de ultraliberales financieros que quieren alcanzar las altas cotas del negocio a pequeña escala, negocio muy específico de estas sucursales domésticas y que rentabilizan la red de sucursales. Los partidos políticos de alto rango, pues así como la relación con la banca privada tiene para estos límites, fronteras y normas de uso, en las cajas pueden atreverse a más, a mucho más. Incluso como ahora para tener una estupenda guerra de guerrillas entre componentes del mismo partido. A la lista podríamos añadirle los gobiernos de toda índole, locales, regionales y federales, pues el pastel da para todos. Y al final, toda la corte que acompaña al poder, artistas y publicitarios, por ejemplo.



Esa guerra lleva dos décadas declarada, pero como en la segunda guerra mundial hay fases que calificaríamos al modo francés como “drôle de guerre”, pues nadie se atreve a un ataque frontal. Todos miran, amagan, se retiran y vuelta a empezar. Han habidos diversas ocasiones en que de aquella pira ha surgido fuego real y algunas plazas han cambiado de bando, como con las acciones participativas, pero en general las cosas se han mantenido en un estatus quo que ya lo querrían muchos para Gaza o Irak.



Hoy, la guerrilla en torno a Caja Madrid, una guerra localizada dentro de la general, ha elevado el riesgo colectivo del sector. Como nadie puede ganar con claridad y de forma definitiva ese toma y daca local, quieren extenderlo para ver si en un conflicto general se obtienen beneficios marginales. Si declaras un incendio que no puedes apagar lo más cómodo es que se extienda y tengan que venir los bomberos a derribar las casas en ruinas. Un pensamiento místico muy propio de nuestra derecha ultramontana, que el Psoe parece acariciar dubitativamente.



A resultas de esto, ha aparecido una propuesta rompedora para que la peor administración española, el Estado, sea quien que ponga paz y reglas en la tierra de las cajas con autorizaciones, permisos y la demás tramitación de conflictos. El PP ha levantado la voz citando dos monstruos, La Caixa y Caja Madrid, como susceptibles de ser domeñados. Forma utraconvexa de amagar su situación de bombero pirómano.



En esa turbia fase del combate de todos contra todos, aparece el real y verdadero propietario factual de las cajas, esa mesocracia de carácter funcionarial privado que maneja los hilos técnicos de todas ellas. En un bancal que es de todos y de nadie, el poder del ejecutivo se ha hecho omnívoro y casi hereditario al estilo romano. El jubilable hace previamente testamento y declara un hijo adaptivo y predilecto. Será el futuro mandamás. Recuerden ustedes que la existencia de un ejecutivo presupone la del parlamento, la de los jueces y si cabe, más modernamente, sindicatos y prensa. En las cajas el ejecutivo se come todo el pastel, manteniendo en plena siesta al resto de la distribución del poder. Ahora, como algunas maniobras de importancia, tal que las fusiones en el norte y cambios legislativos se han frustrado, este sector con mando real quiere venganza sobre el mundo político local que ha impedido las grandes maniobras y que es el verdadero freno a sus ansias de imperio. Y para ello pide auxilio al Estado federal.



El resultado de todo ello, si no conseguimos atenuar la beligerancia puede ser la pérdida por el colectivo social del poder en el 50% del sistema financiero, una especie de definitiva, aunque nominativamente oculta, privatización de las cajas. Objetivo último de la Banca, de la mesocracia y de los liberales disolutos. Atentos a ello, hoy los periódicos, mal que bien, por razones financieras propias de peso, dan la nota de alarma.



Lluís Casas huyendo a Suiza.





LA CRISIS GALOPANTE




He intentado resistirme todo lo que he podido a hablarles de nuevo de la dichosa crisis, a la que veo, como indica el titulillo, cabalgando feroz en pos del paro, del PIB y del tipo de interés. Algunos nuevos acontecimientos me invitan a romper esa resistencia y volver a la carga. Se los enumero:


1) Por fin, Barack Obama. La gran esperanza negra ya es lo que debía ser.


2) Los informes de la UE, la sutil ironía de Almunia como ministro europeo dando al traste con el gobierno español de su mismo partido.


3) La confesión del tío Solbes, que exige la presencia de Freud en el gobierno.


4) Lo que hacen los bancos, es decir acumular reservas para salvarse ellos, aunque el mundo se hunda. Ojo, parte de las reservas provienen del gobierno, que parece no enterarse.


5) Lo que hacen las empresas. Huir, pero no saben donde. En todo caso a casa si tienen donde volver por Navidad.


6) Lo que hacen las inmobiliarias. Las que tienen reservas esperar un nuevo ciclo especulativo. Única esperanza que corre por ahí, en la Moncloa, por ejemplo.


7) Lo que hacen las administraciones. Sorpresa a que no lo adivinan. Ni ustedes, ni nadie.


Una lista no exhaustiva, pero suficiente.


Por fin aquello que todo el mundo esperaba se ha producido. Ya tenemos presidente del mundo. A partir de ahora ya no hay excusa a las dilaciones.


Los meses transcurridos desde las elecciones de Noviembre han tenido un altísimo coste económico y político. Ya les dije a ustedes que apoyaran la jura ipso facto del presidente, que no podíamos esperar tanto. Bien, hemos esperado, hemos pagado el coste de la espera y ya lo tenemos.


Todos los presidentes de gobierno y todos los cabezas de cartel o de oposición tienen el futuro despejado de excusas, hoy todos tienen que echar el resto para atajar la crisis y sentar las líneas del nuevo desarrollo. Y esto tanto allí, como aquí. No valdrán medidas chapuza, ni justificaciones limitadoras. Las incógnitas políticas están despejadas y la nueva administración americana va a producir decretos y leyes, a impulsar acuerdos y compromisos. Por ejemplo, en los primeros días se han producido algunas acciones que configuran el futuro económico, entre otras cosas, el medio ambiente formará parte de la nueva política keynesiana. Gasto público generador de ocupación y negocio que siente las bases de otra economía energética, por ejemplo. Otro más, a la chita callando, el presidente ha prohibido los coches despilfarradores. Aquí eso hubiera sido insultar al Real club automóvil, a La Vanguardia y a los conductores con aspiraciones a la fórmula uno. Pues en Washington está hecho.


En el camino, España se ha dejado mucho crecimiento y ha entrado con todo el ímpetu que le ha faltado al gobierno estos meses en la depresión. El comisario Almunia es quien ha dado la mala noticia, un socialista español y candidato pasado del PSOE lo ha confirmado. Señores el paro va hacia el 20%, el tipo de crecimiento español, viviendo y derrochando inmuebles y dejando para otra década el impulso a los sectores de alta productividad, genera hoy un paro masivo, con características de difícil acomodo inmediato. Se trata, básicamente, de personas con escasa especialización, buena parte de ellas inmigrantes a los que el suelo les desaparece bajo los pies a ojos vistas. La acción benefactora del subsidio de paro, de la formación ocupacional, de la acción social municipal tiene a la vista una batalla de órdago. Por cierto, los costes del paro van a la caja autonómica y municipal, todos ellos excepto el subsidio. El único que tiene fecha fija y que corresponde al gobierno federal. ¿Pillan el asunto?El tío Solbes, a menudo candidato a aparecer en los artículos económicos, ha dado un paso de gigante hacia su entronización como víctima desarmada. El tío Solbes está a un paso de pasar a ser el profeta desarmado, titulo histórico que muchos recordaran (por si se da el caso de la desmemoria, Isaac Deutscher es la referencia). Nunca un superministro de la economía fue tan sincero y tan ingenuo. Solbes nos ha dado la tabarra este último año negando sistemáticamente el rápido proceso de deterioro económico del país. Sus cifras eran desmentidas sistemáticamente por la realidad días después de anunciarse. Algunos le atribuíamos el escaso merito de que mentía para frenar el deterioro de la economía. Pues bien, si era así el éxito ha sido nulo. Hoy, el ministro que debía, a falta de presidente, enfrentar la crisis, generar confianza, impulsar nuevas políticas, nos dice con toda la sinceridad del mundo que no sabe que hacer y que el futuro está pringado.




Una lección para todos los ministros del ramo que se esfuerzan por alimentar las escasas ilusiones de la economía. Por fin la verdad por delante. Esas declaraciones me suenan a dimisión de facto. Aunque existe el problema de conseguir un recambio en plena carrera y colocados en el último puesto, o en el primero del paro y de la reducción del PIB.La banca, ese poder permanente en la península, permanece insensible a los gritos del gobierno para que facilite crédito y suavice el trance de impagos, inversiones o hipotecas. La banca utiliza fondos gubernamentales facilitados para ese fin y los deriva hacia la estabilización de sus cuentas. Un bien social de nuevo apropiado por la banca. Estamos acostumbrados.También las empresas son noticia, piden préstamos, avales, garantías y cualquier otro regalo navideño simplemente para decir a continuación que no tienen proyectos o que los que tienen pueden irse a Sudáfrica. Muchas de ellas están procediendo a una reestructuración que en otras circunstancias seria imposible. La crisis les afecta, pero también es excusa para limpiar el tajo. Una línea que va definiéndose es la de garantizar la producción y el empleo en cas, es decir en la matriz nacional de la empresa y al resto que los zurzan. Les recuerdo que empresas de renombre propias tenemos pocas y ninguna en la automoción, o autoemoción, hoy eslogan general para los presuntos afectados.



Las empresas inmobiliarias siguen en la palestra. Las caídas, defenestraciones y otros accidentes financieros siguen su curso inexorablemente. Ahora bien, lentamente aparecen datos sobre una cierta estrategia para el inmediato futuro. Como no hay alternativa al mundo inmobiliario, en dos años volveremos. Eslogan filipino de Douglas McArthur aplicable a una nueva fase especulativa de terrenos y viviendas.



En fin, en último lugar, las administraciones se lamen las heridas fiscales, por enormes caídas de ingresos y se paralizan parcialmente mientras digieren el mal plato. Las acciones que vemos, en torno al eje principal, los recursos federales, son palpitaciones de terror, sin programa adjunto. Tal vez, una dirección mejor definida más allá del Atlántico anime a nuestros lideres a tomar caminos más eficaces.


Amén.


Lluís Casas predicador

LA CRISIS GALOPANTE

He intentado resistirme todo lo que he podido a hablarles de nuevo de la dichosa crisis, a la que veo, como indica el titulillo, cabalgando feroz en pos del paro, del PIB y del tipo de interés. Algunos nuevos acontecimientos me invitan a romper esa resistencia y volver a la carga. Se los enumero:


1) Por fin, Barack Obama. La gran esperanza negra ya es lo que debía ser.


2) Los informes de la UE, la sutil ironía de Almunia como ministro europeo dando al traste con el gobierno español de su mismo partido.


3) La confesión del tío Solbes, que exige la presencia de Freud en el gobierno.


4) Lo que hacen los bancos, es decir acumular reservas para salvarse ellos, aunque el mundo se hunda. Ojo, parte de las reservas provienen del gobierno, que parece no enterarse.


5) Lo que hacen las empresas. Huir, pero no saben donde. En todo caso a casa si tienen donde volver por Navidad.


6) Lo que hacen las inmobiliarias. Las que tienen reservas esperar un nuevo ciclo especulativo. Única esperanza que corre por ahí, en la Moncloa, por ejemplo.


7) Lo que hacen las administraciones. Sorpresa a que no lo adivinan. Ni ustedes, ni nadie.


Una lista no exhaustiva, pero suficiente.



Por fin aquello que todo el mundo esperaba se ha producido. Ya tenemos presidente del mundo. A partir de ahora ya no hay excusa a las dilaciones.


Los meses transcurridos desde las elecciones de Noviembre han tenido un altísimo coste económico y político. Ya les dije a ustedes que apoyaran la jura ipso facto del presidente, que no podíamos esperar tanto. Bien, hemos esperado, hemos pagado el coste de la espera y ya lo tenemos.


Todos los presidentes de gobierno y todos los cabezas de cartel o de oposición tienen el futuro despejado de excusas, hoy todos tienen que echar el resto para atajar la crisis y sentar las líneas del nuevo desarrollo. Y esto tanto allí, como aquí. No valdrán medidas chapuza, ni justificaciones limitadoras. Las incógnitas políticas están despejadas y la nueva administración americana va a producir decretos y leyes, a impulsar acuerdos y compromisos. Por ejemplo, en los primeros días se han producido algunas acciones que configuran el futuro económico, entre otras cosas, el medio ambiente formará parte de la nueva política keynesiana. Gasto público generador de ocupación y negocio que siente las bases de otra economía energética, por ejemplo. Otro más, a la chita callando, el presidente ha prohibido los coches despilfarradores. Aquí eso hubiera sido insultar al Real club automóvil, a La Vanguardia y a los conductores con aspiraciones a la fórmula uno. Pues en Washington está hecho.


En el camino, España se ha dejado mucho crecimiento y ha entrado con todo el ímpetu que le ha faltado al gobierno estos meses en la depresión. El comisario Almunia es quien ha dado la mala noticia, un socialista español y candidato pasado del PSOE lo ha confirmado. Señores el paro va hacia el 20%, el tipo de crecimiento español, viviendo y derrochando inmuebles y dejando para otra década el impulso a los sectores de alta productividad, genera hoy un paro masivo, con características de difícil acomodo inmediato. Se trata, básicamente, de personas con escasa especialización, buena parte de ellas inmigrantes a los que el suelo les desaparece bajo los pies a ojos vistas. La acción benefactora del subsidio de paro, de la formación ocupacional, de la acción social municipal tiene a la vista una batalla de órdago. Por cierto, los costes del paro van a la caja autonómica y municipal, todos ellos excepto el subsidio. El único que tiene fecha fija y que corresponde al gobierno federal. ¿Pillan el asunto?



El tío Solbes, a menudo candidato a aparecer en los artículos económicos, ha dado un paso de gigante hacia su entronización como víctima desarmada. El tío Solbes está a un paso de pasar a ser el profeta desarmado, titulo histórico que muchos recordaran (por si se da el caso de la desmemoria, Isaac Deutscher es la referencia). Nunca un superministro de la economía fue tan sincero y tan ingenuo. Solbes nos ha dado la tabarra este último año negando sistemáticamente el rápido proceso de deterioro económico del país. Sus cifras eran desmentidas sistemáticamente por la realidad días después de anunciarse. Algunos le atribuíamos el escaso merito de que mentía para frenar el deterioro de la economía. Pues bien, si era así el éxito ha sido nulo. Hoy, el ministro que debía, a falta de presidente, enfrentar la crisis, generar confianza, impulsar nuevas políticas, nos dice con toda la sinceridad del mundo que no sabe que hacer y que el futuro está pringado. Una lección para todos los ministros del ramo que se esfuerzan por alimentar las escasas ilusiones de la economía. Por fin la verdad por delante. Esas declaraciones me suenan a dimisión de facto. Aunque existe el problema de conseguir un recambio en plena carrera y colocados en el último puesto, o en el primero del paro y de la reducción del PIB.



La banca, ese poder permanente en la península, permanece insensible a los gritos del gobierno para que facilite crédito y suavice el trance de impagos, inversiones o hipotecas. La banca utiliza fondos gubernamentales facilitados para ese fin y los deriva hacia la estabilización de sus cuentas. Un bien social de nuevo apropiado por la banca. Estamos acostumbrados.



También las empresas son noticia, piden préstamos, avales, garantías y cualquier otro regalo navideño simplemente para decir a continuación que no tienen proyectos o que los que tienen pueden irse a Sudáfrica. Muchas de ellas están procediendo a una reestructuración que en otras circunstancias seria imposible. La crisis les afecta, pero también es excusa para limpiar el tajo. Una línea que va definiéndose es la de garantizar la producción y el empleo en cas, es decir en la matriz nacional de la empresa y al resto que los zurzan. Les recuerdo que empresas de renombre propias tenemos pocas y ninguna en la automoción, o autoemoción, hoy eslogan general para los presuntos afectados.


Las empresas inmobiliarias siguen en la palestra. Las caídas, defenestraciones y otros accidentes financieros siguen su curso inexorablemente. Ahora bien, lentamente aparecen datos sobre una cierta estrategia para el inmediato futuro. Como no hay alternativa al mundo inmobiliario, en dos años volveremos. Eslogan filipino de Douglas McArthur aplicable a una nueva fase especulativa de terrenos y viviendas.


En fin, en último lugar, las administraciones se lamen las heridas fiscales, por enormes caídas de ingresos y se paralizan parcialmente mientras digieren el mal plato. Las acciones que vemos, en torno al eje principal, los recursos federales, son palpitaciones de terror, sin programa adjunto. Tal vez, una dirección mejor definida más allá del Atlántico anime a nuestros lideres a tomar caminos más eficaces.

Amén.


Lluís Casas predicador

lunes, 26 de enero de 2009

Y SI NUESTRO GOBIERNO FUESE ANALIZADO POR EL SENADO DE ... LOS ESTADOS UNIDOS?




No se si estarán al caso, por eso se lo cuento. La designación de los miembros del gobierno federal estadounidense no es sólo competencia del Presidente, aunque el Senado debe dar su aceptación a cada uno de los secretarios (ministros) propuestos. Si tienen a mano una cinemateca, les recomiendo “Tempestad sobre Washington” de Otto Preminger, en donde un Henry Fonda aspirante a secretario de estado debe sudar la camiseta para conseguir el nombramiento a causa de sus veleidades izquierdistas de juventud. Un film espléndido en si mismo y con el que se aprende teoría política a raudales.


Pues bien, ese sistema de filtro y depuración, que valora hasta el color de los calcetines de los aspirantes y que no acepta nunca un incumplidor con el fisco nos puede parecer exagerado visto desde Europa donde las formas son distintas. Pero por la luz y el brillo de los actuales ministros de nuestra galvánica federación nos hace sospechar que, de vez en cuando, el sistema americano debería emplearse aquí. La reflexión la ha provocado ese artículo publicado en este medio, sin firma alguna, ni referencia libresca que identifique a su posible autor, dando a entender que ciertas cualidades imprescindibles para el ministro de trabajo están ausentes en quien ejerce la actual magistratura y muy presentes en tres personalidades alternativas:
¿PARA QUÉ SIRVE EL MINISTERIO DE TRABAJO? Estoy de acuerdo con la reflexión filosófica y práctica, y la extiendo a varias docenas más de ministros. También estaré de acuerdo si ustedes ponen en la lista alcaldes, regidores, consellers y presidentes del Barça.


¿Qué valoran los senadores de Tejas, Minnesota y Nueva York? Que no se les cuelen espías de Irán, en primer lugar. Que el aspirante responda intelectualmente y por curriculum político y personal a las exigencias del cargo. Que tenga buenas amistades entre los que lo investigan, sean del bando propio o no. Lógicamente entienden que debe ser algo más que letrado y conocedor de la administración y sus normas y algunas miles de cosas más. No hay manual para la investigación y unos pasan deprisa el duro trámite y otros se encallan por menudencias. Pero lo bueno del caso es que el Presidente que los elige y los aspirantes saben que hay un calvario de por medio. Y esto, señores míos, está más que bien. Finalmente, si el aspirante no ha resultado un fugado de Alcatraz, el Presidente se pasa por el forro la investigación y lo nombra. El riesgo es suyo, pero la ciudadanía se ha enterado del número de novias del futuro secretario.


Bromas a parte, creo sinceramente que ese peaje, si quieren ustedes regulado y debidamente expiado de la vida personal, es una costumbre política que responde a una higiene necesaria. Además aportaríamos interés y un cierto trabajo a nuestro aburrido senado.


¿No les parece?


Por cierto, cojan la lista de ministros con foto incluida y pregúnteles por sus habilidades, experiencia, conocimientos y demás y comprueben si pasan el filtro o no. Es el juego del senador. Un juego más arriesgado que el póker.



Lluís Casas, haciendo de Charles Laugthon, senador por Virginia

BANALIDADES DE PERIODISTAS Y DE LOS MEDIOS








No hace muchos meses, en diciembre del 2007 en un artículo titulado “Lo que cuesta cambiar”, movido por una inquietud inexplicable les comenté que tenía la impresión que estábamos en un país en donde cualquier cosa nueva era muy difícil de promover, que los cambios, incluso los avalados por experiencias positivas y razonables en otros lugares, daban pie a interminables polémicas y a considerables trabas institucionales, políticas, económicas o sociales. Además muy fácilmente el debate, en demasiadas ocasiones falso: deriva hacia terrenos de escarnio, descalificación e intolerancia. No es una inquietud simplemente personal, fruto de una cierta depresión vital, sino constatada en muchas conversaciones con actores víctimas de esta más que probable enfermedad social que podríamos bautizar como conservadurismo autista.



Nadie debe llamarse a engaño; lógicamente cualquier cambio promueve adhesiones y oposiciones, sobre todo si afecta a la distribución del poder, del dinero o a las hegemonías ideológicas y culturales o, incluso, a simples molestias hacia costumbres consideradas inamovibles. Y ello ocurre tanto a escala menor, entre personas, familias y pequeños colectivos, como a gran escala cuando lo que se cuece es al por mayor. Cualquier agente de cambio (no de bolsa) debe tener en cuenta esas resistencias, oposiciones o conflictos globales. Ya desde el inicio de cualquier proceso de cambio ha de estar alerta y prever las reacciones que con más o menos interés van a causar sus acciones. ¿Qué les voy a decir sobre como reacciona el principal instrumento financiero del país si pretendo regular su fondo social o su acción inversora? O la reacción empresarial ante la demanda de contratos de trabajo dignos, con sueldos a la altura de los precios. Ello es natural, ya los clásicos que precedieron a los clásicos explicaban las reacciones entre intereses enfrentados.




Ahora bien, ¿qué decirles cuando no se vislumbran intereses definidos y la reacción es desmesurada, frontal, máxima por motivos, tal vez de orgullo o simple vanidad terrenal o de oscuridades incomprensibles, que a menudo las hay?Tenemos una derivada de esa enfermedad, derivada casi tan grave como la enfermedad misma. Es el freno psicológico autoimpuesto al cambio que se extiende entre los que están comandados a hacerlo. Frente a tantas broncas sobre todo, la pregunta es: ¿vale la pena arriesgarse? El resultado puede ser socialmente tremendo.De eso voy a hablarles a propósito de dos situaciones que se han desatado en torno al gobierno catalán estos días, el primero la reacción de algunos periodistas y medios frente a la solidaridad explicita de una de las tres fuerzas del gobierno a favor de la paz y de los palestinos, la otra sobre el dichoso 80 por hora que casualmente afecta a la misma formación.Empezaré por la segunda y lo haré independientemente de mi opinión concreta sobre ella. Los datos objetivos, aunque probablemente no todos los datos, son: la contaminación atmosférica en la zona metropolitana de Barcelona supera en muchísimo los mínimos exigidos por la UE. Esa exigencia europea no es simplemente una norma, sino que afecta a la salud, es causa de morbilidad y mortalidad detectada de cierta relevancia y conlleva responsabilidades penales para los responsables públicos del asunto. Lo que en conjunto no es una simpleza a mi parecer.




Por otro lado, los accidentes y su derivada la mortalidad del tráfico es alta, mucho más alta que la de otros países y de lo que toda lógica aceptaría, incluso en esas vías de cercanía a la urbe.Durante muchos años la inacción fue la norma. La situación cambió hace poco más de un año con la limitación a 80, que tuvo reacciones estrepitosamente contrarias en muchos colectivos y entidades. El Real Automóvil Club de Catalunya, sin ir más lejos y, también, en el mundo mediático por los espectaculares titulares que permitía. La lectura de titulares te lanzaba a la parálisis social por falta de 20 KM por hora. Incluso un servidor, Lluís Casas, se dio por aludido y produjo un comentario a propósito en el principal periódico digital de Parapanda que llevaba por título:” ¿Por que los empresarios no quieren ir a 80?”. Esto fue concretamente el julio del 2007.Tiempo después la valoración es la siguiente, se ha reducido la contaminación en algo más del 10%, los accidentes han disminuido en un 40% y el tiempo de desplazamiento en muchas franjas horarias densas se ha reducido. Incluso el honrado gremio de las grúas de vehículos se siente afectado, dada la disminución más que evidente de los encargos. Unos resultados indiscutidos, pero no reconocidos mediaticamente por aquellos que especulaban con lo que no sabían y apostaban por la catástrofe. Estas semanas se han impulsado nuevas acciones más intensas. La velocidad variable con límite en los susodichos 80.De nuevo las reacciones han sido esperpénticas, el RACC, faltaría más como propietario del alma automovilista y los periodistas y medios habituales en el frete del rechazo. De momento, frente a la medida, la razón arguye que deberemos esperar resultados tras unos meses y comprobar el funcionamiento. Ese pensamiento tan lógico, ligero, fácil de producir no ha sido seguido por esos confortables medios, ni por periodistas significados que quieren el fusilamiento antes del juicio. A propósito, cito una entrevista ejemplar, puesto que representa esa especie de oposición a todo, independientemente de lo que se trate: en TV3, en el programa “Els matins d’en Cuní”, éste con otras tres personas entrevista a un académico de la cuestión, formalizador del modelo matemático que sustenta las mediadas, director, si no me equivoco, de la supercomputación de la universidad. Docenas de veces, con insistencia machacona, los de la entrevista le exigían que dijera que al fin y al cabo a 90 o a 100 todo era igual, que para qué los 80. El personaje aguantó la andanada nada escrupulosa, ni, por cierto, respetuosa y se mantuvo en una ordenada argumentación: la limitación a 80 es adecuada, incluso en horas bajas de tráfico y ayuda a obtener niveles de contaminación menores.




Está probado y no es bueno superarla.La entrevista, que los servicios tecnológicos de Parapanda puede ofrecerles, abajo del todo, como link, terminó por agotamiento de los preguntantes de un modo un tanto brusco. Creo que producto del disgusto producido por un personaje tan poco manejable.Resultaba difícil de entender que unos periodistas tuvieran delante una persona experta, llena de consideraciones razonables, razonadas y constatables y que solo buscaran el gran titular: el autor científico reniega de su propuesta, los 80 no sirven de nada. No se produjo el titular, claro está, y lamentablemente tampoco se produjo la pedagogía de que era capaz el experto y que los periodistas evitaron.Ahí no parece haber intereses monetarios, o de poder. Hay simplemente, así me lo parece, un periodismo poco digno, vengativo, voraz y extraordinariamente vanidoso. Una interpretación mediática de una política sin la menor relación con las intenciones benéficas de la medida, la reducción de la contaminación y de los accidentes y las víctimas. En el fondo, incluso de forma no consciente, ese periodismo está diciendo más contaminación y más victimas, eso si, rápido, a 120 por hora.Como corolario, algunos munícipes metropolitanos que se han pasado media vida sin decir esa boca es mía a propósito de ese asunto, también se añadieron al carro hipercrítico, olvidando que eran los precursores de la medida. Las rondas de Barcelona tienen limitada la velocidad a 60 y 80, desde hace años y la propia ciudad está limitando la velocidad en determinados barios a 30. Un olvido que el presidente de la Generalitat les debió recordar, puesto que callaron de golpe.Gaza es el siguiente motivo y va por los mismos andurriales. Aunque es mucho más importante. Cualquier persona puede opinar a favor o en contra de israelíes o palestinos, así es el sistema democrático. La cosa cambia cuando el opinante tiene acceso preferente a los medios de comunicación y lo que dice no puede evaluarse como opinión meramente subjetiva. Ahí los periodistas tienen donde alimentarse, en sus facultades se enseña esa distinción como pilar del periodismo honesto. Tampoco es legítimo criticar la actitud personal y democrática de nadie, ni tampoco desprestigiar a un colectivo que hace expresión de su opinión, atribuyendo lo que no se ha dicho, o lo que no se ha hecho. El periodista en las condiciones indicadas debe saber separar adecuadamente la opinión propia de la información y huir de simples especulaciones tramposas. Lo contrario es simplemente desinformación y eso, me temo, está prohibido en verdadera democracia.El asunto tiene un cariz simplemente humano, las victimas inocentes. Centenares de ellas. Afortunadamente, la mayoría de las intervenciones a favor de la paz se hacen aquí desde esta perspectiva. Lo que me permite apuntar que, tal vez, los críticos con los defensores de la paz y de las victimas estén a favor de la guerra y de los muertos, siempre y cuando sean del bando contrario. ¿O no?




Lluís Casas, Castelldefels a 60 o menos

martes, 20 de enero de 2009

NUESTRO POPULISMO ENMASCARADO






Con la crisis económica del 2008 están aflorando sin pintura de recubrimiento alguna las capacidades reales de hacer política, la plasmación en el momento concreto de la esencia de la cada opción parlamentaria o social, la concreción de la concepción profunda de la democracia, o del gobierno y la capacidad real de impulsar pensamiento y acción para un mundo mejor en este momento solemne (frase que atribuyo aquí a casi todas las opciones políticas democráticas sin discriminación). Esto es aplicable, faltaría más, también a las personas, como nuestro equipo económico encabezado (¿?) por el tío Solbes. Los interrogantes anteriores se aplican a la duda provocada sobre la capacidad de discernimiento y de acción, incluso de pensamiento libre de prejuicios, del superministro y del equipo que le da apoyo. En Enero del 2009, cuando todo el orbe sabe al dedillo todo lo de la crisis, el ministro se descuelga con una confesión intima a un periódico: existe la crisis y será dura. Una confesión que ha demorado nada menos que 9 meses. Añade, para alarma de todos, que ya no sabe qué hacer.


En el corto trayecto que va del verano del 2008 hasta hoy día, han sido muchos los personajes de la política, de la economía y del mundo social y sus respectivas organizaciones que han quedado al descubierto. Como la relación es larguísima, me abstengo de citarla exhaustivamente, y dejo dicho quiénes son haciendo una finta y citando a los que a mi parecer sí han estado a la altura (a alturas diversas, pero alturas). En Europa Brown y Sarkozy, llevando a remolque a alguien que ha dado la sorpresa por su timidez, Angela Merkel. Todos ellos líderes de gobierno o estado. Desde las oposiciones parlamentarias nacionales ha sido más difícil salir a la palestra. Unos que lo tenían muy bien por su tradición reciente, la izquierda francesa, liados como estaban a lanzarse ladrillos han perdido una oportunidad de oro y han dejado el terreno exclusivamente para ese tiburón de Sarkozy.


Los líderes europeos, o los grandísimos funcionarios europeos, han brillado por su ausencia, algunos han seguido la estela más cercana u obligada, como el presidente de la comisión, que casi nunca tiene nada que decir. Incluso algunos muy significados están dejando ir aire económico a regañadientes, es decir, décimas de tipo de interés, comiéndose una vida pública basada en el dejar hacer a los financieros peligrosos y ahora innombrables, o en perjudicar el componente social de la política, del gobierno y de la economía. No citaré a los sindicatos, sintiéndolo profundamente, no sé que citar. Y en cuanto a empresas y empresarios, el dios del autobús urbano de Barcelona nos coja confesados.


En los USA, detonador del asunto de la crisis y esquina hacia la que todo el mundo mira hoy día, hemos visto una rebelión a bordo en la Casa Blanca con mutaciones vertiginosas desde el liberalismo libérrimo a la nacionalización de la banca. Con el presidente cesante a remolque, sin enterarse de nada o haciendo de rémora. El cambio ha sido de tal magnitud que no lo hemos digerido aún. La pugna por dejar hacer a la crisis creando millones de parados o de inaugurar un largo período de dirección pública de la economía no está decidida. Los ilustres republicanos reaganianos, junto a sus correspondientes demócratas, se resisten a ceder y luchan por ver en directo un nuevo 1929. Una lucidez de espanto. Con todo, la reacción norteamericana ha sido rápida, tal vez menos acertada que la inglesa o menos clara que la francesa, pero dados los parámetros de allí, en Washington, hay que reconocer que nadie podía esperar tamaño cambio. Además, la llegada de un presidente adulto y letrado puede dar mayores esperanzas a un reformismo global en detrimento del infierno liberal.


A todo eso, en este rincón del mundo, apartado de las corrientes de pensamiento, de los flujos de información cualificada, de las nobles influencias ideológicas, rincón en donde nada es cierto o mentira y donde sólo cuenta una riña de corral entre gallos desgastados y con poca pluma que lucir, miramos el exterior perplejos y en ocasiones deslumbrados. Cómo es posible --pensamos desde aquí-- que Sarkozy, líder de la derecha francesa, les diga a los morros a los banqueros que se han acabado los repartos de beneficios mientras haya que pagar la factura pendiente. O qu hay que cambiar profundamente la concepción de la riqueza y el enfoque financiero. Palabras mayores que obligan a mucho, independientemente del grado de sinceridad de quien las utiliza. Lo mismo ocurre con lo hecho por Brown, que como buen escocés hace y habla menos que su homólogo francés. Y no digamos del debate en profundidad entre los ilustrados americanos en torno al keynesianismo, al papel del estado en la economía, etc., etc.


Por lo que sé, aquí todos dicen lo mismo (expresión amable del gran Woody Allen) a mi plin que duermo en pikolín. Ideas pocas, ya que deben estar prohibidas, tanto entre los políticos, como entre los académicos de la economía. Nadie se moja. Me temo que estamos cortos de meninges oficiales, oficialistas o simplemente voluntarias.


Es duro asistir a un más que probable renacer de una concepción social de la vida económica y no ver cómo la pedagogía política de la izquierda ocupa esa plaza de divulgador, de aportador de novedades. ¿O es que no tenemos ni socialdemócratas en España?



Lluís casas, menchevique






viernes, 16 de enero de 2009

GAZA

Hace unos cuantos años, cuando había acuerdos y algunas esperanzas de mejora entre palestinos e israelíes hice un viaje a la zona. Ví todo lo que se enseña a los turistas y lo que uno, con la vista en buen estado, adivina entre las sombras. Como eran momentos de cierta esperanza y una más que consistente tranquilidad, la razón se expresaba en términos de que era posible una vida casi normal entre unos y otros. Si una vida casi normal incluye campos de concentración y limitaciones mil para el ejercicio de una actividad normal, incluido el bajar la cabeza frente a las numerosas líneas fronterizas que impone Israel. Pero, en ese momento, había cierta esperanza, insisto. Los palestinos debían hacer horas de cola para pasar de una calle a otra, pero también podían saltarse el asunto caminando diez minutos por el campo. Una situación que como hispánico comprendía muy bien. Ese estado esperanzado incluía, no hay que olvidarlo, la aceptación por parte palestina de su expulsión territorial. Esfuerzo material, moral y psicológico que nunca se valora.


Esa visita dejó algunos conocidos, mayormente israelíes por cuestiones lingüísticas, a los que anualmente saludo con la llegada del nuevo año. Para este, el asunto ha sido difícil. La familia israelí, de raíces recientes argentinas, nos expresó su angustia frente a las incidencias que causaban los cohetes de Hamas. Debían refugiarse de vez en cuando en las instalaciones preparadas para ello. Nuestra respuesta ha sido complicada, ¿qué decirles a personas que aprecias sobre lo que veías por televisión mientras leías su correo electrónico? ¿Qué los palestinos se lo pasaban muchísimo peor, qué no hay refugios posibles frente a un ejército sin límite, etc. Les ahorro mayores descripciones de mis dificultades.


No es el propio conflicto del que deseo escribir, sino de algo oscuro que ocurre aquí mismo, en este rincón contrario del Mediterráneo que debería por experiencia propia ser sensible al dolor y a la crueldad y a la deshumanización.

La deshumanización, la insensibilidad frente a los otros, han aparecido bajo la forma de tratar la guerra de Israel con una tolerancia impasible por parte de algunas personas y medios de comunicación. Cualquiera puede ser partidario de la versión bíblica judía del holocausto palestino, incluso eso puede llegar a entenderse. Pero negar lo que ven tus ojos no parece aceptable en personas que tienen a su alcance la libertad de ver sin sufrir. Y criticar a quien se sensibiliza y se expresa por una paz del vencedor, es, ya, superar los límites razonables. Esos comentaristas de todo, periodistas llenos de un orgullo sin causa, propagandistas de no se sabe qué. Simples opinantes de cobro, parecen olvidar lo que sucedió en la Europa y la España de 1936. Son parecidos a esos divulgadores ingleses que giraban la cabeza frente a los bombardeos franquistas de las ciudades republicanas. Que no querían enterarse sobre quien caían las bombas, ni porqué. Les bastaba la palabra comunismo o anarquismo para ocultar su razón y sus ojos. Posición que ocultaba, vaya que si, unos intereses políticos, ideológicos y materiales que no podían decirse en voz alta.


No me parecen distintos a los que, siendo nazis, calificaban de terroristas a los judíos noblemente sublevados del gueto de Varsovia.


No son distintos a esa jerarquía católica que ignoró el holocausto judío, el holocausto gitano, el holocausto ruso y el holocausto republicano. Una ignorancia mezclada con intereses y con cobardía. Simple inhumanidad.


Las razones de estado no son razones. Son justificaciones, casi siempre, de lo injustificable.


martes, 13 de enero de 2009

LA CAÍDA DE BARCELONA




No voy a hablarles de historia, ni siquiera de lo que ocurrió en aquel inicio de 1939, al contrario, voy a hacer comentario ficción en relación a un más que hipotético cambio en el poder municipal barcelonés.


El comentario me surge a propósito de ciertas incapacidades políticas y técnicas que se observan desde hace tiempo en el puesto de mando de la Casa Gran, detectadas ya desde el abandono por parte de Pasqual Maragall de la vara de alcalde y que se han hecho consistentes a lo largo de estos años. Y de la plasmación en las encuestas de movimientos de votos significativos.


He de decir que nunca he sido un fan acrítico del gran Pasqual, por lo tanto lo que sigue no es nostalgia ad personam, sino exigencia de alta política en la plaça de Sant Jaume. Por otro lado, es necesario reconocer su liderazgo potente y popular. Liderazgo que escondía algunos vacíos y ciertas políticas ajenas a una izquierda responsable pero consistente. Otros artículos míos sobre el urbanismo barcelonés y barcelonista les pondrán sobre alguna pista de lo que intento explicar.


Las dos sucesiones, la de Joan Clos y la del actual alcalde Jordi Hereu, no han conseguido reequilibrar el liderazgo y han desviado energías y capacidades hacia objetivos inexistentes en la realidad o alejados de las necesidades reales de la ciudad. La línea alcanzada por Maragall, en la que Barcelona se situaba como una ciudad nueva, con propuestas, consecuciones y objetivos de gran calado ha terminado por agotarse por falta de ímpetu, renovación y probablemente simple capacidad.


A la decaída vara de alcalde se añaden otros condimentos que hacen la situación política y electoral barcelonesa más apetitosa. Sin lugar a dudas, la no incorporación de ERC al cartapacio gobernante genera dificultades añadidas, disgustos que en otro caso se resolverían en casa y que abren vías de agua por la que se cuela, no sin torpezas, la oposición permanente de CIU. No solo la ausencia de ERC es significativa, sino el papel de ICV_EUIA, socio permanente en el gobierno, parece ciertamente desdibujado en esta última fase. Hay que reconocer que ICV a lo largo de la historia del gobierno de la ciudad ha aportado votos y también mucho sentido común, determinando las políticas de bienestar social y frenando los liberalismos socialdemócratas sueltos en la plaça de Sant Jaume.


Hoy la alternancia en su dirección pone problemas para su visualidad como socio único y preferente. Esta es una ocasión, la de ser socio único, en la que ICV tiene larga experiencia. Anoto para los estudiosos que con solo dos concejales ICV lograba no hace muchos años cambiar presupuestos horas antes de su aprobación. Parece que el incremento de regidores no ha sido bien digerido, o simplemente los duros acuerdos de gobierno eran más fáciles con don Pasqual. Un acierto más para él, que sabía ilustradamente la fuerza real de una coalición de izquierdas.


El gobierno de una gran ciudad está siempre lleno de contrastes, contradicciones y decisiones que dejan lastre. La virtud del gobernante es que el resultado sea siempre de acumulación de asentimiento electoral, cultural y político hacia las opciones de gobierno y que el cambio se note. Esto se ha cumplido en parte en Barcelona desde 1979. Aunque ha habido movimientos arriba y abajo, estos no han descabalgado, hasta hoy, al jinete (o a los jinetes). Ya Maragall perdía votos y concejales, pero su lucha electoral era contra Jordi Pujol, mediante interpuestos continuos. Debo resaltar, por si alguien no se acuerda, que Artur Mas se gradúo en la oposición permanente en el ayuntamiento, de ahí su innegable buen hacer actual como oposición parlamentaria. Hoy, sin Jordi Pujol, la lucha electoral es más plana y por ello la pérdida de votos es más grave y difícil de remontar. Es un conflicto entre humanos, no entre dioses del Olimpo.


Esta territorialidad cotidiana, esta falta de elementos identificadores del ciudadano con su ciudad y con su gobierno alientan los cambios. Si Barcelona, malgré Woody Allen, es una ciudad más, sin relevancia más que para los turistas, los acreditados electoralmente pueden cambiar de papeleta sin sufrir dolor alguno, ni temer un disgusto la noche electoral. Todo es más fácil para el cambio.


Insisto pues en la cuestión del liderazgo. Sin el, sin un alcalde con la vara levantada y las ideas dispuestas, sin inculcar ilusión política, Barcelona se transforma en un distrito. Lo que cuenta es el aparcamiento al lado de casa. Todo es doméstico, cercano, familiar y la política urbana de la principal ciudad de Catalunya, y también del Mediterráneo, se decide en el altar de los dioses domésticos. Nada para el Olimpo.


No piensen los lectores que me he trastornado, que he perdido el juicio y el pensamiento crítico. Sigo pensando que Barcelona pude gobernarse desde la izquierda, con políticas de izquierda que incorporan cercanía y familiaridad. Pero necesita más, necesita ambición internacional, presencia física en el mundo. Y eso no se hace sin liderazgo. No es bailando en una carroza que se obtiene ese liderazgo, como hacia Clos. O creando falsos acontecimientos. Hacen falta acontecimientos ciertos y útiles, hacen falta apuestas hacia el exterior que cambien el interior.


Hoy, alguien está aconsejando mal al actual alcalde, que parece querer convertir la gestión municipal en su eslogan: Barcelona 2.0. Otro error mayúsculo. Eso solo interesa en Esade. Ni en Washington, ni en Paris. Ni, por descontado, en el Carmelo. Refugiarse sólo en la gestión, tal vez en la buena gestión, es más que un solemne error, es huir del debate político, es decir que no se tienen ideas, es afirmar que no hay modelo de ciudad. Hereu se abandona a algo cuasi imposible, imponerse por ser un gran gestor. El electorado valora eso, si es valorable, al final de la lista de los requerimientos. Ya Clos quiso elevarse sobre una gestión financiera post olímpica estricta y solvente. Lo que era valorable en un teniente de alcalde se transformó en un coste como líder del consistorio.


Hoy Barcelona tiene cuentas saneadas, pero está falta de ideas. La gestión financiera se hizo con enormes costos de cerebros, que fueron alejados del poder de decisión en beneficio de gerentes que ocuparon los lugares que no les correspondían. No reniego de la gerencia pública, al contrario, son ferviente partidario. Lo malo es substituir lo político por la cuenta de resultados y las ideas por el si señor, a mandar, para eso estamos. Esas cuentas son hoy una enorme oportunidad política, esos recursos disponibles son hoy, en plena crisis, alimento espiritual de la acción fuerte de gobierno. No para malgastar, ni para repartir a modo de ZP, sino para hacer ciudad y ciudadanos. Me asombra que no se hayan dado cuenta, pero para eso hay que tener concejales, no gerentes.


La oposición permanente, CIU, dado que el PP no cuenta más que como resta de votos, avanza poco a poco. El tiempo, tres años, la crisis tres años y la falta de ideas y personalidad les harán el trabajo mucho más fácil. Al menos eso creo yo. Y Barcelona es un ejemplo, hasta hoy, para la izquierda diversa. Nunca una ciudad de su importancia y en su contexto socioeconómico ha sido gobernada tantos años y con tanto acierto por personas provinentes de los distintas familias de izquierda. La izquierda debe recuperar ideas y capacidad política, aun hay tiempo.



Lluís Casas comendador.

miércoles, 7 de enero de 2009

SOBRE EL ALTO LITORAL CATALÁN





Este nuevo año ha deparado a muchos un largo descanso laboral. En algunos casos se ha llegado a un puente de dos semanas, puente hecho a cuenta de otros festivos más estivales, a la recuperación de horas y demás formas de acuerdo laboral. En fin, que ha habido una tournée casi tan traumática como la de verano. A muchas empresas les ha ido de maravilla, reducción de la producción, ergo de los estocs y sin ninguna cuenta de alguún ERE. En fin, el panorama desde el final de las navidades y frente a un largo año repleto de dificultades sabidas unas y desconocidas otras, no es para empezar con el espíritu alegre y distendido. Las vacaciones largas de invierno han sido una terapia para lo que ha de venir.


En los últimos días vacacionales, a caballo entre el inicio de año y reyes, he visitado en plan turista de invierno distintas localidades de la costa ampurdanesa afectadas por los temporales de levante del día de san Esteban. El interés creado con la visita me impulsó a visitar también Blanes, una población más que afectada por un mar furioso y muy relacionada con Parapanda. El impulso no fue una curiosidad malsana, más bien la cercanía y la constatación de lo mal que el urbanismo municipal y autonómico se toma las cosas de la naturaleza. Nuestra costa, depredada por el turismo de masas y por la construcción sin regulación racional, se ha urbanizado hasta tal punto que no queda mucha costa libre del impulso constructor. No solo se trata de hoteles, apartamentos, campings, sino de paseos marítimos, puertos, aparcamientos y cientos de otras ocurrencias costeras. La obra en general no es en si misma ninguna excelencia, pocas zonas han cuidado la arquitectura, el ambiente anterior de pueblos y pequeñas ciudades que vivían de la pesca o en relación a ella. El estropicio es muy grande y todo el mundo lo conoce. A la bajeza arquitectónica se añade la imprevisión meteorológica. La construcción no ha considerado que los fenómenos naturales, lluvias torrenciales, tormentas marinas, vientos o una combinación de todos ellos, exigen un espació libre de trabas que evite males mayores.


El Mediterráneo es lo que es, imprevisible siempre, por lo tanto hay que prever. La normativa urbanística, que si tiene regulación y exigencia frente a esos fenómenos, no ha sido considerada adecuadamente, y no lo ha sido simplemente por el eslogan de no entorpecer el progreso que supone la especulación del suelo y la libre construcción frágil. No crean que ese eslogan sea producto de algunos constructores ufanos con su negocio. No señores y señoras, el eslogan ha estado (y está) en boca de insignes miembros del gobierno actual y de gobiernos anteriores. Les he contado en alguna ocasión una esperpéntica reunión gubernativa en la cual se echaba en cara la aplicación de la norma de afectación inundable (es el estudio previo a urbanización y obra sobre una zona bajo riesgo de inundación y la aplicación de las medidas correctoras para evitar daños posteriores), con la excelente intuición que eso paraba el país, es decir paraba las obras que se hacían en zonas inundables y que no preveían medidas de corrección. Y por ello los promotores protestaban.


Pues bien esto ha funcionado así durante décadas, tanto en tiempos no democráticos, como bajo el imperio de CIU y lo que vino después. Haga usted las obras que le convengan, Sr. Promotor, y no se preocupe de si llueve, nieva o el mar se cabrea. Luego la administración central, autonómica o local vendrá con obras, subvenciones y lo que haga falta, las veces que haga falta por los motivos conocidos. Así el país no se para. Los resultados están a la vista, todo y que en los últimos años ha habido fuertes inversiones reparadoras, en el Maresme, colmo de la tontería con las rieras, se ha mejorado mucho. Pero en general los desaguisados continúan. En Blanes, ciertamente, en un año se les ha estropeado la playa, el paseo y el aparcamiento tres veces. ¡Qué ya es decir!


Lo importante son las reacciones. Veámoslas. La prensa, tan bien pertrechada ella, tan crítica con los débiles, expone el desastre con todo lujo de imágenes. Valoración ninguna, búsqueda de opiniones divergentes ninguna. En todo caso algún medio insinúa que no hubiera habido tormenta si el conseller de interior hubiera estado frente al timón. Aquí acaba la cosa. Los responsables políticos simplemente expresan su sorpresa, disgusto y consternación. A continuación, si el hablante es del gremio de la piedra, arguye que hay que parar los pies al mar con larguísimos y costosísimos muelles externos. A nadie se le ocurre recomponer el urbanismo y dejar que las playas, zona natural de absorción de la tormenta, funcionen con el mínimo de trabas posibles. Los paseos se sitúen donde toca y los aparcamientos vayan a otro lado.


Es como el cuento de nunca acabar. Port Bou, un nuevo puerto, polémico durante su construcción, que ya sufrió los avatares de las tormentas antes de su puesta en marcha no ha sido obstáculo para el oleaje, no con sus 15 metros de altura. En Llançà, el interior del puerto, con su zona de subasta de pescado se ha ido al cuerno, cosa que ya ocurrió no hace mucho. Y así todo.


Creo yo que Blanes es el colmo de los colmos. En eso no se parece a Parapanda. Tres veces en un año son muchas veces para tropezar con la misma piedra. Blanes tiene el primer aparcamiento submarino para coches. Peculiaridad nada apreciada por los propietarios que periódicamente subastan sus vehículos a causa de la inmersión. Un camping, que ocupaba lo que no debía (aunque solo fuera como medida de prudencia) hoy tiene muelle directo al mar. De la caravana al baño, eslogan para la próxima temporada.


No crean el motivo de los estropicios, el país no separa por hacer las cosas consecuentemente. El urbanismo y la construcción pueden hacerse correctamente, cumpliendo las leyes legislativas y las naturales. Solo hay que proponérselo. El resultado es excelente, mejores playas, menos pagos de seguro, menos reparaciones o recomposiciones totales de la obra, menos accidentes, etc. En fin, una zona costera de mayor calidad.


Pues no, o las vamos a tener.


Lluís Casas a la suyo.


viernes, 2 de enero de 2009

NAVIDEANDO






Las fiestas navideñas están marcadas por ciertos reflejos condicionados como el turrón y los regalos. No comentaré la dulzura turronera, sabor al alcance de todos, pero sí me atendré al asunto de los regalos para empezar esta crónica de urgencia. De hecho, la acción social del regalo es, por antonomasia en navidad, el núcleo de las relaciones familiares y no tan familiares. Las excusas son múltiples, l’amic invisible, el caga tió, Noel, Reyes. Todo en dos semanas escasas. Es el delirio consumista, incluso para los que como a mí nos gusta regalar, y no veas lo que nos gusta recibir regalos.


Mi hija nos propuso un regalo en forma de entradas para el Palau, en donde una María Dolores Pradera a pesar de una edad significativa todavía ejerce de diva de boleros y canciones latinoamericanas de siempre. Un público entregado disfrutó de lo lindo. Yo me atuve a la nostalgia de esas canciones con ciertas reflexiones que les pongo a su alcance.


El bolero es la canción, o el poema con música, de la depresión. Puede ser la predepresión, la depresión en si misma, o la post depresión, incluso el recuerdo deformado de la depresión. No hay bolero que no refleje ese dolor de vivir que apunta a la renuncia (ya me ha salido una frase de bolero). Sorprendentemente, las letras ya muy usadas para los de mi edad (que nacimos y crecimos pegados al aparato de radio del comedor) y que probablemente son lejanas a nuestra juventud actual, son de una enorme calidad literaria. Reúnen contundencia expresiva, insinuación y precisión descriptiva. Vaya que son en general pequeñas joyas. Por eso no me extraña nada que nuestro Manolo (Vázquez Montalbán) escribiera (a parte de la crónica sentimental de España) en frases de bolero. El estilo le cuadraba perfectamente y lo utilizó con intensidad.
El comentario surge por comparación con las letras de ciertas músicas muy oídas (tal vez no escuchadas) de hoy. Para matizar, hay que declarar que siempre existe música con excelentes letristas, aunque, pienso, van de capa caída.


Ya ven que los regalos dan para mucho.


Otro regalo navideño, la financiación autonómica, también ha llegado. Lo ha hecho de la misma forma con que el gobierno ha llevado la, digamos, negociación sobre el asunto, tarde y mal. Para cumplir el formalismo de las leyes, no olvidemos que el estatut y la financiación son leyes de estado de máximo nivel, nos entregan el día 30 de diciembre (vaya por dios por un día no es el último posible) un texto de rancia literatura administrativa con las propuestas para Catalunya y el resto de comunidades. Texto que este blog les ha facilitado antes que el tío Solbes lo escribiera. Curiosamente en una propuesta financiera no hay cifras, la parte importante de la cuestión y la que clarificará si los mecanismos pensados funcionan a tono con lo dispuesto en el estatut.


Observaran que me refiero en exclusiva al estatut, es decir a la propuesta de Catalunya, sin citar las demandas de otras CCAA. Lo hago a sabiendas y en aras a la justicia. En primer lugar es Catalunya y su estatut el que abre la puerta a una revisión a fondo de la financiación autonómica. Siempre ha sido así. Cuando desde Castilla León alguna indocumentada histórica dice que la propuesta de Solbes le suena a sardana, no se equivoca. Claro que suena a catalán. Como sonaron los primeros estatutos que lo fueron por impulso de Catalunya. Como lo han sido las actuales revisiones. Si alguien piensa que la estructura federal del estado se hace desde, digamos, las orillas del Duero o incluso desde las orillas del Turia, va listo, e igual de lista iría la estructura federal.


En todo este asunto, hay que esperar que termine para declaraciones más radicales, huele a falta de senado, huele a falta de representación territorial real. Huele a lo que la constitución actual dejó para más adelante. Hoy, pienso yo, ya es más adelante.


La financiación, además, debe resolver una inadecuada relación entre territorios aportadores de fondos y territorios receptores. Esto debe seguir así, la solidaridad interregional no está en duda desde Catalunya. Lo que hay que rectificar es que el ciudadano que vive en Catalunya reciba al final del proceso menos que si viviera a orillas del Guadalquivir. Sorprendentemente, los airados lideres de algunas comunidades, que no entienden lo que se les dice, o no quieren entender, y que las dirigen con mano de hierro no han hecho nunca ninguna propuesta solemne y aplicable de solidaridad interna. Simplemente poniendo en el tramo autonómico del IRPF un recargo a las rentas altas de su comunidad funcionaria una línea obvia de solidaridad interior. No señor, no se ha hecho. Prefieren las entregas entre comunidades, que como ya he dicho desde Catalunya no ponemos en duda.


En fin, el regalo del tío Solbes por navidad es un turrón que no termina de definir el sabor, ni la textura. La cosa, a buen seguro, durará un mes más como mínimo. Igual que los restos del turrón navideño.



Lluís Casas mirando al home dels nassos.