viernes, 30 de octubre de 2009

LA CORRUPCIÓN QUE NO CESA





Mis intenciones iniciales para hoy al ponerme al mando del ordenador eran proseguir con los comentarios sobre el presupuesto federal que nuestro gran líder ya ha iniciado con mucho acierto y elegancia, el debate debía proseguir y yo tenía grandes deseos de añadirme a él. Pues no va a ser así, al menos de momento.


“Según me cuentan, el primer alcalde democrático de Badalona, Màrius Díaz, a poco de sentarse en el cargo, recibió la visita de un ejemplar empresario interesado en las obras, los servicios y las licencias municipales. El susodicho puso a la vista del alcalde un maletín repleto de billetes (pesetas por aquel entonces). El oferente, que, por lo visto después, carecía de la más elemental cultura e información, pensaba encontrase donde siempre durante el franquismo. El alcalde le hizo un enorme favor al indocumentado. Llamó al depositario de fondos del municipio y le dijo que recogiese la maleta en la que había una donación desinteresada al municipio. Nunca más ningún despistado llamó a la puerta de ese alcalde. Ni por lo que dicen a las puertas de la organización a la que pertenecía.”


La anécdota es cierta y es representativa de muchas ocurrencias parecidas que tienen que sufrir los cargos públicos. La inmensa mayoría pasan con nota.


Por si lo quieren saber, les cuento lo que siguió: El alcalde perdió las siguientes elecciones a manos de alguien que visitó asiduamente los juzgados por algo más que sospechas, pero, a pesar de ello, triunfó repetidas veces en su ámbito electoral.


Como deben ya intuir, es imprescindible hablar de lo que toca, los casos de corrupción pública y privada que están dejando Catalunya hecha unos zorros son la materia que viene a continuación. Como no es la primera vez que comento semejantes actividades, me permitiré un cierto relativismo en términos comparativos antes de introducirme en aguas más procelosas. Advierto al estimado público que lea lo que sigue con espíritu abierto. El que firma es militante acérrimo anti corrupción y nuestro insigne líder tiene pruebas fehacientes de ello.


Primera, en contra de lo que dice la prensa hay que resaltar que las mayorías y minorías políticas tienen un grado de honradez más que suficiente. Otra cosa es la impresión que causa todo caso de corrupción, pues produce un daño que impide reconocer la verdadera realidad.


Segunda, la corrupción a un cierto nivel (del que yo desconozco la cifra exacta) es inevitable si los sujetos lo desean y lo planifican. Y los sujetos están al albur de de las flaquezas humanas. Ni las inmensas normativas existentes, ni la policía, ni los jueces, ni la cárcel van a evitar que entre los miles de administraciones públicas aparezcan de vez en cuando casos de corrupción. Oigan, más de 9.000 ayuntamientos en España, más de 900 sólo en Catalunya y el resto de administraciones y empresas y organismos públicos. Estamos hablando de un mundo de unos 20.000 organismos públicos.


Tercera. No todo el mundo es igual. La expresión garrula de que todos son iguales no es cierta de ningún modo. Si nos referimos a personas es más que claro. ¿Quien aceptaría el principio de que si mi vecino es un mujeriego toda la escalera lo es? Si nos referimos a organizaciones también. Incluso tratando de organizaciones que han sufrido y en algún momento fomentado casos de corrupción, el término todos son iguales encierra una enorme injusticia y una incapacidad de adecuada reflexión en beneficio de todos aquellos que en esas organizaciones hacen del servicio público una actividad digna. Y son muchos.


Cuarta, hay que matizar entre la impresión que produce un caso de corrupción y las acciones jurídicas que se emprenden. No es lo mismo que el Sr. Millet estuviera hoy en prisión preventiva que en la actual e incomprensible circunstancia, en donde un auto confeso ladrón y estafador circula libremente. Eso añade una cantidad indescriptible de leña al fuego. La inmediatez de la reacción mediática tampoco favorece al buen análisis. En muchas ocasiones, la acción policial o judicial levanta unas expectativas que posteriormente no son ciertas. Tanto respecto a los responsables, como al objeto material del caso. El tiempo siempre es necesario para confirmar lo presunto.


Quinta, hay muchos tipos de corrupción. No es lo mismo cobrar una “comisión” por adjudicar una obra (asunto penal e intolerable) que facilitar al poder del dinero grandes negocios o grandes prebendas (subvenciones, acceso a la información, facilidades sin fin, por ejemplo). Lo segundo, siendo más grave según mi punto de vista es más que difícil de pillar. Hemos de aceptar que en general se persigue al dinero, cuando hay muchos casos en que el dinero es inexistente o poco importante.


Sexta, el político o el funcionario público no es un ser especial, no es angélico, tiene las mismas tentaciones, sinó más, que cualquier otro mortal. Es evidente que en la vida no política, ni administrativa, la corrupción, si quieren con otros nombres, circula en abundancia. Por ello hay que tener presente que una cosa y la otra, la corrupción social y la corrupción política y administrativa, surgen de la misma sociedad. Son ambas producto de los principios ideológicos imperantes y de determinadas tolerancias sociales. Si el dinero se considera el gran triunfo y no se valoran otras cuestiones como la honradez, la honestidad, el esfuerzo, etc. la corrupción campará a sus anchas en los dos mundos, el público y el privado.


Séptima, piensen por un momento en que todos los defraudadores fiscales y todos los que huyen a paraísos fiscales son en esencia corruptos. Eso debe darles una idea de lo que intento explicar.


Octava, el elector, un activo político de primer orden, puede forzar a la rectificación si vota y lo utiliza adecuadamente. Si es insensible a la honestidad y a la honradez, o si, simplemente, deja de votar para ir a la playa se transforma en co-autor del desaguisado. Al margen de las teorías que dan por supuesto que los electores, es decir los ciudadanos, no son responsables de sus actos y toda responsabilidad recae sobre los políticos. La mayoría de los alemanes votaron por los nazis en el 1933. Suya fue la responsabilidad.


Novena, hay un mundo administrativo en donde la corrupción hipotética se encuentra a gusto: el urbanismo y especialmente (aunque no únicamente) la recalificación del suelo. Se lo he explicado y advertido a ustedes desde el mismo momento del Big Bang. Si compramos por diez euros el metro cuadrado una parcela de limoneros y conseguimos que la administración competente le coloque encima la posibilidad de construir un metro cuadrado de vivienda o equipamiento comercial, el valor pasa a de los diez a doscientos, un beneficio bruto del 2.000%. margen que da para comisiones y otros festejos. Una tentación improbable de resistir para el aventurado promotor y una oferta de riesgo calculado para el regidor de turno. Añado que además el consistorio se embolsa en impuestos y tasas 30 euros cuando antes no recibía nada. Multipliquen las cifras por los miles de metros de la parcela y tendrán insomnio por la noche.


Décima, sin corrupción social no hay corrupción de los políticos. Fin.


Mis recomendaciones son relativamente simples. Los partidos y las administraciones deben reaccionar rápidamente frente a los casos de corrupción y con una energía extrema. Deben evitar la mezcla inconfundible de negocios y política. La política exige dedicación exclusiva y alejamiento máximo del mundo del dinero. Deben hacer una buena gestión del personal, un verbo acerado, una sonrisa de cine no son suficientes para pasar la selección.


Nadie debe caer en la tentación que aumentando la normativa puede evitar la corrupción. Lo que produce una normativa a la defensiva son anginas de pecho y muchas llagas de estómago en los gestores públicos. La normativa debe existir, pero solo tiene cualidades terapéuticas, no preventivas. En cambio la fiscalidad es otro asunto. Ahí si hay medidas preventivas que consisten en evitar la apropiación indebida de los beneficios inmobiliarios. La actividad promotora y constructora por si mismas son negocios lícitos y necesarios, pero no deben transformarse en una especie de loterías inmensas. Esos beneficios urbanísticos cuando existen deben transformarse en beneficios sociales a través del fisco.


Y finalmente, adoptemos actitudes cívicas, honestas, honradas e inteligentes para que la sociedad acepte que el dinero y la TV no son la mejor base social.



En fin, además añadiría, como decimos en Parapanda, eso de cruzar los dedos.




Lluís Casas soñando con un mundo mejor.



sábado, 24 de octubre de 2009

WALLANDER, MANKELL, LARSSON, BLOMQUIST, SALANDER




La crónica socio literaria de nuestro encantador promotor y líder es sólida como una roca: "EL HOMBRE INQUIETO" DE HENNING MANKELL. Quien esto afirma se ha leído todo el Mankell editado en leguas románicas y además se pulió al Larsson en una semana de estancia hospitalaria (según la aritmética fueron: 800’ 3=2.400 páginas, probablemente un record Guinness). Sé, pues, de lo que hablo.


La útil crónica bulliciosa coincide con otra en el día de hoy en El País a propósito del valor literario de Larsson y su saga rota. Como es evidente por su enfoque elitista no vale la pena leerla. A nadie dice nada porque no tiene más contenido que separar la literatura de la literatura. Algunos críticos no se han enterado que la literatura es economía e industria (como todo lo cultural), que la literatura es distracción y atracción y que lectores hay muchos y muy diversos y que además a los críticos no deberían pagarles por decir tonterías. Algunos piensan que Proust es el acabose, pobrecitos. Claro está que hay una excepción en Parapanda que la acierta de lleno con los matices entre Wallander y Blomquist/Salander. Con su bendición me pongo a relatarles algunas de mis reflexiones sobre el asunto.


En primer lugar, los matices entre uno y otro empiezan con la profesión. Larsson como periodista mediático utiliza una vieja técnica novelística basada en la acumulación de toneladas de ideas; por ello necesita grandes extensiones de letra impresa y múltiples caminos que se cruzan o no. Aboca en la novela todo lo que ha ido recopilando vitalmente. Está muy cerca del siglo 19 y de los escribidores franceses que publicaban a trozos en la prensa diaria o semanal.


Mankell es más pausado, tiene un largo recorrido a priori sin planificar y estructura sus novelas (y teatro no vayan ustedes a creer que el hombre es unidimensional) sobre la base de una única línea argumental. Larsson planificó, según nos han contado, una docena de novelas, en las que la saga Blomquist/Salander debía tener 10 volúmenes.


Otra diferencia es la soledad. Wallander está más solo que la una. Blomquist/Salander forman tándem, lo cual matemáticamente es el infinito, tanto por la enorme generación de detalles entre los protagonistas, como por las derivaciones de sus historias individuales. Pero a la vez, los acompañantes de la pareja podrían ser también protagonistas cada uno de ellos de su propia historia literaria. Mankell no es tan espléndido con sus personajes de apoyo, sólo la hija del inspector tiene esa consistencia, de hecho Mankell es muy rácano con sus personajes de creación. Novela coral la de Larsson, novela más cerrada la de Mankell.


El sexo también tiene su importancia. Larsson/Blomquist están al loro. El pobre Wallander (no se si Mankell) las pasa canutas y ni se entera. Y eso que un buen día ligó con una estonia, pero no sabia que hacer con ella. Blomquist es más que hábil en las relaciones personales y ciertamente atractivo, Wallander se mira hacia dentro.


Otra más. La violencia es más explicita en Larsson, tal vez producto de su súbita irrupción literaria o de su mayor desvergüenza en contar detalles escabrosos. Mankell insinúa y deja más territorio a la imaginación del lector. Este tiene la posibilidad de huir frente a lo que ha de imaginar. En Larsson o pasas la página o te tumba.


Como ven son dos muestras de la novela negra bien distintas, aunque no distantes. Su cercanía está en el territorio nacional que pisan y muestran, ¡vaya con Suecia!, y en su enfoque vital y político, ambos críticos hasta la médula.



Lluís Casas a punto de comprar la biografía inglesa de García Márquez




viernes, 23 de octubre de 2009

EL MAMONEO DE LA EMPRESA AGUAS DE BARCELONA




Recibe este cronista la noticia de la venta de Aguas de Barcelona a la empresa francesa Suez. Les ahorro los detalles, que son muy interesantes, porque los pueden conocer por la prensa diaria. Al menos lo que es público.


Por motivos profesionales tuve hace unos años una relación intensa y controvertida con Aguas (Aigües, como se la conoce en Barcelona) y a propósito de este asunto de actualidad voy a mostrarles cómo funciona esa vinculación tan íntima entre los intereses empresariales y los de la colectividad. Para que estén preparados frente al mundo.


Para aquellos que por razón de la distancia desconozcan las raíces del asunto, les diré que Aigües es la concesionaria del abastecimiento de agua para la mayor parte de las poblaciones del Área Metropolitana de Barcelona, unos tres millones de consumidores, usuarios o como les quieran llamar y a través de empresas interpuestas en otras muchas poblaciones de Catalunya, España y de las antiguas posesiones del imperio castellano (de donde en ocasiones Aigües ha tenido que salir por piernas). Aigües es una empresa de larguísima historia y de concepción imperial más que empresarial. Han sido sonadas sus trifulcas con las administraciones catalanas por asuntos de estrategia del abastecimiento. Para confirmarles el tipo de empresa, les diré que pertenece aún al grupo “Caixa”, imperio galáctico que maneja casi todos los asuntos relacionados con el dinero en el Principado, si exceptuamos, de momento, al sector Millet y a todo aquello que huela a riesgo o innovación.


El negocio del agua es en este país un excelente negocio, si está bien gestionado. Tanto es así que numerosas poblaciones peninsulares han recuperado el aliento económico coyuntural vendiendo la concesión del abastecimiento a sus vecinos (una competencia y responsabilidad pública) a empresas privadas que han adelantado a cuenta de los futuros resultados un buen dinerito (eso tiene diversos nombres que no me atrevo a dar). En el Área Metropolitana barcelonesa, este asunto ha tenido sus más y sus menos, puesto que en determinados casos esa operación olía bastante mal. Las tarifas de abastecimiento resultantes no sólo subían para cubrir costes e inversiones (asunto claramente racional, por mucho que les cueste a los vecinos entenderlo) sino que alcanzaban la estratosfera, simplemente para cubrir las expectativas pactadas con el alcalde de turno y el margen de beneficio del nuevo concesionario. Lo hicieron las derechas y las izquierdas.


En la ciudad de Barcelona, Aigües tiene desde tiempos inmemoriales la concesión del abastecimiento. Digo tiempos inmemoriales puesto que nadie sabe, públicamente, de cuándo es la concesión original y cuándo acaba. Tanto es así que hace unos años y para evitar un pleito caballuno se pactó una fecha de nueva caducidad, que lógicamente es para unos cuantos decenios. Parece ser que nadie posee el documento concesional original. Una situación lamentable para los historiadores que han perdido una gran oportunidad para establecer los vínculos entre Aigües y el Ayuntamiento. ¡Qué se la va a hacer! Hay que reconocer que la pérdida, desaparición u olvido de un documento tan importante es algo normal, sobre todo si se logra una especie de renovación concesional sin pasar el correspondiente concurso. Eso es cosa de algunos años atrás.


También es bien conocida la tendencia de Aigües por contratar directivos que hayan tenido cargos de confianza política, generalmente vinculados a la opción de izquierdas hegemónica municipal. Tanto es así que el actual mandamás fue en sus tiempos mandamás de Pasqual en la Corporación, nombre alegórico al Área Metropolitana, antes de ser acuchillada por la espalda una lamentable madrugada por don Jordi Pujol.


Otrosí, es la tendencia de la citada empresa para erigirse en el sabio único de la gestión del agua y dar con la puerta en los mocos a las administraciones competentes, sean estas municipales o de la Generalitat por cualquier motivo adyacente. Aigües ha intentado por todos los medios disponibles transformarse en el mandamás del agua en Catalunya, iniciando combates callejeros con las autoridades por cualquier causa que permitiera dejar a la administración hecha unos zorros. La última fue como consecuencia de la crisis de abastecimiento por la falta de lluvias. Aigües tenía su teoría, su práctica, sus intereses y algunas cosas más e intentó saltarse a la torera todo cuanto la administración hacía por gestionar la escasez. Las tensiones entre empresa y administración son proporcionales al alejamiento de los gestores de las primeras fuerzas políticas. Cuanto más lejos el gestor, más tensiones. Una forma de decir que Aigües tiene buena entrada en unos despachos y no tanto en otros. Como todo el mundo sabe.


Como es justo reconocer, el negocio del agua, en términos empresariales, es estratégico para la población y la economía y es un instrumento de planificación territorial y sectorial de primer orden. La normativa ambiental y urbanística ha acabado reconociendo que la población y las actividades deben desarrollarse en donde hay un planificado urbanismo disponible y agua en condiciones adecuadas. De ahí la importancia de que ese recurso básico esté gestionado, o como mínimo regulado y ordenado por la administración y no por intereses privados. Estos tienden en desmesura a valorar el futuro colectivo a la luz del suyo propio, cosa que no es adecuada a la vida colectiva y social, a menos desde mí entender.


Ese papel de dueño de la parcela que tiende a adoptar la empresa frente a los intereses generales ha dado lugar a problemas graves y se ha logrado mantener en un cierto equilibrio por la gestión política arriesgada de ICV-EUIA
[1]. Si no me creen, lean La Vanguardia, portavoz acreditado de la empresa y verán como ponen a ese equipo político en cada circunstancia en que topa con intereses privados no del todo legítimos. Para que vean la dimensión del asunto, no hace mucho, corría por los corrillos (perdón por la insistencia) que ATLL (Aigües Ter-Llobregat) empresa de abastecimiento en alta de la Generalitat seria absorbida por Aigües, de modo que obtendría el monopolio absoluto del agua en Catalunya. Por lo visto, o no era verdad, o no pudo ser verdad. Alabado sea el señor y la normativa anti-monopolio que lo impide. Aigües hubo que conformarse con la construcción de la desaladora más grande del mundo (la del Prat del Llobregat) y, por lo que sé, también opta con muchos puntos a hacerse con la gestión. Son premios de consolación que para mi querría en cualquier circunstancia, pero que no son suficientes para la ambición empresarial.


Aigües siempre ha creído, creído porque carece de pruebas a favor, que un mundo regido por el beneficio y la empresa es mucho mejor que si está en manos de los representantes de los ciudadanos. Y está dispuesta a asumirlo.


Finalmente, esa voraz ambición ha derivado hacia la transferencia de los activos a manos de un socio de siempre, Suez, con lo que tenemos el abastecimiento en manos privadas y en manos privadas francesas. Dicho así, dado que con la UE ya no somos extranjeros. Es la última maniobra en beneficio de la colectividad que la histórica Aigües ha hecho. O su Hada madrina, la Caixa. Veremos en el futuro como explota esa mezcla de imperio y de propiedad francesa.


Lo dicho, empresa y bienestar colectivo no parecen ir parejos, a menos que alguien ejerza de autoridad legítima y democrática. Sobre todo si se trata de servicios públicos básicos y estratégicos. Ahí hecho a faltar un cierto detalle por parte de la Presidencia de la Generalitat, un alto a la maniobra para ponerla en unos carriles más próximos. Como no tengo la certeza, debo decir que tal vez ha existido y si no ha cuajado tal vez ha sido porque la burguesía “nostrada”
[2] está ocupada destripando a su socio Millet.



Lluís Casas antimonopolista
[1] Existe una anécdota cierta que contemplé: por navidad de 199... Aigües hizo entrega de sus regalos empresariales a los ejecutivos de una administración hidráulica. Estos los devolvieron con una tarjeta cariñosa: no se aceptan regalos, muchas gracias. Las relaciones se hicieron mucho más duras.
[2] La burgesia catalana

miércoles, 21 de octubre de 2009

EL NOBEL DE ECONOMIA Y CATALUNYA: nuestra Elinor Ostrom




Aunque les parezca imposible hay muchas cosas en el mundo cercano que el Millet no ha contaminado. Pero ahora mismo no se cuáles mencionarles en concreto. ¡Vaya hombre!


Creía poder hacerlo a propósito de un asunto de gran interés, como es la desaparición de una multitud de entidades de carácter asociativo y un tanto ajenas al máximo beneficio que eran moneda corriente en Catalunya y de las que quedan bien pocas y que se dedicaban (algunas todavía lo hacen) a las más diversas inquietudes sociales, como el socorro mutuo (como decían hace años), cultura y otras actividades en las que el motivo es básicamente ideológico y la maquinaria económica y administrativa un simple instrumento. Lo decía a propósito de la actualidad de la Mutua del Comerç i de la Industria, portentoso invento que subsistió bastante bien hasta que los malos farios del Millet la han obligado a apechugar con una intervención directa del estado federal, para garantizar su actividad básica aseguradora.


En Catalunya ha existido todo un mundo de entidades/empresa de carácter social. Unas provinentes de la actividad sindical obrera o de sus cercanías, otras de las inquietudes sociales o culturales de grupos vinculados a una variada gama de propuestas ideológicas. Otros directamente de familias y grupos de gran poder económico, pero con inquietudes sociales o “nacionales” (en el mejor sentido del término). En fin, la lista sería enorme y algunos nombre de lustre.


Hoy en día solo quedan restos de esa amalgama de sociedad civil, puesto que su declive ha sido notorio por múltiples causas. Para cubrir el agujero que han ido creando con su desaparición tenemos, afortunadamente, una nueva generación de entidades con otras características, aunque con motivos básicos en el mundo social y en la preocupación solidaria: las ONG. Pienso que no son lo mismo unas que otras. Sin restar ni a unas ni a otras ninguna virtud. Corresponde ciertamente a tiempos distintos y formas de actuar diferentes.


De aquella riqueza, parte de lo perdido se debe a cierta incapacidad de adaptación a los tiempos y en parte, y aquí está lo que me interesa resaltar, a un deseo de substituir la esencia social por el negocio a lo bruto, con especulación y otros riesgos. La Mutua responde a ese tipo de crisis. Tanto desde el gobierno de CIU como desde sectores de los negocios se vio la posibilidad de dar un salto mortal con la base mutual existente y lanzarla al mundo de la especulación de todo tipo. Obviamente de aquella Mutua no queda nada, hoy es simplemente un negocio de seguros que ha acumulado enormes riesgos y pérdidas por su ambición desmedida y su falta de sensibilidad y voraz apetito. No es el único caso, pero hoy está de gran actualidad. A las reclamaciones que los gestores públicos impuestos por el gobierno federal puedan hacer a los anteriores manipuladores, entre ellos el Millet, habría que añadir el coste social que implica la pérdida de entidades de carácter económico pero con objetivos sociales.


Ello también es de actualidad con motivo del premio Nobel de economía de este año, otorgado al 50% a una estudiosa nórdica de la gestión de las entidades de propiedad colectiva (le propongo que haga un ejercicio con nuestras cajas, mientras sigan siéndolo). La premiada insiste en el gran valor de las iniciativas colectivas como instrumentos que garantizan sociedades adaptables y justas. Lejos del predicamento liberal en el que cada cual hace lo que puede, sin ningún sentido social o colectivo. Cosa que queda meridianamente claro a la luz de la actual crisis y de sus derivados salvadores.



La simple consideración del enorme daño que han hecho los Millets de este mundo a una sociedad llena de iniciativas colectivas al cepillárselas requiere un juicio sumarísimo en Palamós. Aunque con ciertas condiciones respecto a los jueces que lo hayan que presidir. Ustedes ya me entienden. Porque, vamos, hay algunos togados que --untados o no, ahítos o no de machaquito-- actúan según lo que, en tiempos cervantinos, se conocía como la
ley del encaje.






Cuán distintos esa nórdica excelente y ese mediterráneo chorizo.



Lluís Casas, convictamente confeso de ilustrado.

viernes, 16 de octubre de 2009

TODO Y NADA





He tenido abandonado durante dos semanas a mi ilustre promotor mediático por causas febriles. Una vez tramitada la baja y el alta con el informe jurado del médico de cabecera, me reincorporo ansioso al fluir de la información y del comentario ilustrado.


Dos semanas es toda una vida en el medio digital, aunque a la luz de los periódicos estamos en las mismas o en las peores. Simplemente: los encabezados de hoy hacen referencia al Sr. Millet, vía CIU, al Sr. Rajoy, vía valenciana, a la Sra. Elena Salgado, vía apertura de la puerta a una más intensa fiscalidad para los ricos (cosa prevista por el autor) y cosas así. No parece haber pasado el tiempo si no fuera por dos o tres cositas que ahora comento.


La primera es que después de exactamente 60 años, ayer en Barcelona, se celebró el primer homenaje a las victimas del fascismo. Si lo que acabo de escribir no les parece truculento es que he perdido la capacidad de sentir y mostrar. Lo explico: en 1939 terminó la guerra civil o la guerra fascista, como quieran ustedes. En 1975, se murió en la cama, qué lástima, el dictador. En 1977 hubo unas primeras elecciones y poco después se aprobó en referéndum una constitución democrática. Desde entonces la guerra, las víctimas del fascismo en ella y después de ella han navegado en la penumbra apenas iluminados por breves fogonazos de luz, ciertas tímidas leyes estatales y algunas otras de la Generalitat en las que habían dos duros para pagar una vida. Hay que esperar al 2009 para ver aparecer un acto político organizado por el gobierno catalán en el Sant Jordi, una plaza de primera y el mismo día en que se comunica a la familia de Lluis Companys que lo del juicio fue una farsa, no el fusilamiento, claro está. Y que se procede a iniciar los trámites de su anulación. Solo por eso vale la pena levantarse hoy, miércoles 14 de octubre del 2009. Sesenta años después. Mientras, mi padre ya murió. Como otros muchos.


La siguiente es la entrevista entre los presidentes federales. Zapatero y Obama. Lamentablemente no pudo retransmitirse una entrevista a dos lenguas directas, ingles y castellano. Por lo visto a ninguno de los dos les apetece conocer lenguas vivas que no provengan de sus respectivos imperios. Fue una lástima que eso lastrase el posible feeling entre ambos. La foto incesantemente buscada desde Madrid se produjo. La identificación entre lo que representa Obama, un Nobel a destiempo, y Zapatero, un presidente sin línea real, aunque con verbo en lo accesorio, no apareció en pantalla, lastrada esta por la traducción de terceras personas. Una lástima. Por cierto, yo no me enteré de nada concreto a señalar. Y ya va siendo hora.


La tercera es la concreción de la fusión de tres cajas de ahorro catalanas. Eso, junto con otra fusión menor en marcha reduce drásticamente la diversidad del sistema de ahorro catalán basado en el territorio inmediato y en el conocimiento del pequeño entorno económico. Ya he ido avisando que desde el banco de España y con la buena excusa de la crisis financiera, se está impulsando una estrategia de privatización de las cajas. El primer obstáculo es, sin ninguna duda, su arraigo territorial y social. Roto éste, todo será más fácil. Dicho esto, aplaudo la iniciativa de Castells de hacer las fusiones dentro del principado, evitando una fusión entre CCAA en la que el sentido del terruño ya no sea nada de nada. Espero que la siguiente operación a tres vuelva a concretarse con el éxito de la de ahora y que las dos restantes eviten la tentación de saltar fronteras. Fronteras que en este caso son razonables.


La reacción de la banca tradicional, es decir con dueño y acciones, es de frotarse las manos. Se dice que un 20% de los fondos de las cajas que deciden hacer uniones pasará a la banca de propiedad. Siempre han visto los bancos a las cajas como cosas absurdas y socialistas, a las que hay que hacer desaparecer. Por eso mismo, los internacionalistas proletarios debemos hacer lo posible por mantenerlas, como ha hecho uno de nosotros, el conseller Castells.



Lluis Casas en el reencuentro

jueves, 1 de octubre de 2009

LA VERDADERA PORNOGRAFÍA: el caso del sistema de pensiones de los ejecutivos de banca





Les escribo estas líneas con el mismo espíritu de indignación bíblica que las precedentes y con un sentimiento cercano al expresado sobre el caos de la sociedad autóctona, catalana o española.


Lo que escribo me lo ha provocado, de nuevo, el entramado financiero de la banca, en concreto esa noticia del BBVA sobre una pensión vitalicia de 3 millones de euros anuales a no sé qué Altísimo Cargo Corporativo (ACC). Un total previsto a perpetuidad que calculan que costará unos 55 millones de euros al banco: una minucia.


Traduzco las cifras para la mejor comprensión del asunto: 3 millones de euros anuales son una renta bruta de 500 millones de pesetas, es decir unos 36 millones al mes con 14 pagas. Aproximadamente un millón doscientas mil pesetas diarias. Como es una pensión privada, hay que sumarle la pensión pública que percibirá en su momento el afortunado, algo más de 2.000 euros mensuales si el periodo de cotización se ha completado a satisfacción de la norma. Es decir, ese individuo (en realidad no sé cómo llamarlo puesto que considero que la parte humanamente evolutiva que justificaría el término persona está bloqueada en esos casos) cobrará por dejar de trabajar (es un decir, puesto que tiene otros negocios previstos) el equivalente a lo que cobrarían 150 jubilados de los considerados normales y a plena cotización máxima.


Una retribución como la descrita se la dan para que deje de dar la lata al verdadero mandamás del banco en cuestión, cosa ciertamente de escándalo. Es una operación de cese que pertenece a otro mundo, más allá de la tierra y probablemente más allá de las galaxias. ¿Qué habrá hecho ese homínido para percibir ese emolumento? O, en realidad, ¿qué debe saber y tiene que callar para cobrar tamaña desmesura?


No crean ustedes que esos premios final de carrera son cosa excepcional. Abundan entre las empresas privadas y entre algunas entidades públicas. No, ciertamente, a ese nivel contributivo, pero si por conceptos que rondan la inconsistencia más solemne. Por mi edad tengo conocimientos de algunos que a edades tempranas se han “jubilado” de formas variadas con liquidaciones de aúpa y permiso para seguir trabajando, siempre y cuando…. Las condiciones impuestas son variables, pero todas rondan aquello de que en boca cerrada no entran galápagos. Las he visto en empresas de servicios, en entidades sanitarias, en el mundo inmobiliario, en muchos sectores, vaya. Aunque la desfachatez de la banca es realmente máxima en el uso del concepto del pago para que te calles.


Contrastar esa forma de actuar en estos momentos en que cientos de miles de familias viven el drama del paro y todos observamos de qué manera se hizo y se maneja la crisis es sentir el colmo de la indignación. El asunto es tan de escándalo que en proporción esas alegres chicas de Colsada que frecuentan con sus acompañantes de pago ciertos barrios barceloneses [
JOHNSON canta REY DEL MOLINO SOY] son cuentos infantiles de la máxima inocencia.


La respuesta de algunos a la noticia consiste en decir sin decir, sea: nada. La prensa dejará el asunto más rápido que Messi la pelota; piensen en esos bien retribuidos anuncios financieros, esos congresos, esas becas, esas ayudas, esos créditos. Todo ayudará a que esa procacidad desaparezca rápidamente, no de la realidad sino de la realidad en los medios. Aludir al sistema fiscal desde el gobierno da más bien pena intelectual por no decir otra cosa. El pobre sistema fiscal se ha diseñado para permitir esas desfachateces, no es hora de llamarlo cuando se le han limado casi todas las asperezas respecto al poder del dinero.


El mismo banco aprieta a sus trabajadores para obtener rentabilidades (explotación en otra época) cada día mayores. Incluso cierran y abren selectivamente oficinas para ajustarse a la demanda mes a mes. Esos manejos permiten tener los fondos para retribuir de esa escandalosa manera lo no retribuible. Y el afectado lo acepta con gusto. Cosa no menor cuando hablamos de moral, de ética y de humanidades.



Lluís Casas como siempre.