domingo, 28 de febrero de 2010

CON DON BALTASAR GARZÓN

El proceso que en el Tribunal Supremo se está llevando contra Baltasar Garzón está situando en un primer plano la apropiación por las agencias de creación del derecho de una lógica no democrática que va proyectando su alcance en cada vez mayores ámbitos de la sociedad. En este caso, lo que se desprende de la instrucción que el juez Varela está realizando es la criminalización de cualquier intento de investigación de la represión franquista como un hecho no sólo incompatible con el orden constitucional, sino dotado del especial desvalor social que le sitúa en la órbita del delito. La situación es insostenible y se debe reaccionar con energía. Son muchos los manifiestos de solidaridad con Garzón - el blog hermano Metiendo Bulla ha recordado esa solidaridad en su carátula - pero por su trascendencia debe destacarse el que acaba de realizar el Grupo de Estudios de Política Criminal (www.gepc.es), un colectivo de más de cien juristas académicos, magistrados y fiscales, especializados en el derecho penal y que constituyen un punto de referencia ineludible en la crítica a las tendencias represivas del ordenamiento y en la presentación de propuestas de regulación alternativas. Es seguro que en breve los representantes sindicales del trabajo aslariado manden también una señal muy directa sobre este tema. Estaremos atentos. Véase:

MANIPULACIONES DIARIAS EN LOS MEDIOS






La información económica o pseudo económica abunda en los medios de comunicación. A veces, por excesiva, resulta poco informadora. A menudo, la acumulación de noticias, sueltos y artículos de pago no aportan ningún conocimiento positivo y, ni siquiera, regulín regulán. Dicha abundancia no supone en modo alguno que lo que los medios dicen represente las distintas visiones sobre la economía y sean un reflejo cabal de la realidad. Ni mucho menos. El embargo prácticamente total del pensamiento económico no liberal (o ultraliberal según algunas opiniones) es absoluto o casi. Ello impone un paradigma social desviado hacia los intereses reales de los sectores de poder, las finanzas, las grandes empresas, etc. y de sus acólitos propagandistas.


La presente crisis, fruto del fracaso total del liberalismo y de la previa destrucción del ámbito público de la economía (en términos reales o morales), es el ejemplo evidente de esa dictadura (que no simplemente hegemonía) de pensamiento y de acción política. No hay duda que, incluso entre los sectores socialdemócratas, el liberalismo ha hecho furor. Un furor basado en la supremacía de lo personal sobre lo colectivo y que ni siquiera hoy, frente a la demostración de que la mayor crisis desde 1929 se supera mediante la acción keynesiana, tiende a debilitarse o, al menos, a reconocer su derrota sin causar más daños (directos y colaterales) de los ya logrados.


La falaz insistencia en volver rápidamente al superávit público caiga quien caiga, y sin haber consolidado el crecimiento, muestra la ceguera intelectual, política y humana de quienes se habían erigido en los únicos propietarios de la verdad revelada en economía. Ni la realidad, ni el peligro les alientan a rectificar. Creo que el cristianismo tiene un nombre para esta patología social y personal.


Los periódicos, radios y televisiones, por no citar los nuevos instrumentos de la globoesfera, están repletos de esa avasalladora influencia. Hoy mismo desde Catalunya Radio, el locutor apenas despierto a las siete de la mañana, ensalzaba al bienintencionado presidente del banco de España, como si fuera el augur definitivo cuando señalaba la reforma laboral como el eje del triunfo sobre la crisis. A las siete de la mañana es más que un logro ensalzar al MAFO. El periodista, que el día anterior hubo de aceptar los errores cometidos en los comentarios sobre el incendio de Horta de San Joan, realizados durante más de dos meses de contumaz constancia, no acertará a darse con la realidad de las falsedades económicas e históricas que emite diariamente por que nadie acepta la emisión de las opiniones y de la demostración empírica de los no liberales, por darles un nombre genérico a un colectivo muy diverso. El periodista ahí está perdido entre su insubstancia y su desconocimiento orgulloso.


El mundo que vale la pena vivir se ha desarrollado bajo el prisma de la economía pública. En realidad surgido de una mezcla en torno al 50% de la pública y la privada, en cambio por esas malas e incontestadas influencias, nos sumergimos cada día en el mito liberal que nos lleva a vivir peor, a la mayoría y a los que deberían disfrutar de un futuro y a tratar al planeta como si de una vaca lechera eterna se tratara, a la vez que a no reflexionar más allá de los intereses más primarios de la humanidad, el poder del dinero.


Ahí van confusiones y alteraciones de la realidad económica, o al menos algunas de ellas entrevistas a menudo en la prensa:


1. CRECIMIENTO Y DESARROLLO


No es lo mismo. Hoy prima el crecimiento sobre el concepto de desarrollo. Este posee componentes de igualdad, de despliegue del estado de bienestar que el concepto abrupto de crecimiento no posee. Para el primero, lo importante es el PIB, sea del modo que sea. Para el segundo, lo importante es la distribución del PIB, su calidad, incluso a costa de PIBS menores. La diferencia final está en las sociedades más igualitarias y sociales.


2. MEDIO AMBIENTE Y CRECIMIENTO.


El crecimiento medido como una simple ecuación estándar tiende a devorar al planeta. Su medición nada nos dice del futuro, ni del inmediato futuro en términos de pérdidas biológicas, cargas ambientales, etc. Ningún concepto económico puede hoy día ser citado sin los complementos adecuados que expresen su vialidad futura. Crecer y destruir, no es desarrollarse, ni mejorar. Aunque circunstancialmente nos lo parezca, o le parezca a alguno cuando mira su propio bolsillo.


3. FINANZAS Y ECONOMIA REAL.


El alejamiento del sistema financiero de la producción real de bienes y servicios (bienes y servicios con utilidad real en la vida diaria de personas y empresas) ha sido tal en estas últimas décadas que se ha convertido en el principal elemento de la crisis mundial e inestabilidad. El retorno a un sistema más pautado, regulado y aburrido, como gusta decir el premio Nobel Krugmann, es una necesidad prioritaria. Así como la desaparición de los paraísos fiscales y de la inversión simplemente especulativa, sin valor añadido ninguno, que circula por el mundo como un pirata o bucanero o saqueador o filibustero. Aunque, en fin, más bien son corsarios o corsos ya que disponen de licencia de los estados. Si ese capital fluido disponible se invirtiera en medios de desarrollo, que generan también ganancias, habría capital para todos los buenos fines ambientales y sociales del planeta.


4. QUÉ GASTO IMPULSA LA ECONOMIA.


La concepción liberal atribuye a la economía pública todos los males del desaprovechamiento de recursos. Tiende a ver en el gasto público un elemento de despilfarro que frena lo que entiende como crecimiento, por lo que no atiende al concepto de desarrollo. Frente a un sistema de salud público, ve la necesidad de los seguros privados. Frente a infraestructuras públicas ve las concesiones. Y así todo. Rehuye siempre el debate en profundidad y no le importa el argumento que en los USA, con la peor sanidad del mundo desarrollado se gastan más del doble en porcentaje del PIB que en los países en donde existe algo parecido a un sistema de salud público. Tampoco importa la cobertura de esa sanidad. Si el 15% de la población vive sin ella debe ser a causa de la bondad de las hamburguesas. Simplemente para el liberalismo radical, el gasto público es el comunismo. Por el contrario, los estudios a largo plazo atribuyen a las economías mixtas, con una fuerte participación del gasto público en bienes y servicios colectivos, un desarrollo superior y unos índices de calidad de vida ampliamente mejores. Las respuestas de esas sociedades a las crisis son más eficaces y la estabilidad social y económica a largo plazo más sólida. En definitiva, los trabajadores públicos y una gestión adecuada de ellos son garantía de calidad de vida. Para que entiendan, Catalunya es la CCAA con menos trabajadores públicos del estado federal, a pesar de ello en los programas anticrisis de la derecha y de alguna izquierda torpe nos hablan de la reducción de sus efectivos como el paradigma de lo bueno. Se trata, pura y llanamente, de eliminar sanitarios o educandos o trabajadores sociales que son las cohortes básicas del trabajo público. A cambio les ofrecerán pólizas privadas que les garantizaran la asistencia siempre y cuando no sean muy caros de mantener.


5. DEFICIT PÚBLICO Y PRIVADO, O DEUDA.


Otro mito estelar. El liberal no tiene ojos más que para el déficit o deuda pública. Y echa chispas en cuanto esta supera un determinado porcentaje del PIB. Nada dice, en principio, de la deuda privada, la de las empresas o de los particulares. Sobre todo si esa deuda es con el sistema bancario, elemento de credibilidad de carácter absoluto para el liberal adscrito a un consejo de administración bancario o a sus flujos de recompensa. Nada opina de los objetivos sociales y económicos que cumple la deuda o el déficit. Eso no toca. La crisis, sorprendentemente y además poco explicado, se desarrolla sobre la idea de una deuda privada inmensa. Causada por los precios obtusos inmobiliarios y la especulación y el apalancamiento financiero. Nada dijo en su día la derecha o los liberales de ello, les parecía que todo era oro cuando se estaba cavando una tumba colectiva. En cambio, los gobiernos, en general, estaban en paz con el déficit. Una vez en marcha la crisis y debido a la caída brutal del consumo y por ende de los ingresos fiscales, fue el déficit público/deuda lo que ha permitido capear hasta ahora el temporal. En espera de acontecimientos por venir. De nuevo, los países con mayor capacidad pública, una combinación de capital social y de gasto público, han sido ejemplos en la salida de la crisis. O de su intento, hasta el momento. El riesgo actual es que el gasto público se ha visto frenado por ese sindicato del crimen apalancado en su odio al déficit. Tal vez en unos meses veamos que los gobiernos se quedaron cortos. Como ya sucedió en otras circunstancias y en otros países.


6. BIENESTAR Y PRODUCTIVIDAD.


Para el liberal, el sindicato o el acuerdo social no existe o no debiera existir, puesto que tiende a incrementar el salario. Con ello nos confirma el carácter mitológico y no racional del liberalismo (y con los sindicatos todo aquello que imprima una detracción al gasto privado para desplegar servicios públicos). El liberalismo dice, sin más prueba que su sola afirmación, que la productividad va asociada a un mundo sin sindicato y sin gasto público. Vean ustedes la lista de los países más productivos y tendrán las pruebas fehacientes de lo contrario. La productividad tiene tres bases, el capital social, producto de la acción pública (educación, prestaciones sociales, infraestructuras, etc.), la inversión privada en investigación y desarrollo y un sistema laboral y de retribución salarial con garantías y adecuado a las necesidades del momento.


En una reciente revista económica, La Caixa en su Informe Mensual, se dice que la empresa exportadora (reflejo del significado de productividad y competitividad) se distingue por que son mayores que la media, más intensivas en capital, más productivas y pagan mayores salarios. Y añade que esas características se repiten en las empresas de éxito aunque no exporten. No tengo nada más que añadir que citar el entorno de esas empresas, entorno conformado por el capital social, eje de la actuación pública y del presupuesto.


7. PRODUCTIVIDAD Y DESARROLLO


El liberalismo tiende a exigir bajos salarios y un sistema de contratación, digamos, flexible. Y arguye que esta es la manera de crecer, aunque ya sabemos que en nuestro argot crecer no es desarrollarse. Eso es una falacia más que se desmonta como siempre, yendo a la realidad de los hechos históricos. La productividad, como el cociente entre producto y medios de producción, exige tanto mano de obra, como inversión en capital y en conocimiento. El factor trabajo es un elemento, y muy a menudo uno menor. Creo recordar que en un vehiculo SEAT el componente de trabajo final no pasa del 10%. La historia nos confirma además que el acicate de unos salarios y de una protección social adecuadas tiende a impulsar la productividad empresarial, a favorecer la búsqueda de productos de alto valor añadido y a incluir más inversión en capital y conocimiento. Es como pedalear, una pedalada impulsa a la siguiente. En cambio, en países o sectores con bajos salarios el desarrollo empresarial, el incremento de productividad se ve substituido por beneficios brutos que no resisten el desarrollo social, ni la competencia. Los liberales tienden a ignoran que la reducción del salario en la componente PIB que se ha producido en España en los últimos años es una forma de crear una demanda sujeta al consumo más básico y absolutamente dependiente de la menor crisis.


8. CAPITAL PÚBLICO Y DESARROLLO


Otro concepto que sufre un profundo rechazo por parte del liberalismo campante es la concepción de que un estado moderno y social debe generar un potente capital público, equipamientos, infraestructuras, etc. que son la base de la competitividad de la sociedad. Ese esfuerzo, que es permanente y acumulativo, genera un gasto público que supone a menudo una deuda. El esquema no es aceptado por los liberales que consideran el gasto público como un despilfarro, como ya he señalado. La verdad a la vista incluso de los miopes como yo está en las sociedades más avanzadas y más equilibradas y justas. En ellas ese capital público ha sido desarrollado permanentemente y se ha transformado en la base de un desarrollo que permite un bienestar y una competitividad elevados.


9. EDUCACIÓN Y DESARROLLO


Como el comentario anterior, la educación debe ser vista como una inversión y un capital social. También como lo anterior es la base tanto de la competitividad bien entendida (valor añadido y no bajos salarios) como de una sociedad estable y justa. El liberalismo tiende a la diglosia social, enseñanza de calidad de pago y un sistema público penalizado para los rechazados.


10. DEMOGRAFIA Y PENSIONES


Ya les he hablado de las innumerables incoherencias que un análisis puramente demográfico pude causar en la comprensión del funcionamiento del sistema de pensiones. El liberalismo tiende a incluir solo los parámetros que a priori le son favorables para argumentar en contra de las pensiones públicas, dejando que la vía alternativa sea la pensión privada.


11. PENSIONES PÚBLICAS Y PRIVADAS


De hecho es casi lo mismo y las dos son susceptibles de sufrir las mismas enfermedades aunque con mortalidad distinta. No es en absoluto cierto que la pensión privada pueda sobrevivir a la pública en un contexto de crisis. Al contrario, las privadas según y como estén estructuradas, son más débiles frente a circunstancias adversas. Las pensiones, es decir los derechos de futuro, se acreditan por que la economía puede responder adecuadamente en el momento del devengo. La pensión pública española se basa en aportaciones de hoy para los trabajadores de ayer, hoy jubilados, y en la certeza que los ahora cotizantes van a ser tratados del mismo modo en el futuro. Ello será posible si la economía española genera suficiente excedente para ello. Todo, independientemente del tipo de financiación, lo mismo pasa si es vía impuestos o vía cotizaciones específicas. La pensión privada tiene la misma caracterización, se detrae un ahorro, un excedente de hoy, se invierte en la creencia que esa inversión va a generar ingresos para el futuro. Ello será si todo va bien, si la pensión se basa en un ahorro depositado en acciones de empresas que van a desaparecer, la pensión se evapora, no queda nada. Cosa que ha ocurrido multitud de veces en ambientes especialmente liberales. Recuerdo que un amigo australiano tuvo que pillar un avión a toda prisa por la presunta desaparición de su fondo de pensiones privado. No ha vuelto.


12. LA FISCALIDAD Y LA SOCIEDAD DEMOCRATICA.


Por último aparece el segundo horror para los liberales, la fiscalidad. El alimento del gasto público. La explicación aquí es tan simple que da risa. Los liberales rechazan un sistema fiscal progresivo y potente por dos razones, la primera que es la base inexcusable de la capacidad de gasto público, es el sistema de financiación de las prestaciones sociales, es la base financiera de la educación, la sanidad y los servicios sociales, etc. Eso ya es un horror y un dispendio que consideran excesivo y amedrentador de las ganas de trabajar. Mito liberal donde los haya. El liberal considera al hambre y la desgracia no atendidas los factores que motivan al trabajo. Son como el antiguo testamento. El trabajo es un castigo divino y el humano pobre tiene la permanente tentación de vivir de rentas. Como los ricos, más o menos. El segundo motivo es más rotundo. Un sistema fiscal moderno distribuye sus cargas (o distribuía antes de la presión liberal) de acuerdo a la riqueza de cada cual. Quien más tiene más paga. De ello se deduce que a menos fisco menos pagan los que tienen más. De ahí se deduce esa enorme presión por aligerar la fiscalidad directa por la indirecta. Al fin y al cabo por una barra de pan paga lo mismo un rico que un pobre.


Añadan ustedes otros conceptos, la lista puede ser muy larga y muy interesante. Aprendan además a distinguir entre una administración pública adecuada y benefactora de la que podría ser un instrumento mal afilado. Háganlo por que lo mismo ocurre en el mundo privado, hay empresas bien dirigidas y otras que no. Y no por ello las culpas recaen en el concepto.


Todo ello, a pesar de las apariencias, no es excesivamente complejo para cualquier medio de comunicación deseoso de informar adecuadamente. No estamos ante un modelo de física quántica que exige ecuaciones exponenciales. Es simplemente contemplar el mundo con la sospecha de que todo lo que vemos tiene, como mínimo, matices que cambian lo que vemos. Por cierto, lo que vemos no es lo que es, sino lo que el cerebro interpreta. Por eso mismo. (Ite, missa est)




Lluis Casas coadjutor. (Texto de la Conferencia pronunciada en el Centro de Estudios
Jean Meslier de Parapanda, hace unos días)



miércoles, 24 de febrero de 2010

LOS BOMBEROS CATALANES Y LA JUSTICIA





Ayer (23 de febrero) fue un día distinto en el mundo mediático, hojeando la prensa y oyendo las ondas aparecen dos titulares que, según mi buen criterio, suponen un alivio a lo que nos tiene lamentablemente acostumbrados el submundo mediático. Los dos responden a la reacción noble y sincera de los buenos profesionales (y además funcionarios) al servicio del país. Los dos podrían cambiar al menos los discursos unilaterales de ciertos poderes.


Primero. Me refiero por un lado a la diatriba con que los especialistas de los bomberos catalanes acorralaron en sede parlamentaria al submundo político y al submundo mediático y por otro a la dimisión de un vocal del consejo del poder judicial por la forma en como elige los jueces esa instancia judicial. El término elección es una simple forma de nombrar lo innombrable después de lo explicado por el ilustre ex vocal.


Los dos elementos aportan novedades: el primero es una verdadera primicia, en el Parlament y frente al sin sentido de la comisión de la verdad de los incendios. Unos profesionales que se juegan la vida por acuerdo parlamentario les cantan (algo más que) las cuarenta a los señores diputados que desde el escaño o la tribuna ejercen neciamente de sabelotodo en materia de incendios, procedimientos de protección, dirección de operaciones y tutti cuanti. Les argumentan por si quieren oir --o mejor, escuchar-- que hay dos incendios: uno el real, con el que lidian cada día lo mejor que pueden y saben; otro el de ficción, que responde al montaje entre político y mediático que les lleva a la crucifixión, sin resurrección al tercer día, por motivos exclusivamente electorales.


Lamentablemente me perdí esa comparecencia tan digna de ser observada y valorada en lo que cabe. Unos funcionarios rebelándose contra la estupidez de ciertos políticos, o para decirlo claro, contra unos diputados sin conciencia. La prensa ha reproducido parcialmente lo que se dijo e hizo. Algunos periodistas han presentado excusas, otros, como La Vanguardia, punta de lanza del desgaste político, ni por esas.


No se lo pierdan, probablemente viaje por Internet, pues fue una verdadera puesta en escena con elementos de suspense incluidos. Para que vean como pasó, les explico que uno de los mandos expuso en una pantalla a la audiencia el protocolo de actuación frente a un incendio y les dijo que intentaran leerlo en el lapso de tiempo en que una cerilla se quemaba. Fue imposible. Quedó claro que el protocolo, la metodología, etc. es una cosa y un incendio en vivo era otra muy distinta y cualquier cerebro medianamente bien amueblado podría calibrarlo si del sentido común se tratara.


Segundo. El siguiente caso, el nombramiento en el escalafón del poder judicial, el vocal auto eliminado se refiere al procedimiento como intercambio de cromos entre unos, los conservadores, y otros, los progresistas, en una especie de tómbola manipulada por unos pocos personajes que, en todo caso, no responden a lo que el concepto de justicia exigiría y se mueven en esas aguas un tanto turbias como poderes hegemónicos. Claro está, no ha faltado la palabra mentira a lo dicho por el ex vocal. Faltaría más, a la manipulación se le añade la descalificación de la verdad. En el fondo aparecen unos nombres que hegemonizan esa curiosa estructura. Uno de ellos, la parte femenina, es, también, coprotagonista del golpe de estado judicial al juez Garzón por meterse con el franquismo. Una combinación que dice mucho de las características reales de quien llegó a altos cargos gubernamentales. Desde aquel momento, digamos con el gran Rubén Darío: Margarita, no está linda la mar. O si prefieren algo más añejo, esta señora ha hecho su particular afrenta: “en el robledo de Corpes entraron los de Carrión... “



Lo dicho, una gran satisfacción frente al no pasa nunca nada.


Lluís Casas más contento que un ginjol (azoafaifa)

viernes, 19 de febrero de 2010

EL PACTO CONTRA LA CRISIS O EL PARTO DE LOS MONTES






El enunciado lo dice todo, al menos a mi me lo parece, por lo que estoy tentado de dejarlo aquí mismo y que cada uno lo interprete según su parecer.


De hecho leyendo la prensa --y hecha la excepción de dos o tres comentaristas alternativos al pensamiento único que tiene acceso a los medios con capacidad de difusión real (frase que significa que no hay pensamiento y que en todo caso se da lugar exclusivo a los intereses únicos)-- lo que aparece es que el mundo del trabajo, de los pensionistas, de los sectores populares y, ojo al parche, de las clases medias, van directas a la taquilla del pago por la crisis. Esta se hará en base a pensiones, a las indemnizaciones por cese, a una caída de los servicios públicos, a la ocupación “de calidad” y un largo etcétera que me abstengo de citar por conocido y comentado.


Antes de continuar, vaya por delante que un pacto anticrisis es absolutamente necesario y puede que imprescindible. Incluso en el libro mayor anotaremos que los costes de no tenerlo son mayores que los sacrificios que apuntan. Pero, dicho esto, no vamos a comulgar con ruedas de molino, vaya que no, o, al menos, lo diremos bien alto: comulgamos con ruedas de molino, pero a disgusto y dispuestos a cobrar por ello en cuanto sea posible.


Lo bueno del asunto es que los esfuerzos que preconiza el pensamiento alternativo son simplemente reformistas, nada revolucionarios, y siguen la senda que lleva a un simple reajuste del sistema, sin más cambios. El pensamiento único liberal reacciona como lo que es, una dictadura sobre la razón, sobre la teoría económica, sobre los hechos y sobre los intereses colectivos. De hecho nos encontramos en el peor de los mundos posibles en términos de debate libre y de libre acceso a la información fiable.


Pero vamos allá.


Primero, la crisis es financiera, es inmobiliaria, es especulativa y es de sobre producción de determinados bienes. No hay nada en el origen de la crisis que responsa a salarios, a productividad, etc. De hecho, los salarios han perdido peso en las cuentas nacionales de forma significativa.


Segundo, hasta ahora las medidas gubernamentales han detenido la catástrofe por muy poco, en base a políticas de gasto público al más puro estilo keynesiano. Los entendidos afirman que han sido medidas de alcance limitado por la presión ideológica, mediática y mítica del liberalismo que se esfuerza por evitar en el balance el éxito de la economía pública, que nunca debiera haber desaparecido de la acción gubernamental. Se debería ir más lejos por el riesgo de quedarse cortos y no generar suficiente energía al gasto.


Tercero, los bancos, causantes de la crisis, se han salido casi de rositas. Nada de lo fundamental, excepto tal vez las ayudas públicas, se ha hecho y de nuevo campan libres por el sistema financiero. La cosa es tan simple como ver que beneficios anuncian hoy en plena crisis.


Cuarto, el mundo inmobiliario, especialmente en España, en donde ha sido la causa principal del embrollo, no está siendo reformado y espera reaparecer en cualquier momento insuflando aire especulativo a la economía. Ese mundo tiene pendiente un ajuste, con derivaciones financieras de 325.000.000.000 de euros, acumulados en los activos financieros en espera del inmediato futuro. Eso pude ser una nueva crisis financiera y es, desde el primer día, la causa de la caída injustificada del crédito. Las entidades financieras acumulan recursos, algunos de origen público y que están pensados para otros fines, para sostener las pérdidas definitivas de sus activos inmobiliarios.


Quinto, se ha reaccionado tarde y mal. Muy tarde y muy mal. El gobierno federal ha hecho exhibición de todo el catalogo de torpezas posibles frente a este tipo de crisis, desde la negación pura y simple, a reacciones de histeria y de escasísima planificación política y económica.


Sexto, no hay opción razonable en la oposición política de derechas. Esta está exclusivamente interesada en el acceso al poder al precio que sea, siempre que pague otro. Su programa económico es inexistente y por ello, harto conocido: menos impuestos y menos estado social, beneficios a los grandes y sacrificios a los pequeños. Economía ficticia especulativa si puede ser y que dios nos coja confesados y con algo de divisas añado yo. Viendo lo que cuentan los medios sobre las propuestas que circulan por ahí, uno tiene la idea que están al mando político verdaderos descerebrados intelectuales, con escasísima preparación económica y atados de pies y manos por los mitos del liberalismo. Desde CIU al PP. Todos incluidos.


Séptimo, lo único que tenemos disponible es la reacción sindical. La única posible a mi parecer por la debilidad política de los partidos a la izquierda del PSOE, que algo ayudarán, evidentemente. Incluso afirmando esto pienso que esa reacción está diseñada para resistir y no para oponer argumentos de futuro. Se está preparando para reaccionar frente a agresiones y eso es muy peligroso. La reacción sindical debe levantar un conjunto de propuestas de futuro, incluso cambiando cosas que hoy parecen inamovibles. Pienso que ese es el único camino por el que se conjuntan intereses y ánimos que permitan no pagar por nada.


Octavo, un país cuasi federal tiene la capacidad de complementar la acción del gobierno central con acciones desde las CCAA. Ahí hay gobiernos de izquierda moderada que podrían imprimir un sello de raciocinio a lo que viene. Esa es una vía a la que citar para que envista.


Noveno, el tiempo apremia. Noviembre elecciones en Catalunya, Marzo del 2011 a un año vista elecciones generales y un año después elecciones locales y regionales.


Décimo, hay vías por las que salvar la crisis y emerger con mejores posibilidades de desarrollo, hay recursos financieros para ello y –depende dónde-- hay capacidad empresarial si se ponen a ello.



Lluis Casas haciendo cuentas antes de la batalla.

domingo, 14 de febrero de 2010

¿CÓMO DICE, SR. MARAGALL?







A Ernest Maragall, conseller d’ Ensenyament, le perseguirá una frase que ha pronunciado recientemente; al gobierno tripartito catalán le perseguirá esa misma frase por lo menos durante los próximos meses. El desparpajado político ha dicho: Catalunya está fatigada del tripartito. Naturalmente es un spot publicitario un tanto chocante. Que, sin lugar a dudas, provocará un efecto simpatía en la oposición y --¿quién sabe?-- en algunos intersticios del mentado tripartito. Vale la pena añadir que don Ernest no habló descuidadamente, esto es, ante unos micrófonos que pensaba cerrados. Lo hizo a sabiendas y queriendas.


Me pide el editor un comentario sobre el significado de lo dicho a conciencia por el Conseller d’Educació, don Ernest Maragall. En otros tiempos llamado el Gran Hermano y un sujeto de armas tomar siempre. Me refiero, claro está, a ese cansancio con que, según el interfecto, Catalunya asume un gobierno plural de izquierdas, mal llamado tripartit.


Como muchos malos políticos, Don Ernest, tiene escasa memoria. Habría que conseguir explicarle que la anterior versión gubernamental, CIU, es un bipartido y que a lo largo de sus 23 años de gobierno tuvo trifulcas abundantes, así como muchísimos casos de corrupción o de claro oscuros tirando a negro. Incluso hubo un desgraciado suicidio en Filipinas claramente relacionado con el caso turismo. Hubo también media Catalunya incendiada frente al pasmo gubernamental que con escasos recursos acudía a su extinción. Hubo pactos espurios para los catalanistas con el PP de España. Hubo renuncias a montones respecto a competencias, infraestructuras, financiación y una lista tan larga que me abstengo de su enumeración exhaustiva. Hubo un desprecio solemne y permanente al Parlament. Y un pecado original capital, en el momento inicial de construcción del país, otro tripartito no se lo pierdan, CIU i las ERC de entonces, renunciaron a un gobierno amplio y dejaron a la izquierda que sostuvo el frente anti franquista fuera. El gobierno de unidad, o de gran unidad política siempre se ha utilizado en democracia para salir de las grandes catástrofes. El “això no toca” del President Pujol era el eslogan real de CIU y asociados. Con ellos nunca hubiera tocado la reforma estatutaria, ni la financiación, ni siquiera la transferencia de Rodalies, puesto que el método base era la ligera presión bajo mano por intercambio de favores. El poder por el poder y que no se note.


Si el país catalán no estaba cansado entonces fue porque no tenía sensibilidad y sí hoy, con un nuevo estatuto, un nuevo sistema financiero, una enorme lista de infraestructuras y equipamientos que nunca antes se había nadie atrevido a crear, lo estuviera, sería por un exceso de sensibilidad a una enorme campaña mediática de desprestigio nunca vista en democracia por su intensidad y duración. Y, claro está, por muchas circunstancias no menores, entre ellas el golpe sobre el primer hermano, don Pasqual. La crisis tampoco es ajena a la circunstancia, ni tampoco la gran debilidad de comunicación por parte del actual President y en general de todo el govern.


Obviamente no todo lo realizado se ha hecho bien y algunas cosas no se han hecho nunca. Pero me atrevo a decir con la seguridad del dato que nadie puede poner en duda cabalmente que el gobierno de izquierdas en siete años ha hecho más, mucho más por la patria, sin necesidad de nombrarla que los gobiernos patrióticos anteriores. Así deben construirse las patrias, haciendo sin nombrarlas.


Deduzco de ello que tal vez don Ernest no esté muy fino de análisis o simplemente ve muy cerca el declive político y trata de hacerse con algunos activos para el hipotético futuro. ¿No será don Ernest alguno de los citados por el Sr. Mas para un posible gobierno CIU con independientes? No lo creo. Una trayectoria tan larga en el seno socialista no puede romperse e ir a parar a la cotangente convergente. Por ello, pienso que la solución del problema, si este existe y la solución también, es una propuesta sobre el eje de la sociovergencia. Don Ernest apunta a un gobierno fuerte que en las actuales circunstancias significa pacto (con lo cual no es tan fuerte) y el pacto para sumar es otro tripartido: Convergencia, Unió y el PSC, sin Ciutadans pel Canvi, claro.


Sumen lo que sumen, en Catalunya parece concluyente que el gobierno pasa por acuerdos en los que uno u otro tripartido se hará con el gobierno. Don Ernest obvia que si la tendencia preponderante es hacia la derecha, la brigada mediática callará o se abstendrá de gritar y se conformará con leves siseos. Por ello Catalunya que tiene mal oído se tranquilizará y se echará a dormir, con lo que tendrán asegurada una patria poco cansada y bien amordazada.


O así me lo parece, como terminaba sus artículos un enorme periodista en La Vanguardia cuando se decía española.



Lluis Casas peregrino


martes, 9 de febrero de 2010

RECRISIS






El asunto está bajo el influjo de aquello de: “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Es decir la economía española.


Estos días, cuando estamos frente a un fin de semana de inicio de los carnavales, se nos aparecen espantajos que discretamente habían desaparecido de las pantallas. Les hablo de los efectos tremendos de la crisis en la economía española y las dificultades para rehacer descosidos y agujeros. Desde Europa ha llegado una espléndida arenga de un ex ministro y ex candidato a la presidencia del gobierno federal, Joaquín Almunia, que, no sé si por ansias vengativas o porque cree en ello, ha dicho de la economía española y de la capacidad del ejecutivo federal cosas que están ahuyentando a los inversores y alarmando a romanos y cartagineses. A continuación, y por una vez, la voz del Banco Central Europeo, ese individuo con camisas que disponen de cuellos de otro color, ha echado el freno y ha evitado el hundimiento del Titanic, o eso pienso. No dispongo de información si la pareja se había repartido los papeles, como en las comisarías antaño: tu poli malo, yo poli bueno.


En fin, que de golpe nos encontramos en las tripas del monstruo, cuando parecía que la crisis se suavizaba, aunque con costes laborales enormes. Si la bolsa cae (incluso el Santander con los beneficios más altos que antes de la crisis), los costes financieros suben y los inversores piensan en hacer las maletas, la cosa, sea cierta o no, la pintan muy cruda.


Hay que reconocer que el país no está equipado de un ejecutivo que entienda de economía, ni tal vez de pacto social o de otras muchas cosas. Eso estuvo claro cuando mantuvo el crecimiento económico sobre la especulación urbanística y los créditos a todo trapo para financiar inversiones en ladrillos que no se necesitaban. O que solo se necesitaban como inversión, no como bien de uso. Todo lo cual era un anuncio de la crisis del tamaño del Mulhacén que, desde todo lo alto, mira con modestia la ciudad de Parapanda.


Así ha seguido (estamos hablando del ejecutivo federal) por la senda de no aceptar la realidad, no enfrentarse directamente con ella, no explicar lo que sucedía, supongo en la creencia infantil que esconder la cabeza bajo la almohada podía solucionar los problemas, o esperando que otros lo solucionaran. En fin, eso a estas alturas ya no tiene mayor interés que darles un suave pescozón.


Me temo que el ejecutivo federal no tiene más que un camino, una reestructuración ministerial a fondo, con la incorporación de personas que puedan generar confianza en el mundo de los negocios y en el mundo del trabajo para hacer los deberes, un pacto social, un pacto fiscal, un pacto por la productividad, un pacto educativo, etc. Reformas importantes que nos permitan caminar de momento con el apoyo de alguna ilusión de futuro y con la seguridad que estamos poniendo la calzada mucho más segura.


Les hablaré hoy brevemente, no hace falta mucho más, de la dimensión laboral de la crisis. Una ojeada al paro o la inversa a la ocupación por sectores define la crisis española con una precisión de antiguo relojero. El 90% del paro se corresponde con el mundo especulativo inmobiliario y con la industria asociada. Así de claro. El resto se debe a la detracción del consumo que la crisis ha provocado. Las cifras anteriores comparadas con la estructura laboral de la UE nos confirman la impresión anterior, sobredimensión inmobiliaria y, ojo, escasez de ocupación en sanidad, educación y servicios sociales. Estos sectores en una dimensión realmente astronómica. Si observamos cómo va el paro por calificación profesional la cosa se aclara mucho más, los trabajadores con experiencia o titulación de cualquier clase resisten la mar de bien. Los trabajadores sin experiencia, ni titulación se hunden.


Entienden el asunto. Formación de todos los sentidos para los trabajadores y futuros trabajadores que coincide con la necesidad de servicios educativos, ahí está una de las claves del asunto. La otra es la expansión de los servicios de bienestar como sanidad y servicios sociales, la ley de la dependencia por ejemplo. La financiación, no pienso que sea tan grave en base a los incumplimientos fiscales y a un cierto desarrollo pautado de la presión fiscal bien entendida. Todo ello generará una mayor productividad social que financiará las pensiones de mañana.


No niego cambios de fondo en muchas cosas, pero con lo dicho esos cambios me parecen plausibles y posibles.


Es todo un programa, según pienso yo.



Lluis Casas viendo la luz




Radio Parapanda. La voz inquieta de Simón Muntaner nos habla
SOBRE JUSTICIA DEMOCRÁTICA




miércoles, 3 de febrero de 2010

CONTRA LOS ARGUMENTOS FALACES






Presiento que cuando lean ustedes lo que sigue todos serán catedráticos de demografía, de fiscalidad, de déficit público y de política práctica. No hay nada mejor para animar al personal a interesarse por los asuntos públicos que tocarle… la cartera. Y eso de la jubilación tiene mucho que ver con la cartera. La de uno y la de todos.


Una mente racional esperaría que una medida del tipo que el gobierno ha anunciado fuera precedida de informes sesudos, comentarios explicativos, negociaciones por lo bajini y otras muchas circunstancias favorables a la comprensión y aceptación social. Lógicamente para ello es imprescindible que las apretadas de cinturón sean compartidas socialmente y lo más equitativas que la inteligencia y la política social permitan. Pero, tal como nos tiene acostumbrados el presidente federal, eso no ha sido así de ninguna de las maneras.


Uno. La evolución demográfica, que forma parte del núcleo del problema --gobierno dixit-- es una técnica supeditada a factores de cierta imprevisibilidad. Hace ya décadas que a la vista de la demografía española se apuntaba una crisis por falta de relevos, una crisis financiera de la Seguridad Social por falta de cotizantes y otras muchas desgracias. Nada de lo previsto ha ocurrido. Al contrario, las cuentas de la SS han entrado afortunadamente en superávit, el relevo demográfico ha sido cubierto por la inmigración y, no hace más de dos años (antes del estallido revolucionario de los banqueros e inmobiliarios) todo parecía estar dentro de las coordenadas de la corrección.


Si bien es más que cierto que la demografía de los indígenas españoles está un tanto alicaída, ello no es debido a una falta de interés por la acción previa a la reproducción humana, sino por puro cálculo. Las familias establecen su política reproductiva de acuerdo a parámetros medianamente inteligentes. Los dos (la pareja reproductora) trabajan o lo pretenden, ello conlleva la necesidad de servicios de guardería y una retahíla de medidas adjuntas poco visibles por su escasez actual. La vivienda, estando donde estaba y donde sigue estando, detrae recursos financieros que impiden pensar o desear una familia de, con perdón, muchos miembros. Los horarios de trabajo no ayudan tampoco a esa reclusión doméstica para abastecer las necesidades de los cachorros. Si uno tiene mala suerte y con la familia surgen problemas sanitarios u otros que puedan cronificarse, quien la sufre la palma. Principio inexcusable de las políticas familiares hispánicas (de derecha e izquierda). No hay ayudas, ni servicios adecuados, etc. etc. Finalmente un salario digno y suficiente hace mucho por la actividad nocturna sin protección. Por todo ello, afirmo que la visión demográfica del Gobierno federal tiene un componente de estrabismo muy alto. Políticas de vivienda, de guardería de ayudas familiares, de compatibilización real del trabajo, de ayuda a la mujer y a la familia y un largísimo etcétera del estado de bienestar son imprescindibles.


El recorrido lo han cubierto antes los países nórdicos, Alemania y muchos otros. Aunque venían de muy abajo, hoy estos tienen tasas demográficas mucho más decentes que nosotros. En las universidades alemanas no es raro ver madres y padres asistiendo a clase. Cosa que sorprendió de tal manera a mi hija que me llamó como si hubiera visto un extraterrestre. La cosa es simple, si la familia o cualquier equivalente tiene garantías de vivienda, sueldo o beca adecuados, recursos públicos suficientes, etc. la tasa de relevo deja de ser un problema.


La deducción final es simple, la demografía nunca, excepto casos excepcionales, es un castigo bíblico y las políticas racionales del estado de bienestar ayudan y mucho a establecer tasas de relevo generacional razonables. Ahí, pues, está el primer agujero del Gobierno y de todos los que esgrimen como algo intrínseco a los hispánicos es escaso entusiasmo por tener descendencia.


Otrosí es la escasez de cotizantes. Argumento que ha sido transgredido muchas veces, así que la economía coge carrerilla, los sueldos son lo suficientemente adecuados para salir de casa y, de nuevo, los servicios públicos atienden las obligaciones familiares respecto a menores y mayores. No es argumento por si mismo. Ni nunca lo ha sido.


El siguiente es el modelo de pensiones, un sistema de solidaridad intergeneracional que exige, sin aportaciones públicas, que los cotizantes de hoy sostengan a los pensionistas. El truco --pues tiene truco como el viejo almendruco-- es que el Estado mira hacia otro lado en cuanto a financiación complementaria del sistema de pensiones (de vejez y de paro). Nunca he entendido el por qué de esa ruptura, con perdón, epistemológica. Si la sanidad (recuerden que no hace tanto la sanidad iba a cargo de la Seguridad Social y se cambió) o la educación, así como los servicios sociales o las más simples carreteras, por no hablar de los aeropuertos de los ejecutivos tienen una total o muy grande financiación pública, ¿porque las pensiones no? Para que me entiendan, si un jubilado tiene una pensión adecuada a las exigencias de sus necesidades podrá pagarse total o parcialmente los servicios de la ley de la dependencia, que ahora son aportados por el estado. Un círculo virtuoso que no debe romperse.


Otro argumento es que no podremos pagar la factura total de tantos jubilados. Otro truco del inquietante almendruco. Un argumentarlo tan fósil como la creencia en que la única actividad productiva es la agricultura. La productividad social es la que genera el excedente que financia los servicios y las prestaciones sociales (e incluso estas tienen un poderoso retorno en forma de salarios que fuerzan los mecanismos keynesianos del gasto). En definitiva lo importante no es cuántos trabajan, sino la productividad que tienen. Si en el medioevo, época en la que tantos todavía parecen permanecer, un campesino a duras penas sacaba una familia adelante, hoy ese campesino da alimento a centenares de personas. Lo mismo para el zapatero, para el sastre, para el panadero, para el aparejador y cómo no para el ingeniero de telecomunicaciones. No ha de asustarnos la relación entre activos y supuestos pasivos (puesto que además esta se ha corregido numerosas veces por motivos diversos), lo importante es la relación entre producción y productores. La economía actual, la tecnología actual y otra forma de encarar la distribución de la riqueza permite una cierta tranquilidad. Otra cosa es el modo de pensar de los que no aspiran a mayor solidaridad que la caridad dominguera. Esos son los propagandistas del liberalismo para unos pocos y la miseria general. Esos si se asustan frente a la perspectiva de un cierto reparto congruente del pastel.


Para muestra un botón: la Caixa de Catalunya –presidida por Lord Narcís Serra- acaba de subir los sueldos en un 16%, sólo para los ejecutivos y directivos, claro está. Estos son los que impulsan las ideas de que no hay paño para todos. Otro ejemplo es la lista de los propietarios de la bolsa, unos muy pocos no vayan ustedes a creer. En contra de lo que difunden sus propagandistas, unos pocos cientos de personas manejan el cotarro de las empresas cotizadas en bolsa. Sistema solidario y racional donde los haya.


Otro asunto con muchas pelendengues es el del déficit público. Argumento o arma arrojadiza que sirve para ir a favor de b o para ir contra de b, según necesidades y circunstancias. Si los necesitados son bancos y banqueros, inmobiliarios y empresarios, el déficit público puede irse a hacer gárgaras, como muy recientemente se ha comprobado. Si el déficit quiere decir financiar el estado de bienestar, ah! Eso es otra cosa muchachos. Por ahí no vamos a pasar, el banco central europeo y mis compadres de la Unión lo impiden.

También impide un razonable e imprescindible gasto social el que las cañerías del fisco tengan más agujeros que un colador. Esos miles de millones anuales que por un sí o por un no se fugan de la exigencia cívica harían mucho por el déficit público. En cambio no está este asunto en la agenda de preocupaciones de liberales, banqueros y del conocido MAFO, el mandamás del Banco de España. No sé por qué será, tal vez porque no se jubilan o, precisamente, porque se jubilan anticipadamente con millones de euros, como ese hombre de la frontera del BBVA, despojado de su cargo antes de los 60 con una mísera paga de más de medio millón al año.


Otra cosa son las tecnologías de la jubilación, si es obligatoria o no, si por sectores o todos iguales, si 20 o 30. Si es posible que la Seguridad Social cree fondos personales complementarios y no envíe a quien quiere complementos al banco quebrado de la esquina, etc. etc. eso se puede, se debe discutir y pronto se llegaría a cuerdos racionales y a la transformación del modelo. Modernizarlo, actualizarlo, hacerlo más justo equitativo, distributivo y un largo etcétera.


¿Por que no se empieza por ahí? La respuesta está en la ideología, está en la presión de los liberales, está en la influencia de los banqueros de la crisis y está, al cabo de la calle, en un gobierno con un solemne despiste sobre quién lo vota y para qué.



Lluís Casas meditando sobre la liquidación presunta de jubilación.