miércoles, 30 de junio de 2010

UNA MEZCLA EXPLOSIVA O DE DILUCIÓN





El enunciado, lo reconozco, es complicado, por lo que requiere una pequeña explicación inicial. Por descontado es un fallo solemne en la estrategia de un comunicador. Qué le vamos a hacer si uno no es García Márquez.


La mezcla a la que me refiero consiste en la coincidencia temporal del caso Mollet-Palau de la Música Catalana, el partido nacionalista Convergència i Unió y el salto mortal socialista hacia los berenjenales neoliberales formados por el conjunto de medidas ya tomadas y por las que han de venir. En los dos casos el afán de ganar dinero y distribuirlo como agua de Mayo entre los allegados al poder es la base del conflicto. Uno en el reino de la corrupción penal, el otro en el reino de la corrupción venal. Si todo ello es una mezcla explosiva o de dilución social ya se verá, pero en ambos casos sus consecuencias van a ser históricas. Se lo explico:


En primer lugar el caso Millet (en realidad el nombre del provocador no tiene la más mínima importancia y el asunto está mucho mejor definido por el nombre del caso Palau de la Mùsica y ahora con las evidentes implicaciones de CIU también lo será por su acreditada relación con las comisiones sobre las obras públicas), decía que el caso aporta la constatación empírica del grado de hipocresía a que ha llegado una parte de la (llamada alta) sociedad catalana. La aparición en los juzgados y en sede parlamentaria de un buen número de personas y entidades públicas o privadas afectadas por el asunto tiene esa componente representativa de la propia sociedad “bien” (de clase) catalana y especialmente barcelonesa. Esas apariciones y lo que se ha escuchado en esos foros judiciales y parlamentarios exponen a la luz pública el estado moral de un importante sector de lo que llamaríamos “la clase dirigente” o algo parecido a ese concepto. Pienso que el caso Palau pasará a la historia tal que el estraperlo en su día. Será un caso histórico con consonancias políticas y sociales de largo recorrido.


En la larguísima lista de implicados, y aquí esta palabra no tiene sentido peyorativo ninguno, figuran tantos (y tantas, el Palau es un caso con un grado de feminización muy elevado) y tan insignes que produce dolor del alma. Tenemos empresas y empresarios, tenemos ejecutivos y ejecutivas, tenemos políticos, tenemos administraciones, tenemos interventores o allegados. Existen amantes implicados. Esposas que alegan desconocimiento de lo que firman, no de lo que gastan. Hay cultura y literatura a manta. Pero sobre todo hay la impresión que en Catalunya (insisto sobre todo en el entorno barcelonés del asunto) existe una sociedad paralela a la que no se le aplican las normas y que puede hacer y deshacer en los despachos más reservados a su gusto y complacencia. Esa sociedad se ha quedado desnuda y a la vista de todo el mundo, pero su reacción ha sido la reclamación de indemnización por despido improcedente, como si el robo, hurto, estafa o el dejar hacer a cambio de salarios astronómicos no implicará responsabilidad alguna. Eso es lo más importante, esa sociedad con ramales en la cultura, en los negocios y en la política no se siente responsable de nada. Para ella, el país es una propiedad en estado de disposición permanente.

Los largos años de CIU en el gobierno, que ahora es probable que vuelvan, impulsaron la forma de hacer ancestral para convertirla en el modo de administrar la política y el país. Los amigos que lucraron al partido son multitud, muchos de ellos han pasado por el juzgado o por los medios. No olviden la larguísima serie de Unió Democrática, pergeñada en obtener por vías conflictivas lo que no le daba la ley. Tienen incluso un suicidado en Filipinas y conexiones andorranas. Convergencia, con más finura, tal vez por el hecho de haber participado en el hundimiento de un banco patriótico, es el verdadero partido del corretaje (o porcentaje, si quieren) en las obras públicas. Muchos promotores y constructores han ido con el cuento a las autoridades, pero sin querer aportar pruebas o diligenciarse directamente al juzgado. El comentario es terrorífico. Tengo que estar a buenas con ellos, pero si ustedes me eliminan el corretaje, yo lo celebraré.

No crean que sea como la chapuza nacional del PP, el caso Gürtel, por poner un caso parecido. Si en Valencia y Madrid se impone la desfachatez a la cara, en Catalunya es prominente el disimulo y el manejo bajo la mesa.

Ello en fin, da para una sentencia social sobre el “sistema”, el alejamiento de la política pensando que todo el huerto es…Por eso digo que el caso Palau va a marcar a la sociedad catalana por lustros. Los que duren las vidas de los protagonistas.



Lluis Casas, en luna llena

miércoles, 23 de junio de 2010

DOS PRÓCERES EN LA CÁRCEL




Según mi familia esa benéfica circunstancia podría deberse a dos ingresos en la cárcel Modelo que se produjeron hace días. Se trata de dos insignes próceres barceloneses llamados Millet y Montull, vinculados al entramado del caso Palau de la Música Catalana. Hasta ahora se habían librado de esa circunstancia por motivos incomprensibles. Yo no soy consciente de ello, pero ¿para qué discutir? Igual tienen razón.


Ya metidos en esa materia, veo que los jueces se comportan como los clavos, un clavo arranca otro clavo. Al menos la conclusión operativa de hoy ha sido una substancial mejora de ese magma inconcreto que es la justicia. Felicitaciones al clavo que ha sacado a otro. Muchas gracias a la señora De Rosa, la Juez que da dignidad a la judicatura.


El asunto de las relaciones entre los poderosos o los muy conocidos y la administración es más viejo que Matusalén. Los periodistas, esos organismos pluricelulares con escasa memoria y pocos conocimientos enciclopédicos, no se acuerdan de ello, pero ya en el alto Egipto se producía más de un conflicto entre escribas sentados y apaleadores de pirámides. No digamos ya en Roma, en donde la especulación urbanística se transformó en un modo de vida para alcanzar el título de caballero, incluidos los incendios y las reconstrucciones habituales, como hoy día mismamente. Todo está en la literatura, tanto en los tratados de historia, como, para mayor comodidad, en las novelas ilustradas. Quien quiera saber no tiene dificultad ninguna.


De todos modos, y como he sido testigo de alguna correría de este tipo, se lo cuento:

Si usted es un ciudadano, digamos, de a pié y quiere impulsar un negocio urbanístico, deberá pasar por las horcas caudinas de diversos funcionarios y secretarias o secretarios, sin, al fin, conseguir la entrevista con el mandamás que prevé definitiva para la marcha de su propuesta. Seguramente todo acabará en las oficinas municipales con los técnicos de rigor y las normas de obligado cumplimiento. Eso es el buen funcionamiento de la administración. Todos iguales y cumpliendo normas.


Ahora bien, si por esas casualidades de la vida, que en Catalunya se producen una detrás de la otra, uno es el cuñado del presidente del club de tenis en donde el mandamás come cada quince días; o, si quieren, preside el coro sinfónico, la llamada puede resultar mucho más positiva: “Oye Manolo, perdona que te moleste. ¿No tendrías un momento para que pueda explicarte un proyecto de recalificación que es imprescindible para tu municipio?” A menudo la cita se concreta con el mandamás o con el concejal de urbanismo
[1]. El resto es perfectamente previsible.

En la inmensa mayoría de las ocasiones no hay flujos irregulares de caja. El mandamás, el concejal y sursum corda no ingresan nada, su honestidad se mantiene intacta. Ahora bien, ese proyecto salva dificultades, se ahorra comparecencias, se laminan oposiciones y se erige en algo emblemático para el municipio. El viento en las velas.
Aunque a veces, se tropieza con una concejala anómala, que se toma la molestia de calibrar todos los intereses, no únicamente los del promotor, y hace estallar la polémica. El resultado lo conocemos, la concejala de distrito salta por los aires
[2].


Insisto, nadie se embolsa nada particularmente. Pero alguien hace un negocio más redondo, más rápido y con menos costes de lo que hubiera sido habitual. E, incluso, algunos se embolsan comisiones de dimensión futbolera por esas llamadas amistosas y peligrosas.


El concejal de urbanismo llama a eso trabajar por el país y a la actitud de la concejala de distrito lo llama estar hundiendo al país. Son palabras reales oídas por mis adminículos de sonido. En algunos casos complejos, es decir todos, siempre aparece alguna transferencia de valor del sector público al privado, pero eso, ya lo sabemos, es por habitual un acto sin importancia.


Esa connivencia entre conocidos o entre conocidos de conocidos y esa actitud benevolente frente al negocio inmobiliario es la tentación de Satanás y es lo que impulsa una derivada, que no siempre se produce, en forma de paquetitos, de maletas o de flujos suizos. En algún caso a domicilios particulares, en otros casos a sedes de alguna institución u organización, todo ello a través de cauces lo más profundos y enredados posible.

Insisto, en la inmensa mayoría de los casos el funcionamiento está de acuerdo con la norma y con la decencia, pero se ha facilitado por encima de lo adecuado un camino rápido y una comprensión de los intereses del proyecto que no está al alcance de la mayoría. Es como tener dos administraciones, una para los amigos o conocidos y la otra para todos los demás. En estos casos no monetarizados no nos fijamos y deberíamos hacerlo. En otros acaban surgiendo los Pretoria, Marbella, etc. que ocultan lo mejor de la administración.


Esa confluencia interesada entre poder económico y poder (hoy día es solo un decir) político ha existido siempre y la actitud tradicional de la izquierda ha sido siempre hasta ahora su eliminación. Todo el mundo es igual ante la norma y la administración democráticas. El hasta ahora se refiere a una generación de oportunistas (los que terminan moviendo flujos de caja) o de poseedores de escaso sentido de la justicia. Ambos son los que están haciendo daño.


Seria bonito saber cuántos llamadores de teléfono a alto cargo han sido rechazados por la agenda y derivados al trámite previsto. Ese es el indicador de la democracia en el mundo inmobiliario.


Por cierto, en los habituales comentariaos periodísticos se resalta la larga lista de políticos sensibles a las llamadas, con muy distintos grados de compadreo (algunos se citan en las mismas playas menorquinas), están todos (dicen los periodistas en los casos de actualidad) el PP, CIU, PSC, ERC, todos han recibido llamadas. Y alguno no se ha comprometido.


Pero una cosa no es cierta, no están todos, hay un conglomerado político que nunca aparece en estos sitios. Los periodistas con un acertado sentido del oportunismo nunca lo nombran, no sea que se sepa que ahí no hay agenda oculta.


Por cierto, y lo cuento con certificado acreditativo. Los influyentes negociantes del urbanismo oportunista no llaman porque ya conocen la respuesta: vaya usted al negociado de tramitación y póngase en la cola, como todos.
Esa es la mejor recomendación que pueda hacerse a una persona honrada y, ténganlo por seguro, tiene un valor incalculable.



Lluis Casas relajado por una vez.

[1] En el caso Palau el nombre que figura en la prensa es el del concejal García Bragado, anteayer secretario del gobierno catalan vuelto a los rediles municipales.

[2] Ahí parece apropiado nombra a la ex concejala Itziar González Virós.

viernes, 18 de junio de 2010

LA REFORMA LABORAL, ¿REFORMA?





Me he estado conteniendo en mi ansia por comentar la propuesta final (?) del ejecutivo federal sobre la reforma del mercado de trabajo a la espera que personas más solventes que yo desgranaran el grano de la paja. Pienso que eso ya ha ocurrido, incluyendo el ruido avasallador del poder establecido y de la mayoría de los medios en favor de una reforma que no es una reforma y la explicitación sindical del duelo a muerte en OK Corral para el mes de septiembre, por lo que puedo circular por otros aledaños menos habituales. Me explico.


Desde hace unos meses los debates en torno a los cambios que deben producirse respecto al modelo de desarrollo y/o crecimiento han sido intensos e infructuosos. Totalmente infructuosos. Algunos ya lo intuíamos o temíamos, pero siempre hay alguna esperanza en la que depositar la razón.


Tanto el poder económico, como el ejecutivo federal, no estaban interesados realmente en cambios profundos a fin de establecer nuevas vías para la economía española. Principalmente unos y secundariamente otros, veían mayores oportunidades en la depredación de derechos sociales, independientemente de si venían al caso o no. Para unos y, tal vez, para los otros, la crisis en su dimensión e interpretación actual es una enorme oportunidad para sacar las tijeras contra los derechos y obtener un buen botín. Así ha sido hasta ahora con los dos paquetes de medidas, la primera de reducción del gasto público y la segunda de ajuste de derechos laborales. Queda una tercera o una cuarta, que no tardarán, sobre las pensiones y la sanidad pública, eso al menos.


Como testimonio de que la realidad es mucho más rica y compleja de lo que nos presentan los medios y los intereses de los poderosos, cito los ámbitos que han quedado descuidados en esa debâcle zapateriana: la reforma financiera (causa profunda de la crisis), la fiscalidad (en regresión desde hace unos años), el impulso a la investigación y al desarrollo técnico (siempre a la cola de las verdaderas prioridades), la formación y la educación (los ejes del futuro improbable), el sector inmobiliario (el cáncer de la economía española), todo eso como mínimo. También hay que citar que respecto a la falta de reforma del sistema financiero tenemos en cambio medidas de transformación de las cajas en bancos, es decir, la transferencia del ámbito social o colectivo al ámbito de la propiedad privada de los activos de las cajas. Eso si está en marcha. Como en Rusia.


La lista citada e inconclusa ex profeso es lo suficientemente digna de tener en cuenta para que en estas tristes horas alguna cosa en esos sentidos se estuviera haciendo e incubando. No parece que vaya a ser así. Y eso requiere explicación.


La causa de todo es siempre la misma: la incapacidad real por parte del ejecutivo federal de encarar solidamente los cambios en la economía española y estructurar una mayoría política y social que apoye y respalde la acción gubernamental. Esas son palabras muy gordas, pues en el fondo se trata de romper de una vez el poder anquilosado de ciertos sectores económicos y sociales que viven, muy bien de monopolios políticos, económicos o sociales.


El gobierno (este y muchos otros anteriores) falló primero porque galopaban en una jaca semi desbocada en términos de especulación financiera e inmobiliaria y obnubilados por el PIB, a pesar de las llamadas de alarma, optaron por cerrar los ojos a la realidad continuando con los espejismos derivados de la especulación. Incluso creyeron que Italia y Gran Bretaña quedarían detrás en la liga del PIB per capita. Locura mesetaria, a fe mía. No supieron o no quisieron ver los riesgos que finalmente los (nos) despeñaron en una crisis que negaron hasta extremos ridículamente infantiles y que les forzó a no hacer lo que debían cuando había tiempo para ello. Malgastaron no solo el tiempo y la oportunidad para las verdaderas reformas, sino que tiraron por la ventana el superávit en forma de reducción fiscal para los ricos y en cheques al portador por una miseria (los 400 del ala y otras hierbas).


Todo eso consta en esta misma hemeroteca, así que pinchamos artículos de hace dos años. Por lo tanto, no es comentario oportunista.


Hoy, sin márgenes de maniobra al uso, el gobierno se ha entregado con armas, bagajes y conciencia a la estrategia de la derecha económica española, reforzada por los comentarios y amenazas de las finanzas locas internacionales y el aplauso mediático que pide cuanta más sangre ajena mejor. Aplauso que se hace sin comprender nada (¿para qué?). Lo han hecho a la vez que el sistema de refuerzos europeos se rompía y dejaba las vergüenzas individuales a la vista en una operación autodestructiva de la UE.


El gobierno incluso ha sacrificado el lento crecimiento reiniciado hace unos pocos meses y ahora también lo hará con una parte del derecho laboral. Seguirán posteriormente, como he anunciado, otros sacrificios por parte de la población excluida de la orgía especulativa. El panorama del modelo de estado democrático, social y ligeramente equitativo se va por las cañerías. El gobierno tira a la basura pañales y niño incluido. El relevo gubernamental, que estará mucho más a la derecha, tiene la autopista despejada de peajes.


Todo ello para nada concreto que produzca desarrollo, ni siquiera para reforzar la posición política frente a unas eventuales elecciones. La cerrazón gubernamental no atiende a que, en estos momentos, son un juguete roto, sin legitimación ninguna. Su programa está hecho trizas, su dignidad política por los suelos y su eficacia, si la hubo, desaparecida. En esencia, hoy deberían convocarse elecciones con urgencia. Cosa que muchos no deseamos frente a la única alternativa existente, conformada por gángsteres, corruptos y débiles de carácter.


El país necesita una nueva senda de crecimiento basada en el desarrollo técnico y científico y en cambio se insiste en el modelo de costes laborales bajos como si la industria y la construcción tradicionales fueran un verdadero futuro. La opinión de la patronal es la de siempre, nada cambia en este mundo formado por dirigentes que no tienen empresas o por otros en estado de subasta empresarial de la miseria. ¿No hay alternativa empresarial a esa claustrofobia mental?


En fin, que si de reforma se tratara, otras reformas no laborales son las prioritarias. De este otro modo, nos llevan al sacrificio sin garantía de ningún beneficio que merezca tal nombre.




Lluis Casas, comprando oro antes de que se encarezca más.




jueves, 10 de junio de 2010

ACLARACIONES FISCALES





A menudo algunas pequeñas noticias, que se pierden en el mar de los sargazos de la prensa diaria, dan oportunidades a explicaciones alternativas a las impuestas por el (des)orden mediático y financiero.


Si hacemos caso a lo que viene a continuación, y no hay motivo para dudarlo, la crisis fiscal se demuestra expresamente falsa.


Dice la prensa, a propósito del
caso Pretoria', que un individuo afecto al caso, pero no bajo jurisdicción judicial, ha pactado con la Agencia Tributaria el pago de 23 millones de euros para liquidar sus presuntas deudas al fisco. Para los que como yo hemos llegado veteranos al euro traduciré la cifra: son cerca de cuatro mil millones de pesetas. El equivalente a unas 1.500 pensiones medias anuales. Una cifra superior al ahorro fiscal de algunas propuestas gubernamentales.


Me ha sorprendido el escaso eco de la noticia entre los periodistas. Yo siempre peco de optimista frente a la inteligencia y honestidad de la prensa. También me ha dejado perplejo que tampoco haya suscitado comentario alguno en terreno de la política. Así pues voy a hacerlo yo.


Ese caso, y el siguiente que citaré, demuestra que si se aplica adecuadamente la norma fiscal y se persigue el delito, los ingresos fluyen en cantidades significativas. Les recuerdo un artículo del que firma de hace unos meses sobre lo que comentaban los técnicos fiscales respecto al enorme margen recaudatorio que tiene el país sobre los que evitan y escabullen el pago de los impuestos:
EL FISCO NUESTRO DE CADA DÍA. EL ESCÁNDALO NUESTRO DE CADA DÍA. Ese artículo, la información sobre la que se escribió y ese caso aparecido recientemente son componentes sólidos del argumento que no habría crisis fiscal si el estado federal hiciera lo que debe hacer, perseguir y evitar el fraude fiscal.
No les habló ya de subir los impuestos a los ricos, simplemente de hacer cumplir la ley. Tampoco me refiero a la necesaria desaparición de refugios fiscales legales, como las SICAV, que ayudan a los pobres ricos en patrimonios monumentales a pagar el 1% solamente. No es ni siquiera una cifra eclesial, de cuando la iglesia cobraba impuestos, creo que estaba en torno del 10%. Simplemente con la regularización de esos pagos a cargo de los delincuentes fiscales, que para mi son peores que otros delincuentes, las pensiones y el pago de la deuda no tendrían problemas.


Es así de claro. Y así de fácil.


Para rematar la jugada les comento que en Les Illes (Las Baleares, para quien ande despistado) se ha procedido a la detención de un fraudulento fiscal de tomo y lomo, además de causante de otros muchos delitos no menores. El hombre, por llamarlo de algún modo que, por descontado, no merece, no había pagado nunca ni al fisco, ni a la seguridad social. Era/es un empresario turístico con muchos establecimientos y una presencia social conocida. Esperemos a ver qué deuda se desprende de la detención, pero la cifra, pactada o no, será de aúpa.


¿Por qué es así de fácil defraudar? La respuesta es simple, por que los gobiernos con responsabilidades fiscales lo permiten, lo toleran o, incluso, lo impulsan.


Que no nos hablen de crisis fiscal, lo que hay es crisis de honradez.


Lluis Casas, pechero.

martes, 8 de junio de 2010

EN DÍA DE HUELGA



Julio César siendo ya dictador de Roma allá por el año 46, antes de nuestra era, escuchó de Salustio estas recomendaciones:

“Dedica una particular atención a hacer renacer las buenas costumbres. El mayor bien que podrás aportar a tu país, a tus conciudadanos, a ti mismo y a tus descendientes, en suma, a la raza humana, es eliminar el amor por el dinero o al menos atenuar su poder, pues la avaricia es una bestia feroz, un monstruo que lo devora todo a su paso causando enormes destrozos. No respeta nada, ni lo divino, ni lo humano. No la detienen las murallas y lo sacrificamos todo en su altar....”

Salustio, todo hay que decirlo, pedía un imposible, como hemos comprobado después. Julio César fue un pragmático brillante y un general feroz y despiadado en la persecución del poder, por lo tanto conocía perfectamente esa avaricia, que el no tenía, pero que la utilizó como un instrumento más en su escalada real. Craso financió ilimitadamente y sin saberlo a quien edificaba su derrota.

Salustio nos advierte de la imbecilidad fatal del ansia desmesurada de dinero, con lo que enlaza cabalmente con lo que hoy ocurre en eso que entupidamente damos en llamar” mercados financieros”. Estos están dispuestos a hacer estallar el mundo en aras del beneficio inmediato y son capaces de hundir países y continentes sin pensar que la vida es muy larga para apostarla toda a una sola carta. Claro está que los máximos costes no los asumen ellos, van a cargo de los de siempre, como antaño en otros siglos, antes de Marx y Engels, era norma obligada.
Salustio no es el único en la historia que habla de ello, el más inmediato Adam Smith dice lo mismo y otros muchos que siempre se han alarmado de la maravilla y simpleza del dinero en pocas manos.

Los políticos, si es que en estos momentos existe tal raza, debieran cuidar el rebaño de esas bestias feroces que en aras del alimento de hoy lanzan a todo el rebaño barranco abajo. Pero lo que realmente estamos viendo es que no hay capacidad de rechazo a esa ansia malsana y catastrófica, que el político hoy se refugia en pequeñas parcelas de poder y se deja vencer en las batallas decisivas, sabiendo además que actúa bajo el mandato de la octava plaga. Plaga que la Biblia en su ensimismado relato no predijo con la claridad de otras. Hoy la tenemos aquí en la forma más dura, cruel, insensible e inútil que podamos imaginar. Van a hundir las economías europeas, van a destruir unos estados democráticos para cobrar unos intereses de unas inversiones perniciosas y sin valor. Y todos vamos a aceptar ese futuro tenebroso en que dos docenas de personas y unos esperpénticos mercados inexistentes van a hacer y deshacer a su gusto y conveniencia. No es moral lo que escribo, es economía y política, así de simple.

Sorprende en un primer momento el papel que los socialdemócratas están jugando, haciendo parte del trabajo sucio de esos mercados, reduciendo la economía social y la democracia (eso es la imposición de cargas desmesuradas sobre los trabajadores, eso es el desprecio al mundo sindical, eso es la renuncia a aplicar racionalmente las mediadas económicas). Pero claro, esa sorpresa no es tal así que nos hacemos con un libro de historia y volvemos a 1914 en la semana en la que todos los socialdemócratas europeos votaron a favor de los créditos de guerra y asumieron la debacle europea como si fuera de interés para los trabajadores. Eso ha vuelto, sin tanta sangre como antaño, pero con el mismo desprecio hacia los intereses humanos. El presidente federal se refugia en su debilidad psicológica, moral y racional en esa escapatoria hueca del interés del país. El presidente federal debiera tener suficiente cultura básica para entender que no existe tal interés de país, sino muchos intereses diversos, confrontados y que las medidas políticas, para ser eficaces, han de distribuir costes y beneficios adecuadamente y no hacer recaer los costes en unos y los beneficios en otros. ¡Hay, hoy, los socialdemócratas!



Lluis Casas, haciendo huelga a las ocho de la mañana



martes, 1 de junio de 2010

RATING PÚBLICO Y UN ELOGIO A BORRELL





Me llega a través de la globoesfera una orden del mandamás de Parapanda, UNA PROPUESTA SOBRE EL RATING, que conteste a la siguiente pregunta: ¿pueden existir una o diversas entidades de rating públicas?


Como ustedes sabrán esas entidades miden el riesgo financiero de los países, de entidades públicas diversas y de empresas para orientar a los inversores sobre su situación. Objetivan, por decirlo así, los datos económicos respecto a la deuda que puedan contraer con los inversores.


Eso es la teoría. La práctica tiene múltiples variaciones, como todo en la vida. Las entidades que elaboran esos índices (eso es el rating en castellano) al ser privadas y depender de su propio negocio no siempre actúan como ejemplares instituciones sin interés. A menudo esos índices se contradicen con otras informaciones o con los de otra entidad dedicada a lo mismo. Algunas muy significativas han sido pilladas mintiendo para facilitar negocios en los que tenían grandes intereses propios. Su concepción del riesgo financiero, puesto eso es lo que miden, tiene muchas incrustaciones ideológicas muy mal resueltas. El riesgo financiero no está solo, hay también el éxito económico que acompaña multitud de inversiones que a menudo resulta incomprendido frente a la simple deuda. En definitiva que lo que miden no es absolutamente objetivo. Hay errores y desviaciones importantes. Recuerdo lo que se halla más cercano: ¿qué rating poseían los bancos de alto riesgo que endiñaban a los mercados productos de baja estofa? O empresas como Palmalat, días antes de entrar en el cementerio. Buenos, muy buenos.


Bien, si eso es así, ¿por qué existen? Simplemente porque son la única referencia real frente a la nada y por que el mercado financiero se ha habituado a premiar o castigar al deudor según el índice que luzca. Y eso es muchísimo dinero. Tanto como para justificar pegar a los funcionarios y a los pensionistas un derechazo al mentón.


El hecho que sean públicas o privadas no debiera enturbiar el asunto, pero, como en realidad sí lo hace, lo propio sería que las instituciones de rating fueran públicas, sin ningún otro interés o ansia de beneficio complementario que afectara a su actividad. Lógicamente con supervisión suficiente y transparente tanto de la propia entidad, como de sus ejecutivos y técnicos (estos también pueden tener intereses poco recomendables).


Como ustedes sabrán, hay varias instituciones internacionales públicas que se hallan en una situación parecida, el FMI, el Banco Mundial, por ejemplo. Todas son públicas y aparte de los debates políticos sobre su deriva ideológica no tienen negocios directos. Otra cosa son sus ejecutivos, a los que hay que vigilar muy de cerca, pero me temo que con poco éxito.


Por ello no creo que exista más impedimento que un acuerdo internacional para trasladar esa actividad necesaria al ámbito público a través de las diversas organizaciones económicas mundiales. Por lo tanto es un acuerdo político internacional que estropearía a Wall Street y a otras calles en otras ciudades su actividad de santo oficio financiero. Y eso, amigos, no es moco de pavo.


En otro orden de cosas, no crean que siendo públicas cerraremos por ello los debates sobre el significado de los índices aplicados a empresas y sobre todo países en desarrollo que cuentan con la incomprensión absoluta de las gerifaltes económicos internacionales. Eso es simplemente otro capítulo, que ahora me abstengo de desarrollar.


Lluis Casas informador de clase



Postdata.
Me permitirán una recomendación: lean al gran Josep Borrell en El País en Los Gobiernos han jugado al póquer con los mercados y han perdido

Con su habitual pedagogía explicativa da un sentido al malestar por la crisis y por las medidas gubernamentales. Un buen amigo y preclaro economista me dice “sembla que baixi de l’hort” (parece de baje del huerto), expresión que en catalán significa que ha descubierto América hoy mismo.

Algo de razón tiene mi amigo, puesto que efectivamente a Borrell lo han tenido en el malogrado huerto europeo, no sea que ensombrezca a algunos. Pero, en fin, como lo que dice suena a pura lógica socialdemócrata y no al liberalismo socialista que está en el gobierno y lo hace con modos y formas entendibles para la mayoría, resulta bueno leerlo y tenerlo en cuenta. No todo el monte es orégano.

Borrell, para los que no lo recuerden, fue hábil y honesto continuador del primer Fernández Ordóñez, muñidor de la reforma fiscal española en los primeros tiempos de la UCD. Reforma de marcado carácter socialdemócrata que fue desfigurada paulatinamente por los ocupantes del gobierno federal en los últimos veinte años. Borrell también pudo ser presidente federal si dos de sus amigos, hoy pendientes de sentencia por corrupción, hubieran sido efectivamente amigos. Sin ninguna duda hoy tendríamos un presente muy distinto. La corrupción, su honestidad en dimitir cuando no tenía responsabilidad personal ninguna y los efectos vengadores de su propio partido, hicieron imposible otra realidad.

En otro orden de cosas quisiera explicarles que hemos vivido engañados en las cifras de la crisis y que seguimos estándolo. El asunto afecta al gobierno federal, ocultista máximo en esta materia, pero también al gobierno más cercado en Barcelona. Según parece, ese esfuerzo complementario que propone el conseller Castells, yendo mucho más lejos que su homónima de Madrid, es simplemente aprovechar la ocasión para tapar mentiras. El déficit catalán es mayor de lo difundido, déficit oculto a los socios de gobierno y hasta al mismísimo President, que por lo visto, no estaba cabalmente al caso.

Castells, con un carácter un tanto peculiar, ha estado ocultando al mundo la verdadera situación económica del gobierno y del sector público catalán. Hoy aprovechando la circunstancia quiere ponerse al día de forma trampera. Dicen los expertos politólogos que en tales circunstancias se debe proceder al harakiri público, bien explicando la verdad y el por que de su ocultación, bien tomando un descanso en algún cálido centro termal, fuera ya del gobierno.

Castells es también un conseller intercambiable ideológicamente con las huestes de CIU, de ahí su insistencia sutil en los componentes liberales sobre el mercado, las finanzas, etcétera. Es por ello un conseller, ocho años en el cargo, alineado con la crisis, que no intentó apaciguar el furor especulador inmobiliario, ni la fiesta de algunas cajas autóctonas y un largo etcétera. Castells basa su carisma en la teoría federal aplicada a la financiación pública. Pero es extraño al resto de la economía.

Como podemos comprobar ahora mismo: se hizo un lío con la contabilidad del Govern.


Lluis Casas, destapando mentiras y cintas de video.