miércoles, 29 de junio de 2011

LECTURAS PARA EL VERANO EN MONTE, PLAYA Y CIUDAD




Habitualmente cada verano, el editor y talabartero de Parapanda me emplaza a que les haga algunas recomendaciones literarias para las largas horas del estío que consumimos tanto si es en la playa, como si ustedes están en el monte haciendo prácticas y preparándose para lo que ha de venir.


De hecho, estas recomendaciones veraniegas ya tienen una tradición, empecé mis colaboraciones en este su blog allá por el 2006 (un quinquenio llevo) y desde entonces motivado por Sant Jordi o por el ferragosto, les apunto algunas cosillas que alegran la vida estática y nos hacen pensar en otras cosas cómodamente instalados en el sofá o bajo el árbol (ello si las cervicales lo permiten).


Este año, en razón a las innumerables vicisitudes laborales habidas y por haber, los funcionarios hemos “sufrido” elecciones reiteradas y por ende reconversiones sin cuento, me anticipo a las fechas calientes de las vacaciones estándar del mes de agosto y ya en el final de Junio les envío mis recomendaciones librescas, como si fuera la paga doble. Lo hago para facilitarles la lectura si ya disponen de tiempo. Todas las propuestas provienen de la impresión en papel, no hay ninguna digital y pienso que al paso que voy ya no la habrá.


Como verán, amigos, la elección para esta anualidad está basada en el esparcimiento literario, con alguna excepción más sesuda. Todos los títulos tienen calidad suficiente para ser recomendados, pero reconozco en mí, un lector obsesivo cuando me dejan suelto, que he tenido una deriva insistente hacia el campo del esparcimiento. No me justifico, pero lo explico. De modo que allá voy.


Primero, las lecturas sesudas:


1. De Tristram Hunt, provinente de Gran Bretaña, les aconsejo “El gentleman comunista”, una interesantísima biografía de Don Federico Engels, harto conocido por la mayoría de ustedes que están por encima de los cincuenta. A pesar de ello, incluso en ese caso de proximidad política o sentimental, léanlo. No solo es historia y biografía, sino que la actualidad de la crisis del capitalismo hace sonar con una música nueva esos “viejos” instrumentos.


2. De Enzo Traverso, italiano con excelente dominio de nuestras lenguas, les traigo “A sangre y fuego”, una dura interpretación de la historia de la guerra en este siglo pasado. Enzo Traverso es conocido en nuestros lares por su vinculación intelectual y su presencia física en la recuperación de la memoria histórica de nuestro más que peligroso pasado reciente. Su colaboración con el Memorial Democrático ha sido, hasta ahora, constante.


Después viene todo lo demás:


1. Jean-Michel Guenassia, un francés que nos trae “El club de los optimistas incorregibles”. Una novela sobre la Francia de finales de los cincuenta y principios de los sesenta envuelta en los recovecos de la inmigración del este y la guerra argelina. No se la pierdan.


2. Erri De Luca, italiano con “El peso de la mariposa”. Un autor del que empieza a editarse su producción en castellano. Sorprendente.


3. Nicholas Montsarrat, otro británico, militar por más señas, con “Mar cruel”. Según dicen, lo mejor sobre aventuras en el mar. Emplazado en la segunda guerra mundial con los transportes atlánticos y los submarinos U-2 alemanes. Una aventura de humanos, no de héroes. Un libro francamente veterano y difícil de hallar.


4. No me es posible evitarlo y a fuer de que se que no hace ninguna falta, pero ahí va, Andrea Camilleri, siciliano, anciano, eminente, apasionante, con lo último que tenemos, “L’estacio de la caça” y “El camp del terrissaire”. En todas las lenguas que haga falta, si hace falta, claro. Para que comentarlo.


5. Ahora empieza lo bueno, una serie de novelas negras encabezadas por un clásico: John Le Carre, otro inglés, con “Un traidor como nosotros”. En la línea de sus últimas obras, el espionaje en el siglo veintiuno con rusos de la mafia y servicios de inteligencia occidentales que no tienen nada de eso.


6. Ricardo Piglia, directo de Argentina nos trae “Plata quemada”, una versión novelada de un hecho periodístico. Gángsters y policías en lo más sórdido del cono sur. Fantástica e increíble historia, aunque cierta.


7. Leo Malet, un autor francés ya con muchos años encima, pero casi desconocido por este patio. Ahí van dos títulos, no fáciles de encontrar: “Calle de la estación 120” y “Niebla en el puente de Tolbiac”. Cortos, fáciles y espléndidos. Ojo, no se equivoquen, encontraran cómics con el nombre de Leo Malet a cargo del dibujante Jacques Tardi.


8. De nuevo desde Francia, una autora ya recomendada aquí, Fred Vargas (en realidad Frederique Audoin-Rouzeau, por lo que se comprende la necesidad del nombre artístico) en un nuevo episodio de su Inspector Jean-Baptiste Adamsgergen (un pirenaico de aúpa) “El hombre del revés”. En anteriores comentarios ya les expresé mi admiración por esta autora que ha encontrado una nueva forma de encarar la novela policíaca. Enorme.


9. Philip Kerr, un escocés de la pérfida Albión. El autor tiene una serie de novelas detectivescas sobre el Berlín del nazismo y de la post Guerra, la extraordinaria trayectoria del cínico Bernie Gunther. Novelas paradójicamente inenarrables. El último en aparecer “Gris de campaña”. Atrapa que no veas. Si no están adheridos al club les aconsejo empezar por el primero de la serie y seguir con orden y concierto. Kerr aplica la técnica cinematográfica del Flash Back, de forma que el conjunto de la historia está sabiamente repartida por siete volúmenes.


10. Por último, para cumplir con la tradición decimal, Allan Furst, de más allá del Atlántico, los USA. Les recomiendo todo y especialmente el último publicado “Soldados de la noche”. Furst nos cuenta historias policiales, de espionaje en el periodo en torno a la segunda guerra mundial. Todas excelentes y apasionantes.


En fin, creo que con ello cumplo adecuadamente con el mandato presidencial y les hago una advertencia, si pasan por las librerías lo encontraran todo, aunque deberán abonar por ello. Si, por el contrario, se han pasado total o parcialmente a las bibliotecas públicas (esa maravilla de red de la Diputación), tendrán que establecer una severa metodología de seguimiento de los títulos, eso si, son gratis y detectables en cualquier lugar de Catalunya por Internet.



Lluis Casas, cumplidor y satisfecho. Me hubiera gustado auto recomendármelos para leerlos. Pero ya lo he hecho. Es lo fastidioso de los libros. Hay que esperar para releerlos.

ESCLAVOS Y TRABAJADORES LIBRES




Las innumerables iniciativas gubernamentales y de las patronales que en España se impulsan en torno a la regulación laboral, a las retribuciones, a las pensiones, a la jornada de trabajo, a la representación sindical y a un largo etcétera que engloba todo lo que en los últimos cien años se ha conseguido como derechos básicos de los trabajadores están definiendo un nuevo paradigma de las relaciones sociales y de la propia sociedad.


El asunto está en pleno debate en muchos países y en la mayoría de las instituciones económicas y financieras de este mundo y, tal vez, del otro. En algunos casos el asunto está en aplicación parcial, incluidos, como no podía ser menos, los enfrentamientos y las controversias callejeros, con fuerza distinta allí o aquí. El mundo sindical europeo está en plena agitación, como es natural.


A raíz de les recomendaciones a España para su más que hipotética salida de la crisis, da la impresión que la batalla más dura para retroceder o no hacia los tiempos de la esclavitud se está dando en este rincón peninsular. Grecia a parte.


Los argumentos para el cambio de paradigma están basados en algunos aspectos medio ciertos y en una mayoría de falsas verdades. Básicamente en torno de los efímeros conceptos de productividad, competitividad y ajuste presupuestario. Conceptos que dada su fantástica volatilidad descriptiva pueden hacer referencia a esto y a lo contrario, como vemos diariamente en la prensa y en las declaraciones públicas de los lideres patronales o de los gobiernos.


Recuerdo un viejo film sobre la guerra civil norteamericana, en donde un empresario nordista le explica a un terrateniente del sur las enormes ventajas que supone un trabajador libre respecto al esclavo, le dice: terminada la jornada de doce horas, ninguna responsabilidad le queda al patrono. Ni la comida, ni la vivienda, ni la enfermedad, ni la escuela. Los gastos en estas materias corresponden al trabajador, si puede asumirlos, y, si no, a los gobiernos, a la iglesia o, en definitiva, al güisqui, aquí sería la cazalla o el coñá matarratas.


El esclavo es un esfuerzo permanente para el patrón, haya o no trabajo, llueva o haga sol. Sea la hora que sea. También recae en el patrón el gasto de manutención de la capacidad reproductiva del esclavo, hasta que esta pueda devolver, si es el caso, la inversión realizada. Y encima, el coste del control social y policial también le corresponde a el mediante el látigo, los perros y la persecución. El trabajador libre debe enfrentarse, en cambio, a los mercados y el resto de las plazas de abastos.


La historia nos cuenta la paulatina desaparición de la esclavitud y de los siervos de la gleba, una derivación cristiana medieval y la lenta primero y rapidísima expansión posterior del trabajo libre a la luz del racionalismo y del capitalismo. El esclavo y la aristocracia murieron a la vez, substituidos ambos por el empresario libre y el trabajador libre: más el primero que los segundos.


La lucha de los trabajadores por sus derechos recompuso unas estructuras sociales de protección que llegaron con el final de la segunda guerra mundial a lo que ahora llamamos, con mayor o menor propiedad, el estado del bienestar. El trabajo libre se efectúa bajo la protección sindical y de la normativa laboral, la vida se desarrolla bajo la cúpula de los servicios públicos sanitarios, escolares, sociales, etc. El trabajador y el empresario se relacionan en el marco del derecho, no en la soledad de la presión individualizada.


Todo ello ha ocurrido al tiempo que la capacidad técnica del trabajo se ha elevado continuamente. La productividad social crece con la protección social y con los derechos laborales. Sin ellos, el trabajo vuelve a ser masivo en mano de obra y menos tecnificado. Miren lo que ha ocurrido con el saldo migratorio español de los últimos años, se redujo la productividad global, en base a la expansión de los sectores intensivos en mano de obra. Y, ahora ¡oh, milagro! con la crisis, el paro y el retorno a sus países de origen de muchos inmigrantes, la productividad global ha crecido intensamente. Lo dicho, un concepto de lo más etéreo. Para más inri, los países de máximo desarrollo social, el norte de Europa, resisten las acometidas de la crisis y de la productividad competitiva a la baja en derechos y prestaciones. En cambio, los países de menor desarrollo social son enormemente sensibles a la crisis especulativa y a las variaciones extremas de la productividad.


En los últimos meses, España está crecimiento muy ligeramente y ello es como consecuencia de los sectores exportadores. Ahí tenemos una demostración fehaciente de que nuestra productividad no es tan mala, sino al contrario, es adecuada si el empresario opta por una producción tecnificada e imaginativa. Lo que ocurre es que la productividad, la competitividad están mal repartidas entre los distintos sectores económicos. Allí en donde el empresario invierte en tecnología, en organización, en salida al exterior, etc. estamos en buena posición de competencia. En donde el empresario va tirando en base a precios o a costes laborales, el asunto es chungo.


En definitiva, el ciclo del esclavismo al trabajador libre, al que se le van cercenando los derechos, y de éste al estado de bienestar y de protección sindical y social está siendo manipulado para que los costes sociales y salariales devenguen en que cada uno pague lo suyo, si es que puede. Si no, ahí estará la caridad. Una vuelta de tuerca que puede terminar pasada de rosca.


Ese es el primer frente, después hay otros, también sensiblemente afectados, los derechos políticos, los derechos humanos, por poner el ejemplo máximo. Es decir la democracia, ya sumamente envejecida, según la opinión (muy extendida) del todo Parapanda.






domingo, 26 de junio de 2011

EL PRESIDENT DE LA GENERALITAT Y LOS INDIGNADOS




El President de la Generalitat de Catalunya, su gobierno, el para- gobierno que es Don Antoni Duran i Lleida (una especie de primer ministro que no tiene nombramiento) y los de la misma cuerda ideológica se hallan totalmente superados por el significado y el posible porvenir del movimiento de los indignados impulsado hace solamente mes y medio. Ese alejamiento lo es tanto desde la perspectiva política, como de la del orden público. Obviamente, la izquierda tampoco está muy cómoda, pero son otras causas y otras perspectivas.Un repaso somero las declaraciones presidenciales en torno al asunto confirma el alejamiento racional tanto de lo que dicen los indignados, como de lo que significa la acción de gobierno desencadenada por la derecha nacionalista en Catalunya. Unas veces trasluciendo una comprensión totalmente falsa por las personas y los asuntos de los indignados, otras atribuyendo pecados mortales de orden público a la más mínima, otras desalojando con malas artes en función de ciertos requerimientos de limpieza, otras exagerando lo uno y lo otro, volviendo luego a la inútil compresión, etc., etc. Mientras tanto y por encima de algunos errores, el movimiento crece, se extiende y obtiene simpatía y colaboración de todas partes.Me referiré a lo último que ha aparecido en los medios, con un President perdonavidas, salvador de la democracia formal e ignorante de los efectos sobre la población de los recortes en las prestaciones sociales y del paro de las que presume la totalidad de su gobierno. Creo sinceramente, que el President se halla en una nube de triunfo electoral, de desconocimiento del sufrimiento de los parados, de los jubilados, del escaso porvenir de los jóvenes, etc.El President no acierta a darse cuenta que los casi ochocientos mil parados catalanes, en donde abundan los jóvenes y los jóvenes licenciados y en donde el porcentaje de paro permanente se incrementa rápidamente, le han espetado en la cara que quieren soluciones. Que no piensan esperar cruzados de brazos a la década de los años veinte próximos para emprender una vida razonablemente humana. Y que eso no se hace dando dinero al más rico, a los bancos, a Ryan Air, a las concesionarias de autopistas, etc. o posibilidades de enormes negocios al sector privado de la educación, de los servicios sociales y de la salud.Si hay que apretarse el cinturón, piensa la mayoría, que sean todos los cinturones y en adecuada proporción a las cinturas respectivas. Si no es así, el asunto tiene otro nombre que está en la calle plenamente asentado. No hay tanto pan para tanto chorizo. Una expresión de puro sentido común.Los dolores callejeros que se han producido en Barcelona, unos con una clara carga pacífica y de intenso debate ciudadano, otros con apariciones de cierto nivel de violencia, no son nada extraño dadas las condiciones sociales que imperan hoy por hoy y el entorno político con que se encubren decisiones de clara afectación a la mayoría en beneficio de la minoría. El nivel de violencia en Catalunya siempre ha sido muy bajo, con excepciones ocasionales venidas de los extremos, pero nunca como para llamar a la caballeria.El President de la Generalitat y todo su entorno se encuentran incapacitados para desarrollar las políticas adecuadas a las circunstancias del país. Su modelo es inadecuado, no sirve. Su forma de plantear los recortes sociales y la inversión van en camino inverso a lo necesario, el planteamiento político y comunicativo está a cientos de miles de millas de lo que la ciudadanía entiende. Simplemente, en palabras de un Winston Churchill, en política, peor que una mentira es un error. Y el President está en un profundo error, que le impide reconocer la realidad, ni el verdadero estado de la ciudadanía. Los resultados electorales le han incapacitado para ver y sentir la calle.Empiezan a aparecer en los medios de comunicación las consecuencias humanas de los recortes, de una dimensión que los ciudadanos no pueden entender, como el de aquella persona afectada por una enfermedad crónica en la vista que si no es operada de urgencia la perderá definitivamente y el sistema público le da demasiados meses de plazo. Es simplemente un caso entre muchos. Como la novedad de la denuncia policial contra las personas que se oponen pacíficamente a los desahucios (medio millón en toda España), que dejan familias en paro en la puta calle. Desahucios promovidos por una normativa que el partido del President, CIU, ha impedido modificar y que no hace más que favorecer a los bancos, detentadores de las hipotecas asesinas. El President haría bien en fijarse en pequeñas noticias, como la que nos expone que el mismísimo Botín, presidente de la primera entidad bancaria española, tuvo que enfrentarse en una junta de accionistas a las críticas de los indignados de su propio banco. No es ejemplo para olvidar.El ciudadano no puede comprender porque con un gasto social por debajo de la media europea y una presión fiscal en el mismo orden, la solución es no operar a esa ciudadana.La cuestión está en saber si el President y su gobierno entienden en donde nos han metido. Probablemente no. No mienten, sino que están en un error. O mienten y están en un error, cosa no prevista ni por Sir Winston.

martes, 21 de junio de 2011

ODIO SOCIOLÓGICO, ODIO POLÍTICO




Me permitirán los lectores una cierta licencia, lamentablemente en este caso en absoluto poética, a propósito de este articulillo. La licencia es una interpretación del ambiente social a la luz de ciertos cambios sociológicos, políticos y económicos que lo están acercando lentamente a situaciones de tensión propias del antiguo régimen franquista o de proximidad inarticulada a las tensiones de los años treinta. La dureza de la crisis, la falsa salida planteada con el rotundo olvido de la ocupación son factores que enturbian el ambiente social y la capacidad de compresión de los ciudadanos.


Añado que lo escrito lo fue varios días anteriores a la crisis del Parlament de Catalunya.(en razón a las bien ganadas vacaciones del editor), en donde un grupo de radicales pretendieron evitar que los parlamentarios entraran al curro y los expusieron a todo tipo de gamberradas. Nada que ver este grupo exaltado respecto a los indignados que impulsaron el acto. Lo ocurrido, tanto lo que se ha visto, como lo que permanece a oscuras, no hace más que confirmar a la tesis que expongo.


Mi intención es señalar un cambio profundo en las relaciones políticas y mediáticas que hasta no hace mucho se han dado en Catalunya (aunque es extrapolable al resto del estado con ciertas variaciones de importancia). Parto de la hipótesis que en Catalunya, excepción hecha del PP, todos los demás partidos que arrancan de la transición (o antes en algunos) llevaban en su ADN una convivencia profunda entre ellos frente a la dictadura. Convivencia que se establecía tanto entre organizaciones, como entre las personas. Ello extendió un cierto fair play en la política catalana y evitó la deriva agresiva, casi inmediata, que se estableció en Madrid en la lucha democrática por el poder político. Hay que resaltar que la mayor oferta política catalana también ha contribuido a un clima más cómodo entre los ciudadanos, con saltos menos bruscos entre ideologías y prácticas políticas. Son cientos las veces que los parlamentarios catalanes desplazados a Madrid han expresado la dureza del congreso frente al poco exaltante ambiente del Parlament en la Ciutadella, menos dado a la coreografía del grito, el pataleo y otras practicas parlamentarias conocidas.


Incluso, algunos, yo entre ellos, hemos apuntado a una excesiva deriva a no tocar en profundidad ciertos temas y a no dejar aflorar la esencia clasista y la tensión parlamentaria que en algunas circunstancias merecerían los asuntos y los momentos tratados en la sede del Parlamento catalán. La buena educación, la cercanía personal entre diputados y el talante pactista que se le supone a lo catalán son, obviamente, buenos instrumentos en la colaboración entre oposición y gobierno. En Catalunya ha habido mucho de eso, y en general, en beneficio de todos. Pero, no hay que olvidar, que nunca la educación y el fair play deben servir para ocultar la posición real de cada uno, ni tampoco deben confundir al ciudadano sobre lo que realmente se discute habitualmente en el Parlament, los intereses de clase, de lobbys, de grupos de poder, el reparto de la hipotética riqueza, los derechos fundamentales y los menos fundamentales, etc. En ese sentido, tal vez el Parlament de Catalunya no ha dado en el clavo de la información y del interés ciudadano. La lectura de las actas del Congreso de los estados Unidos nos parecería que el debate parlamentario se acerca al lenguaje y a la expresión más dura de los años treinta. Cosa que aquí se consideraría de una falta de elegancia extrema.


Hay que añadir que la transición de la dictadura a la democracia exigió autolimitaciones, principalmente entre el ciudadano demócrata y de izquierdas. El desarrollo democrático fue menos profundo de lo exigible en razón a esa prudencia política. En Catalunya el efecto fue, si cabe, más intenso, puesto que la reaparición del gobierno histórico de la Generalitat aportó algo substancioso al desarrollo democrático y generó una tolerancia más amplia respecto al fondo de muchas cuestiones.


Como dije al principio, la mezcla con la crisis actual está resultando explosiva rápidamente. Los ciudadanos son capaces de aceptar esfuerzos y sacrificios enormes si ven en ellos una esperanza de futuro, un reparto equitativo de los costes y unas explicaciones creíbles y constatables. Cuando no es así, y así no lo es ahora, la distancia entre la conciencia ciudadana y la política democrática puede hacerse infinita. De ahí, al odio y la violencia solo hay un paso.


Pues bien, si esa es mi hipótesis, la tesis va en el sentido que todo eso se está rompiendo en mil pedazos y muy rápidamente.


En primer lugar, en el 2003 el acceso de la izquierda al gobierno de la Generalitat de Catalunya, generó entre los sectores de la derecha la nacionalista una sensación de que les habían quitado la cartera. Como piensan que Catalunya son ellos, el hecho de verse en la oposición les empujó paulatinamente hacia un tipo de oposición que nunca se había visto en las instalaciones contiguas al zoológico (el Parlament de Catalunya comparte vecinaje con los ilustres ejemplares de la fauna mundial). La marcha de Jordi Pujol de la política directa y del mando en CIU, tiene también mucho que ver con eso, así como la sensación por parte del nuevo líder de la derecha nacionalista, Artur Mas, que su tiempo era limitado y que ya había perdido todas las elecciones a las que se había presentado como numero uno, primero al Ayuntamiento de Barcelona y después a la Generalitat. Otro factor fue que quien impuso a la izquierda fuera la bestia negra del nacionalismo de derechas, el ex alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall.


Esa primera legislatura dio en terminar con un pacto contra natura entre Artur más y Rodríguez zapatero en contra de Pasqual Maragall y las posiciones de izquierda. El Estatut fue moneda de cambio para una operación palaciega que entregaba, de nuevo, a la derecha nacionalista el gobierno catalán. Con le reedición del acuerdo de gobierno de izquierdas, derrotado ahora, la tensión subió al máximo y la ruptura de los canales de comunicación históricos se hizo evidente.


El ambiente de enfrentamiento y de manipulación de la acción de gobierno (con una enorme incapacidad de comunicación del segundo pacto de izquierdas) se acentuó a partir de la presidencia de José Montilla.


La deriva de la derecha nacionalista desde posiciones cercanas a una moderadísima socialdemocracia (Jordi Pujol de los primeros tiempos) o de influjo cristiano demócrata al estilo alemán, hemos pasado al más puro ideologismo neoliberal, con ataques brutales sobre el inestable sistema de protección social, sobre los derechos de los trabajadores y sobre la estrategia del acuerdo con reparto de costes y beneficios.


Como la perspectiva para el ciudadano, a la vista de sueldos, beneficios y prebendas dedicadas a los ejecutivos (que buen nombre para la cosa), bancos y conglomerados de servicios públicos privatizados, es hoy mismo que las va a pasar canutas y durante mucho tiempo y que sus hijos pueden tener la vida definitivamente rota, su reacción será más bien la ira y el odio.


Detalles tenemos de ello, el crecimiento de la intolerancia hacia la inmigración, la aparición de un fascismo en catalán y una derechización del voto, rodeado por la burda explicación gubernamental sobre los recortes y lo que vendrá, son más que síntomas de una sociedad que va hacia la ruptura social e ideológica.


Reitero que lo del Parlament es un aviso muy serio, para unos (la eclosión de la nueva protesta), para otros (los políticos cercados) y para los de más allá (las fuerzas oscuras habituales). Ahí encontramos algunos huevos de serpiente, en homenaje a quien así describió los años de aliento del fascismo, o los más recientes que Italia vivió hace treinta años.



Lluís Casas, espero que no.

miércoles, 1 de junio de 2011

CATALUÑA, UN PRESUPUESTO ESTRESADO Y A DESTIEMPO





Explico a los lectores de inmediato que, como en Catalunya las elecciones autonómicas se celebran con su propio e independiente calendario (fueron en Noviembre) y ello conlleva la prórroga de los presupuestos al menos hasta finales de este mes de Junio, es la primera comunidad autónoma que se topa con las medidas anticrisis decretadas por esa unidad de destino en lo universal que es la UE.


Las demás comunidades, unas porque las elecciones han sido ahora y otras (País Vasco, Galicia y Andalucía) porque todavía no han sido, han conseguido esquivar el asunto hasta el 2012, dios y el euro mediante.


Claro está que esa ubicación temporal no es culpa de nadie, pero lo que ocurra en Catalunya va a marcar lo que acontezca en el resto de comunidades y muy probablemente con los ayuntamientos y otras entidades locales. Las noticias al respecto que se producen diariamente después de las recientes elecciones confirman lo que ya les dije hace unas semanas, la retención del ajuste a la vista de las elecciones se ha acabado y ahora empieza lo bueno.


Como sabrán ustedes, la UE con el acuerdo bajo amenaza del gobierno federal en Madrid, exige al Reino de España un ajuste, que si no es a la griega, es, por lo menos, al degüello. Las prescripciones europeas para la crisis son, en síntesis, la laminación del déficit público, la reducción de la deuda pública, con independencia de lo que ocurra en el mercado laboral (el paro mismamente), con la demanda interna (contracción claro está), solo para que “los mercados financieros” (como si eso existiera realmente, dado que es una especie de oligopolio de adversarios) se tranquilicen y acepten financiar la renovación de la deuda…privada (en realidad bancaria). Y, todo ello, deprisa, deprisa en menos de tres años. No acierto a dar más explicaciones, puesto que los dos dedos con los que picapedreo el teclado se me resisten en una clara respuesta generalizada.


Les aclaro también por enésima vez que el déficit público español surge como consecuencia de la caída de los ingresos fiscales a causa de la crisis inmobiliaria y el recorte de la fiscalidad a los poderosos. No se trata realmente de que el gasto público español se haya desorbitado: al contrario, ha sido y es, menor de lo que nos correspondería en razón a nuestro desarrollo económico. El problema es que la quiebra fiscal provocada en primer lugar por el cambio en la distribución de la carga, los ricos y las empresas se han librado de su aportación y el desastre anunciado de la especulación inmobiliaria.


La acumulación de déficit no ha sido en España significativa en términos relativos. De hecho, España tenía hasta hace poco superávit. Numerosos países de la UE, por citar solo a los vecinos de escalera, han estado y están muy por encima. En cuanto a la deuda pública acumulada, tampoco ha sido de magnitudes comparables a nuestro entorno. Simplemente esa caída fiscal y las contrarreformas fiscales del PP y del PSOE han facilitado un ritmo de crecimiento del déficit y de la deuda que da que pensar y exige actuar.


El tipo de acción puede ser muy variable, en función de la ideología, intereses y el largo etcétera que ustedes quieran. La elegida por la UE y aceptada por nuestro gobierno federal, que se extenderá a CCAA y entes locales, es medicina de caballo. Muy distinta a la empleada por los USA de Barack Obama.


Hecho el introito, vuelvo a mi pueblo y al presupuesto de la Generalitat de Catalunya.


A la vista del proyecto enviado al Parlament de Catalunya, se confirman las líneas generales anunciadas desde el primer día por el gobierno de Convergència i Unió, la alianza política de la derecha nacionalista. Hay algún cambio significativo, como la generación de un déficit por encima del que se ha fijado en la UE y en Madrid. Esa desobediencia y, ciertamente, ruptura con el planteamiento inicial se debe, a mi parecer, a un simple cálculo de alianzas políticas aquí en la tierra (Catalunya), como en el cielo (Madrid). Ciu espera convencer al gobierno federal para que pague lo que le debe, esos 1.500 millones que tanta discusión contable han generado. Con ello, la estrategia de la UE seria respetada en Catalunya. El resto de la propuesta es simple, en todos los sentidos, reducción brutal de la inversión en todos los ámbitos y reducciones imposibles en los gastos sociales, sanidad, educación y prestaciones sociales. El resto del recorte, todo y ser significativo para las políticas afectadas, no es relevante respecto a lo dicho. CIU ha elegido la vía aparentemente obligada por la UE y Madrid y solo discute esa deuda de 1.500 millones. Para nada hace referencia a los riesgos de exclusión social, de retardo educativo, de empeoramiento de la situación laboral y del declive de la demanda interna. CIU, mucho más que aparentemente, cree a pies juntillas que la receta del recorte del gasto público llevará al país a la excelencia.


Nadie sabe como, ni nadie puede poner sobre la mesa una experiencia positiva en ese sentido. Incluso un repaso a la literatura reciente sobre la relación del recorte y los “mercados financieros” es reticente sobre su eficacia y apunta, en cambio, a que esos “mercados” se tranquilizan con la aparición de crecimiento y con el descenso del paro. Les habló no de publicaciones izquierdistas, sino de artículos publicados por la CECA, las cajas de ahorro. Ello está más que apoyado por doscientos premios Nobel.


Pero la estrategia de la destrucción creativa que persigue miméticamente CIU no tiene oídos, ni ojos. Ni siquiera es capaz de mirar en derredor. De ahí que solo puede apuntar en una sola dirección. CIU, deberá asumir que el efecto de los recortes en inversiones y en gasto social retraerá más la economía interna y amenazarán a los hipotéticos futuros, afectados por la falta de inversión en infraestructuras y el gasto educativo y universitario. Ejes claros y comprobados del porvenir.


La estrategia de CIU tiene una cara escondida, la venta al sector privado (con el que tiene relación y vínculos más que estrechos) de los activos públicos que puedan generar beneficios privados. El caso sanitario es más que evidente. Todo aquello que pueda transferirse al sector privado, tecnologías de diagnóstico, gestión, etc. y que pueda garantizarse mediante pagos y transferencias públicas va a ir a parar a manos privadas, de hecho muy privadas y frecuentemente muy poco nacionales. Incluso afectará a servicios tan estandarizados como el transporte sanitario. La jugada es muy simple, bajo el argumento de recibir pagos importantes (la simple venta de los servicios) que reducirán la deuda y el déficit actuales se generará una corriente de transferencias y pagos que aumentaran el déficit y la deuda futuras, afectando a la calidad de los servicios, a los derechos laborales y a la capacidad de panificación y de supervisión públicas. En fin, el sueño neoliberal y la pesadilla de los ciudadanos.


Nadie niega que en las circunstancias actuales y abandonada la estrategia de hacer pagar la crisis a sus responsables y culpables algo hay que hacer. El ajuste del gasto público es una pata de las diversas posibles. Otra, que tiene un largo recorrido, es trabajar sobre los ingresos. Catalunya y España tienen un amplísimo margen respecto a sus convecinos para aumentar ligeramente la presión fiscal y reequilibrar las cuentas fiscales entre los distintos aportantes. En los últimos diez años, unos se han librado de ciertas cargas y han obtenido mecanismos de evasión legal que ahora deberían eliminarse. CIU demuestra en este presupuesto que de eso ni hablar. Si por un lado reduce la inversión (que incrementa la productividad social y genera empleo) y el gasto social, por otro reduce la aportación de los poderosos eliminando impuestos sobre herencias y donaciones. Un ejemplo muy cristiano de la justicia distributiva: los costes para unos, los beneficios para otros.


Lo que suceda en los próximos meses a raíz de la detracción del gasto público está por ver, todo y que las estadísticas son tozudas y muestran que el escaso crecimiento económico viene exclusivamente del sector exportador, la demanda externa. El mercado interior continúa a la baja, sobre todo respecto a los bienes de cierto valor, como automóviles, viviendas, etc. El empresariado de ámbito local está sentado en espera de pedidos y si los tiene está sentado a la espera de crédito.


Un mundo maravilloso para este estupendo personaje de western que es la mandíbula presidencial.


Lluis Casas analista perplejo