martes, 29 de noviembre de 2011

¿Y AHORA, QUÉ?



A solo pocas horas del cierre de los colegios lectorales ya se han oído las primeras decisiones. Ha sido, de nuevo, desde Catalunya donde se ha abierto el segundo melonar de los recortes.

Sin haber cerrado el recuento oficial, Frau Merkel ya conectó con el vencedor de las elecciones exigiéndole de inmediato acciones o al menos declaraciones sobre el programa de gobierno hasta ahora oculto o inexistente. No le ha dado ni tiempo para recuperarse del susto.

Los “mercados”, ese instrumento del diablo basado en la avaricia y la inconsecuencia demostraban que un cambio de gobierno no debía confundirse, como algunos pensaban y afirmaban antes de votar, con la reducción de la presión y de los altos intereses a la deuda española.

Probablemente hayan muchas más señales sobre el destape de la realidad a los ojos y a los oídos de la derecha triunfante. Algunos podríamos imaginarlos, llamadas telefónicas expresando con toda crudeza: espero que no olvides lo nuestro. U otras expresiones por el estilo, perfectamente previsibles.

Entre una cosa y la otra, el ambiente a cuatro días del pasado domingo se está enrareciendo paulatinamente. Se va descubriendo que el improbable milagro del cambio no lleva en su interior ni mayor tranquilidad, ni buenas noticias. Al menos para la mayoría de los que dependen de la nómina semanal o mensual o de aquellos que no tengan ni la una ni la otra.

Mucho me temo que el presidente del gobierno in pectore nada dirá hasta que no encuentre al personaje que ejercerá efectivamente el mando de los recortes sociales, de las ventas de patrimonio público, de las privatizaciones, de los copagos (que son repagos), de las reducciones salariales, de la laminación de derechos y un más que largo etcétera. Con ello intentará liberarse personalmente (y políticamente) del coste de las medidas impopulares y reservarse la posibilidad de cambios de plantilla si la cosa no va como se imagina. Esa solemne prudencia la ha estado cultivando durante muchos años en una estrategia que, sin la crisis, lo habría llevado al propio degüello, pero que con ella lo ha aupado al lugar más peligroso.

En las circunstancias actuales, el método galaico no parece ser el más adecuado, aunque la vida es tan cambiante, ¡qué vayan ustedes a saber! Por de pronto, todo el mundo espera decisiones rápidas, radicales y de resultados prácticos inmediatos. Una exigencia poco congruente con el tempo del Elegido y de sus verdaderas posibilidades.

Nada de eso parece ser posible, o, al menos, no de forma conjunta. La situación de la economía española no es resoluble en poco tiempo, puesto que atañe a cambios morfológicos profundos en su estructura productiva, en su cultura empresarial y en sus hábitos especulativos. Es necesario tiempo y muy buenas medidas para reconvertir mentalidades y estructuras inmobiliarias y financieras en máquinas productivas útiles, exportadoras, modernas, basadas en la creación, el diseño, la inversión, la tecnología y el futuro. No creo que este sea el programa de gobierno.

Me temo que el capitalismo español, al manos una parte de él, está a la espera de comerse los mercados públicos que se desregularizarán o se privatizarán o se concesionarán. Ahí es donde esperan los capitales furtivos patrios hacer su agosto de nuevo. Tal vez abandonen el submundo inmobiliario, pero será para instalarse en los beneficios seguros de los servicios públicos en manos privadas. Nada de verdadero mercado, nada de creación y de innovación, ¿para qué? Si podrán invertir seguro y de forma oligopolista.

De momento, y al albur de la típica canción del que se estrena en la Moncloa (y en otras sillas de mal asiento) anunciando al mundo que el anterior ha mentido, que el asunto está más peliagudo de lo dicho, etc. Con eso se ganan semanas y algunos han ganado un año entero.

Lo segundo, que ya se ha vislumbrado es contactar con el verdadero poder, las finanzas, los bancos (no hablemos de ya Cajas, para qué). El error que cometió el anterior presidente federal, retratarse con esos individuos en plan compadreo monclovita, lo ha repetido en versión mucho más ligth don Mariano.

Lo demás habrá de esperar como mínimo unas semanas, simplemente por puro formulismo institucional.

Les apuesto a que estas semanas necesitaremos valium a capazos.

Lluis Casas, Albéitar honorario de Parapanda.

sábado, 26 de noviembre de 2011

NO HAY SÍNTESIS POSIBLE


Después de una noche electoral sin sorpresas, sin angustias, aunque con sustos, me he permitido un periodo de reflexión antes de poner negro sobre blanco mis primeras impresiones (y espero que no sean las últimas) sobre el significado del voto dominguero y lo que se nos viene ahora encima. De todos modos, tanto por la situación económica mundial como por las dificultades para una política nacional congruente con la globalización, todo es revisable y nada es consistente. Si leen atentamente lo escrito o dicho en los medios observarán que no tienen tampoco mucho que decir, al margen de las habituales menudeces de casquería.

Con gran valentía intelectual, el capataz del blog Metiendo bulla apunta (¿CUÁNTOS KILÓMETROS TIENE LA TRAVESÍA DEL DESIERTO?) una pregunta interesante, la distancia que tendrá que recorrer en una dura travesía por el desierto la izquierda española para reencontrar o una nueva mayoría o un peso suficiente para reequilibrar el mapa político. Mi interpretación es distinta, pienso más bien que se trata de medir jornadas más que distancia. Si es por eso, la distancia será infinita. Si se trata de pasar jornadas en el desierto para acceder al mapa que permita llegar al oasis puede ser otra cosa. La velocidad y la decisión importan. Es decir, debe haber cambio profundo y mucho acierto lo más pronto que se pueda para no convertir unas jornadas en el desierto en una permanencia a la deriva.

Personalmente pienso que el PSOE, y su versión catalana el PSC, no están preparados psicológica, ni organizativamente para hacer un corto recorrido en el desierto que les lleve a un nuevo objetivo. Pienso que más bien tenderán a la espera, junto a las dunas y la reserva de agua, con ciertas modificaciones de fachada o de estructura mediática en el campamento, y que buscarán su oportunidad en el estropicio que el PP puede hacer con el mando absoluto. Cosa perfectamente posible dadas las variables que conocemos: Merkel, el déficit y el propio PP o Rajoy. Con las políticas que vienen y que ya han estado el paro irá en aumento y la recesión es más que segura. Lo más grave que puede pasar no me atrevo a mentarlo. De ahí probablemente la espera, al estilo que el mismo PP ha impuesto estas dos últimas legislaturas.

No veo ahora mismo en esa izquierda, o, al menos, en sus estados mayores figuras capaces de recomponer lo destruido, ni capacidades colectivas que muestren solidez, confianza y capacidad política adecuadas a lo que está pasando. Perdonen mi pesimismo, pero los nombre que suenan en Madrid y en Barcelona mueven más a la sonrisa displicente que al entusiasmo. La simple ambición es un profundo error. Debe de ir acompañada por virtudes, habilidades y prestigio social. Por ello no veo quien, ni quienes.

Vistas las elecciones desde Catalunya, la cosa es ligeramente distinta que vistas desde Madrid, el centro del universo. Aquí en casa, quien ha desencadenado una política de recorte brutal, CIU, ha salido reconfortado y reforzado de las elecciones. Ello, me temo, será una premisa para el resto del estado. Los recortes son impopulares, pero el discurso mediático absoluto sobre su imperiosa necesidad ha dado en el clavo y el personal entre desencantado y cabreado ha terminado por aceptarlo. Al menos hasta el momento. Otra cosa será si el paro, otro sistema de recorte de rentas, sigue aumentando, como parece que será, y también se incrementa el número de familias totalmente al descubierto. Ahí hay una incógnita que hasta ahora en base a la economía sumergida, es decir a la explotación y auto explotación fuera del sistema, se ha mantenido relativamente apacible.

Lo dicho concuerda con lo que en varias ocasiones he afirmado aquí: el personal de base está dispuesto a sacrificarse si se lo piden bien, pero también si se les obliga sin pedirlo. Lo primero hubiera resultado en una política realmente nacional y unos costes relativamente redistributivos. Lo segundo es simplemente política de clase y de ahogo. Pero así estamos y, por lo visto en Catalunya, así seguiremos. No habrá revolcón callejero.

La visión desde Catalunya tiene otras posibilidades. Hemos visto, con alegría, que la izquierda de la izquierda ha subido de forma importante. De uno a tres no es mala cosa. El cambio en el discurso: más economía, más ocupación y menos ecología era imprescindible en estas circunstancias y el resultado a caballo de un buen jinete ha sido satisfactorio.

Ahora viene el aunque. Un 10% de voto en Barcelona y un 8% (o casi) en Catalunya es insuficiente para influir de verdad sobre el resto de la izquierda y sobre las decisiones en el Parlament. Incluso me atrevo a decir que también es poco para salir a la calle a impulsar a moverse a las masas contemplativas. Hace ya mucho que pienso que ese 10% barcelonés (provincia) es un techo para una opción como la que representa el conjunto de siglas de ICV-EUIA. No es que sea mala cifra, en absoluto, pero no es suficiente ni para presionar consistentemente en el sentido ambiental de los problemas, ni en el sentido, más habitual, social y económico. La cosa termina siendo como un Pepito Grillo con buena voz y altas razones. Un ejemplo para muchos, pero al margen para la mayoría. Como al resultado de Barcelona hay que sumarle otras tres provincias, la suma final se adultera excesivamente y el coste elevado del diputado hace más exigua la cosecha. Insisto, hoy por hoy, es un resultado brillante, bien conseguido, satisfactorio respecto a la propia familia y que le permite a uno circular con la cabeza alta. Pero no es suficiente.

Un comentarista muy próximo al socialismo catalán ha dicho certeramente que el PSC no cambiará si no tiene una verdadera alternativa a su izquierda, del mismo modo que ocurre en el resto del estado en el juego PSOE-IU. Uno baja, el otro sube y a la inversa. Eso no es un incentivo. Lo sería si existiera mayor estabilidad y más cercanía porcentual en los resultados electorales y en diputados (ahí hay una factura extra en votos para IU por un sistema electoral que premia al territorio y no a la población). Lo dicho, tanto en Catalunya, donde habría mayores posibilidades, como en el resto del estado, sería muy útil una oferta de izquierda alternativa potente que obligara a la socialdemocracia suave a mayores exigencias para el cambio de política. Y eso significa abrir mucho los brazos y extender el discurso y las propuestas. Lagunas por cubrir haylas, tanto en los márgenes del nacionalismo de izquierdas (un federalismo real), como en las fronteras de la economía y el trabajo, así como en otros ejes que ven un "non sens" en la política democrática institucional. Requiere trabajo más allá de las instituciones y una presencia consistente en el mundo cultural.

Como decía en el título, hoy por hoy no hay síntesis para las elecciones, el poder absoluto de las derechas, sea con las guirnaldas que sean, es una victoria cargada de dudas, pero que requiere movimiento serio y ofensivo para la izquierda, la que ha recibido una alegría más que merecida y la que ha visto su mundo explotar por los aires.

Lluis Casas, Alfayate colegiado (Parapanda)

viernes, 18 de noviembre de 2011

LA CULTURA CUARTELERA

Antes de votar y dando por descontado que muchos de ustedes lo harán al unísono por Coscubiela, les explico….

Para los que o bien han sido en algún momento de la vida reclutas como yo mismo, o han leído atentamente a Vargas Llosa en “La ciudad y los perros”, sabrán lo que significa la cultura cuartelera. Para los demás –para eso estamos-- les explico seguidamente la importancia histórica del tipo de relación humana, organización funcional y consecución de objetivos que representa la vida de cuartel. Y para todos aclaro las consecuencias que ha comportado esa visión de la, por lo general, mala vida ahora mismo.

El asunto me asaltó a caballo de la crisis, del cambio de gobierno en Catalunya, en el ayuntamiento de Barcelona, en la diputación y en otras muchas administraciones, que me aportan día a día novedades sorprendentes sobre la capacidad y las ocurrencias de los nuevos gestores públicos. También, todo hay que decirlo, por unas lecturas recientes.

Recientemente se ha vuelto a editar un autor alemán, Hans Helmut Kirst, en una pequeña saga de tres volúmenes sobre un curioso personaje, el cabo, sargento y finalmente teniente Asch: un provocador dentro del extraño engranaje militar alemán en la segunda guerra mundial, una maquinaria de guerra organizada en torno a unas normas salidas de la antigua tradición prusiana, necesitada de regular todo, absolutamente todo. Quedando en realidad el asunto en apariencia.

Permítanme un poco más de digresión. Inicialmente los libros se publicaron en 1958 en la editorial Destino. Lo curioso del caso es que son ya desde la segunda página eminentemente antimilitaristas y, claro está, en 1958 tamaña desviación con respecto a lo debido tenía que ser imposible. Para eso estaba la censura previa y su tropa de censores. No sé como consiguió el editor publicarlos y distribuirlos, pero a la vista de la biografía del autor intuyo un probable por qué: H. H. Kirst llegó desde la puta base a teniente coronel de la Wehrmacht, siendo también anti nazi declarado. De hecho, el personaje literario de Asch es el alter ego de Kirst. El censor de turno, imagino yo, con leer la trayectoria militar del autor y el grado al que llegó ya no debió ni de abrir el libro. Se cuadró y firmó directamente el expediente autorizador. Y si no es cierto lo que imagino, cosa posible, me reconocerán ustedes que “é ben trovato”.

La vida de cuartel supone una trasgresión tan grande respecto a la vida normal que todos los que hemos sufrido o disfrutado de ella hemos quedado marcados hasta en nuestros sueños más íntimos.

El asunto se remonta, no se me asusten, a la falange macedónica, el primer ejercito realmente profesional y permanente de la historia y fue más que consolidado por los romanos, el estado militar por excelencia. Tengo entendido que aun se explican hoy en las academias militares las normas que el general Mario, el adversario de Sila, impuso a las legiones (las famosas mulas de Mario, bautizados así por el peso del equipo y la velocidad de la marcha).

La convivencia en los campamentos o en los cuarteles (equipamientos nacidos de la profesionalidad militar), sea en periodo de reposo o de estado de guerra, ha exigido desde entonces un poder burocrático enorme. La especialización militar se basaba en aprendizajes y en homogeneidad, de ahí las normas tanto en los movimientos de tropas, como en el uso de las armas y en el comportamiento general del soldado, atuendo, saludo y por la nunca bien loada como se debe limpieza de letrinas.

Habitualmente se tiene un concepto erróneo de la estructura militar profesional En contra de la apariencia, los ejércitos son más organizaciones logísticas que combatientes. La relación entre combatiente y soldado de soporte es sorprendentemente baja. De ahí ese poder omnívoro de la burocracia militar. Lo sé de buena tinta puesto que fui en mis tiempos furriel (1) de la compañía (de hecho continúo siéndolo, en otros ejércitos y en distintas compañías).

Las características básicas de ese tipo de organización, hoy bastante modificadas, se basaban en la jerarquía absoluta, la existencia de líneas de ruptura entre estamentos, la preeminencia de privilegios y la diferenciación de trato y derechos, la obediencia ciega, las normas aplicadas a rajatabla, la desaparición de la iniciativa individual y un largo etcétera motivado en apariencia por la eficacia en la acción bélica y en lo bonito que quedan los desfiles bien ordenados, con o sin macho cabrío al frente. Es obvio que cultura cuartelera y dominio de clase es casi lo mismo.

Todo ello ha tenido una traslación evidente a otro tipo de organizaciones, el funcionarizado, la empresa y la justicia, solo por citar tres ejemplos. Y, a la inversa, los cambios en otros ámbitos han influido y transformado la estructura cuartelera. Sobre todo en estos últimos tiempos, el impulso tecnológico y el coste de la formación de la tropa han introducido dosis importantes de racionalidad y de trato alternativo al prusiano.

Todo ello ha depositado un considerable poso en la forma de entender las organizaciones y en establecer el trato dentro de ellas. La cultura cuartelera en base a tantos siglos de existencia ha terminado por formar parte de la herencia genética, con o sin permiso de Cesare Lombroso. Si ustedes son observadores se habrán dado cuenta que, incluso en las zonas no reguladas explícitamente por esa filosofía, se impone casi automáticamente la cultura cuartelera sobre entendida o instintiva.

En los partidos políticos –dejemos a parte a los sindicatos, porque hay moros en la costa-- e incluso en los equipos de fútbol es así. Miren si no la extrema jerarquía que impone un secretario general (mientras genera cierto éxito) en el partido: determinadas ideas se imponen por el puro origen, no por la sabiduría, experiencia y habilidad (aparentes o reales) del que las propone. Observen como personalidades autónomas emprenden la retirada frente a la autoridad, que es un concepto más bien difuso.

Hoy en día vemos como en Europa se impone la cultura cuartelera de base prusiana como inútil salida a la crisis. Con obediencias debidas y jerarquía absoluta. Frau Ángela Dorothea Merkel, nacida Kasner, de padre pastor luterano, física de formación y doctora en química quántica, se ha impuesto a toda la UE con la biblia mecánica de la estabilidad presupuestaria, del banco central al que nada le importa la ocupación y el crecimiento. Todo ello no se corresponde con la realidad observada, ni con las posibilidades alternativas con que cuenta la ciencia o la técnica económicas, son simplemente ideas arraigadas en el contexto de la cultura cuartelera. Sorprende esta dura inmovilidad de pensamiento y de acción en alguien que sabe que las partículas están o no están a la vez y que si miras cambian. Esa relatividad quántica no parece haber hecho mella en esa dama de acero (por diferenciarla del precedente de hierro).

En general la cultura cuartelera siempre cede frente a poderes e intereses mayores. Es una regla que el recluta aprende a los dos días y que utiliza más o menos sabiamente para transformar una vida indecente en una constante guerra de guerrillas. Pero no solo esa característica de ser absoluto, pero de débil resistencia hacia arriba se plasma con la tropa, también lo hace con el dinero, con los intereses de clase, de religión, de ascenso y otros muchos de diferente especia. Hoy mismo algunos diríamos que la cultura cuartelera le sirve a Frau Merkel para salvar a su banca a costa de –dispensen la cacofonía-- lo que cueste.

Todos recordamos con el cariño que la lejanía temporal impone, los alambicados procedimientos contra la cultura cuartelera para no hacer instrucción, para tomarse la tarde de asueto sin permiso e incluso para licenciarse 24 horas antes, como hice yo.

Indudablemente los primeros godos (en todas sus amplias gamas de diversidades), que no tenían ni cultura cuartelera, ni ejército profesional, serían hoy más capaces de entender que la jerarquía no es solo un síntoma de debilidad, sino un acercamiento al caos y a la decadencia.

(1) El furriel es ahora el administrador o gerente. El que manipula la contabilidad y las existencias. La palabra viene de “fourrier”, el francés que administra el “fourrage” (forraje).

Lluis Casas con todas las dudas electorales resueltas. Les confieso que siempre me han caído más simpáticos los ejércitos que se hacían o deshacían al pairo de las cosechas o del humor de cada uno. Así como los sioux. Lógicamente perdieron sus guerras. Cosa que también les hace más cercanos.

sábado, 12 de noviembre de 2011

A MODO DE RESUMEN

Un autor italiano, especialista en la divulgación de la ciencia, Roberto Vacca, cita en su libro “La ciencia de todas las mañanas” ed. Crítica, de reciente edición, lo siguiente:

“...los mecanismos de muchos fenómenos naturales no han sido todavía comprendidos, por lo que nadie sabe predecir sus pautas futuras. Como, por ejemplo: El origen del universo y su evolución, las predicciones metereológicas a largo plazo, los mecanismos del cerebro, la estructura y el comportamiento de las partículas subatómicas y el curso de la economía, de la política y de la vida asociativa.”

Efectivamente nada de lo dicho por el autor se sabe a ciencia cierta, aunque es posible que en el futuro no sea así, excepto, según mi opinión en el último apartado. Ahí nunca, en el caso de nuestras complejas sociedades, el conocimiento puede llegar a la previsión efectiva y cierta de fenómenos complejos. La economía, la política y la vida social conforman un universo de millones de variables que se comportan de forma distinta en según qué momentos y por razones difícilmente previsibles. Ello no obsta para que ciertas cosas, determinados fenómenos tengan explicación plausible y ciertas aventuras predicciones racionales. En economía, el enorme impulso de la matemática, la estadística, los modelos de comportamiento y un largo etcétera de desarrollos técnicos han llegado a desorientar la enseñanza de la materia, la política económica práctica y a triturar con máximas más que arriesgadas a la política.

Hoy nos damos cuenta de ello, aunque ya hace mucho tiempo alguien nos advirtiera que en lo social, en lo histórico, en lo político y en lo económico hay subjetivismo, ideología, que impide que ese mundo devenga algo parecido a la física o a la ingeniería aplicada.

Nadie predijo solidamente la dimensión de la crisis, aunque sí hubo, y muchos, que advertían de su llegada. Por ejemplo, los círculos bien informados de Parapanda, la ciudad de los Cuatro Arcos. Ahora, parece que nadie es capaz ni siquiera de prever qué harán “los mercados”, entelequia de los intereses financieros especulativos pasado mañana. Ni tan sólo queda claro si estos quieren hundir el mundo ganando mucho dinero o hundirlo perdiéndolo. La premisa del capitalismo que cada uno hace lo que le interesa en lo inmediato (su propio beneficio económico) y que de ello deviene el bienestar colectivo es una creencia tan mítica como que el Sol gira en torno de la Tierra. Más del 30% de europeos y americanos del Norte aun lo creen así.

Con los cambios forzados en Grecia, Italia y las elecciones inmediatas en España, nada ha conseguido parar la esquizofrenia y el Parkinson de esos “mercados”. La evidente marcha europea hacia la depresión general, acelerada en todos los países que han aplicado la sabiduría de la ideología neoliberal, está a las puertas. Incluso Alemania, la verdadera vencedora de esta tercera guerra mundial incruenta militarmente, se acerca a niveles de crecimiento ciertamente parcos.

Pero nadie responde a la verdadera pregunta: ¿Cómo se pagará lo que se debe si no somos capaces de generar riqueza, ocupación y recursos fiscales? ¿De qué le servirá a los “mercados” prestar dinero a tipos de interés insostenibles para el deudor, si le obliga a la recesión y lo hunde?, o ¿es qué no le interesa cobrar, sino otras cosas?

Cualquier acreedor medianamente inteligente sabe que si el deudor pasa apuros para pagar es mucho mejor esperar, facilitarle la mejoría que exprimirlo hasta la extenuación, por lo que es más que probable que todo o una buena parte de lo debido se quede en situación de desaparecido para siempre.

Lo exhibido hasta ahora por ese monstruo político y económico que responde al nombre de Merkozy no ha servido para lo principal. Cada vez que ese monstruo ha escupido fuego, la realidad de alguien ha empeorado y los “mercados” han seguido su marcha triunfal hacia el mayor desorden desde el final de la Segunda guerra mundial.

Una ligera mirada a la historia reciente nos dice que ni siquiera en los momentos más duros de la guerra fría, el peligro real fue peor que hoy día. En esos tiempos no tan lejanos, el botón del (de)sastre estaba mejor asistido que la gestión de la deuda y la crisis bancaria de hoy. Y sin los medios informáticos actuales, pero con la ayuda de la razón y el conocimiento claro de las consecuencias.

El dilema fundamental es ahora si el Banco Central Europeo actuará como debe (no como le obliga su estatuto) o, por el contrario, seguirá dejando caer economías europeas hasta que se pueda establecer una nueva frontera europea al estilo americano con el Sur, triturado por sus excesos de compra al Norte, sus excesos de inversión inmobiliaria financiados por el Norte y por los tipos de interés tan bajos que el este deseaba.

No es que no se deban aplicar medidas en consonancia con la situación real; al contrario, hay que hacerlo, pero tal vez esas medidas deban tener en cuenta que el Sur debe volver a generar riqueza, consumo y capacidad fiscal, que el coste debe corresponderse con las responsabilidades de la caída y que la UE no debería ser el precio final.

En este último tramo de la campaña electoral son muchos ya los que intentan culpabilizar de lo sucedido en España a todo el mundo. Dicen que no sólo los bancos y las cajas son responsables, también lo son los españoles de a pie por haber vivido por encima de sus posibilidades. Esa es una mentira generosa con el poderoso. Las decisiones que individualmente tomaron muchos españoles en relación a hipotecas y créditos se basaban en un gran engaño político y una manipulación bancaria: todo va bien, nadie debe renunciar a nada por falta de liquidez, vengan y se lo daremos todo a un coste ridículo, e, incluso, si le va mal, el precio de su vivienda habrá crecido tanto que la operación se saldará con beneficios. Desde Parapanda se advirtió severamente.

Si bien es cierto que el ciudadano, atraído por esos cantos de sirena, se equivocó, también lo es que era una decisión individual que no afectaba para nada al resto de los mortales. En cambio, sí lo hizo a cosica hecha la decisión bancaria y la tolerancia hecha del Banco de España, puesto que estas eran decisiones generales con trascendencia para todos. Y eso, señores y señoras, no es lo mismo. De hecho, existe un supervisor para el sistema financiero en razón a lo estratégico que es su papel, y, en cambio, no es así para las decisiones del Sr. Fernández o de la Sra. Andréu. Otra cosa es saber hacia donde miraba el supervisor, que tiene nombre y apellidos e incluso intereses, para haber dejado una herencia tan aplastante para el país. La honorabilidad que se le debería suponer a todo cargo público, incluso cuando lo es por cooptación como el de supervisor de la banca, exigiría la dimisión y una sesión de auto flagelación previa al infierno.

Goldman-Sachs está acumulando no sólo una parte importante del pastel financiero mundial, sino que opta claramente a dirigir la UE y ahora mismo ya le han caído varios premios gordos. Esa empresa no es un ángel de la guardia, ni siquiera un vigilante de la playa, es la avaricia del dinero y la pulsación por el poder al margen de la democracia.

Como muy acertadamente me ha escrito mi amigo Sánchez "La función del liberalismo en el pasado fue la de poner freno a los poderes de los reyes. La función del verdadero liberalismo en el futuro será de de poner límite a los poderes de los parlamentos" Herbert Spencer (Hombre vs Estado-1884)”.

Cambien liberalismo por la versión moderna, neoliberalismo, añádanle unos litros de finanzas con licencia para matar, unas gotas de políticos de bajo nivel y una sociedad desestructurada y tendrán un modelo aproximado a lo que hoy sucede: el poder de los capitales basura.

jueves, 10 de noviembre de 2011

HONESTIDAD Y RETRIBUCIONES





A propósito de diversas circunstancias, algunas de las cuales ahora explicaré, hace ya tiempo que quería anotar brevemente lo que podríamos denominar el vinculo entre la honestidad y el salario, la retribución, las ganancias, o como quieran ustedes llamarle al asunto de ganarse la vida.


No es un asunto nuevo ni para mí, ni para ustedes. Ya en otras ocasiones la retribución de ciertos emires financieros o de cresos especuladores inmobiliarios ha aparecido por aquí. Lo de hoy es ligeramente distinto y voy a empezar por citarles los dos o tres motivos que me impulsan a empezar.


En plena campaña electoral no resulta extraño que algún candidato, en general de la derecha, aunque no siempre, cite su magro sueldo como referencia de su altísimo sentido del honor patrio, de su gran esfuerzo y sacrificio a favor del bien público. El último, de momento, ha sido el inefable don Duran Lleida (no creo que se me ofenda por lo de don), que hace pocas horas afirmaba que lleva varios años con el sueldo congelado, apuntando a que sus renuncias vitales son grandes por hacer política y que si de sacrificios se trata el los tiene consolidados. Credibilidad nula.


En otro ambiente, también viendo el último viernes el film “Margin Call” de J.C. Chandor, con Kevin Spacey, Paul Bettany, Jeremy Irons, Zachary Quinto, Penn Badgley y Demi Moore, que les aconsejo fervorosamente y al que aludiré al final con una pequeña referencia de cinemateca (1), el asunto salió a relucir. En el, la retribución de los empleados de una financiera está en boca de todos, cuanto cobra fulanito, y cuanto menganito. Nunca se hace referencia a esfuerzos, preparación y otras habilidades profesionales, pero lo de la pasta está en el orden del día, dado que los saltos salariales son astronómicos.


La más gorda ha sido sin ninguna duda las últimas noticias a caballo del inicio de la campaña electoral sobre indemnizaciones, sueldos, pensiones, etc. que los altos directivos de cajas y bancos en serios aprietos cobran cuando sus fechorías son tan evidentes que incluso ese miope profundo que es el Banco de España se ha dado cuenta de ello y toma, tarde, sus medidas.


No digamos ya de sueldos y otras rentas de un grupo de artistas, deportistas y figurantes que cuentan los emolumentos siempre con una soberana ristra de ceros a la derecha de la primera cifra. Siempre por esfuerzos relativamente limitados y por habilidades de trascendencia un tanto dudosas.


En fin, que el asunto está ahí.


La premisa que les apunto es que, en las actuales circunstancias y con un margen de tolerancia, cualquier persona que reciba emolumentos por encima de los 300.000 euros anuales está progresivamente fuera del mundo de la honestidad. Esa cifra, para los que perdemos la vista paulatinamente, son 50 millones de pesetas, esa moneda tan antigua. Es decir, unas 4 millones al mes, Unas 135.000 pesetas diarias, domingos y fiestas de guardar incluidos.


Ya les digo que me otorguen un margen hacia arriba o hacia abajo, la cifra citada es fácil de manejar y representa más un concepto general que un dato concreto.


Probablemente no lo necesiten, pero esa cifra significa el precio (no el coste) de un piso decente en el Eixample barcelonés, sin necesidad de hipoteca o crédito. También es 890 veces superior al SMI español y unas 10 veces superior a la pensión media. También es el triple del salario del Presidente federal. Por descontado, el sueldo del doctor en limnología que es mi yerno y experto científico internacional, con sede en Catalunya desgraciadamente, para este asunto es 15 veces inferior. Mi propio sueldo, cargado de trienios y consolidaciones y a las puertas de la liberación guarda una comedida relación de 5 a 1.


No cito a Messi o a Robert Redford por mi profundo desconocimiento de sus declaraciones de renta y dando por descontado que en sus casos el papel de pobre es el cobrante de los trescientos mil del ala.


Un sueldo enorme, una retribución inmensa, siempre me han parecido indicar que no se retribuía la capacidad, ni la habilidad, ni siquiera la fidelidad bien entendida. Ahí hay, según mi parecer, motivos ocultos, razones profundas que transforman a un buen profesional en alguien distinto, en un pozo de avaricia, de agresividad y de riesgo. Los sueldos de ejecutivos, profesionales, etc. están relacionados con un supuesto mercado de los mejores, de forma que las cifras que se manejan son en realidad barreras de contención.

He oído casi toda mi vida que la administración pública debería retribuir a ejecutivos al nivel de la empresa privada para ganar eficiencia. En algunos sectores públicos, pienso sobre todo en sanidad, la línea se ha ido imponiendo, aunque mucho por debajo del límite que he dado, al menos en retribuciones oficiales y cumpliendo las incompatibilidades debidas. O suponiéndolo desinteresadamente.


Los resultados de semejantes sueldos, que fácilmente se transforman en millones de euros y en según que casos en muchos millones de euros, son intrascendentes respecto a los resultados que empresas o administraciones consiguen. La trayectoria de una infinidad de empresas, conglomerados, entidades financieras que han sido llevadas en volandas o a cucurumbillo al estropicio por ejecutivos de sueldos estratosféricos es enorme.


En el fondo de la cuestión está simplemente el abandono del modelo empresarial basado en el/los propietarios y la entrega del mando a una nueva clase, los ejecutivos. Estos obviamente han pretendido y conseguido que su situación anual se asimile al del cobrador de dividendos. La gestión a corto plazo, la búsqueda de negocio, incluso fuera de la especialización empresarial habitual que han impuesto muchos, han cubierto el campo de batalla de heridos, mutilados y cadáveres. Ahora mismo, una antigua y prestigiosa entidad mutual barcelonesa está en trance de venta a la baja, simplemente por lo dicho anteriormente. Una nueva dirección sensible al máximo beneficio puso la mutua en manos inadecuadas, se diversificó el negocio, se hicieron inversiones arriesgadas y lo que fue una sólida entidad acabó convirtiéndose en un endeble reflejo de si misma. Los ejecutivos bien, por descontado.


Lo dicho, la retribución y la honestidad a partir de determinados límites son líneas divergentes y a menudo lo son también con el éxito empresarial estable.


Lluis Casas chismorreando.


(1) “Margin Call” significa requerimiento al margen, es decir la anotación del supervisor de tus cuentas de inversiones financieras si tus pérdidas dejan tu margen libre por debajo del margen requerido para cubrir las posiciones abiertas. En fin, es una alerta descomunal que desemboca las más de las veces en una quiebra instantánea o en la masiva ayuda bancaria, estatal o de la lotería nacional. El film relata las 24 horas de la crisis de una entidad y las maniobras financieras, técnicas y humanas que envuelven la posible “salida” de la situación. Ahí tienen un resumen en vertiente cinematográfica de la crisis inicial en Wall Street y de las formas y maneras que la avaricia absoluta impone. Vayan y véanla. No se pierdan la extraordinaria escena en el ascensor, en donde dos altos directivos y la señora de la limpieza mantienen una conversación y crean un ambiente que define de forma esplendida la moral de semejantes monstruos. Tampoco, la escena del entierro del perro. Las relaciones humanas, el cariño, la sensibilidad, las prioridades entre laburo y las personas son los protagonistas de ella.









LO SABEMOS ALGUNOS, ESTAMOS AL BORDE DE ...




No es la primera vez que digo lo que sigue y probablemente tampoco sea la última: el mundo de la economía europea vive a salto (o, mejor, al asalto de mata) día a día, hora a hora desde hace muchos, muchísimos meses. La lista de sorpresas (¿) es ya muy larga y afecta por su dimensión a la base política, económica y de futuro del continente. Todo parece estar en cuestión, el euro, la UE y las vidas de todos y cada uno de los habitantes de la puta base del continente (al modo de la expresión inglesa, ya saben, cuando hay fuerte tormenta en el canal, para los britanos el continente se queda aislado) Y, sin embargo, nada de esta substancia se dice desde los atriles de esta campaña electoral.




Si nos atenemos a lo más vistoso citaríamos a Islandia (con medidas alternativas a las del propio continente para corregir su quiebra bancaria), Irlanda, Portugal, Grecia y ahora parece ser el momento del gran susto, Italia. Con España, probablemente, a la espera de la siguiente desestabilización financiera. Por debajo de esas noticias de primera página, ocultando el núcleo de la crisis, siguen estando los sistemas bancarios y financieros, incluso los de Alemania y Francia, que tienen males peores a la deuda soberana y, además, con distribución de cargas un tanto distinta.




Parece que el mal está más instalado desde este punto de vista en Francia y Alemania (por no citar a otros orgullosos norteños menores a los citados). Y, sin embargo –repetimos enfáticamente-- nada de esta substancia se dice desde los atrilillos de esta campaña electoral.Al margen de los déficits acumulados por los gobiernos, protagonistas aparentes de todos los movimientos especulativos y todas las cumbres habidas y por haber, la verdadera dimensión y la verdadera última culpabilidad han sabido desaparecer no sólo de los titulares, sino de las agendas políticas de alto estanding aparente del valido Sarkozy y la emperatriz Ángela Primera de Europa y Quinta de Alemania. La banca y las finanzas están alerta pero a cubierto de la opinión política, que no se atreve, no se porqué, con ellas.Hemos vivido unos durísimos meses con tratamiento de tos ferina para un cáncer, no terminal, pero si muy grave. Claro está que el paracetamol o el iboprufeno no nos han ido mal, sobretodo para los fabricantes de tales remedios, pero en el fondo el problema sigue suelto por ahí, sin nada, ni nadie que lo asuma y lo aplaque (y plaque) de verdad.Sin lugar a dudas, la UE está viviendo desde hace algunos años en manos políticas bastante incompetentes. No es que ellos y ellas hayan provocado la crisis, sino que simplemente están donde están siguiendo aquel principio que dice que todos llegamos al final al puesto en donde somos más incompetentes.




Ha dado la casualidad histórica (y, por cierto, motivada) que el conjunto de torpes, inseguros, pagados de sÍ mismos (recuerden el artículo de mr. Brown hace unas semanas citando una frase heroica, como siempre, de Mr. Churchill), dominan, es un decir claramente poético, los gobiernos estatales y europeos.No es que los pueblos afectados, si ese concepto existe en la realidad, hayan dado mayor talla que sus dirigentes. Estamos hablando de sociedades democráticas, al menos de sociedades en las que el voto es razonablemente libre y con capacidad de expresión sin ataduras. En todas y cada una de las elecciones (excepto en Islandia), en donde la crisis ha dado en tumbar o acelerar la caída de los gobiernos, el voto se ha decantado por más de lo mismo. Se han elegido sistemáticamente políticos, partidos, trayectorias y programas claramente represivos con el pacto social, los servicios públicos y los derechos laborales. Por lo tanto y excepto para aquellos votantes que han expresado repulsa y cambio de tercio, empieza a estar la responsabilidad más repartida de lo que uno podría llegar a pensar. La inclinación del votante ha sido mayoritariamente cortarse la mano para castigar al gobierno saliente.




No se llamen a engaño, los asuntos públicos están en estos momentos más claros que el agua. Nadie puede alegar desconocimiento: unos están en el paro, otros han vistos recortados derechos y retribuciones, otros se ven inmiscuidos en recortes que les afectan profesionalmente, muchos están simplemente a dos velas, otros han sido o están siendo expropiados de la vivienda, muchos emprenden el camino de retorno a la casa maternal… y así seguiría hasta el lugar do dicen que se encuentran las líneas paralelas. El porcentaje de afectados directa o indirectamente es elevadísimo, aquí en la zona peninsular y en casi todas partes en mayor o menor grado. También hay los que han de aplicarse aquella advertencia: cuando veas la barba de tu vecino afeitar debes poner el barón dandy a remojar.Sin embargo, con la aparición de los movimientos del 15M y otros parecidos aquí y allá, la tranquilidad social parece dominar a las masas, más allá del circo. No es que ya se den las condiciones para la vuelta a los años veinte y treinta pasados, con las durísimas circunstancias que trasladaron a la calle y a enfrentamientos armados a media Europa, pero esa calma, si es realmente calma, ni es buena, ni es razonable puesto que no pone al político y al financiero frente a la realidad social.




La autocontención de los partidos, de los movimientos alternativos, de los sindicatos, etc. es merecedora de alabanzas, generan tiempo y oportunidad de rectificar, pero es a todas luces incomprensible con lo que está pasando y lo que puede llegar a venir. Unos y otros parecer seguir una sola dirección, alerta con perder votos o elecciones, con patinar en alguna medida, con enfrentar los poderes fácticos, etc.Nunca he sido un pesimista crónico, al contrario pienso que de una manera u otra las sociedades van encontrando caminos a sus problemas, pero en la medida que la democracia, la riqueza, el conocimiento, la tecnología han ido proporcionando tantas capacidades de futuro estoy más que aturdido ante las escasas capacidades para superar lo que tenemos en el entorno. A menos, claro está, que estén (o estemos, sin saberlo) jugando simplemente a los dados. Cosa, que como ya saben por don Alberto Einstein, ni Dios, el padre eterno, ha hecho al menos por ahora.




EN MEDIO DE LA CAMPAÑA





Nunca antes, a menos que la memoria me falle (nada extraño ya), una campaña electoral al senado y al congreso habían causado menos impacto emocional al personal.


Es cierto que la crisis y los métodos de hacerle frente han alejado enormemente a una gran parte de la ciudadanía del aliento político.

Las innumerables ocasiones en que la corrupción ha afectado a unos y a otros (unos y otros de determinados partidos, la prensa nunca destaca que una parte de la izquierda nunca ha estado mancillada por ello) también ha colaborado lo suyo.


No hemos de olvidar tampoco que las personas que encabezan la mayoría de las candidaturas, sobretodo en la plaza fuerte de Madrid, no son precisamente objetos de gran atractivo, ni personal, ni por la trayectoria política o profesional. Alguno no ha dicho nunca ni pío, no fuese que se viera comprometido.


La prensa de todo tipo y condición se arrellana en todas aquellas cuestiones de escasa importancia, nunca resalta honestamente trayectorias y cumplimientos, así como también olvida permanentemente los programas propuestos. Es una prensa acrítica y enfocada a todo aquello que forma parte de la simpleza de unas elecciones. El hecho que tengamos un solo debate televisivo y solo entre las dos fuerzas mayoritarias, no sólo dice poco del sistema democrático y del sistema electoral, sino que se intuye que la prensa se conforma con lo que hay. ¿Qué ocurriría si los canales importantes citaran a los primeros espadas para debatir conjuntamente, sin condiciones previas, sin chuletas y sin posibilidad de decir que no voy? ¿Alguien se atrevería a dejar abandonada una silla en un debate televisivo importante? Pues entonces.


Me abstengo de comentar lo dicho o no dicho por candidatos y acompañantes, todos ustedes tiene el lustre y la capacidad de hacerlo por si mismos; pero a modo de resumen, les diré que, para mi paladar, en cada elección me interesa más lo que dicen los pequeños y me resulta imposible entrever un verdadero programa de gobierno atendiendo a los grandes. Ahí está el terrible juego a la abstención.


El ambiente mundial sería, sin embargo, tendente a que el personal se interesara por el asunto. La crisis, los enormes problemas económicos, políticos y de futuro que se están dilucidando (o no) reclaman el interés, incluso el exclusivamente egoísta. Mi pensión, mi trabajo, mis ahorros, mi hipoteca, el colegio de los niños, la operación de cadera, la comida caliente del Ayuntamiento, el papel de la religión, la posición de las mujeres frente a logros (pequeños) conseguidos y que pueden estar en peligro, el desarrollo democrático, la cultura de cada cual, la paz (por qué no), el sueño de Europa, el progreso. Son innumerables las razones para participar y cabrearse. O cabrearse y participar. Recuerden que sólo los toros muy listos consiguen que los echen a los corrales por falta de valentía y embestida. Pero esa listeza no los salva del carnicero. En todo caso duran uno o dos días más. Rehuir el combate nunca supone una victoria. Los únicos toros que se salvan de verdad son los que enfrentan el combate desigual a por todo, claro está que con pocas posibilidades.


Una simple mirada a la historia europea, perfectamente accesible en todos los formatos y niveles académicos o divulgativos, es, ya de por si, una llamada a la política, a la participación. Ahora bien, todo y así, el porcentaje de decisos y de indecisos que están en la abstención es enorme y afecta principalmente a los sectores sociales que deberían preocuparse más por su destino.


Es evidente que algo gordo nos espera. La crisis, el modelo autoritario con que se está construyendo el futuro, la laminación de la legitimidad nacional, estatal, ciudadana en la UE, ocupada ya al 100% por la Alemania unida, en un logro, podríamos decir que pacífico por primera vez, no alienta el proyecto fundamental europeo, sino que se acerca a la implosión. Piensen en Grecia, en las cartas del Banco Central europeo, en el tratamiento a gritos que hace el derrotado Sarkozy de las discrepancias, en la presión inacabable de la especulación crediticia contra la deuda y el etcétera que ustedes prescriban de acuerdo con sus experiencias.


Está tan confusa la situación (no para todos, hay quienes tienen perfectamente fijados los objetivos y los costes), que la última idea peregrina en la UE, no se quien es el brillante hacedor, es multar a los países con porcentajes de paro indebidos. El símil médico es simple: a los enfermos muy graves, si no se portan bien, les será suministrada una dosis letal de virus. En catalán diríamos: Qué s’han begut l’enteniment?

Esa oferta de racionalidad, castigar al que está en las últimas, se parece a aquella otra salida del Ayuntamiento de Tordera, un alcalde de CIU, faltaría más, que si no se equivoca la prensa, ha propuesto que las muchachas víctimas del esclavismo de la prostitución de carretera se vean obligadas a hacer trabajo comunitario si no pagan las multas que la autoridad les impone por un oficio habitualmente con escaso beneficio. Sería muy fácil preguntar en que trabajos para la comunidad estaba pensando el alcalde, ¿los relatos de sus vivencias a través de las no fronteras comunitarias?, ¿las experiencias “profesionales”?. Y, en todo caso, ¿a qué hora?


La verdad es que hay días en que el mundo pequeño de casa y el mundo grande de fuera están para presentar la dimisión. Cosa que sugiero tanto al alcalde, como al burócrata europeo a que me refiero.


Viendo lo que estamos viendo, ¡qué fácil resulta no votar! Y que enorme tontería es.


Lluis Casas, moralista





PROPUESTAS REALES O PURA IDEOLOGIA (CREENCIAS)


La chusma es, según el diccionario de la Real Academia, alguna cosa de entre las siguientes: Persona chismosa y entrometida. Persona de modales groseros y comportamiento vulgar. Conjunto de gente soez. Muchedumbre de gente vulgar. Conjunto de los galeotes que servían en las galeras reales. Conjunto de indios que, viviendo en comunidad, no eran guerreros, o sea mujeres, niños y viejos considerados en conjunto.

Como en los diez mandamientos, el significado se resume en dos, el primero es la acepción de gente propicia a ser víctima (los galeotes y los indios indefensos), el segundo, simplemente gente que tiende a escupir, por resumir. El hecho de que ambos conceptos se expriman en una misma palabra tal vez sea por la extraña reacción de la chusma-víctima de cabrearse y portarse sin la mínima educación requerida. Vayan ustedes a saber. Me pregunto si los galeotes escupían o no, o si se limpiaban los dientes con mondadientes de marca o con otros instrumentos menos sofisticados. Una cosa lleva a la otra, sin duda ninguna. Respecto a los indios nada puedo elucubrar porque ya no quedan.

Otro detalle de interés es que las distintas acepciones pueden agruparse en conjuntos o en individualidades. Sobre los conjuntos parece definirse una concepción más bien borrosa y poco detallada, cosa que no ocurre, en cambio, para las individualidades que quedan bastante bien determinadas. Pienso que esta distinción es oportuna y significativa.

El sentido que he encontrado en otras fuentes parece ser que también correspondería a los cantos o ritmos que los galeotes (en general personal sin contrato firmado y sin indemnización prevista) de las galeras entonaban para animar un trabajo de gran excelencia y muy bien retribuido con los veergajazos del cómitre. Tal vez los cantos no estuvieran bien entonados o la terminología fuera un tanto soez, de modo que el canto bautizó a los cantores. Para evitar eso, existen pruebas que los romanos, gente muy previsora e innovadora, tenían un timbal que lo substituía aventajadamente y que marcaba con cuatro niveles crecientes el ritmo del barco. El más intenso era el de la envestida frontal, con una duración máxima de pocos minutos hasta el desfallecimiento de los elementos motores.
Para qué toda esta ilustrada explicación, se preguntaran ustedes. Qué tendrá que ver la chusma y los galeotes con la crisis o el neoliberalismo. Desde mi punto de vista nada o mucho, según que utilicemos, la inteligencia cooperativa o la ambición desmedida, convertida en pura avaricia.

Como presumo que el escribidor y sus posibles lectores corresponden al primer sistema de interpretación del mundo, ahora se lo explico. El capitalismo en su forma neoliberal y financiera considera la existencia de dos clases (ellos las llamarían de otro modo, no fuera el caso de contaminación marxista): una, la simple chusma; la otra, ellos mismos. La segunda es un 1% o 2 % de la población que controla el 60/70% de la riqueza circulante y acumulada, como mínimo. La primera es el resto, más o menos y según y cuándo. Un detalle interesante es que de entre el 98% de chusma, hay porcentajes altos y variables que se auto consideran clases medias. Pero ello solo ocurre en contadas ocasiones y siempre antes de épocas azarosas. Con el tiempo todo tiende a estabilizarse en las dos mencionadas categorías que están en el orden natural de las cosas. Como es obvio, los galeotes se encargan de remar y los segundos (sin nombre claramente definido) de cobrar intereses. Al final del esfuerzo, los supervivientes de entre los remeros pueden alegrase con continuar en el puesto de trabajo. Los de arriba, en el puente, almacenan mercancías y se reparten los beneficios.

Que la galera fuera del rey o no, no tenía mayor importancia sobre el reparto de funciones y el saldo de explotación. En todo caso, es oportuno aclarar que las galeras pirata, independientes o autónomas, a menudo disponían de remeros socios, que participaban en el coste de la navegación y en los beneficios de las fechorías. Una explicación necesaria para no caer en tentaciones de valoraciones demasiado imprudentes sobre ese negocio tan pujante.

De este modo, la chusma parece poder padecer con toda naturalidad los estropicios de la vida, como tener que reclamar a sus antecesores por un gen un tanto defectuoso. También está perfectamente entrenada a pasar el mes con deudas en el supermercado, así como en entrever que las cosas podrían estar mucho peor. Ahora mismo, una buena parte de la chusma está en pleno aprendizaje de vivir con carencia de trabajo fijo o simplemente de trabajo. El experimento está dando excelentes resultados, de momento más de un 20% de las personas controladas están sin laboro ninguno y crece el porcentaje de las que no tienen ni un duro. Y, todo ello, con maravillosos resultados del Barça y el Madrid, con una calma chicha en las calles que da gusto ver y con unas elecciones en perspectiva que van a ratificar el conjunto de políticas adecuadas a la chusma.

En algunos períodos afortunadamente ya lejanos, los financieros o prestamistas, formaban parte de la peor especie de chusma. Probablemente porque su ascendencia judía los hacia rematadamente malos cantores, pero, hoy en día, ya no hay ningún distingo. Todos los que forman parte de ese mundo financiero han llegado a las malas altas cotas de reconocimiento y dejaron atrás, muy atrás, su pertenencia a la chusma. De hecho, forman parte de uno de los pocos sectores en los cuales los errores, las quiebras y otros epifenómenos mucho más graves son recompensadas con indemnizaciones millonarias, pensiones de jubilación de dimensión sideral y otras prebendas de las que es difícil imaginar su concreción. Son las ventajas de no pertenecer ya a la chusma, que en sus bancos de remeros, mira al castillo de popa de la galera maravillada con el lustre, los reflejos auríferos y la enorme desfachatez. Para más información busquen en sus estanterías el libro de nuestro don Luís de Góngora do se encuentra el poemilla famoso
Amarrado al duro banco.

martes, 1 de noviembre de 2011

CAPITALISMO DE PUTIFERIO





“.... Para eso están las empresas. Han sido diseñadas para multiplicar el capital, lo que hacen carece de relevancia. Torpedos, alimentos, ropa, mobiliario, es todo lo mismo. Con ese propósito harán cualquier cosa para sobrevivir y prosperar. ¿Pueden ganar más dinero empleando esclavos? En tal caso, habrán de hacerlo. ¿Pueden aumentar los beneficios vendiendo ingenios que matan a otros? Pues tendrán que hacerlo. ¿Y si devastan los campos, asolan los bosques, desarraigan comunidades y envenenan los ríos? Están obligadas a hacerlo si de esa manera pueden incrementar sus beneficios. Una empresa es un imbécil moral, sin conciencia del bien y del mal. Las limitaciones han de venir del exterior, de leyes y costumbres que le prohíban hacer ciertas cosas que desaprobamos. Sin embargo se trata de una limitación que reduce los beneficios, razón por la cual todas las empresas siempre trataran de rebasar los límites de la legalidad, actuar libremente en su afán de sacar provecho. Esa es la única forma de que puedan sobrevivir, ya que los más poderosos devoraran a los más débiles. Y ya que ello es intrínsico al capital, que es salvaje, desea ser libre y rechaza todas las trabas que le son impuestas. …”


Lo que han leído no forma parte de ningún tratado marxista-leninista editado en los buenos tiempos en que Moscú era el centro del futuro, ni tan siquiera es producto de un reducto trotskista a la deriva en el mar de los condenados. Tampoco es una octavilla del joven Pepe Luís López Bulla cuando lideraba las Comisiones Guerreras. No señores, es de “La caída de John Stone” del escritor británico Iain Pears. Pag. 364-365.


Esta cita reproduce la conversación entre John Stone un industrial en vías de convertirse en financiero global y Cort, el futuro responsable de los servicios secretos británicos, unos años antes del cambio de siglo. La novela transcurre entre el último tercio del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, justo para que se apunte y prepare la primera guerra mundial, aunque el relato, en una hábil maniobra del autor, se efectúe desde la distancia de los años cincuenta pasados. La distanciación es fundamental. No solo la cita anterior es interesante, la novela tiene en conjunto todos los elementos para disfrutar y aboca permanentemente a la comparación con el presente más inmediato.


Ya saben que suelo recomendar lecturas y que, a menudo, cito algunos trozos sueltos de ellas. En este caso, la atracción por ese texto fue inmediata y me impulsó a correr hacia la estantería en busca del tío Marx y del tío Engels para confirmar mis espontáneas sospechas, lo había copiado. Pues no, no es así. Pese al léxico, “La caída de John Stone” es sin embargo actual, de ahora mismo. La tienen en las librerías y, ya, en la biblioteca pública, a su disposición a cambio de un dinerillo o, simplemente, de una pequeña búsqueda en Internet.

Con la crisis, la literatura popular se está haciendo eco de nuevo de los problemas sociales, económicos e incluso de una mordaz crítica que había desaparecido en los últimos años. Me es indiferente si se trata de una novela histórica, una novela negra, un cuento moral o de un ensayo novelado o, al menos, de expresión accesible. Últimamente les he citado unos cuantos títulos y tengo otros a la espera de su lectura. Los autores no son militantes de la izquierda comunista o radicales representantes de la bohemia parisina ya fenecida. Simplemente aúnan inteligencia, habilidad y realismo (las virtudes que galanan nuestra universal Parapanda) en cuanto al mundo de la economía y de la política y utilizan los mimbres que proporciona esta crisis global para sus relatos. Los lectores no se sienten adoctrinados, pero si aleccionados.


El mito del buen capitalismo, basado en el respecto a la democracia, a la legalidad, a los derechos humanos, a la función social de la propiedad y otros muchos algoritmos conceptuales, siempre ha mantenido, más o menos oculta, su esencia depredadora. El texto de Iain Pears lo expresa con precisión de cirujano, sin cálculo moral, ni ocultismo alguno. Como quien lo explica es un inteligente capitalista para que lo entienda quien ha de defenderlo en el futuro no ha lugar para las hipocresías, ni decoraciones. Todo tal cual es. No es que el capitalismo nos haya ocultado totalmente esa base selvática de su alma. Simplemente durante años la ha desplazado a territorios alejados del núcleo occidental. Siempre hemos visto hambrunas, guerras, imperialismo, dictaduras bananeras y una enorme multitud de variantes. Pero no eran en casa.

Pero hoy, de nuevo, volvemos a tenerla presente y activa en nuestro domicilio. Incluso, diría yo, la presente crisis y la gestión que se está haciendo de ella reflejan días más lejanos de los de la revolución industrial del vapor y de los proletarios. Creo intuir algo del antiguo régimen, unas reminiscencias a la sociedad guillotinada en las calles de Paris que consideraba adecuado vivir esplendorosamente en medio de la pobreza absoluta.


Esos líderes políticos que se reúnen día si, día no, sin conseguir en más de dos años una propuesta coherente con las causas de la crisis y respetuosa con el entorno humano mayoritario, esos banqueros volcados a dominar el mundo y hacer y deshacer economías, finanzas y, puestos ya, continentes sin más proyecto que el más y más. Esos ejecutivos bancarios que frente a su absoluto fracaso se van, o no, a casa con bonificaciones astronómicas injustificadas y, posiblemente, ilegales. Esos preclaros miembros de consejos de administración de cualquier ente económico que se ven inmersos en maniobras dudosas (o simplemente extraordinariamente arriesgadas) que no dicen ni mu, simplemente firman el recibo de unos emolumentos mal ganados. Todos ellos son más parecidos al marques o a la duquesa y, si no, al conde que administraban sus enormes propiedades sin mayor preocupación que la salida de la Luna en cuarto creciente y sabedores que todo lo que poseían, todo lo que eran era producto de la voluntad divina y real. De modo que nada habían de temer ni respetar.


Las clases actuales que se benefician de una economía de tahúres parecen corresponderse con esos antiguos señores. La justicia poco llama a su puerta, y puestos a un tropezón son sabedores que nunca llegaran al suelo, al contrario, muchos de ellos se disparan hacia el cielo benedicto de los millones. Como antaño, la iglesia institución mira hacia donde no deba ver lo que ocurre, no sea que les falte la subvención millonaria y, además, es ocasión propicia para recolectar socios agraviados y de mente extraviada.


Si piensan que exagero, cosa perfectamente posible, simplemente lean lo que esos doctos líderes europeos dicen y hacen a causa de una propuesta (evidentemente interesada) de referéndum en Grecia. No quieren, les asusta la participación de los ciudadanos en las grandes decisiones. Mejor el pasteleo bruselense. Probablemente, el ciudadano griego, harto de ser objeto de burlas, desprecio y agravio, vote lo peor (no digo qué), pero si eso ocurre será porque tarde y mal le habrán dado la palabra y poco o nada ha participado del conocimiento verdadero de lo que ocurría y de las decisiones que se tomaban. Aunque, digo yo, ¿realmente los griegos votarán? La respuesta es no.

Sigan mi consejo y lean, pero salgamos a la calle en el sentido amplio y democrático de la palabra, no sea que nos pase como a ellos.


Don Lluis Casas hasta el gorro, a la espera de presentar su novela “Izos, rabizos y colipoterros del capitalismo-putiferio” (Editorial Mulhacén, 2011) en el Bar Raíz Cuadrada de Menos Uno en Parapanda.