miércoles, 27 de junio de 2012

EL MANGONEO EN LA SANIDAD PÚBLICA CATALANA




Les escribí no hace mucho sobre el conglomerado de intereses  personales y profesionales que casi constituían una mafia entre los directivos de la sanidad catalana, tanto los que se movían en la red pública, como los que lo hacían en la privada, que en buena parte está  concertada y, por lo tanto, financiada por la Generalitat. (Quiero hacer mención que el mal atañe al que lo hace, puesto que muchos de los directivos tienen una honestidad equivalente a cualquier otro profesional)
Los periódicos dan día a día noticias sobre ese chanchullo en el que suenan nombres variados que están de una manera u otra vinculados a los dos partidos hegemónicos en el Principat. Son nombres que se intercambian gerencias y cargos de relevancia al albur de las elecciones  y del conseller o consellera de turno. Casi nadie se queda sin trabajo de entre los que componen ese magma de interés o, mejor dicho, casi nadie de esa mutua se queda sin ingresos, que no son precisamente equivalentes al subsidio de paro, cuando las circunstancias los apartan momentáneamente de la actividad habitual.
Este es un asunto en el que se mezclan negocios privados en base a adjudicaciones públicas, a veces incluso auto adjudicaciones. Y no precisamente por cifras modestas, al contrario. Una mezcolanza de múltiples intereses que no son simplemente económicos, aunque en buena parte así sea.
En fin, la historia se está explicando ahora a cachos y ustedes pueden y, me atrevería a decir, deben de seguirla, puesto que hay mucho de la idiosincrasia catalana en ella. Cosas que se deben aprender de ese idílico e inexistente paraíso catalán.
Hoy, partiendo de lo dicho, quisiera hacer una reflexión de algunos de los porqués que hay detrás de ese mejunje.
La sanidad catalana es distinta a la del resto de España. Aquí por motivos históricos muy diversos han existidos distintas redes públicas o cuasi públicas al margen de la sanidad estatal, lo que ahora es el InstitutCatalà de la Salut. Algunos ayuntamientos o diputaciones  crearon su hospital, su centro de atención primaria u otros equipamientos que financiaron a su coste durante décadas. Incluso el reconocido Clínic de la calle Casanovas era un equipamiento sanitario de dependencia estatal, pero no sanitaria (Justicia y Universidad). Algunas entidades religiosas o cívicas, como la Cruz Roja, hicieron lo mismo e incluso hubo colaboraciones espectaculares entre muchos actores, como es el ejemplo de Sant Pau, en el que existe todavía la MIA (Muy Ilustre Administración), cuyo nombre ya nos retrotrae a antiguos y periclitados tiempos. También por motivos variados siempre ha existido una potentísima red privada que funcionaba por intereses económicos. Una parte de ella se integraba o colaboraba con distintas mutuas, de entre las cuales las había con o sin interés económico. Con la aparición de la estructura pública sanitaria general y global muchos de los centros privados se vincularon mediante contratos (conciertos) con la asistencia pública y recibieron financiación de los presupuestos.
Todo este jaleo se constituyó en lo que se vino a llamar el “model català” de sanidad. Dando características de acierto a la inevitable (por falta de decisión política y a los intereses de los gobernantes del nacionalismo de derechas) conjunción de todas las redes en un sistema sin verdadero alfabeto. Probablemente en su momento fue una decisión inevitable, incluso apoyada desde la izquierda. Pero lo que fue un día no lo ha sido posteriormente.
El resultado ha sido una panoplia muy amplia de consorcios, empresas, mutuas, ICS que han dado en crear un monstruo ejecutivo difícil de dirigir, imposible de financiar coherentemente y plagado de intereses menores, mayores, ocultos y públicos. El coste “directivo” es extraordinariamente alto en función de esas más que múltiples organizaciones que obligan a que los cargos públicos de la Generalitat y de algunas entidades locales tengan varias docenas de puestos en consejos de representación o equivalentes. Presidentes de una cosa u otra hailos tantos como entidades y gerentes y el resto del aparato digestivo lo mismo.
A lo largo de los últimos treinta años, el periodo de maduración y de podredumbre del sistema, no ha habido capacidad de decisión para rehacer el sistema, simplificarlo, abaratarlo y darle un sentido adecuado.
Mientras que un municipio financiaba y se responsabilizaba de un centro nosocomial era lógica su autoridad en él. Hoy, cuando la financiación hace ya muchos años es totalmente autonómica, ese papel es una complicación inútil y costosa. Existen mecanismos a través de los cuales las autoridades locales participan en la gestión sanitaria de su entorno territorial, con lo que su papel activo queda consolidado y hace más inútil los dichosos consorcios y demás parentela. Lo mismo cabría decir de las entidades religiosas o cívicas, hoy día son apariencias más que realidades.
Desde el punto de vista financiero el asunto compete en exclusiva a la Generalitat y como autoridad sanitaria, la planificación, la calidad, el desarrollo del sistema, lo mismo. No hay pues razones que merezcan tal nombre para mantener ese “model català”. La lógica nos diría que la integración en una sola red es lo más adecuado, todo y que en razón a las dimensiones y a las características del territorio haya una cierta dirección y gerencia descentralizada muy pegada a la problemática del entorno inmediato.
O lo que es lo mismo, lo que ha ocurrido en el resto de España por razones bien distintas: existe una sola red autonómica, a causa de la carencia de iniciativas locales o sociales que si hubo en Catalunya. Todo ello dicho en términos generales, puesto que excepciones las hay.
A todo ello hay que añadirle la presión del sector mutualista y privado para, sin perder el control de sus empresas sanitarias, participa en el (suculento) pastel de la financiación pública. El sector privado ofrecía equipamientos en funcionamiento y por lo tanto evitaba inversiones públicas. Alegaba  además de una excelente gestión, que siempre han afirmado que era menos costosa que la pública. Afirmación que es sin ninguna duda una evidente falsedad. La diferencia entre lo público y lo privado siempre ha estado en la selección de patologías, las muy caras han sido de diversos modos rechazadas por el sector privado y derivadas al público. La investigación, consustancial a la sanidad pública es enormemente menor en la privada, que además busca patrocinadores e incluso financiación pública. La cosa ha llegado a extremos que la autoridad pública ha tenido que invertir en centros privados y/o hacer aportaciones a fondo perdido para mantener algunos centros totalmente ineficientes.
El resultado lo tenemos hoy frente a nuestros ojos, gastos desmedidos en dirección, escasa eficacia planificadora, nula autoridad, mezcla de intereses hasta límites inauditos (les ahorro la lista de subvenciones que reparte el sector público entre las multitudes institucionales privadas o profesionales bajo el signo de programas de colaboración o algo parecido). Los recortes se han distribuido de desigual manera, los sueldos de los profesionales no tienen homogenización ninguna, los procesos de selección tampoco, etc.
Y aun a pesar de ello, tanto por la presión social en bien de una sanidad adecuada, como por la profesionalidad de una gran parte de los trabajadores (y también directivos y políticos), la sanidad catalana ha estado considerada como excelente.
Eso que ha sido cierto hasta ahora mismo, ha tenido el defecto de esconder durante años, los virus creados e inoculados en el sistema. Virus que ahora aparecen en las portadas de los periódicos por aquellas casualidades de la vida. Virus que incluso fueron adormecidos por todos menos uno de los  miembros de la Sindicatura de Comptes en un caso bien peculiar y con muchos ceros a la derecha.
En fin, ahí tienen un programa alternativo sanitario. La reforma y la integración en un solo sistema público de los centros que asisten dentro de la exigencia constitucional a la salud de los catalanes. Y ello rediciendo costes, pero no asistencia.
Ahí es nada.

Lluís Casas, celebrando el 30 aniversario de la marcha de la sanidad catalana.


viernes, 22 de junio de 2012

¿CRISIS ECONÓMICA O CAOS?




La visión general de los problemas económicos, de la actitud de los gobernantes, de las acciones de los mercados y de la comprensión de la situación se va pareciendo más cada día a los años previos a la primera guerra mundial, cuando unos y otros actuaban simplemente como si desearan o necesitaran el holocausto para no se sabe bien qué fines. Nadie quería la guerra y todos la prepararon y establecieron un sistema de alianzas y alertas que simplemente solo podía crear el conflicto a poco que hubiera motivo, por nimio que fuera. Lo mismo ocurrió años después con la crisis de 1929, en donde casi nadie hizo lo que debía, casi nadie entendía por que actuaba de la manera que lo hizo, ni nadie acertaba con medios y tiempos que permitieran recuperar las economías sin llegar a la debacle.

La marcha actual hacia el gran desbarajuste es constante. A toda acción emprendida, como el reciente rescate bancario español o las incomprendidas elecciones griegas, le siguen decisiones, opiniones, acciones que desfiguran la intención, alarman a todos y empeoran el día. La dichosa prima de riesgo, un impuesto financiero sobre los estados con problemas, se ha convertido en casi el único indicador de la salud o la enfermedad económica. Si sube o baja, a veces de forma instantánea e incluso con cambios de sentido vertiginosos, todo son nervios y discursos erróneos o meros cantinfleos. Lo que ayer era blanco, el mismo pregonero hoy dice que es negro. Nuestro ínclito presidente federal, ese don Mariano, muestra tal despiste y tal incapacidad que incluso hace buenos a los Dragui, Merkel, Barroso y compañía. Todos ellos jugando no ya con fuego, sino directamente con explosivos incontrolables.

Si en base a la inacción europea (la inacción en sentido positivo, es decir, la mejora económica, de la ocupación, de la actividad empresarial, etc.) genera una peor situación y por ende unos costes financieros de la deuda superiores, se empeora la capacidad de devolución de la deuda y el impulso a crecer. Una especie de círculo vicioso con una única salida el caos.

Doña Merkel podría terminar destruyendo la Unión en base a unas creencias morales y económicas que día a día fracasan y entorpecen la verdadera resolución del problema europeo. Incluso la Merkel amenaza con cargarse a Obama en su hipotética reelección, con lo cual el problema en enero del 2013 puede parecerse mucho a esos films de catástrofes totales.

El repaso a la situación de todos y cada uno de los miembros de la UE nos muestra que lentamente el mal se expande y contagia a todo bicho viviente. Si unos están atados por una incompleta unión, otros, como Gran Bretaña, se han subido solos al carro de la recesión para así asimilarse a los que al otro lado del canal están aislados por la tormenta.

Mientras, lo que aparece en los medios de comunicación se parece cada vez más a una crónica sin sentido, sin la necesaria constatación de los hechos, sin el contraste de opiniones verdaderamente sólidas. Después de varios años de una crisis financiera aun no sabemos quienes son nuestros acreedores, quienes son esos mercados, qué empresas, instituciones están detrás de la prima de riesgo. En definitiva quienes están ganado dinero a espuertas a costa de la sanidad, de la educación e, incluso ahora, a costa del pan diario de cada día.

La tormenta económica se ha mezclado en un todo consistente con la política, con la moral y con la social. El sistema está en quiebra total y en manos de los que solo suspiran por las indemnizaciones millonarias. O que son partidarios de hundir el barco para salvar a la tripulación.

En fin, como consejo personal les recomiendo que se hagan un cuadro de doble entrada en donde puedan colocar las opiniones o las recomendaciones o las acciones y el día en que se produzcan, para a continuación ir removiéndolos por los cambios habidos sobre ello. Revuelve las tripas, tanto por hambre, como por ganas de rajar.

Lluis Casas, asumiendo un trienio que no vale un pimiento.


Radio Parapanda. 14. L´ORDDINE NUOVO (Bruno Trentin)


sábado, 9 de junio de 2012

¿A QUIÉN DEBEN LOS BANCOS ESPAÑOLES?




El mayoral ha vuelto con fuerza de Granada, tanta que en plena noche encuentro su nota advirtiendo que toda Parapanda espera mi explicación sobre ese misterio del rescate si, rescate no. Menudo problema.

Para hacerme una idea de la actualidad y escribir las menos tonterías posibles, leo la prensa, escucho la radio y observo la TV. El resultado es absolutamente desesperanzador. Si alguien pretende entender lo que ha sucedido esta última semana en base a lo que se publica o lo que el gobierno informa va listo. Mejor que se encomiende al Dr. Sano de Figueras, seguro que se acercará mucho más al núcleo cierto del asunto.

Pero en fin, las cosas están como están y de nada sirve lamentarse de que la información es poca, oscura y mediatizada. En todo caso sí hay algunas clarividencias que aparecen entre los resquicios de la oscuridad. Será porque esa luz todavía no ha sido capturada en alguno de los agujeros negros que cubren la parte o el casi todo de la crisis. Estas clarividencias son las que siguen:

Efectivamente se trata de un rescate, independientemente de que el término produzca sarpullidos en las pieles delicadas de los descendientes del gobierno del imperio. El país está siendo rescatado y no desde ahora sino desde hace ya muchos meses. Lo de ahora es, en esencia, un rescate al aire libre. Los instrumentos han ido variando, unos lo han sido con aportaciones financieras a los bancos directamente (créditos blanditos del Banco Central Europeo), compras de deuda pública, otros mediante exigencias de rigor mortis, perdón rigor presupuestario que permitan pagar los tipos de interés de alta especulación y las deudas públicas que antes fueron privadas. Por lo que no hay duda alguna que la economía española está siendo rescatada. En todo caso, falta saber si por la armada real o por la brigada corsaria. O, lo más seguro, por ambas a la vez.

Otra luz es que el sistema  que aparece en los medios es algo así como lo que sigue: la UE da crédito al Estado español para que este resuelva sus problemas con la banca interna. A ver si nos entendemos, se trata de un crédito, por lo que devenga intereses y obligación de devolución, todo ello a cargo ya del estado. Lo que este haga con sus bancos, todo y supervisado por los hombres de negro o los de la capucha, deviene en asunción de responsabilidades públicas. En síntesis: el estado español asumirá las deudas de sus bancos y con ellas los riesgos que comportan. Los líos en que se metan los chicos del gobierno solo a ellos atañen, si no molestan a Berlín.

Como no quiero ser agorero, de entrada la cosa tranquilizá un poco. Parece ser que nuestras cuentas de la caja de Parapanda están más seguras que ayer, e incluso ese fondo de pensiones que está perdiendo dinero tal vez se estabilice y algo quede para la residencia privada que nos espera. Pero ese alivio momentáneo no está solo. Le acompañan unas medidas que nadie cita, pero que alguien sabe y que los entrañables dirigentes de la UE, o sea, los alemanes de Merkel, apuntan a jubilaciones, pensiones y otros gastos suntuarios. Los próximos días van a ser interesantes puesto que todo lentamente va a saberse y contabilizarse.

Como las cosas no son de un solo color, me dicen que la gran banca, el trío de ases, que tienen, al parecer, resueltos los problemas están que trinan puesto que esperan que la supervisión tudesca les vaya a exigir lo que no exigen a la banca alemana o francesa. Bancas que tampoco están como para tirar del carro. Hay pues una guerra bancaria en la UE. Tan vez es la oportunidad para que la banca extranjera que no pudo hace unos años ocupar una parte del mercado español, con un fracaso de estrepitoso, se resarza ahora. Tal vez ahora pueda ser distinto e intenten inmovilizar a quienes aun tienen fuerzas de reserva. Tal vez.

A todo ello me hago la pregunta que viene en el título, ¿a quien deben los bancos españoles? Ya sabemos por qué deben: la especulación inmobiliaria, esos más de 300.000 millones de euros metidos en urbanizar las cretas de los montes Ibéricos, pero ¿quien les prestó todo ese dinero? Es decir, ¿quien compartió riesgos y estupidez con la banca española? No fueron los ahorros de los de dentro del estado federal. Los españoles no tenían ahorro suficiente para pagar el festival, se endeudaron con hipotecas que les concedieron alegremente y sin seguro. Por lo tanto, ese flujo de dinero prestado vino de fuera, esos que llaman mercados y en los que están los bancos alemanes, franceses, entidades financieras vinculadas a ellos  y otros varios.

El rescate bancario actual transformará esa deuda privada externa en deuda pública, sin pasar por las horcas caudinas de la suspensión de pagos, del quite de la deuda  y por todos los etcéteras que acompañan, en general, a los fracasos financieros o empresariales. Como les está pasando a esas familias que no pueden pagar la hipoteca y se quedan sin piso y con una carga financiera de regalo.

Esa pequeña luz que nos ilumina nos muestra el porque del extraño comportamiento alemán, de las exigencias brutales respecto a Grecia, por ejemplo, simplemente quiere cobrar y quiere cobrarlo todo. Sus bancos, sus grandes inversores arriesgaron y se metieron en negocios que no tenían garantía. Ahora todo el coste está pasando a manos de los estados. Por lo que estos tienen  que recortar para pagar intereses y principal.

Perdónenme si simplifico un tanto, pero entre la inmensa maraña de mala información me quedo, de momento, en lo de antes, en que todavía queda por ver mucho de lo que acompaña al rescate bancario y a un cierto respiro, provocado más que nada por la insoportable tensión de estas últimas semanas. Es como el descanso que le llega al que está pendiente de condena y finalmente se la comunican.

Lluis Casas, sacando humo por las orejas.



MENTALIDAD DE ESTADO MAYOR

Domingo 3 DE JUNIO, noche, sesión de TV. El paro en España. De pronto, después de entrevistas en la calle y en algunos despachos profesionales, aparece el Congreso de los Diputados y un despacho ocupado por dos miembros de la comisión parlamentaria ad hoc. Una del PP y la otra del PSOE, la presidenta y la vicepresidenta de la comisión. No es un debate, se trata de una conversación sobre el paro y la reforma laboral y los efectos entre el personal de a pié.

Hay miradas sorprendidas entre ellas y miradas al objetivo, parecen decir por lo bajo, ¿qué hacemos aquí bajo los focos, el micro y la cámara? ¿Por qué nos hemos metido en este lío? Una con el porte de la aristocracia dieciochesca, la otra con la inseguridad del recién llegado.

Las preguntas del periodista apuntan más a la humanidad que a la esgrima parlamentaria y a los argumentos de la ley de reforma laboral. Las respuestas de las ilustres no hacen ni caso al periodista, se enzarzan entre ellas en una pelea de falsedades, de incomprensión del problema, de alejamiento de lo que está viviendo el personal. El periodista les advierte de ello, intenta meterlas en la realidad, pero después rectifica y opta por dejar que se desnuden frente a la audiencia.

Así quedan, no solo desnudas de argumentos, de confianza, de conocimiento, sino que además quedan en simples marionetas que hablan con lengua ajena y repiten, cual loros amaestrados, lo que les han enseñado. Mostrando por lo tanto su incapacidad de pensar, de aprender, de escuchar y de ser individuos humanos. Pertenecen a una secta, es decir a dos sectas.

La cosa se tensa, las miradas entre ellas matan, mientes se dicen. El periodista les ofrece la última tabla de salvación, un parado reciente, de más de 50 años, les explica por teléfono que mientras era despedido (junto a otros muchos) pocos días después de la reforma laboral, por la puerta de atrás de la empresa entraban trabajadores de una ITT para substituirlos, sueldo más bajo, contrato basura, etc. La ley queda hecha trizas. Las diputadas sentenciadas. Las palabras inútiles. Todo queda dicho. Pero ellas no se dan cuenta.

No. Las diputadas no entienden, si es que han escuchado al testimonio, lo que este les ha explicado. No entienden que detrás de las leyes hay gente, posible sufrimiento, trampas, intereses monetarios, mentiras, errores. Lágrimas. Familias que ven el futuro más negro que el carbón. Las diputadas no ven eso, ven pugna parlamentaria de baja estofa. Ven argumentos de mal pagador, ven un futuro lejano resplandeciente para el que llegue. Hay que hacer duros esfuerzos, después, como el cielo, llegará el premio.

El periodista corta el programa sin decir nada. No hace falta. Brutal.

Hasta aquí la crónica, ahora la reflexión. Esas diputadas representan a una buena parte de la clase política del país. No a toda, aun quedan representantes con la inteligencia, el tacto y la capacidad emocional para enlazar con lo que ocurre en la calle a los ciudadanos. Pero no son muchos.

La mayoría pertenecen a los dos partidos que hegemonizan la política española desde siempre en la democracia. Y todos se comportan como miembros de un estado mayor que decide la vida o la muerte de sus tropas en función de objetivos que ninguno de los soldados comprende. Pero eso no es relevante para un estado mayor. Lo que cuenta es la posible victoria, si la hubiera, no el coste humano. En todo caso llegaran a sentir necesidad de hacer balance en recursos materiales, en pérdidas o ganancias territoriales, en avance o retroceso. Hacen las leyes en términos de estado mayor, alejados de lo que ocurre en la calle, en la fábrica, en la casa, en la escuela, en el hospital. Sin sentimientos. Solo con los grandes objetivos en mente y las grandes maniobras como instrumento.

No sirven para gobernar en democracia. Y no se han dado cuenta. Quedaran solos sin entender lo que ha sucedido mientras tanto.

El domingo pasado, el periodista Jordi Évole retrató la circunstancia. NO se si fue consciente de la enorme dureza exhibida, creo que si, de ahí su parcial retirada de la escena, el abandono de la tribuna para dejar a los actores totalmente solos.

Lluis Casas, lejos, muy lejos


martes, 5 de junio de 2012

EL CLUB DEL ESPERPENTO



EL CLUB DEL ESPERPENTO



De hecho seria más realista referirme a los diversos clubs de la comedia, puesto que la pretensión de que solo hay uno es más bien falsa. Lo que si es cierto, es que las normas de funcionamiento son más o menos las mismas y los resultados similares para todos ellos.

La explicación inicial viene a cuento porque hoy solo me referiré a uno, de modo que necesito dejar sentado ante el lector que ese espécimen de diversión está abundantemente extendido para que no me tilden de poco objetivo.

Dicho esto y para evitar seguir con una escritura encriptada voy a destaparles el asunto. Me estoy refiriendo a ese magnifico espectáculo de circo político que el President Mas estrenó poco antes de las elecciones y sigue hoy por hoy en cartelera. Seguro que habrán adivinado el título, “El pacte fiscal”. La obra tiene un complemento que no siempre se exhibe que es la parte llamada “El plan B”.  

A lo largo de estos ya muy largos meses, desde el final del verano del 2010, el autor de la comedia ha ido interpretándola en diversos tonos y con distintos auditorios. Incluso el guión ha sufrido variaciones hacia arriba o hacia abajo según y cómo y según y con quién compartían palco o escenario con el President.

Ha habido momentos de extremo independentismo, incluso con palabras que no son de uso habitual en la cúspide de CIU. En otros, el asunto tomaba derroteros más técnicos y mucho más amarrados al “caler” (o sea, el mardito parné). Ahora la escenografía se ha asentado en un “pour parler” entre los partidos parlamentarios en la que parece que casi todo el mundo está de acuerdo no se sabe muy bien en qué. La presentación del guión actual, profundamente modificado, hizo de nuevo un cambio substancial con el encuentro con los hombres de la empresa (es un decir, si contamos los que son empresarios verdaderos, creadores de empresa y de futuro, el asunto podría ponerse muy chungo), que al parecer aplaudieron entusiasmados la versión light basada en la interpretación del tenor alternativo Duran Lleida, que juega a ser o no ser con el PP.

Una comedia que dura lo que está durando esta, no es moco de pavo. O estamos frente a una obra de tanto valor como Enrique V, o estamos ante una obra que los críticos y los entendidos no han visto, ni saben que existe. Otras razones no sé explicarme.

Fíjense los lectores, si han conseguido llegar hasta aquí, que he consumido un DINA4, sin describir en absoluto el significado, si lo hubiera, del “Pacte fiscal”. Y no soy el único. Leyendo la prensa y oyendo la radio o viendo TV3 tengo la impresión que el “chup, chup” del “Pacte fiscal” es como los programas sobre fútbol, se habla, se habla, pero no se dice nada que no se haya dicho ya, o que sea simplemente no especulativo o que, en realidad, signifique algo consolidado.

Hagan ustedes un esfuerzo y díganme que piensan que es eso del “Pacte fiscal”, a ver si estadísticamente podemos generar una mayoría sobre algún significado concreto.

Según mi parecer el “Pacte fiscal” es lo que en catalán (con permiso de los tribunales) adjetivamos como una “olla de cols”. Es decir, un mejunje en el que la confusión y la agitación  son máximas y el objetivo culinario un tanto desconocido. De hecho, siempre me ha parecido un instrumento de despiste por parte de CIU frente a la difícil gestión política y económica que tiene entre manos, a la vez que un instrumento de amenaza hacia el PP, hacia el PSOE y un anzuelo circunstancial hacia ERC y previsiblemente ICV (de eso estoy menos seguro).

¿Realmente CIU quiere una hacienda catalana?, ¿está dispuesta CIU a pagar por ello?. Mi respuesta es no en ambos casos. Con la simple lectura de los 23 años de gobierno anteriores de CIU, tenemos los motivos y las explicaciones. Los intereses de CIU están extensamente trabados con ciertas oligarquías estatales, con muchos intereses económicos, sociales y personales que dejan a CIU cada día más parecida a aquello que se llamó La Lliga y que decidió lo que decidió en el momento de la verdad.

Lo que me extraña es por qué todos, como pazguatos, le siguen el ritmo. Esa reunión en clave “tots junts” me ha producido demasiada repulsión como para mirar a otro lado. CIU está jugando, como lo ha hecho durante tanto tiempo y el país no necesita juegos en este momento clave y tan extremadamente difícil. Hubiera preferido ver esa pulsión unitaria hablando y DECIDIENDO políticas de activación económica, políticas para ahorrar dolores extremos a las familias sin un euro, políticas que implicaran más esfuerzo fiscal a los que se sitúan en virtud de su riqueza en paraísos fiscales de dentro o de fuera y un largo y realista etcétera.

El que Catalunya deba aspirar a una hacienda propia, a un concierto ala vasca o a lo que ustedes quieran no tiene duda alguna. La duda está si hoy por hoy eso sirve a los intereses de la mayoría de los ciudadanos, dado que los resultados previsibles de todo ello no son más que más de lo mismo, “una olla de cols”.

Lluis Casas dando espectáculo


Radio Parapanda. BRUNO TRENTIN, EL SENTIDO DE UN COMPROMISO Y SU VIGENCIA EN ESTOS TIEMPOS QUE CORREN




LO QUE HAY

Me permitirán de nuevo los lectores unas ciertas licencias. En este caso les parecerá que el artículo es una rara mezcla de cosas y casos. En el fondo no hay tal, sino que pretendo ejemplarizar una tesis en la que algunos estarán de acuerdo. Voy a ello.

Siguiendo el criterio temporal les confesaré dos conversaciones que datan de finales de los años setenta; eran los tiempos del dictador aun ejerciendo,  aunque dando pasos consistentes hacia la desaparición, desgraciadamente por simple ley de vida. Las dos conversaciones fueron con el mismo interlocutor, un excelente profesor universitario, un político pensante (no hay muchos) y un amigo siempre. Vivíamos ambos en la clandestinidad de la lucha democrática, aunque en distintos niveles.

En la primera conversación me preguntó al estilo socrático  respecto a mi postura en relación al tipo de democracia con la que estaría satisfecho. Me dijo si la democracia francesa de entonces me parecía atractiva. Yo le respondí que “dónde había que firmar”. Lo tenía muy claro, frente a la dictadura, la democracia formal francesa era un aliciente de gran atractivo, al menos para mí, que nunca fui un revolucionario esencial.

La segunda fue en torno a la liberación de un líder político del PSUC, desgraciadamente desaparecido hace ya muchos años. Me preguntó: ¿Crees que han sido las movilizaciones en la calle y las presiones en los despachos los motivos de su salida de comisaría? Mi respuesta fue contundente, no sé cómo, ni porqué lo han soltado, pero dudo mucho que la presión en la calle o en los despachos tenga mucho que ver.

Pienso que ahí está el resumen de los errores de la transición que hoy pagamos. En ambos casos, un servidor, acertaba, pero olvidaba que no hay construcción verdaderamente democrática y sólida sin una cierta limpieza de fondo. El franquismo y lo que lo generó, así como lo que este produjo, siguieron existiendo más o menos discretamente ocultos, despistando y esperando la oportunidad de hacerse de nuevo con lo que ha sido para el país la normalidad centenaria, dictado, iglesia, corrupción, élites hereditarias, mentiras e hipocresía a manta, utilización partidaria de las instituciones democráticas del Estado, desprecio por los valores de convivencia e incluso del conocimiento.

Hoy lo tenemos en primera plana y a diario. No es nuevo, simplemente ha salido a la superficie toda el estiércol que, ingenuamente, aceptamos tener bajo la alfombra. No pienso que sea exagerar si miramos retrospectivamente a lo ocurrido con Fernando VII y con las expectativas que Cádiz generó.

La contaminación provocada por ese núcleo virulento ha terminado por afectar incluso a organizaciones surgidas de la democracia, y lo que es peor, surgidas de la lucha por la democracia. No todas, pero si algunas.

Lo que sigue son dos ejemplos actuales, vivamente actuales, que muestran ese nivel de retroceso que la sociedad española está sufriendo.

El primer caso viene refrendado por la grabación televisiva de la intervención de Ada Colau representante de la “Plataforma d'afectats per la Hipoteca”, que recogió el premio (un tanto especial) en la noche de la elección del catalán del año, que El Periódico organiza anualmente.

Si bien el acto tuvo cobertura televisiva a través de TV3 y en directo, no pasó lo mismo con esa parte del acto, puesto que precisamente la entrega de ese premio y el discurso de Ada Colau no fueron emitidos. Les dejo el enlace para que vean ustedes mismos el nivel de democracia a que hemos llegado: 


Como verán quien entrega el premio es nada menos que la Presidenta del Parlament, con lo que la hipocresía final asciende a alturas inconmensurables. Nada les digo sobre el pequeño, pero sincero y claro, discurso de Ada Colau. Ustedes podrán verlo, escucharlo y valorarlo. Nada hay en el que no sea cierto, que no sea respetuoso, que no sea democrático. Pues bien no pasó censura, como antaño decíamos a propósito de Raimon o de Manolo Vázquez.

Según se dice, pero eso está en fase de comprobación, los votos emitidos para la elección del catalán del año (finalmente fue Josep María Pujals) tendían a concentrase en Ada Colau, y por lo que, algunos argumentan fue excluida, aunque compensada con un premio especial, el que no fue emitido. Insisto en que esta parte circula viva voce, aunque sin pruebas, pero me permito decirlo por si acaso.

En siguiente caso es también televisivo y a propósito de un programa que merece no solo respeto sino audiencia máxima: el Salvados que la Sexta emite el domingo por la noche, y a cargo de Jordi Évole que exprime la realidad con una infinita habilidad y consecuencia, además de un humor que facilita la digestión intelectual. Todos los programas son interesantes, pero al que me refiero es el del último domingo en el cual Évole pregunta y se pregunta qué hay que hacer para que el país tenga un futuro distinto al que el ladrillo y la especulación han determinado. Se habla por ello de ciencia y tecnología.

Lo más interesante es el momento en que distintos científicos de casa, vueltos de centros de investigación extranjeros a través de programas de recuperación de cerebros, explican que los compromisos contraídos por los políticos de turno, los del gobierno federal, autonómico o cualquier otro, no han llegado a cumplirse (algo tan simple como un contrato real efectivo y legítimo) y han quedado en paro. Su futuro es la vuelta al Tour Operador mundial de los investigadores o simplemente el abandono de su actividad y hacerse taxista o camarero. Quiero resaltar ese detalle, el incumplimiento de la palabra dada (a veces en el mismo BOE) que se permiten tantos políticos y gentes al mando en estos días. Si uno no paga una factura o la hipoteca se las ve con la fracción violenta y de rostro oculto e identificación escondida de los Mossos, si uno no cumple la palabra dada a través de programas científicos, aunque exista documentación oficial de ello, nada puede hacerse.

¿Como hemos llegado a tal falta de honorabilidad? Y cito honorabilidad como podría faltar al cumplimiento de contratos, de compromisos serios, etc. Simplemente por que lo que hay al mando no la tiene. Yo mismo en alguna ocasión y con efectos menores he podido comprobar como un acuerdo cerrado saltaba por los aires según conveniencia política.

En realidad es simplemente no tener palabra. Como decían los antiguos, aunque en esos tiempos el  asunto podía arreglarse en cualquier esquina con capa y espada. Ahora no hay ni tribunal, ni esquina válidas.

Vean el programa, que tiene muchos otros motivos de interés.


Lluis Casas, embozado y esperando a que se apaguen los faroles.