jueves, 25 de octubre de 2012

¿HACIA DÓNDE VAMOS?


No estoy seguro de que este sea el momento de la reflexión sesuda, pero qué más da. Total, según y cómo vamos, el destino nos ha deparado cosas mucho más inoportunas, injustas e incluso increíbles no hace más que cuatro años, y lo que queda por venir. No solo por la crisis, pero también por ella y sobre todo por la aceleración con que los acontecimientos han tomado por su causa.

Tenía en la lista de libros a leer el siguiente ejemplar: “La Europa negra, desde la gran guerra hasta la caída del comunismo”, de un historiador inglés con buenas referencias, Mark Mazower. No les detallaré su contenido, ahí lo tienen en librerías o en bibliotecas públicas, aunque con escasos ejemplares dada la temática un tanto dura. No es, obviamente, una novela negra, pero sí una historia negra que puede aleccionarnos respecto hacia dónde podemos ir en cuanto a los sistemas políticos, la democracia parlamentaria y el control social. Como también acercarnos al nivel primario de la reacción de los ciudadanos frente a una situación de la que pueden tener la impresión de que no hay más salida que…

Mazower sostiene con toda la razón del mundo que la democracia liberal, como antaño se llamaba a la democracia parlamentaria de hoy día, no es cosa antigua, si no que al contrario es un invento muy reciente (dejemos a parte a Inglaterra, después Gran Bretaña y los USA). Al menos para una Europa dominada hasta el final de la gran guerra por monarquías autoritarias en mezcolanza con estructuras apenas representativas de la propiedad, el dinero y de la aristocracia terrateniente (fueran o no lores). Es en ese momento en que con la autodestrucción de los imperios tras la gran guerra, aparece como una marea incontenible el modelo de democracia liberal, partidos, votos, parlamento y grandes enunciados constitucionales que hacían referencia con impactantes y contundentes palabras a un solo pueblo, a una soberanía nacional, etc. con la república española incluida.

Algo más tarde, no más de quince años, esa tendencia se agota y se inicia el experimento de los sistemas basados en la autoridad, cosa que deriva rápidamente hacia las dictaduras, el fascismo, el nazismo, el salazarismo, el Hortysmo, el franquismo y otros muchos ismos como concreciones de la deriva burguesa, de la falta de alicientes sociales, de la fragmentación política provocada principalmente por la insuficiencia de elementos aglutinadores en las sociedades de entonces: pura y llanamente una democracia liberal, parlamentaria, sin un programa de cohesión social, sindicatos, salario base, salud, educación y pensiones garantizadas, un razonable nivel de vida, reducción de las diferencias de renta, etc. termina siendo un sistema que se rompe por todas sus costuras.

El experimento dura lo que dura y no vuelve a  aparecer hasta el final de la segunda guerra mundial, con exclusiones, por motivos diferentes, pero de raíz similar, en el este europeo, en los Balcanes y en el occidente abandonado.

Las nuevas democracias, incluso las antiguas como el Reino Unido o los Estados Unidos, se remozan en profundidad a la búsqueda (y en compensación del esfuerzo de guerra de las clases populares) de una sociedad en cohesión y que dé oportunidades y futuro a todos. La Europa del este se transforma en un sistema alternativo, aunque basado también en el concepto del reparto y de la justicia social. Europa occidental, España y Portugal son abandonadas a su destino de dictadura, simplemente por el designio de los miedos churchllianos en caso de España, una hipotética Republica Popular  que convertiría en un bocadillo a la Europa central. Lo de Portugal, una quasi colonia inglesa durante siglos se entendía menos. Pero en definitiva la antigua Hispania romana se dejó en manos de los dictadores durante cuarenta años.

Todo eso lo saben ustedes bien. El interés del asunto es el siguiente:
Primero, la democracia parlamentaria no se sostiene sin un programa social potente que la acompañe. Segundo, es falso pensar en una larga tradición democrática europea per se. No existió más que durante pocos años antes de la segunda guerra y durante algunos lustros después. Y tercero, el imprescindible apoyo multiclasista no está garantizado. Se ha roto múltiples veces y la salida siempre ha consistido en el autoritarismo, con añadidos variados y específicos a cada uno de los países que lo han experimentado.

El interés de la lectura está en situarse en el ahora mismo con los decretos leyes, la imposición de la troika, la aparición de gobiernos técnicos, ajenos al voto, los hombres de negro y, sobre todo, la desigualdad en la distribución del coste de la crisis entre las clases sociales.

En estos momentos en numerosos lugares de la Europa satisfecha de no hace mucho aparecen los traumas de antaño, paro ineludible y para siempre, hambre, abandono, incremento de la riqueza de unos pocos, laminación de derechos sociales y probablemente políticos y el largo etcétera que ustedes puedan añadir.

¿Determinará eso la nueva  aparición del elemento autoritario como única salida a la tensión social y a la insatisfacción por la falta de medidas comprensibles que ofrece el sistema parlamentario? ¿Chi lo sa? Pero el riesgo es elevado y los síntomas de movimientos populistas, de políticas arriesgadas de distracción están a la vista. Esos son los primeros síntomas. Los segundos son la incomprensión por parte de las finanzas, de los grandes empresarios, de los especuladores de capital (es decir, los aparentes ganadores) por comprender que su poder nunca puede ser omnívoro y que por ese camino se retuerce la historia y se crean los nidos de serpiente con sus huevos a punto de eclosionar.

Mi augurio es pesimista, estamos a las puertas de un neo autoritarismo basado en el gobierno técnico que oculta su dependencia de una sociedad basada en el control social, económico y político de unos muy pocos. Una derivada moderna y digital de lo que ha sucedido en Europa varias veces y que siempre ha estado presente en otras partes menos favorecidas del mundo. Y, Europa, a pesar de su decadencia aceptada, es un ejemplo para el resto.

Lluís Casas muy preocupado, como ven, por el nacionalismo ibérico y celta. Ahora que tenemos elecciones, aprovechemos el momento.




AUTOPISTAS CATALANAS EN VENTA


De cara a las elecciones conviene comprobar el grado de capacidad, honradez y acierto de un gobierno que, para mayor horror, pretende presentarse a un plebiscito para obtener mayoría absoluta y hacer lo que le plazca independientemente de los intereses de los ciudadanos o, al menos,  de su mayoría.

El caso viene al pelo: El gobierno de Artur Mas ha puesto en venta (es una forma de expresión sintética) algunas de las autopistas que no son solo de su propiedad, si no que las administraba directamente a través de empresas públicas y que generaban sus beneficios monetarios y sociales. Una de ellas es la que conecta, mediante los túneles de Vallvidrera, Barcelona y el Vallés. Nada menos.

El asunto es coincidente con la pretensión de vender otros activos estratégicos del país, como la empresa suministradora de agua ATLL, edificios emblemáticos en Barcelona y otros muchos objetos de sumo interés económico. La pretensión, utilizando el erróneo y campechano término que el gobierno de los mejores aprovecha es "hacer caja” [fer caixa]. Con la caja se pagaran, espero, las deudas contraídas con las residencias de ancianos, las contribuciones para los discapacitados, para la ley de la dependencia y otras obras sociales que en el duro entender de ese conglomerado de intereses que nos gobierna estarían más que bien en manos de Cáritas y de las mesas petitorias encabezadas con las señoras de sombrero y plumas.

El asunto es de por sí bastante oscuro y más, cuando está en las manos quien está: una coalición que se ha aprovechado a fondo del poder para ganar dinero que le permita mantenerse cómodamente al frente de los votos (ese dichoso 3%, que me han asegurado que ahora es variable, como corresponde a una coyuntura difícil), habituada a repartir favores entre amigos y socios de club y en fin, hacer lo consecuente entre amigos de toda la vida. Hoy por ti, mañana por mí.

Si eso es así y ahí está, ahí está, el Palau de la Música para comprobación de descreídos, en este caso es todavía más sospechoso.

Veamos, se convocan concursos públicos para Aigües Ter Llobregat, autopistas, edificios, etc. esos concursos, ¡oh maravilla! terminan desiertos como el Sahara (que por no pertenecer al acervo público catalán de momento no está, por ahora, en venta) y a continuación, gracias a la truqueria legal, se pasa a negociar directamente entre hipotéticas empresas interesadas y el gobierno, sin testigos y con albaceas.

Por una parte, el estado de los bolsillos empresariales no está para alegrías, no por falta de efectivo o de capacidad de crédito para algunos, sino simplemente porque los beneficios de la actividad pueden ser dudosos y por qué obligan a los compradores a elevar el precio de las cosas en porcentajes maravillosos (el agua entre un 30% y un 40%). Ahí es nada, el riesgo de pegarse un trompazo puede ser elevado a vida cuenta que la espera prudente parece descartada.

Lo que ocurra en los despachos, en los restaurantes y en las sedes empresariales o políticas nos es desconocido, pero puede ser imaginado.

Lo que valen realmente esas entidades de servicios, que trabajan como monopolios públicos, puede adornarse de modo que el incentivo aumente. Las pérdidas solo afectaran a la caja pública, no a los comisionistas y el favor permanecerá en espera de ser devuelto. De modo y manera que en todos los casos podríamos acertar de lleno quien se llevará el gato al agua, nunca mejor dicho.

Lo que no sabremos, a menos que Pepe Carvalho resucite, es la suma monda y lironda de todo ello, con su distribución caso por caso y cuenta por cuenta.

Atención ciudadanos, si sienten una ligera presión en el bolsillo en donde conservan la cartera, no se preocupen. Es la larga mano de los (sedicentes) mejores aplicando independencia, dret a decidir y patriotismo a los casos mentados. Vigilen incluso la calderilla. 

Lluís Casas, monocorde

sábado, 20 de octubre de 2012

EL PROBLEMA DEL FEDERALISMO


El titulo no responde a la esencia de la cosa, el federalismo no es en sí mismo un problema, sino, al contrario, una solución. Ni corresponde tampoco, como pueden imaginar, al concepto que el autor tiene de él. El que suscribe es federalista, con ligeras tendencias hacia uno de los extremos.

El término problema hace referencia a un detalle de gran relevancia, que en estos momentos parece haber desaparecido del debate rearmado sobre el estado federal, hipotéticamente español, cuando de ello se hace mención tanto en Catalunya, como en Madrid (Madrid como síntesis política del conjunto del estado).

Durante años se ha insistido en la necesidad de profundizar en el desarrollo federal de la constitución, de las instituciones básicas como el senado, en los sistemas de financiación (hay al menos dos) que sustentan un sistema político descentralizado. Algún President se ha desgastado por ello. Algún quiere decir uno.

Ahí viene el problema. El federalismo necesita un consenso amplio para su desarrollo. Catalunya ha formado parte de ese consenso desde antes del primer día, no hay ninguna duda razonable sobre esto. ¿Pero en el resto de España? Encontramos también algún federalista, incluso escriben artículos y sustentan argumentos. Pero, por desgracia para todos, ni en el gobierno pretendidamente “federal” avant la lettre, ni en las instituciones básicas del estado ha habido sinceridad, autoridad, previsión de reforma o simplemente capacidad política para iniciar seriamente el asunto.

Cierto es que el nivel de descentralización de España es alto, pero también es cierto que está basado en algunos fundamentos un tanto frágiles, como el café para todos que se impone así que alguna CCAA tiende a plantear cambios (de hecho no recuerdo más que una sola CCAA que lo haya hecho, ya saben, Catalunya). Las demás han dado el statu quo como su forma de ver las cosas. Statu quo que ha ido variando a mejor por las presiones de esa única interesada en el cambio). Incluso las dos CCAA que disponen de privilegios financieros han hecho bien poco en relación a esa necesidad de federalizar. Tal vez porque en el fondo estaban en el mejor de los mundos razonables posibles.

Sin ese interés desde otros lugares que no sean Catalunya el federalizar el estado se ha demostrado que es un esfuerzo baldío. Y no vean en cuanto la derechona rancia, autoritaria e ineficaz se ha hecho con la mayoría absoluta. El PP no es federal, de hecho no es ni siquiera autonómico. El ansia recentralizadora, basada en argumentos falaces, como la mala gestión económica de las CCAA, se reafirma día a día. Incapaz, incluso, de introducir prudencia y neurona cerebral en momentos tan delicados como los actuales.

El PSOE menos vinculado al centralismo ha desaprovechado todas y cada una de las circunstancias para hacerse realmente federal, al margen de enunciados mayestáticos o nombres de comités. Tan es así, que ha hecho jugar al PSC en los últimos años un papel tan lamentable como dirigido al desastre. No hace ni una semana, el PSC en Barcelona se reclamaba federal y partidario de aceptar una consulta al pueblo catalán sobre su destino y en Madrid votaba en su contra. Si eso es federalismo fiable, más vale buscarse refugio en alguna otra parte.

Por ello, los cantos federalistas que ahora oímos, tanto en Madrid como en Barcelona no son realmente sinceros, a menos claro está, que en semanas se recomponga políticamente el asunto y se clarifique tanto en el congreso, como en el senado y en la calle ese verbo reciente.

La opción federal, lamentablemente, no tiene hoy visos de realidad sin que aparezca con todo el armamento político, legal y popular necesario. Con solo palabras articuladas y buenos deseos no sirve para mucho.

Insisto en lo que he anotado al principio, no tengo duda que el federalismo fuese el mejor sistema de consolidar un estado en el que deben convivir conciencias nacionales diferentes, culturas distintas, experiencias históricas y sociales diversas, lenguas variadas, etc.

Pero para ello hay necesidad de que el federalismo sea real, creíble políticamente y no solamente oportunista así que las cosas van mal dadas.

Me parece poco eficaz apuntar la salida federal para resolver la falta de federalismo que tenemos después de tantos años. La lógica no cuadra. Y los ciudadanos de Catalunya ya lo han intuido y asimilado. Volver a empezar es, tal vez, un buen título para una obra de ficción, no para la política de hoy.

El mayor impulso que el federalismo pueda hacer hoy es mirar hacia donde está el problema y no a las teorías que lo sustenta: reforma del estado ya, respeto a las diferencias ya, sistema de financiación comunitario razonable ya. Y todo en la Constitución.

Lluís Casas, zozobrando.

martes, 16 de octubre de 2012

EL ESTADO INCUMPLIDOR Y MENTIROSO


Nadie puede en este momento estar satisfecho con un estado incumplidor, mentiroso, agresivo verbalmente, incompetente, incapaz de cumplir sus compromisos, incluso cuando estos tienen forma de ley, que se doblega a cambiar la Constitución por la vía rápida y con independencia de lo que piensan sus ciudadanos por la presión de una potencia extranjera. Como en tiempos pasados. Un Estado que transfiere las rentas de las clases medias y menos medias a los bancos, al sector económico de la corrupción y que no tiene ni idea del significado de la democracia, de la necesidad permanente de las reformas políticas e institucionales para adaptarse a los tiempos, a los problemas, a los nuevos sentimientos de la ciudadanía e impone in inmovilismo frustrante y enormemente costoso tanto en términos económicos, como políticos.

Un estado que es absolutamente sordo a las reclamaciones populares de transparencia, de participación, de limitación de los poderes de los lobbies, del saneamiento de la política, de las reformas territoriales y un etcétera tan largo que no cabría en un artículo con mala leche como este.

El asunto salta a grandes alturas, como tantas veces, por la presión llegada de Catalunya (independientemente de lo que cada uno pueda pensar al respecto). Catalunya impulsó el estado de las autonomías, aun reduciendo considerablemente sus expectativas. Y lo hizo en bien de todos y del desarrollo de la democracia. Catalunya impulsó por tres veces reformas profundas en la distribución competencial y del sistema de financiación que fueron extrapoladas a todas las CCAA.

Estatuto que fue debidamente pulido por el Sr. Guerra en el Congreso y pasado por la piedra por 11 personajes nombrados a dedo para conformar un núcleo de taponamiento político, el tribunal Constitucional. Da igual el voto parlamentario, da igual el voto ciudadano. Lo que importa son las cuitas y las ordenes emanadas de otros centros de poder.

Hoy, algunos sectores en Catalunya, con un peso significativo y de creciente influencia han provocado unas elecciones anticipadas (hay razones oscuras de interés partidista también) bajo el eslogan: queremos largarnos (permítanme la ligereza de la expresión).

Al margen de opiniones, incluso de la mía propia respecto a ese hecho, hay que reconocer que la realidad ha dado un giro casi copernicano y la realidad nunca debe ignorarse. Pues bien la respuesta está siendo el hurgar en las sensibilidades, en los derechos estatutarios y constitucionales (desde el gobierno, desde los partidos de alcance estatal, des de los medios de centro derecha) y en una serie de palabrerías imperiales alejadas del nivel más bajo de lo que es una democracia, en donde la solución de problemas de ese orden, de esa magnitud pasa siempre por rebajar el suflé, negociar, llegar a acuerdo y der un salto democrático en beneficio de todos. Vean sino ese depósito de fondos desconocido hasta ahora que va a permitir al Sr. Wert financiar un sistema escolar segregado en Catalunya y orientado –dice achulapadamente—a “españolizar a los niños catalanes”. 

¿Es necesario llegar hasta donde hemos llegado para ponerse a entender que el senado debe reformarse urgentemente? ¿Hace falta manifestarse en forma de cientos de miles para comprender que la solidaridad económica, que siempre ha defendido la mayoría de catalanes, no puede pasar por la laminación de la capacidad de inversión pública, de la capacidad de financiación de las prestaciones básicas para la ciudadanía? Puesto que de eso se trata en el fondo y con independencia del nivel de sentimiento nacional que tiene una parte de los catalanes, y sea lo que sea eso del sentimiento nacional, al margen de lengua, cultura e historia.

Solo con el envite hemos asistido a un resurgir de opiniones, de artículos, de posiciones políticas, ciudadanas, sociales que vuelven a defender la introducción de medidas federalizantes que den satisfacción a las demandas largamente expresadas por Catalunya. No como medida exclusiva para ella, si no para establecer un marco nuevo y eficaz en donde desarrollar las iniciativas de cada uno, de equilibrar los flujos financieros, de definir la coordinación necesaria, la confianza imprescindible y la solemne honestidad institucional entre unos y otros.

Solo como un ejemplo, entre la  aprobación definitiva del nuevo sistema de financiación que impulso el Estatut del 2006 en el Consejo de política financiera (en donde se sientan todas las CCAA y el estado central) y su publicación en el BOE, se produjeron cambios relevantes que no habían pasado por el Consejo, ni habían sido debatidos con nadie. Ese es el estado español actual. Un tramposo (y al margen de las trampas que también en centro derecha catalán está utilizando). Tal para cual.

Tramposo, como lo es el que incumple su compromiso de inversión establecido en el Estatut, una ley orgánica. Aduciendo que no hay dinero. No se trata de dinero en este caso, sino de porcentajes, cosa muy distinta y comprensible incluso para un lego en aritmética.
En cambio, ya esta semana, ese estado está planificando la salvación de la red de autopistas de la capital, para rescatar al capital privado pillado en unas obras sin rendimiento. Beneficios privados, costes públicos. La forma casi permanente del estado español. Honor a las excepciones, que las ha habido.

En El País (10.12.12),  diversos artículos apuntan en ese sentido de recuperar la capacidad de negociar y de cambiar al ritmo de los tiempos, de las necesidades y de los deseos de la ciudadanía. Se los señalo, de J. Ernesto Ayala-DIP, Los contratiempos de Isabel. De Nicolás Sartorius (lástima que escriba o le publiquen poco), Cataluña: se debe reconducir la situación. De Santiago Lago, Márgenes en la financiación autonómica.

Claro está que El País no es el país. Hay otras ofertas mediáticas a las que lo único que les va es el exabrupto, la pura y simple mentira, la invención de problemas, para solucionar, ¿qué? Para salvar, ¿qué?

Mientras tanto, los capitales siguen saliendo de España a ritmo acelerado y los bancos alemanes y franceses abandonan sus riesgos privados en España para traspasarlos al estado español, a todos los ciudadanos. El gobierno central sigue con sus cuitas y sus indefiniciones a la espera de calendarios electorales. Un truco del almendruco ya utilizado con Andalucía solo asumir el gobierno y que ahora se repite para el caso específico de Galicia. Aunque también se vota en Euskadi y un mes después en Catalunya.

Tanto valor se le da a la poltrona para ocultarse y no tomar decisiones trasfiriendo coste tras coste a la mayoría de los ciudadanos que ven como la base de un estado democrático, los servicios públicos de bienestar, se degradan y, algunos, desaparecen para financiar las malas decisiones de los bancos privados españoles , alemanes y franceses.


Lluís Casas, como ven un tanto alterado.

martes, 2 de octubre de 2012

HOMENAJE A ERIC HOBSBAWM



Valga el simple título para hacer un sentido homenaje a un intelectual de la talla del historiador británico. Huelga anotar una necrológica o un panegírico, ya que los medios se encargan de ello y a los que el personaje ya es de su interés conocen adecuadamente su trayectoria política e intelectual.
Quien no haya alcanzado a leerlo, le aconsejo que lo haga. Da lo mismo si es una obra de los cincuenta o sesenta o si son, ya, producciones más cercanas. Tan cercanas que aun està pendiente de aparecer su último escrito.
A los 95 años todavía podía dar lecciones tanto de inteligencia, como de habilidad literaria. Un gran ejemplo y un gran contraste con otros muchos, más impresionados por si mismos que por aportar conocimiento.

                       LO QUE ME IMPORTARIA SABER

Desde el federalismo más acentuado, tanto que podría pretenderse independentismo, querría hacer unas reflexiones sobre el cómo se està haciendo esa pretendida operación (no sé cómo llamarla) de alejamiento de Catalunya de España. O de España de Catalunya. O ambas cosas a la vez.
De entrada mi valoración es considerar que lo que está pasando es de una enorme irresponsabilidad política. No me refiero solo al Govern de la Generalitat que ha optado por una salida muy compleja a un problema de falta de apoyo parlamentario y a unos costes crecientes de desprestigio por los recortes sociales que ha emprendido. En ese concepto, sitúo también a los gobiernos del Estado, a determinados aparatos de propaganda y a un concepto estrecho de la soberanía, la constitución y de los derechos fundamentales de los ciudadanos y de los pueblos.
La irresponsabilidad política casi siempre va de la mano de la ignorancia histórica y de la falta de sentido democrático. Se imponen intereses cuyo valor es inmensamente menor que los riesgos que crea apuntalarlos.
No recuerdo ejemplo de proceso de independización pacífico que llegué con la rapidez de este. Ni que causara tal sorpresa y despiste en las zonas gubernamentales, económicas y sociales. En Madrid han estado jugando infantilmente con fuego con la inconstitucionalidad, con una falta de tacto y respeto y con un cierto vaciado económico que ha producido una explosión de hartazgo ejemplarizada en la manifestación pasada en Barcelona.
La sintonía entre ambas capitales, Madrid y Barcelona, no ha funcionado durante muchos años. Ignorando una latencia de independencia que si fue, en momentos, harto minoritaria, conectaba con unas circunstancias que lentamente la hacían más sólida.
Ahora tenemos lo que tenemos. Una enorme y compleja situación en la que las diversas opciones de arreglo se sitúan en muy mala posición, según y cómo vayan las cosas.
De momento, la tensión va en aumento a través de declaraciones absolutamente irresponsables y decisiones que echan leña al fuego (vean sino el asunto de las inversiones para este ejercicio próximo, o la insistencia totalmente inoportuna por discutir de nuevo si el eje con Europa pasa o no por aquí, o por allí).
Cada día que pasa, la inflación de la independencia se incrementa algún punto. Incluso a pesar de la verbalización de amenazas militares, de pérdida de pensiones y otras catástrofes que no tendrían ninguna necesidad de aparecer, simplemente porque los acuerdos acaban con ellas.
Por todo ello me importaría mucho saber cómo configuran el futuro en un sentido u en otro los que son partidarios de una cosa o de la otra. Un gobierno, un pueblo no deberían convocar, elegir y en su caso determinar una decisión de la importancia de la separación (sea cual sea el tipo de separación), sin haber estudiado las consecuencias, las alternativas, los hilos de los acuerdos y el rebaje a la mínima expresión de las tensiones que produce en la población el no saber qué pasará con esto o con lo otro (todo ello referido a los asuntos del comer, del vivir, del convivir, del cobrar, etc.)
Si eso no es así y las cosas siguen en torno a sentimientos, a cifras aproximadas (o sin aproximación ninguna), al tú más. Me temo que independientemente del final del capítulo que la futura legislatura catalana nos depare, habrá un exceso de amargura y resentimiento.
Insisto en lo dicho. Les escribe quien considera el federalismo profundo la opción más deseable, pero que no le hace ascos a largarse. Eso sí, con las cosas claras y las formas educadas y convivenciales de las que nunca se puede carecer. Por cierto, si hablo de independencia me importa tanto serlo de La Caixa, del Sabadell, De Planeta, de Abertis, de la iglesia, etc. que de Madrid. Y me importa tanto a más el modelo de sociedad que subyace bajo la independencia: justicia, solidaridad, democracia, derechos y el largo etcétera que ustedes ya se saben.

Lluís Casas, pensando en invernar