martes, 29 de octubre de 2013

EL POR QUÉ DE LAS COSAS

Probablemente estén a la espera del artículo fallido de la semana anterior,  son cosas de las vértebras cervicales que de vez en cuando insisten en manifestar su existencia y su utilidad. Las cabronas utilizan para ello un método asaz doloroso que te inhabilita para la vida diaria y te deja en manos de la química y la física farmacéutica y en un estado de somnolencia, agitado a menudo por el dolor esporádico y la necesidad de movimientos imprescindibles.

Como antiguo colaborador estoy desolado por mi ausencia ya que según las cotizaciones en el ciberespacio las acciones del blog se han resentido. Intentaré rectificar. Mea culpa. En plan Francisco, el de Roma.

El título de hoy requiere alguna explicación y a ello voy. En primer lugar quiero facilitar la comprensión de los innumerables lectores del mundo mundial que no hay tenido la oportunidad de hacer la inmersión lingüística catalana, para los  que ahí van traducciones:

El per què de tot plegat”, puede traducirse aproximadamente por: El porqué de todo eso/ello o bien por El porqué de las cosas en castellano. En inglés, el asunto quedaría en What’s it all about. Con una máxima fiabilidad por lo que explicaré luego. En francés quedaría en Le pourquoi de tout cela, en italiano La perchè di tutto questo, para finalizar en el duro alemán en Warrum die von all dem.

De esta forma aligero los trabajos de Barack Obama y sus servicios de seguridad que nos observan con atención crítica. De paso despisto a sus socios hispánicos con todo este lío de lenguas a las que por tradución secular no tienen acceso.

Pues bien, nuestro celebrado Quim Monzó escribió en sus días una recopilación de cuentos con ese título que corresponde a uno de ellos, relacionado con la erección permanente e intratable del pobre protagonista. Posteriormente, Ventura Pons hizo un film sobre los textos con el nombre en inglés, el que anteriormente he citado. De ahí mi seguridad en la traducción.

En uso de la expresión moziana viene a cuento a causa de la aparición simultanea de diversas noticias que traducen al lenguaje de la realidad los por ques que mucha gente se plantea frente a determinadas políticas y ciertas afirmaciones de los hegemónicos circunstanciales. Me ha parecido que Monzó acierta plenamente con la frase que sintetiza ejemplarmente todas las preguntas.

Les adjunto, si la tecnologia disponible lo permite dos recortes, uno referido a los negoicios familiares del ministro de Hacienda que enlazan con la crisis inmobiliaria y bancaria y otra, con el filtraje de lo que puede acontecer con las viviendas en manos de la SEREB.

En la del caso de los negocios politico-ministeriales en torno a la vivienda es evidente (la noticia no ha sido desmentida) que la vinculación de ciertos políticos con el bien público se hace a traves de los benficios privados que pueda obtener directamente o por medio de favorecidos familiares. No es ya un caso de simple corrupción, es otra cosa mucho peor, puesto que el lector avezado tiende a relacionar acto político, ley, reglamento o lo que fuera con futuros aprovechamientos. En este caso la coincidencia es tal que no plantea dudas. En muchos otros esa relación queda encubierta con infinitas capas de intermediarios, grandes y elaborados discursos o en el ámbito de los lobis, asunto de una desfachatez total. La síntesis monzoriana es, pues, que la vivienda es objeto de deseo enriquecedor y este no se para en barras frente a ninguna consideración ética, estética o reguladora. Mientras tanto ese topo con gafas dice lo que dice llenandose la boca de mentiras, tergiversaciones y sonrisas sin lágrimas, materia que deja para las víctimas de su incompetencia, de sus intereses y los de sus amigos.

En el segundo caso vamos a peor. Como la existencia de miles de familias sin acceso a una vivienda social no tiene la más mínima importancia, los presuntos expertos y en realidad, agentes de intereses financieros e inmobiliarios, apuntan al derribo de viviendas para provocar mayor excasez y aumento de precios. El mercado desabastecido de vivienda pública y rebosante de vivienda a bajo precio en manos bancarias y sin clientela normal quiere reactivar los precios y la especulación, junto al negocio financiero hipotecario, mediante la eliminación de una parte del estoc molesto. De esa manera la reivindicación, llena de lógica, de transformar ese estoc en vivienda útil y social se irá a la basura por falta de substancia alimenticia.

Recuerdo al estimado público que esas viviendas de la SEREB estan ya pagadas con dinero público que ha sido transferido a los bancos y cajas estúpida y avariciosamente dirigidos.

Ahora esa propiedad publica a la que no quieren dar utilidad real satisfaciendo las necesidades de vivienda que la Constitución (eso inamobible según para qué) fija, van a ser eliminadas en bien de la cuenta de resulatdos del mercado inmobiliario.

Por ello, Monzó acertó con eso del Per qué de tot plegat. No hay duda alguna.

Lluís Casas, bebiendose un cazo de Nolotyl.



jueves, 17 de octubre de 2013

¿DICATABLANDA?

Antes de responder a la pregunta inicial quisiera expresar mis alabanzas hacia la publicación en el blog de tres artículos recientes que pienso son de alta calidad. Los cito sin orden, ni concierto: El de Verdi (que sorprendentemente no lo encuentro) como representación del sentimiento popular, refleja indudablemente tantas cosas sobre el siglo pasado y su enlace con el XIX que merece un premio.

El de Javier Terriente, que entre otras cosas describe la Catalunyasurgida de la pérdida de su burguesía “cualificada” (el término es mío), aparte de matices y divergencias, es extraordinariamente oportuno, puesto que sitúa “el problema” en un punto crucial: la renuncia de las élites económicas del país a mantener su impulso.

Y, finalmente, el de Manuel Gómez Acosta que se explaya en la determinación de la importancia económica de la industria como motor efectivo y sólido de toda economía de ciertas dimensiones y aspiraciones. Es, por descontado, una alarma de primera. A este le añadiría yo, según he escrito en varias ocasiones, que la industria está en la base de una mayor igualdad social y de la práctica democrática. Muy por encima del sector servicios, por ejemplo. Su estructura productiva se basa en la diversidad de oficios, categorías, etc. Lo que le proporciona un escalado profesional y salaria que no tiene ningún otro sector. En cuanto a los porcentajes del peso de la industria en el PIB que el artículo cita, hago una llamada de alerta, repetida también en otras ocasiones. Al externalizar la industria muchas actividades complementarias que en origen estaban integradas en el mismo concepto, el porcentaje del sector ha disminuido y ha aumentado especialmente el de los servicios: en síntesis, la industria pesa mucho más que lo que la cifra actual de aportación al PIB refleja y su paulatina reducción responde en parte a la externalización. Que ello no confunda la realidad. De hecho, lo que afirmo no hace más que reforzar lo ya escrito y alabado.

Dicho lo dicho, voy a por el inicio

Me permitirán ustedes unas ciertas libertades interpretativas en lo que sigue, pienso que en el articulismo se aceptan y a menudo convienen esas derivaciones que en materia histórica serian alarmantemente abusivas.

Como ustedes saben, la dictablanda se aplica al régimen surgido del golpe militar de Miguel Primo de Rivera en 1923, antecedente “blando” (por puro contraste) del que vendría después. Fue un periodo que mezcló, no sé si con habilidad o no, las medidas clásicas del golpe militar de derechas con el mantenimiento de ciertas formas de tolerancia discriminada. Incluso los socialistas, tanto en la versión política, como sindical picaron el anzuelo. Supongo que ese curioso mejunje fue producto de la personalidad un tanto atípica del dictador y fue también lo que posibilitó su desaparición más suave de lo que se podría haberse imaginado nadie.

Bien, ahí va mi tesis: pienso que estamos en una fase de nueva dictablanda basada no en el militarismo decimonónico en su vertiente derechista, sino en la imposición a rajatabla de lo que la mayoría parlamentaria quiere. Es la expulsión del pacto, del acuerdo, de la obtención de consensos en materias especialmente sensibles y que requieren no solo mayoría única, sino aceptación y legitimidad moral y práctica.

La reciente ley de educación es, tal vez, el ejemplo paradigmático. Pero no solo ella, en cualquier dirección que apuntemos se da la misma circunstancia, justicia, economía, recortes, seguridad, etc.

Incluso el error político, la promiscuidad con el gansterismo institucional, la torpeza expresiva, la inoportunidad aclamativa, la falta de conocimiento concreto y otras muchas ineficiencias políticas que merecerían la dimisión ipso facto son tomadas como libertades conquistadas por el voto abusivo. No importa la reclamación social, ni la articulada, ni la espontanea (masivas o no, continuas o discontinuas).

No importa que instituciones sociales, sindicales, culturales exijan matices, cambios o tiempo en la aplicación de las medidas gubernamentales. La calle no es suya como en otros tiempos, pero eso no importa. Lo que no vota en el congreso no cuenta para nada.

Como no importa que se hinche un problema con Catalunya de primera magnitud. Se añade leña al fuego utilizando la provocación o el desprecio como medios de descoyuntar al oponente y desmoralizar el apoyo social. ¿Es eso una salida? ¿de qué tipo?

¿Es acaso la política aplicada con la vivienda en su versión expulsatoria un ejemplo de política social compresiva: los embargos, etc.? ¿Es un método de construcción de una sociedad cohesionada? En absoluto, es la imposición de los intereses financieros y especuladores miopes saltándose a la torera las exigencias democráticas básicas que refleja la Constitución, pero que no se han regulado. Incluso se llega a torpedear lo obligado por la UE en beneficio de un hipotético nuevo ciclo especulativo del sector inmobiliario. Ahí está la venta masiva de activos a fondos de inversión con expectativas de especulación.

La política desarrollada con la salud responde al mismo tipo de acción: hágase lo que la  industria norteamericana de la sanidad exige: la privatización, independientemente de los costes, sean cuales fueran, económicos o personales.

Incluso se expulsa del territorio nacional la investigación de primera que el país ha construido en materia de salud en los hospitales públicos o en los centros universitarios. Los beneficios de la investigación irán a la cuenta de resultados de las SA americanas que están adquiriendo la red sanitaria y los profesionales cualificados que poco a poco va soltando o expulsando la administración.

No importa la oposición de los profesionales, de los ciudadanos usuarios de la sanidad, de los excelentes resultados conseguidos con un gasto per cápita más bien modesto en sanidad. Nada importa, sino el interés del beneficio privado, los “business friends” de los actuales dirigentes del país en Madrid o en Barcelona.

El escáldalo de las autopista madrileñas, con empresas que salvaron sus cuentas mediante la acción del líder de Unió Democrática, Duran Lleida, llegan ahora al paroxismo exigiendo la privatización de facto de las autovías públicas y su inmediato pase al estado de peaje.  La cosa es tan extrema que en cualquier otro momento parecería imposible. Pero puede serlo, como no hay vergüenza y si hay mayoría, la cosa puede fructificar.

La lista sería inacabable y es una lista que no empezó solamente el PP y CIU, el mismo PSOE cayó en esa tentación de creer que la mayoría electoral es como una dictadura a plazo.

En fin, les repito, día a día me siento más cercano al tiempo de la clandestinidad, aunque sin necesidad, de momento, de mantenerse en ella. Lo dicho, son tiempos de dictablanda.


Lluís Casas entre  1923 y 1930


viernes, 11 de octubre de 2013

APUNGTES PAA UN INFORME

No sé si por haber contemplado la Carmen de Bizet a la vez que leía las últimas estadísticas de Hispania sobre producción industrial, ocupación, licencias de edificación, salarios y beneficios y un largo etcétera que les ahorro (le pido un perdón operístico al boss por esa mezcla incongruente), se me produjo una sensación de injuriado, me vino un convencimiento profundo de vilipendiado y la constatación empírica de engaño supremo que me empujaron a pensar que hay crisis para ¿diez años más, quince años más? Y todo ello me ha llevado a un largo lamento y a la reacción visceral consecuente. Cosa lógica por demás, que se expresa en el título por medio de la romántica creencia en los arranques hispánicos que Bizet  expresó. Por cierto, Bizet la palmó el día del estreno clamoroso de esa obra y a edad tempranísima. Su muerte fue anunciada en el mismo auditorio parisino por la cantante que representaba a Carmen en un arranque de premonición. La premonición era contundentemente cierta. El romanticismo, vaya.

Si ello fuera así, es decir que la transición entre “lo” de ahora y un cierto estado económico más equilibrado entre clases y entre expectativas y realidades va a durar lo que apunto o más, pienso que la política de bajo nivel de la oposición política, social y ciudadana no tiene más remedio que endurecerse un mucho o entregar las banderas, para una vez liberadas las manos, bajarse completamente los pantalones. Es un decir a modo de cabreo.

Probablemente, una recuperación económica que arrastre en parte mejoras en la ocupación y en los salarios (cosas que está por ver que constituyan los motivos prioritarios para los gobiernos actuales a todos los niveles) es lo que está esperando el ciudadano de a pie y sobre todo el que carece de trabajo o se mantiene en equilibrio a precario con ingresos parcos o muy limitados en el límite de la sobrevivencia justa. Les recuerdo que la historia del paro en Hispania nos dice que por debajo del 2% del crecimiento del PIB no hay creación neta de puestos de trabajo. Las expectativas son ahora del 0,4 % del PIB para el año próximo.

El tiempo pasado desde el inicio de la crisis y, sobretodo, desde la debacle laboral y salarial posterior es ya como mínimo demasiado para la experiencia histórica de los afectados. Al mismo tiempo, igual que yo con lo que reflejo al comienzo, la sensación cada vez más extendida es que el largo plazo es el único término temporal para las soluciones de la ortodoxia económica y política, si es que podemos hablar de soluciones, más que de intereses hegemónicos. Además, esa especie de esperanza está sin garantía ninguna que en el punto de llegada haya el nivel de prestaciones sociales, de derechos ciudadanos y de democracia económica que fue imagen de años pasados. Imagen cierta en algunos lugares y en otros simples esperanzas.

Eso significa que no solo es perentoria la recuperación de la ocupación, sino que las medidas de emergencia social son imprescindibles. Emergencias que van desde prestaciones económicas a simples apoyo alimenticio, al sostenimiento de los suministros básicos de la vivienda, electricidad, agua, gas y, obviamente a la propia vivienda.

El asunto es de órdago. Crisis económica de primerísimo orden, ruptura de consensos sociales como no se había visto desde antes de Bismarck, resquebrajamiento del proyecto europeo (que estaba siendo ejemplo para el resto del mundo), abundamiento del control oligopolista de la economía a casi todos los niveles, falta evidente de lideraje político y social y un sistema financiero híper inflado sin correspondencia ninguna con las realidades económicas. Enfrentamientos internacionales o intranacionales que frustran expectativas y frenan caminos mejores para todos.

Frente a este panorama, que unos días parece más negro que otros. Hoy lo es especialmente por el drama de Lampedusa y, sobretodo, por las advertencias de las encuestas electorales en Francia. Frente a ese panorama, digo, tal vez la izquierda política, sindical, social, cultural deba atreverse a manifestar algo más que las reclamaciones hechas hasta ahora. Una crisis de cinco años, experiencia que ya hemos tenido en diversas ocvasiones es una cosa. Una crisis de veinte años no solo cambia el tango del “no es nada”, si no que lo cambia todo.

Distribución del trabajo, renta mínima garantizada, absoluta reforma fiscal, leyes anti oligopolios, cambio en el régimen político y en las instituciones, etc. Estamos hablando de una cita histórica como en otras ocasiones se han dado en estos andurriales. Piénsenlo. Me parece a mí que no hay más. Ni siquiera ese Francisco que genera ilusiones que serán ¿ciertas?.

Lluís Casas y Enric Oltra consolándose mutuamente.



viernes, 4 de octubre de 2013

EL ESPÍRITU DEL 45

No se asusten por el encabezado, reproduzco simplemente el título del film (o la película, a elegir el término según el prestigio cinematográfico propio) de Ken Loach que ponen únicamente en Catalunya en el Verdi Park. Pienso que el film merece comentario, recomendación y reflexión a posteriori. Y en ellos me meto.

Estamos frente a un reportaje interpretativo, no simplemente periodístico, en el cual la tesis y la antítesis están claramente definidas y apoyadas por la realidad social, política y económica. Todo ello con material fílmico real y con protagonistas de los hechos ya en una fase de su vida más reflexiva, pero aun combativa.

Se trata, seguro que ya lo intuyen, del proceso de transformación que aplicó el partido laborista (y colaboradores, no se les olvide como a muchos que el laborismo no estaba solo) al final de la segunda guerra mundial, en cuanto ganó por goleada en las elecciones al partido que lideró la victoria en la guerra con Sir Winston Churchill a la cabeza (ahí es nada). Clement Atlee, el líder laborista, formó gobierno e hizo lo que el personal votante le exigía: cambió el país introduciendo el estado social y la economía colectiva en un proyecto que duro más de veinte años. Los objetivos eran claros, con la Segunda Guerra no debía ocurrir lo que pasó con la Primera: crisis, pobreza extrema y la aparición de las bases de un nuevo conflicto.

Gran Bretaña mantuvo prácticamente sola durante más de un año el conflicto total con la Alemania nazi. ¡Ojo! Gran Bretaña era entonces una potencia hegemónica, mundial, no simplemente europea: Australia, Nueva Zelanda, La India, Canadá, etc. formaban todavía algo muy parecido a lo que fue el imperio.

Ese esfuerzo de guerra se aplicó con la aceptación de la clase obrera, trabajo a destajo, la mujer supliendo a los hombres militarizados, la elevación de la producción bélica, el ajuste alimentario, el sufrimiento por los bombardeos, la presión sobre los suministros de todo tipo. El pueblo no solo aguantó sino que proporciono la moral y la capacidad de transformar la soledad en victoria. Con la pequeña ayuda de la Unión Soviética primero y los Estados Unidos posteriormente.

Loach hace un repaso a la situación de indefensión laboral de los trabajadores en los años treinta, al paro, a los sufrimientos por falta de vivienda, de cuidados médicos que merecieran ese nombre y al conjunto de prestaciones para una vida digna. Esa falta tan absoluta en un estado que ejercía la hegemonía mundial era consecuencia de unas clases dirigentes asentadas en la ceguera, la avaricia y el desprecio humano. La guerra lo cambio todo.

No voy a explicarles de pe a pa el film, vayan a verlo y juzguen por sí mismos. Y de paso, instrúyanse, si no disponen de información previa, sobre el sindicalismo británico, sobre el socialismo político, el laborismo y los movimientos de izquierda comunista que activaban el conjunto. Tendrán que hacer un esfuerzo de comprensión, estamos en la Gran Bretaña, no en la Rusia zarista y la revolución tomó una dirección totalmente diferente: el reformismo profundo dentro del sistema democrático y del capitalismo regulado.

La visión de lo que nos cuentan en la pantalla nos acerca a estos días en donde una parte considerable de lo conseguido entonces está siendo vendido a la avaricia o eliminado por ajuste de cuentas.

Probablemente vemos retroactivamente lo que podría esperarnos (con las apreciaciones que ustedes quieran añadir) si el asunto político y económico continua.

Esa retrospectiva convertida en avance del futuro es un activo espléndido, como lo es también la reflexión que un sindicalista nos hace de las expectativas de la clase obrera británica de entonces: tener una casa en donde la familia pudiera desarrollarse con normalidad (con baño), un trabajo digno con los derechos claramente definidos, acceso a la salud sin depender del dinero disponible, educación para los hijos y oportunidades de mejora, algo más que patatas en la mesa y algún tiempo libre para el pub o las actividades sociales. Eso era para ellos una vida digna de ser vivida.

Hoy llamaríamos a eso austeridad. No la austeridad predicada desde Bruselas, sino la austeridad definida por Berlinguer: lo contrario del consumismo y del crecimiento ilimitado e imposible como huida hacia delante (1).

El film expresa también algo importante respecto a la actividad económica: un líder sindical británico explica a los militantes que la riqueza se crea en la fábrica, en la producción de bienes que sean de utilidad para esa vida digna. Que las finanzas no son más que intercambio de papeles con cifras cada vez más elevadas, pero que no aportan nada real con lo que vivir. Eso lo decía en 1946, y antes otros, incluido ese barbudo de Tréveris, lo habían afirmado ya. Y hoy estamos padeciendo las consecuencias de la ilimitada capacidad de desarrollo cancerígeno de las finanzas internacionales. Uno de los puntos centrales de la crisis. Es evidente que hemos de matizar esa opinión sindical. Las finanzas tienen funciones importantes que hay que conservar y cuidar, pero resulta obvio que vivir de las finanzas al estilo que lo hace la economía británica hoy en día es exactamente un bluf, como la realidad ha demostrado y las aportaciones públicas de fondos sin devolución han reconfirmado.

Vean el film con la mente despejada de televisores Smart, de segundas residencias, de vehículos de alta gama, de hipotecas imposibles, de aspiraciones navieras. En fin, véanlo con la esperanza que para la vida moderna, democrática, digna y justa para todos con menos, con mucho menos uno puede ser feliz en la medida que la vida pueda serlo. Ajusten sus cinturones a esa posibilidad y hagan porque los Berlusconis, Botines y demás devengan simplemente en empresarios fiscalmente correctos y monopólicamente anulados. Podríamos tener bastante.

Lo escrito en homenaje a Aneurin "Nye" Bevan, ministro de Salud en el primer gobierno laborista.http://en.wikipedia.org/wiki/Aneurin_Bevan

Lluís Casas y cincuenta más que estábamos en el Verdi el lunes por la tarde, día de precio justo.

(1)             La austeridad, según  Enrico Berlinguer:  http://alametiendo.blogspot.com.es/2011/09/la-austeridad-segun-berlinguer.html