miércoles, 20 de febrero de 2013

SALARIOS PÚBLICOS


En diversas ocasiones he utilizado este medio para explicar algunas cositas sobre la retribución de los políticos y los altos gestores públicos. Hoy, insistiré en ello por recomendación del futuro Papa de Parapanda, inevitable hecho pronto a ocurrir y que tendrá la aquiescencia de los más conspicuos militantes del laicismo del lugar.

La coincidencia mediática sobre la marea corrupta que aflora torrencialmente y la publicación en paralelo de los sueldos que cobran los regidores de la ciudad de Barcelona parece inducir que todo ello es lo mismo. Al margen de cifras y letras enmarcados en letra grande y negra, debo considerar que lo uno y lo otro son cosas distintas y diferentes, a elegir. Y la coincidencia en su publicación no es más que meter en el mismo saco manzanas y ciruelas, con lo que poco vamos a aprovechar de estas últimas.

Antes de entrar en materia insegura, les cuento algunas cosas necesarias para interpretar la situación. En primer lugar, cada pleno municipal o los órganos locales en los que recaiga la competencia son libres de fijar la estructura salarial de sus políticos y de sus altos cargos. Y eso no es malo, aunque conlleva la responsabilidad de responder de ello ante el ciudadano y no escudarse en nadie, ni en nada.
Segundo, la ley de incompatibilidades tiene unas exigencias muy estrictas respeto a la actividad subsecuente a un cargo público de estas características, incluso las tiene durante el ejercicio profesional público. Y ello atañe al elemento político, al alto cargo y a los propios trabajadores, sean funcionarios o no, de la administración. Otra cosa es que se aplique poco y mal.
Tercero, la administración pública actual es una enorme empresa que mezcla política y gestión nunca antes planteada y que regula esta situación más mal que bien. De hecho la empresa más importante de Catalunya es sin lugar a dudas la Generalitat, pero el Ayuntamiento de Barcelona debe ser la segunda. Son cientos o miles los bienes y servicios producidos por estas organizaciones, al margen de la imprescindible existencia de aparatos jurídicos y administrativos muy específicos y exigentes. Estamos pues ante organizaciones complejas, muy complejas, que exigen no solo capacidad política, sino conocimientos técnicos sofisticados y muy diversos.

Los salarios públicos entran de lleno en esa complejidad de gestión y de regulación (incompatibilidades) y deben ser un instrumento para que el funcionamiento y los resultados obtenidos estén a la altura que el ciudadano exige. Un salario exiguo no es ninguna garantía de una administración transparente y eficiente. Tampoco lo es disponer de altísimos salarios. El asunto es hallar una buena conjunción entre retribución, capacidad técnica y/o política y honestidad.

Los salarios conocidos de los regidores barceloneses, todo y alguna reducción realizada en aras del ajuste, son claramente elevados comparados con lo que el ciudadano medio percibe, si es que percibe alguna cosa. Otro asunto es que sean objetivamente excesivos. En primer lugar, la información periodística no hace distingos entre salario bruto y neto, cosa que ofrece una actitud un tanto miserable por parte de los medios. A esos sueldos publicados hay que restarles por lo bajo un 35%. Los cien mil euros del ala publicados se convierten en sesenta y cinco mil. Cifra asaz distinta.

La contraprestación es en general y para una buena parte de los regidores un horario extensivo (muchas veces inútil dada la característica improductiva de las reuniones hispanas) y retos personales bastante exigentes para aquellos que se toman en serio y responsablemente su cargo. Obviamente, el sueldo público no debe cubrir estos riesgos, puesto que se supone que la administración pública es para ellos una actividad voluntaria, circunstancial y vinculada al ideario político, social e ideológico,  y no una manera de vivir, o de medrar.

Si además elevamos la vista y contemplamos la enorme variedad de administraciones, desde Barcelona hasta Belianes en Lérida o la misma Parapanda ahí al lado, debemos concluir que es extraordinariamente difícil establecer medidas comunes para ordenar el asunto. No es lo mismo gestionar miles de millones, que gestionar un municipio charlando por la calle o atendiendo problemas en el bar de la plaza.

La única referencia objetiva está en el sistema de retribución de los funcionarios públicos, que establece una estructura en la que intervienen niveles, retribuciones básicas, complementarias en función de distintos parámetros, etc. Todo y esto, la realidad nos confirma que incluso en base a una legislación bastante reguladora, los salarios de los funcionarios españoles tienen enormes distancias monetarias. Es evidente que el funcionario del Estado está peor pagado, aunque menos exigido y que algunas administraciones locales, como la Diputación de Barcelona adolecen de una permisividad salarial arto excesiva. De modo que no debemos ponernos nerviosos y saltar a la mínima. Hay multitud de ejemplos que la retribución salarial, fuera la que fuera, no es óbice para la corrupción, la gestión estulta y la incompetencia plena. Y al revés, existen ejemplos de excelente gestión política y administrativa basados en salarios francamente ajustados. Dado el tiempo en que vivimos, que mejor que afirmar que de todo hay en la viña del señor.

Llegados a este punto se preguntaran cual es mi opinión al respecto, puesto que parece que quiera escurrir el bulto. Nada de ello. Ahí va.

En primer lugar, la retribución pública debe ser única, sin añadidos vinculados a la presencia complementaria a empresas o entidades vinculadas al cargo original. Solamente eso vaciará considerablemente el cesto que periódicamente recogen los afectados y, por ejemplo, haría que el ex alcalde de Sabadell no tuviera interés en seguir como concejal de base, puesto que la Diputación de Barcelona, en Consell Comarcal del Vallés  y otras hiervas dejarían de rellenar su cesto. Un solo salario por la totalidad de las específicas obligaciones que conlleva el cargo público.

En segundo lugar, la retribución política y la retribución de los funcionarios y trabajadores públicas debe estar vinculada. Si el límite máximo para un alto funcionario es X, el sueldo para un cargo político no puede alejarse mucho de ahí.

En tercer lugar se aplicará estrictamente la ley de incompatibilidades, con lo que alejaremos de la función pública aquellos que se manejan en ella como ubérrimo centro de negocios privados.

En cuarto lugar, recomponer la estructura definida en las leyes para homogeneizar las retribuciones y establecer los escalados que la población, el presupuestos y otras variables exigen. Sin olvidar, que los territorios tienen inflaciones y estructura de precios distintos.

Al final les diré respecto al caso de Barcelona que aplicados estos criterios su sueldo se reduciría un tanto, pero que mantendría el equilibrio entre responsabilidades y retribución.

Lluís Casas y Enric Oltra a cuatro manos.

sábado, 16 de febrero de 2013

TOROS O PISOS. PISOS Y TOROS


Una vez terminada la primera parte de este film de terror al estilo de Psicosis de Alfred Hitchcock que ha constituido la llegada y la decisión sobre la tramitación parlamentaria dela ILP, con la dación en pago como eje de la propuesta (la entrega del piso hipotecado y la liberalización de las cargas financieras a las familias afectadas, con el consecuente contrato social de arrendamiento para no dejar a nadie en la calle y sin posibilidad de una mínima vida digna), puedo con menor riesgo comentar algunas cositas.

La primera está en el título. No seré yo, en honor al que me recibe en su casa, quien haga bulla de los toros. Simplemente pretendo subrayar la incapacidad política e incluso intelectual de la dirección del PP para encarar los problemas. La inmensa torpeza que demuestra mezclar una cosa con la otra el mismo día, sabiendo que la decisión era que a los toros sí y que a la dación no, resume con trazo grueso y fino a la vez el talante y la práctica poco democrática, nada social e inmensamente prepotente de los que detentan casi todo el poder en este país.

Finalmente, la vergüenza ajena, la presión social y la constatación que el 98% de los españoles en sus diversas vertientes idiosincráticas tenían perfectamente claro que eso de la dación es de razón política, humana y económica, les ha llevado a un cambio copernicano, aunque menos ejemplar, para dejar las maniobras con que piensan satisfacer las exigencias bancarias para el enredo parlamentario posterior. Aunque ya veremos, puesto que no somos tontos y hay demasiados vigías para que pase alguna maniobra en la pretendida oscuridad de las comisiones y demás artilugios propios del artesanado parlamentario, sin que nos demos cuenta y la armemos.

De momento, el movimiento social, la PAH, surgida en Catalunya (conAda Colau como buque insignia) y extendida a todas partes, se ha apuntado un buen tanto. Todo un éxito político y mediático que va a poner las cosas muy difíciles para ese poder omnívoro del oligopolio bancario. Además, junto a la aceptación del trámite, caerán algunos dineritos que reforzaran esas fuerzas absolutamente voluntarias que asumen el impulso de la ILP y la gestión diaria de ayuda a los afectados. Unos dineros que en este caso tienen más legitimidad y honradez que la mayoría de otras subvenciones que figuran en los presupuestos. (Los de los toros también recibirán algo de pasta, vaya por dios).

El día de ayer fue, en definitiva, si le sumamos la vista de Draghi y el autocese en la penúltima monarquía absoluta (solo quedan Corea y Guinea, creo yo), día señalado en el calendario. Lo del BCE es a todas luces otra demostración que el PP carece de lo más mínimo para gobernar o dirigir un simple kiosco. Una demostración de tamaño autoritarismo parlamentario y de ignorancia tecnológica parecen simplemente imposibles. Con el detalle que el propio Draghi va y cuelga en Internet su discurso. Son los años cincuenta.

Lo del Papa de Roma, también tiene tela que cortar. Eximios expertos nos relatarán al ritmo eclesiástico de lo mucho que hay detrás de las cortinas vaticanas. Desde la incompetencia sonora al gangsterismo más clásico. Parece ser que el centro de poder mundial que más hábilmente ha sobrevivido a la ley de la gravedad, a la órbita solar y a Darwin, esté tan cerca de la quiebra técnica simplemente por el sexo y el dinero. Los clásicos para una novela negra.

Lluís Casas en el confesionario público

viernes, 8 de febrero de 2013

MARDITO PARNÉ QUE POR TU CURPITA ...


No pretendo aburrirles insistiendo en los miles de tortuosos vericuetos de la corrupción (no tan) generalizada que nos presentan los medios. Hoy mismo, en El País (8 de febrero), aparecen en torno a 15 páginas relacionadas con ello. Al margen del inmenso escándalo existente, hay otras cosas mucho peores y que pasan, voluntariamente, totalmente desapercibidas.

Se ha impuesto que la política, los políticos y los partidos, es decir el 70% de la democracia, son corruptos. No se hacen distinciones entre los que están comprometidos, relacionados, vinculados o presos por esa causa y los que no. Grave falta a la verdad, enorme error mediático en pos de la venta fácil y el populismo mentiroso. Si es cierto que el país necesita una regeneración, no lo es por que todos hayan colaborado en la corrupción y, muy importante, estos forman parte de la solución. Hay que señalarlo y anotar los nombres.

Por otra parte hay varias caras sobre la corrupción. La fácil es la del político pringado. Pero ello supone un mundo privado que tienta,  incita y se aprovecha de la debilidad y la ambición. Luego, hagamos aflorar los nombres de esa segunda parte (tal vez sea la primera parte marxiana) complementaria de la primera. Pero no es así. Los nombres de empresas, empresarios y otros no se citan o solo de pasada y en letra pequeña. Cierto es que Millet y su entorno de influencias son lo que no hay, pero que decir de la empresa que pagaba a sabiendas. La saben ustedes, ¿alguien ha hecho un trabajo periodístico en esa dirección? No les parece que sería muy conveniente concluir que la corrupción forma parte del funcionamiento “normal” de una parte del empresariado español.

Por cierto, un empresariado presidido en sus tres últimas ocasiones por dos no empresarios, simple funcionario de la patronal uno, asistente permanente a consejos de administración otro y por un puro chorizo que está en la cárcel, de momento.

Sigamos por esa senda y hurguemos más a fondo en las relaciones entre dinero (empresa o grandes empresas) y la política. Nadie se llamará a engaño si digo que ciertas fuerzas ideológicas y políticas responden en buena parte a los intereses del gran dinero. Así es desde mucho antes de Nerón y son multitud quienes lo han explicado, denunciado y teorizado. Esos intereses pueden ser legítimos o no, pero en cualquier caso son abundantemente aceptados y servidos en la estructura de la decisión política. Y eso, amigos, es mucho más gordo que la corrupción del 3%.

Me refiero como pueden imaginar a legislar, decretar, hacer normas, definir ámbitos urbanos, etc. para que alguno o algunos se aprovechen de ello con especial preferencia. Es el día a día de parlamentos, plenos municipales y otros muchos órganos de base democrática más discretos y mucho más específicos.

Esto es así y solo el debate abierto, el equilibrio ideológico, social, mediático y político entre los distintos intereses puede ejercer de árbitro y edificar una sociedad con intereses, pero con frenos y marcha atrás. Hoy esto no es así en nuestro país.

Para concretar, que ya es hora, les hablaré de un hecho acaecido hace poco y que ha pasado por delante de nuestras narices sin apenas comentarios que no fueran casi elogiosos.
La banca española (adjetivo muy poco calificativo en el mundo del interés y el dinero) está devolviendo los créditos que el Banco Central Europeo le concedió a tipos de absoluta risa mucho antes de lo previsto. Es decir, un banco que obtiene recursos europeos a menos del 1% de interés y los coloca en deuda pública española al 6%, por ejemplo, con costes de administración totalmente ridículos, devuelve los créditos y deja de ganar el 5% de diferencial de interés. ¡Vaya por dios! Qué cosa más rara.

La explicación mediática y probablemente delicadamente sugerida es que se hace para aumentar el prestigio de la banca, una especie de demostración de lo bien que ya está nuestra banca después de pasar sus pasivos al contribuyente. Una simpleza de explicación donde las haya.

Veámoslo desde otro punto de vista. La economía española, empresas y ciudadanos, necesitan dios y ayuda para obtener un crédito que financie parte de sus inversiones en expansión productiva, el asalto a los mercados exteriores o para montar una empresa o adquirir un piso. Los intereses que se les solicitan, en caso que tengan la inmensa suerte de llegar a este nivel de negociación, no están por debajo de 6-7%, como mínimo. Pero solo muy pocos acceden a este momento mágico en que una entidad financiera se compromete a quedarse con una parte tan significativa de tu negocio o tu sueldo, todo y que ella misma no llega  a pagar un 1% por su riesgo.

Obviamente, no todas las demandas de crédito que llegan a las entidades bancarias son dignas de confianza. Todas no, pero si muchas, que quedan frustradas o frenadas por la falta de fondos suficientes o, mejor, por falta de política bancaria de apoyo. Ello comporta un freno más a la creación de puestos de trabajo, al hipotético crecimiento económico, es decir a los más altos intereses de la nación (en sentido figurado) en estos momentos.

Entonces, ¿Cómo es que ni el gobierno, ni el Banco de España, ni el Parlamento se han ocupado de ello para evitar que esos objetivos fundamentales ahora se vean aún más bloqueados? ¿Qué hay más importante que la ocupación, el crecimiento, etc. que hace que el escaso crédito disponible se devuelva más rápido de lo exigido y se reduzca el estock disponible de crédito?

Probablemente la respuesta es compleja, pero me atrevo a adivinar que la estrategia bancaria y su balance son mucho más importantes que el paro y todo lo demás. Los bancos desinflan su debe y su haber para que sus ratios que son observados detenidamente por hombres y mujeres de negro (no nos olvidemos de al menos dos de ellas), tengan una mejor apariencia.

Ahí me quedo por el momento, seguro que lo dicho podrá complementarse con otras consideraciones. Pero lo relevante es que el interés del dinero (no el interés valorado en porcentaje de coste del crédito) está mucho más allá de lo que el gobierno, el Banco de España y el Parlamento creen que son sus competencias.

Lluís Casas desde el bosón de Higgs