miércoles, 8 de octubre de 2014

QUIM BRUGUÉ Y EL ASUNTO

Antes de nada y ya como costumbre cuando comento las quisicosas del asunto, afirmo lo siguiente: pertenezco al si en primera pregunta y al vete a saber qué respecto a la segunda, con paulatinos avances del  otro si por motivos francamente vinculados a la zona reproductora. De modo que eso de votar me va, sin ningún tipo de duda.
Dicho lo anterior, me arriesgo con la tranquilidad de cómo no soy inquilino del twitter, me ahorro muchos insultos insulsos. Los que reciba a propósito de mis estancias tabernáculas en este blog, los asumo como cosa querida y apreciada.
Les entiendo enterados de la dimisión de Quim Brugué miembro de la comisión de garantías para la presunta votación del 9 de Noviembre, nombrado a instancias de ICV-EUIA por el President Mas en horas ya inconvenientes.
Una dimisión por razones de honestidad intelectual no es cosa abundante hoy en día y las que se producen deberían llegar a los altares, al margen del acuerdo o no con las razones del dimitido. Como el país es el que es, Quim Brugué ha debido aguantar a pelmazos, a descerebrados y a estúpidos en porcentajes superiores a los que son normales en cualquier tipo de sociedad. Nada extraño que alguien le señale a uno como traidor, huido de la trinchera, cobarde u oportunista, simplemente por hacer lo que piensa de debe, al margen de la opinión de unos u otros. Mi felicitación personal y mi apoyo si fuera necesario.
Otra cosa seria valorar cuestiones de tempo y forma, pero eso son virguerías en estos momentos en los que desde el Palau de la Generalitat y el de la Moncloa se pasan por la entrepierna cosas mucho más substanciales. Brugué considera que el 9 de Noviembre no es posible votar y las acciones que presuntamente continúan no ofrecen las garantías democráticas necesarias e incluso algunos han cambiado el fondo de la cuestión: el derecho a votar, como eje democrático común e independencia como alternativa junta a otras, por el simple in, inde, independencia. Punto final. Nada más que decir. O, tal vez sí. ¿No sería esa forma de actuar en conciencia aplicable a algunos miembros del  Tribunal Constitucional, o es mucho pedir a una institución que ha caído en el descredito total? En este caso pensaríamos, la cosa está mucho más compactada y la libertad intelectual depositada en la puerta. Tal como nos advertía un oficial la noche en que entramos en el cuartel con referencia a lo que teníamos (muy encogido), entre las piernas (ya lo recogeréis al final, nos dijo, un poco para tranquilizarnos).
Pasemos ahora al asunto:
Llegados al punto en donde estamos: la convocatoria catalana en manos del Constitucional, suspendida (junto a toda la parafernalia complementaria logística, etc.) mientras el tal acoge el asunto y dictamina. Las negociaciones entre gobiernos inexistentes, las alternativas a la nada, teóricamente posibles pero realmente en manos de algún dios caprichoso, solo cabría echar el freno, recomponer estrategias y alianzas, superar el estado dominante del sentimiento y hacer producir objetos alcanzables a la razón.
Ese vacío que se está generando, pone según mi modo de ver, otra cuestión en candelero. Si nos sentamos y nos damos tiempo, brota con fuerza una pregunta cabal: ¿qué tipo de sociedad queremos para Catalunya, con o sin independencia, con o sin federalismo, con o sin confederación?
Se lucha por la independencia, pero ¿para qué hacer, como diría Lenin? Para establecer un régimen neoliberal sin tapujos. Para intentar una sociedad basada en la solidaridad, en el poder para los ciudadanos, un régimen limitador de los poderes oscuros de los bancos, un sistema de derechos que eviten embargos y desahucios. Un mecanismo institucional garante de la protección de los trabajadores. Son preguntas definitorias del futuro inmediato y que suponen un complemento imprescindible a la pregunta simple propuesta.
Hasta el momento, y salvo alguna excepción honorable, nadie nos ha hablado de todo ello. ¿ERC que tipo de país desea desarrollar? Con CIU, o CDC, la cosa está prácticamente decidida: a la vista de lo hecho, claro está.  ¿Pero su mutua alianza qué resultado da? Hacia la Gran Bretaña de Cameron podría ser una posibilidad. Otra la nórdica, se diga lo que se diga. La americana de USA o la americana de Canadá, otra.
En fin, que dado que no votaremos de forma eficaz para el objetivo deseado, al menos de momento, no estaría mal que entrásemos en ese otro tipo de debate. Salud en manos públicas o salud en manos de un monopolio americano, por poner un ejemplo que ya tiene nombre.

Lluís Casas desde Pernambuco. A Pernambuco huían los personajes de El Pulgarcito cuando la cosa se les ponía difícil. Por si no lo recuerdan. Debe ser un sitio maravilloso. Ahora sé que está en Brasil. También de actualidad por motivos parejos.