jueves, 9 de febrero de 2017

¿Nos queda tiempo, nos dejan tiempo?

Cuando la situación política y social se extrema, las risas, burlas y frivolidades se tornan en expresiones grotescas. Es el resultado del mal cálculo, del riesgo mal valorado, de la inconsciencia de las decisiones, de la irresponsabilidad de los actos y de las opiniones. El iluso se torna de pronto en sujeto y objeto del desastre, contemplando como gastó su tiempo en la frivolidad y ahora ya no hay vuelta atrás. El manejo del conflicto es imposible pasado un cierto punto de calentura y los que se pensaban dioses se convierten en humanos torpes y culpables.

Patria, constitución, independencia son palabras cuya función primordial es ocultar. Ocultar la corrupción, ocultar las ambiciones de poder, ocultar la propia debilidad. Son armas arrojadizas muy dañinas puesto que hacen imposible la reflexión racional y ponen la invención, el sueño romántico como constructores de futuro. Son señuelos para poder eliminar cualquier pregunta reflexiva, prudente y precavida.

El conflicto entre Catalunya y el Estado ha dejado atrás la frivolidad y está metido de lleno en la deriva del disturbio grave o muy grave, en donde las alegres opiniones se congelan ya en expresiones de espanto por poca prudencia que se posea.

Las abundantes explicaciones sobre el choque de trenes como algo inevitable deberían dejar sitio a la evaluación sobre el tipo, el número y la gravedad de los accidentados. Se debería incluir a los accidentados voluntarios y a los que por deseo de otros también sufrirán daños en el accidente. Las imágenes de un accidente ferroviario son solo una pequeña aproximación de lo que la realidad de semejante choque comporta. Se juega con una imagen para no descender al infierno que se evoca.

Ítaca es otra imagen utilizada. El Odiseo que retorna a casa para volver disponer de esposa, hijos, bienes y perro dejados atrás es otra imagen deformante. Quien la utilizó, Artur Mas, no cayó en la cuenta de que Odiseo volvió solo a casa, nadie más pudo acompañarlo. Todos los que en su día emprendieron la aventura quedaron por el camino, sin esposa, hijo, bienes, ni perro. Sin posibilidad de echar de su casa a los ocupantes. Sin medio de tensar el arco y ultimar venganza.

La tortilla y los huevos que hay que romper para cocinarla también es una imagen utilizada. Responde a una verdad como un templo, pero una verdad a medias. Conseguir una tortilla implica no solo romper huevos, sino evitar que te caigan al suelo. En ese caso, hay huevos rotos sin tortilla que los justifique.

Mejor nos iría si las imágenes que debemos citar como hipotéticas posibilidades fueran las de los años de hierro de Euskadi, del desastre balcánico, las de una Ucrania liberada por la corrupción y otras muchas recientes y calientes.


Alguien dirá que exagero, porque esto aquí y ahora no puede pasar. Tal vez tengan razón. ¡ojalá tengan razón!, pero no olvidemos que en 1914 una Europa con 50 años de paz se transformó de un holocausto en un mes. Nadie de los que administraban los tiempos del conflicto lo deseaba y en cuestión de pocas semanas todos estaban en los frentes, con los famosos cañones de agosto.